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Los niños de una escuela visitan el Salón del Reino
Finlandia: Alumnos de cuarto grado visitan el Salón del Reino
En Finlandia, Ines, una alumna de cuarto grado, se enteró de que se hablaría de los testigos de Jehová en la clase de religión, así que decidió invitar a sus compañeros a visitar el Salón del Reino. Tanto los alumnos como la maestra pensaron que era una buena idea.
La semana siguiente, 38 alumnos recorrieron en bicicleta casi cinco kilómetros (tres millas) hasta el Salón del Reino. También fueron dos maestras y el director de la escuela. Allí los recibieron dos hermanos y tres hermanas. Mientras comían algo, los alumnos hicieron preguntas sobre el salón y los Testigos: “¿Qué hacen en las reuniones?”, “¿Qué es aquella sala?” (refiriéndose a la biblioteca), “¿Por qué dice en la pared ‘seis dividido entre diez’?” (el texto del año era Mateo 6:10).a
Puesto que la escuela participa en un programa para prevenir la violencia entre estudiantes, los hermanos les mostraron el video Cómo defenderte sin dar un solo golpe, de la serie “La pizarra animada”, de jw.org. También les mostraron otras secciones de nuestro sitio de Internet y les pusieron una canción del Reino. La visita duró como una hora.
El director, las maestras y los niños estuvieron muy animados durante la visita. Al director le interesó la información de nuestro sitio de Internet porque pensó que se podría utilizar en las clases de religión. Y se alegró cuando los hermanos le dijeron que podían traer a más niños al Salón del Reino. De manera que al día siguiente, otra maestra contactó a los Testigos para llevar a sus alumnos.
Encontró un tesoro en la basura
Cristina, que vive en Rumania, nunca fue a la escuela, así que no sabía ni leer ni escribir. Era muy pobre y se ganaba la vida buscando latas y botellas de plástico en el basurero de la ciudad. Un día, mientras rebuscaba entre la basura, algo le llamó la atención: eran publicaciones bíblicas con ilustraciones de gente feliz. Y pensó: “En alguna parte del mundo tiene que haber gente así”. Cristina sintió curiosidad por lo que decían las publicaciones, así que le pidió a alguien que se las leyera. Al enterarse de que hablaban de la Biblia, le dio pena que las hubieran tirado a la basura. Algunas estaban completas, pero otras estaban rotas en pedazos. Aun así, Cristina siguió yendo al basurero para conseguir folletos, tratados y revistas. Hasta aprendió a leer para beneficiarse más.
Tiempo después, los testigos de Jehová contactaron con ella y empezaron a enseñarle la Biblia. ¡Qué contenta estaba de saber que Jehová la había atraído hacia él con publicaciones que otras personas no habían apreciado! En la actualidad asiste a todas las reuniones y le encanta lo que está aprendiendo. Una de sus mayores alegrías es contar con revistas, libros y folletos nuevos. Ya no tiene que buscarlos en el basurero. Sin duda alguna, Cristina encontró un tesoro en la basura.
Enseña la Biblia en el bosque
Alemania: Margret dando clases de la Biblia en el bosque
Todas las mañanas, Margret pasea con su perro por un bosque de Alemania. “Intento conversar con la gente que pasa —comenta—, y si veo que no tienen prisa, empiezo a hablarles de la Biblia.”
Un día se encontró a una señora de unos 70 años que también estaba paseando a su perro y empezó a hablar con ella. A la señora le gustó la conversación, y le dijo que ella le ora a Dios y lee la Biblia a diario. Desde ese momento empezaron a hablar todos los días de temas espirituales. En cierta ocasión, la señora le preguntó a Margret: “¿Cómo sabe tanto de la Biblia?”. Ella le explicó que es testigo de Jehová.
Margret se ofreció varias veces para ir a casa de la señora a enseñarle la Biblia, pero ella siempre le decía que no. Aun así, seguían conversando cada vez que se veían. Meses más tarde, Margret volvió a ofrecerle un curso de la Biblia, y en esta ocasión, la señora le confesó que tenía miedo de ponerse a estudiar porque al hombre con el que vivía no le gustaban los testigos de Jehová.
La siguiente vez que Margret fue a pasear al bosque, se llevó la Biblia y el libro Enseña. Cuando vio a la señora, le dijo con valor: “Esta vez no le voy a ofrecer estudiar la Biblia en su casa, sino estudiar la Biblia en el bosque”. Con lágrimas en los ojos, la señora aceptó encantada. Ahora estudian en el bosque seis días a la semana. Dependiendo de la estación del año y del tiempo, a veces necesitan un paraguas y una linterna.
¿Sí o no?
