Una chica de 16 años llamada Jacquelin le dio una invitación para la Conmemoración a una profesora y le explicó lo importante que era ese acontecimiento. Para su sorpresa, la maestra se presentó. Como la Conmemoración se celebró en un Salón de Asambleas, Jacquelin le mostró las instalaciones después del programa. La profesora quedó impresionada por la limpieza y la organización, pero sobre todo por el hecho de que fueran voluntarios los encargados de construir las instalaciones y mantenerlas en buen estado. Después de decir lo mucho que le había gustado el discurso, preguntó: “¿Qué tengo que hacer para recibir las clases bíblicas de las que habló el orador?”. La joven hermana respondió con entusiasmo: “¡Deje eso en mis manos!”. Así que Jacquelin comenzó a darle clases bíblicas a su profesora todos los lunes después de clase.

Italia

Patrizia le entregó una invitación a Gabriella, su estudiante de la Biblia, y le explicó la importancia de la ocasión. Mattia, el hijo de Gabriella, que estaba escuchando la conversación atentamente, pidió permiso para llevarle una invitación a su maestra. Al día siguiente, Mattia —de tan solo cinco años de edad— no solo se la entregó, sino que le explicó lo importante que era asistir a la Conmemoración y le dijo que le daría mucha alegría verla en el Salón del Reino. Unos días después, en una reunión de padres, la maestra de Mattia le dijo a Gabriella que había quedado tan impresionada por la convicción de su hijo que acudiría a la Conmemoración. Acompañó a Gabriella y Mattia, y escuchó atentamente el discurso. También quedó fascinada por lo bien que se portaron todos los niños. Más tarde dijo que ya entendía por qué era tan importante la Conmemoración, como aseguraba Mattia. Posteriormente, el niño le dio Mi libro de historias bíblicas para el hijo de ella, y Gabriella y Patrizia han hecho planes para visitarla.