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¿Se beneficiará usted de la bondad inmerecida?La Atalaya 1990 | 15 de febrero
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“MIENTRAS más aprendía de las normas de Dios por la Biblia, menos digno me creía de su favor y bendición”, dijo Frank. Él se había interesado en la Biblia en la cárcel, mientras cumplía una sentencia por mal uso de drogas. Leyó un ejemplar del libro La verdad que lleva a vida eternaa y quedó convencido de que aquel libro decía la verdad, y cuando salió de la cárcel se comunicó con los testigos de Jehová para conocer mejor la Biblia.
¿Por qué se sintió indigno al estudiar la Biblia? Durante su vida, antes, había violado muchos principios divinos. Su mal uso de las drogas, su abuso del alcohol y otros hábitos degradantes habían hecho que en cierta ocasión un policía le dijera: “Dígame dónde vive y me hará un favor. ¡Sabré adónde enviar su cadáver!”.
Pero lo que más lo deprimió después fue que, a pesar de sus esfuerzos, se le hacía muy difícil librarse de sus hábitos inmundos tan arraigados. Por ejemplo, el degradante agarro del alcoholismo casi lo derrotó. “Vez tras vez fracasé miserablemente, y aquello me deprimió mucho —dice—. Casi me declaré caso perdido.”
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¿Se beneficiará usted de la bondad inmerecida?La Atalaya 1990 | 15 de febrero
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“Algo que me ayudó mucho —dijo Frank— fue comprender lo que la Biblia dice en Hebreos 4:15, 16.” Ahí el apóstol Pablo nos recuerda que Jesús es un ayudante que se interesa en nosotros y puede “condolerse de nuestras debilidades”, y quien ha hecho posible que “obtengamos misericordia y hallemos bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado”.
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