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SurinamAnuario de los testigos de Jehová 1990
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Además, en 1950 dos hermanos visitaron Gansé, un poblado bush de 1.300 habitantes situado a orillas del río Surinam. Ante esto, el pastor de la Iglesia morava se puso a decir: “Hay dos falsos profetas vendiendo libros”. Así que poco después de que los Testigos colocaran cuatro libros en la choza de un anciano, cientos de feligreses, instigados por el pastor, se pusieron a perseguirlos hasta el río con la intención de lincharlos. Los hermanos se metieron rápidamente en la canoa y se alejaron remando. Poco faltó para que los atraparan.
Cinco años después, mientras el tren de vapor que llevaba a Burt y Dirk entraba en la última estación, Kabel, a unas dos horas en bote de su destino final, Gansé, este suceso estaba muy vivo en su mente. ¿Cómo los tratarían esta vez? Para evitar reacciones hostiles, la Sociedad había pedido por escrito al jefe del poblado permiso para que dos corresponsales de ¡Despertad! visitaran Gansé a fin de recoger información para un artículo sobre los negros bush. La respuesta del jefe había sido que serían bien recibidos.
Cuando llegó a Gansé la embarcación de Burt y Dirk, el jefe y sus ayudantes estaban listos para la recepción. “Nos recibieron como a reyes —relata Dirk—. Tras mostrarnos dónde nos alojaríamos, una de las mejores casas del poblado, nos escoltaron hasta el río para que nos bañásemos, e incluso tuvieron la delicadeza de darse la vuelta hasta que acabamos. Luego conversamos amigablemente con ellos, en especial Burt, que hablaba sranan tongo.”
Al día siguiente, mientras les enseñaban el poblado, los hermanos testificaron con prudencia a algunos vecinos. Unos días más tarde, el domingo por la mañana temprano, partieron hacia Kabel. Allí pernoctaron en una pensión en espera del tren del día siguiente.a
Remó en busca de los misioneros
Horas después de que los misioneros se fueron de Gansé, llegó Frederik Wachter, un negro bush de dieciocho años que vivía en el poblado. Sus amigos le dijeron que habían estado allí dos hombres blancos, altos, que parecían testigos de Jehová. Frederik se descorazonó, pues llevaba un año buscando a los Testigos, y ahora que habían venido, ¡se habían vuelto a marchar! Sin embargo, cuando se enteró de que partirían en el tren del día siguiente, se dijo: “Debo alcanzarlos antes de que se vaya el tren”. ¿Lo lograría?
Cuando el lunes por la mañana los misioneros se despertaron, se dieron cuenta de que un negro bush bajito y tímido los esperaba fuera. Frederik les preguntó: “¿Estuvieron predicando en mi poblado?”. “Sí —contestaron los misioneros con sorpresa—, ¿por qué lo preguntas?”
“Como me perdí su visita, he venido para conocer más sobre sus enseñanzas.” Los misioneros se sentaron con él y procedieron a dar respuesta a sus preguntas acerca del sábado, el bautismo, el Reino y muchas otras; pero también sentían curiosidad por saber cómo había oído hablar de Jehová por primera vez aquel muchacho de mente despierta. La historia era la siguiente:
En 1950, poco antes de que se echara de Gansé a los hermanos que mencionamos antes, le colocaron cuatro libros al tío de Frederik. Cuatro años después, este los encontró, los leyó y aprendió cuál era la verdadera condición de los muertos. A partir de ese momento, se negó a participar en las ceremonias supersticiosas de la tribu. También abandonó la religión de los hermanos moravos, y su deseo era encontrar a los testigos de Jehová algún día.
Aquel lunes por la mañana su deseo se había realizado. Como el tren ya estaba entrando en la estación, los misioneros le dejaron, no sin antes darle el libro “Sea Dios veraz” e invitarle a visitar la sucursal cuando fuera a la capital. Frederik les prometió que así lo haría.
El primer hermano bush
Un mes después, en octubre, un joven descalzo llamó a la puerta del hogar misional. Dirk Stegenga recuerda: “Frederik había leído el libro ‘Sea Dios Veraz’, recordaba hasta el más mínimo detalle y entendía la verdad. Durante dos semanas vino todos los días al hogar misional para estudiar, pero no asistía a las reuniones, algo que no entendíamos”.
“Cierto día, después de haberle invitado de nuevo —continúa Dirk—, Frederik bajó la mirada y musitó: ‘No tengo zapatos’. Le avergonzaba asistir. Por supuesto, no queríamos dárselos y hacerle un cristiano de conveniencia, de modo que le dije: ‘Pasaremos una película, así que estará oscuro y nadie se dará cuenta de que no los llevas’. Nos alegró muchísimo ver a Frederik en el auditorio aquella noche.” Y él se puso muy contento al enterarse gracias a la película “La Sociedad del Nuevo Mundo en acción” de que miles de africanos servían a Jehová con alegría, ¡y tampoco llevaban zapatos!
Dos semanas después, Frederik volvió a casa con otro deseo: asistir a la asamblea “El Reino Triunfante” en diciembre de aquel año. Con objeto de ahorrar el dinero para el viaje, trabajó día tras día, hasta que por fin lo consiguió. Se bautizó el 11 de diciembre. ¡Cuánto nos alegró dar la bienvenida aquel día a nuestro primer hermano bush! En la actualidad, el hermano Wachter aprovecha su gran capacidad de recordar versículos de la Biblia en el servicio de precursor especial. “La experiencia de Frederik —resume Dirk— me recuerda que somos instrumentos humildes en las manos de Jehová. Después de todo, nosotros no le encontramos a él, sino él a nosotros.”
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[Fotografía en la página 215]
Frederik Wachter fue el primer negro “bush” que se hizo Testigo
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