BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Aztecas de hoy abrazan la verdad
    La Atalaya 2012 | 1 de marzo
    • En San Agustín Oapan, los Testigos tenían prohibido predicar de casa en casa, pues se temía que la gente dejara de dar dinero para las fiestas. Un día, mientras Florencio y un pequeño grupo de Testigos locales de habla náhuatl predicaban, tres de ellos fueron arrestados. En cuestión de veinte minutos se reunió una multitud para decidir qué les harían.

      “Querían matarnos de una vez por todas —recuerda Florencio⁠—. Algunos decían que nos amarraran y nos echaran al río. Pasamos la noche en la cárcel. Al otro día, un Testigo que era abogado llegó junto con otros dos hermanos para ayudarnos; pero a ellos también los encerraron. Por fin, las autoridades nos dejaron ir con la condición de que nos fuéramos del pueblo.” A pesar de esa experiencia, un año después se formó allí una congregación, la cual contaba con 17 Testigos bautizados y una asistencia de 50 personas.

      En la comunidad náhuatl de Coapala, vivía un testigo de Jehová llamado Alberto. Como no aceptó participar en una fiesta del pueblo, lo metieron preso. Se convocó una asamblea general, en donde algunos pedían a gritos que lo colgaran para amedrentar a cualquiera que quisiera cambiarse de religión y abandonar las tradiciones del pueblo. Otros Testigos trataron de ayudarlo, pero también los arrestaron. Al terminar la fiesta, que duró una semana, todos fueron liberados. Pero como la gente siguió hostigándolos, tuvieron que intervenir autoridades de mayor rango, y se consiguió una orden para dar fin a la persecución. Sorprendentemente, el principal opositor aceptó al poco tiempo la verdad bíblica y llegó a bautizarse. Ahora hay una congregación en ese pueblo.

  • Aztecas de hoy abrazan la verdad
    La Atalaya 2012 | 1 de marzo
    • Sonia, una evangelizadora de tiempo completo, explica lo que la motivó a aceptar el reto de aprender náhuatl. “A dos horas de mi casa —comenta⁠—, hay más o menos seis mil nahuas en unos campamentos de trabajadores migratorios custodiados por guardias. Me da mucha tristeza ver que los nahuas vivan tan desprotegidos y humillados, pese a que en su tiempo eran un pueblo honorable, las raíces de nuestra cultura. Aunque llevábamos veinte años predicándoles en español, no nos entendían muy bien y tampoco mostraban mucho interés en el mensaje. Pero cuando aprendí unas cuantas palabras en su lengua, las puertas se me abrieron. Hasta se juntaban alrededor de mí para escucharme. Un día, le dije a una señora que yo le podía enseñar a leer y escribir si ella me enseñaba su idioma. Toda la gente de esos campamentos me conoce ahora como ‘la mujer que habla náhuatl’. Me siento como misionera en mi propio país.” Cabe señalar que actualmente hay una congregación náhuatl en esa zona.

      Maricela, otra predicadora de tiempo completo que también se está esforzando por aprender el idioma, daba clases bíblicas en español a don Félix, un señor de 70 años que habla náhuatl. Conforme iba adquiriendo más vocabulario, Maricela fue impartiendo el estudio en náhuatl, y esto surtió efecto. Se sintió inmensamente conmovida cuando el señor le preguntó: “¿Me escucha Jehová cuando le hablo en náhuatl?”. ¡Qué contento se puso don Félix al saber que Jehová entiende todos los idiomas! Pese a tener que caminar hora y media para llegar al Salón del Reino, no se pierde las reuniones, y al día de hoy es un Testigo bautizado. Maricela dice: “¡Me siento muy feliz de cooperar con el ángel que tiene buenas nuevas que declarar a todos los pueblos!” (Revelación [Apocalipsis] 14:6, 7).

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir