‘Vende sal’ en Mozambique
FRANCISCO COANA, miembro del comité encargado de la obra en Mozambique, estuvo en los “campos de reeducación” durante diez años. He aquí su experiencia: “Como sabía que pasaríamos allí bastante tiempo, pregunté al superintendente de circuito si podía continuar siendo precursor regular. Pero ¿cómo dedicaría suficiente tiempo al ministerio público si en los campos casi todo el mundo era testigo de Jehová? Le dije que predicaría en la ciudad de Milange, situada a 47 kilómetros de distancia.
”Si bien oficialmente estaba prohibido abandonar el campamento, la norma no se aplicaba con rigor. Recuerdo que fui al monte, me arrodillé y le pedí a Dios que me mostrara el medio de predicar en el pueblo. Jehová no tardó en responder.
”Me puse en contacto con el dueño de una bicicleta e hicimos un trato: yo le cultivaría 3/4 de hectárea de tierra antes de que llegaran las lluvias y él me daría su bicicleta como paga. Pasé todas las mañanas labrando sus campos. Jehová bendijo aquel acuerdo, ya que finalmente obtuve la bicicleta.
”Así pude ir a Milange y servir de precursor satisfactoriamente en este fructífero campo. Puesto que nuestra obra se hallaba proscrita, tuve que ingeniar un plan para presentar la verdad a la gente. Con los libros y las revistas escondidos bajo la camisa, empecé a vender sal en una bolsa. En lugar de cobrar 5 meticales, cobraba 15. (Si la vendía muy barata, la comprarían toda y me quedaría sin sal para predicar.) Las conversaciones eran más o menos de este estilo:
”—¡Buenos días! Traigo sal para la venta.
”—¿A cómo?
”—A quince meticales.
”—No, no. Está muy cara.
”—Sí, es cierto. Pero si le parece cara ahora, dentro de poco costará más. ¿Sabía que eso está predicho en la Biblia?
”—No. Nunca lo he leído.
”—Pues ahí está. Traiga la Biblia y se lo mostraré.
”De esta manera podía prolongar la conversación utilizando la Biblia del amo de casa, mientras mantenía oculta la mía bajo la camisa. Solía remitir a la gente al capítulo 6 de Revelación (Apocalipsis), que trata de las condiciones críticas y la escasez de alimento. Si percibía una reacción favorable, sacaba los libros La verdad que lleva a vida eterna o Buenas nuevas que le harán feliz, y comenzaba un estudio bíblico formal.
”De aquella labor resultó un grupo de quince personas de Milange interesadas. Mas no pasó mucho tiempo antes de que las autoridades nos descubrieran. Cierto día estaba dirigiendo un estudio bíblico cuando la policía irrumpió en la casa y nos arrestó a todos, incluidos los niños de la familia. Tras permanecer recluidos un mes en la cárcel local, nos enviaron de vuelta al campo.”
Estos sucesos no apagaron el celo de nuestros hermanos. Al contrario: ahora Francisco y su familia, junto con millares de hermanos que estaban en los campos, adoran a Dios y predican con libertad en Mozambique.