Demostración de lealtad cristiana en Nueva Caledonia
NO TODO iba bien en el paraíso. Para principios de 1985 la agitación política había resultado en 20 muertes en la isla de Nueva Caledonia, en Oceanía. Esto hizo que la revista Maclean’s comentara: “La isla ya empieza a parecerse a Irlanda del Norte, dividida en dos campamentos pesadamente armados y hostiles”.
En enero de 1985 la situación había degenerado tanto que cierto sábado el presidente de Francia, François Mitterrand, cruzó casi la mitad del mundo en un viaje apresurado de visita inesperada a Noumea, la capital de la isla. Los isleños, unos leales a un bando y otros a otro, estuvieron muy dispuestos a expresar sus quejas durante la visita. Los indígenas, instigados por líderes religiosos e impulsados por un profundo sentido de lealtad a sus raíces melanesias, se empeñaban en librarse de más de 130 años de gobernación francesa. Por otra parte, muchos descendientes de polinesios europeos y pobladores asiáticos —y hasta melanesios— se declararon leales al gobierno francés y pidieron que continuara su dominio.
Mientras tanto, aquel mismo sábado 1.567 testigos de Jehová y sus amigos se habían reunido también en Noumea para un despliegue público de lealtad. Sin embargo, no era lealtad a un grupo étnico en particular, ni a un gobierno terrestre; era lealtad al Reino establecido de Dios. Pero ¿por qué estaban en Noumea aquel día en particular? Más que eso, ¿cómo era posible que siquiera estuvieran en Nueva Caledonia?
Los comienzos de la lealtad cristiana
Nueva Caledonia tiene lo que se pudiera esperar de un paraíso de Oceanía: un clima agradable durante todo el año, frutos que abren el apetito, abundante vegetación para deleite de la vista, y una pintoresca mezcla de más de 150.000 melanesios, polinesios, asiáticos y europeos.
Fue descubierta en 1774 por el capitán James Cook, el famoso navegante y explorador británico, pero quedó bajo dominio colonial francés en 1853. Poco tiempo después de los primeros exploradores y comerciantes se presentaron en la isla los misioneros de la cristiandad. Era obvio, para ellos, que tenían que librar de ciertas prácticas incorrectas a los nativos. Por ejemplo, los misioneros lograron acabar con el canibalismo. También por su esfuerzo la gente conoció la Biblia, que hasta fue traducida por los misioneros en cuatro idiomas locales. Un hecho digno de encomio fue que en sus traducciones incluyeron el nombre de Dios, vertiéndolo Iehova o Jehova en el idioma vernáculo. Sin embargo, se necesitaba más que eso.
En el tercer decenio de este siglo un grupo de testigos de Jehová viajó por las islas Lealtad distribuyendo literatura bíblica. A mediados de los años cincuenta varios Testigos australianos se trasladaron a Nueva Caledonia. Aunque después fueron deportados, la obra prosperó, y para 1967 el número de Testigos locales había crecido a más de 100. En 1976 la Sociedad Watch Tower estableció una sucursal en Noumea y supervisó la construcción del primer Salón del Reino de la islaa.
Especialmente desde entonces se ha adelantado mucho en juntar, de los diferentes grupos étnicos de todo el país, súbditos leales para el Reino establecido de Jehová. Por ejemplo, en Nueva Caledonia viven unas 17.000 personas de Wallis y Futuna, unas islillas que se hallan al norte de Fiji. Muchas de estas personas de Wallis son gente católica y muy devota a su iglesia. Pero han ido cambiando de actitud mientras más de ellas han prestado atención al mensaje del Reino. Un sacerdote, molesto por esto, envió a la encargada de las finanzas de su iglesia para “impedir que las ovejas se descarriaran”. Sin embargo, ella también escuchó. Después, una joven que estudiaba en Roma para ser misionera, hija de esta señora, regresó a su país y aceptó la verdad bíblica que enseñan los testigos de Jehová. Ahora ambas son Testigos dedicadas y leales.
Hoy los Testigos son bien conocidos dondequiera en estas islas; en algunos lugares, de cada 80 personas, una es Testigo. En la isla de Lifu, un joven carpintero se hizo pentecostal. Fue de aldea en aldea anunciando que Cristo regresaría visiblemente a la isla. Para demostrar su convicción de que las posesiones materiales no tenían valor, quemó públicamente su ropa y su dinero. Pero le interesó lo que leyó en un tratado publicado por los testigos de Jehová. Un estudio bíblico regular le ayudó a obtener un conocimiento exacto de la Palabra de Dios. Hoy es un cristiano equilibrado, ministro de tiempo completo.
Lealtad al Reino de Dios en medio de las pruebas
La agitación política y las condiciones caóticas que estallaron en 1984 en Nueva Caledonia crearon problemas para muchas personas, entre ellas los Testigos. Algunos Testigos fueron atacados por chusmas y golpeados mientras efectuaban su predicación. Tres hombres entraron en la casa de un Testigo, y a punta de pistola le exigieron las llaves de su automóvil, para robárselo. Un misionero descubrió que alguien le incendió y destruyó su automóvil mientras él conducía un estudio bíblico.
Aunque los isleños se han dividido según el bando a que son leales, los testigos —sin importar a qué grupo étnico pertenezcan— están unidos en su postura neutral. Los clérigos, mezclados en la política, se han valido de la inestabilidad actual para agitar odio contra los Testigos. Por ejemplo, ciertas personas detuvieron a unos Testigos que, en sus autos, iban a buscar a gente interesada en su mensaje para llevarla a una reunión. Estas personas sacaron por la fuerza de uno de los autos al superintendente viajante, que visitaba a los Testigos aquella semana, y lo golpearon, rompiéndole las gafas. A un hombre que se asociaba con los Testigos lo empujaron contra una pared y lo golpearon hasta que la cabeza le sangraba, mientras obligaban a su esposa, que estaba encinta, a observar aquel atropello.
Sin embargo, los Testigos saben que tienen que ser leales al Reino de Dios. Recuerdan las palabras de Pablo: “Todos los que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos”. (2 Timoteo 3:12; véase también Mateo 10:16.)
Los leales adelantan a pesar de la inestabilidad
A mediados de 1984 los Testigos comprendieron que tenían que construir un Salón de Asambleas. Encontraron un terreno apropiado sobre una colina desde la cual se ve la bahía de Noumea, y en septiembre empezaron a construir. Pero en noviembre, debido a la inestabilidad política, las autoridades impusieron un toque de queda y declararon un estado de emergencia. A pesar de estas dificultades, Testigos de toda la isla vinieron a ayudar en la construcción. Más de 400 voluntarios venían a la vez, para gran sorpresa de los observadores. Puesto que la construcción se efectuaba durante los días del receso escolar, muchos jóvenes prestaron ayuda. Una jovencita dijo: “Estas fueron mis mejores vacaciones”. ¡Y ver a una Testigo de 60 años de edad echando cemento y grava en una mezcladora de concreto fue suficiente para sorprender a cualquier constructor profesional!
En solo cuatro meses se terminó el proyecto. Se hicieron planes para dedicar el Salón de Asambleas, ¡pero resultó que la fecha se fijó para el mismo fin de semana de la visita inesperada de Mitterrand! Por la posibilidad de una situación política explosiva, las autoridades les pidieron a los Testigos que cancelaran su programa. Sin embargo, el encargado de la seguridad, quien había asistido a una asamblea de distrito de los Testigos en Francia, les dijo: “Yo los conozco. No vamos a tener problemas con ustedes. Solo asegúrense de tomar las medidas necesarias para la seguridad; no vamos a estorbar sus reuniones”.
Más de 1.500 personas se presentaron para el excelente programa de dedicación, que culminó con el discurso de dedicación que presentó Lyman Swingle, miembro visitante del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. La concurrencia a esta reunión, a pesar de la agitación que reinaba entre los ciudadanos del país, demostró que en Nueva Caledonia hay una fructífera lealtad al Reino de Jehová. Se ha alcanzado un nuevo máximo de 889 proclamadores del Reino, y hay magníficas perspectivas de mayores logros. Prueba de esto se puede ver en que en 1986 la concurrencia a la Conmemoración de la muerte de Cristo fue de 2.145 personas.
El reciente período de agitación política muestra con claridad que la mayoría de los neocaledonios esperan que los gobiernos humanos les resuelvan sus problemas. No sucede así entre los que son leales al Reino de Dios, que ponen toda su confianza en la gobernación divina. Durante estas dificultades, en la carretera principal de la costa oriental se vio un rótulo que decía: “¡Jehová fuera!”. Pero Jehová, representado por su Reino establecido, permanecerá. Y también “los que le son leales”. (Salmo 37:28; véanse también los Sl 37 versículos 9-11, 22, 29 y 34.)
[Nota a pie de página]
a Para un informe más completo sobre la historia de los testigos de Jehová en Nueva Caledonia, lea el Anuario de los testigos de Jehová para 1984, páginas 243 a 249.
[Mapas en la página 25]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
AUSTRALIA
[Mapa]
NUEVA CALEDONIA
Noumea
Lifu
Islas Loyauté (Lealtad)