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Manejemos hábilmente “la espada del espíritu”La Atalaya 2010 | 15 de febrero
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Tomemos el caso de una señora de 93 años que vive en la India. Comenzó a estudiar la Biblia por carta con su hijo, quien residía en el extranjero, y fue aceptando con gusto las verdades sobre Jehová y sus promesas. Sin embargo, desde niña creía firmemente en la reencarnación. Por eso, cuando su hijo le escribió sobre el estado en que se encuentran los muertos, no pudo menos que protestar: “No me entra en la cabeza lo que enseñan tus textos sagrados. Todas las religiones dicen que tenemos en nuestro interior algo inmortal. Y siempre he creído que, cuando muere el cuerpo, esa parte invisible se reencarna hasta 8.400.000 veces. ¿Cómo no va a ser esto verdad? ¿Insinúas que están equivocadas la mayoría de las religiones?”. Sin duda, la señora estaba muy apegada a esta doctrina. ¿Lograría “la espada del espíritu” desarraigarla de su corazón? Al cabo de varias semanas y tras examinar muchos pasajes bíblicos, escribió: “Estoy empezando a entender la verdad sobre la muerte. No te imaginas cuánto me alegra saber que cuando llegue la resurrección, veremos a los seres queridos que hemos perdido. Espero que el Reino de Dios venga pronto”.
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Manejemos hábilmente “la espada del espíritu”La Atalaya 2010 | 15 de febrero
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La señora de la que hablamos anteriormente necesitaba entender por qué tanta gente cree que existe un alma o espíritu inmortal. Solo logró convencerse y aceptar lo que enseña la Biblia una vez que comprendió cómo surgió esa doctrina y se difundió entre la mayoría de las religiones.b
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