En Bulgaria, una hermana llamada Delphine estudiaba la Biblia con Irina. A Irina le encantaba lo que estaba aprendiendo, y no se perdía una reunión. Por el contrario, su esposo no quería que estudiara con los Testigos y mudó a la familia a un pueblito de Suecia. Una vez allí, Irina perdió el contacto con Delphine. Sin embargo, Alexandra y Rebecca, dos precursoras, se encontraron con ella un día. Como Irina no hablaba nada de sueco, las hermanas usaron el folleto Buenas nuevas para gente de todas las naciones y le pidieron que leyera el mensaje en búlgaro. Luego, con la ayuda del folleto, le preguntaron si le gustaría recibir publicaciones en su idioma. Ella negó enérgicamente con la cabeza, así que las hermanas se marcharon, pensando que no quería nada.
Alexandra se acordó de que Linda, una hermana sueca que sirve en Bulgaria, iba a venir de visita en unas semanas. Pensó que a Irina tal vez le gustaría escuchar la verdad en su idioma y, cuando Linda llegó, le pidió que la acompañara a verla. Irina le contó a Linda que había estado orando a Jehová cada noche para que la ayudara a seguir con su estudio de la Biblia. Llevaba siempre consigo su libro Enseña en búlgaro para mostrárselo a los Testigos en caso de ver a alguno por la calle. Pero nunca se encontró con ellos. Irina se sintió muy feliz de que le trajeran más publicaciones en búlgaro.
Linda le preguntó a Alexandra por qué había pensado que Irina no estaba interesada en la verdad. Alexandra le contó que cuando le preguntaron si quería publicaciones, ella había negado con la cabeza. Linda entonces sonrió y le explicó que los búlgaros “asienten” con la cabeza para decir que no y “niegan” con la cabeza para decir que sí. En cuanto a Irina, hasta que aprenda sueco, sigue estudiando la Biblia en búlgaro. Pero ¿quién le enseña? La mismísima Delphine, que estudia con ella por videoconferencia.
El buen ejemplo de un padre
A Jemima, que vive en España, sus padres le enseñaron la verdad desde pequeña, pero con solo siete años vio derrumbarse su mundo cuando su madre decidió divorciarse y dejar de ser testigo de Jehová. A los trece años, Jemima ya no quiso ir a las reuniones ni recibir ninguna ayuda espiritual de su padre.
Al ir creciendo empezó a buscar “justicia” para la gente común y se fue involucrando en movimientos políticos y sociales. Más adelante, como no encontraba trabajo, su padre, Domingo, le ofreció que trabajara pintando con él.
Un día, cuando estaban trabajando, Domingo le preguntó si quería estudiar la Biblia, pero Jemima le dijo que no y que si alguna vez llegara a estar interesada, se lo diría. Mientras pintaban, a Domingo le gustaba poner grabaciones de la Biblia y de las revistas, pero su hija prefería ponerse los auriculares y escuchar música pop.
En noviembre de 2012, Domingo, que se había vuelto a casar, recibió una invitación para asistir a la Escuela Bíblica para Matrimonios Cristianos. Jemima se quedó muy impresionada de que su padre fuera a una escuela bíblica por dos meses y que estuviera dispuesto a dejarlo todo para irse adonde lo enviaran. Por primera vez en su vida comprendió lo mucho que su padre amaba la verdad, y quiso averiguar la razón.
Jemima dejó de escuchar música para escuchar las grabaciones de su padre. Hasta empezó a hacerle preguntas. Un día, mientras él estaba pintando subido a una escalera, ella le dijo: “¿Te acuerdas de que te dije que cuando quisiera estudiar la Biblia te lo diría? Bueno... quiero”.
¡Cuánto alegraron a Domingo aquellas palabras! En enero de 2013 comenzaron a estudiar la Biblia dos veces por semana. Y aunque él se fue a la escuela en abril, siguió estudiando con su hija por videoconferencia. Ella asistió a la graduación de su padre, y le encantó el programa. El 14 de diciembre de 2013 se bautizó.
“Jehová ha sido muy paciente conmigo, y sé que nunca me dio por perdida —dice Jemima—. Me ha dado lo que nunca encontré en el mundo: amigos verdaderos. Cuando veo la hermandad mundial valoro todavía más el amor de Jehová.”
El valor del respeto
Vasilii es un hermano que lleva muchos años en el Betel de Rusia. El 30 de marzo de 2014 predicaba con un exhibidor de publicaciones cerca de la sucursal cuando un vehículo de la policía se acercó a donde estaba. Un agente salió del auto y le pidió respetuosamente que dejara de predicar, ya que algunos vecinos se habían quejado. Otro policía grabó en video la conversación. Vasilii pensó que era mejor obedecerles y no discutir sobre sus derechos. Para ese momento, ya se había juntado un grupito de curiosos alrededor. Vasilii se marchó, pero un par de días después solicitó reunirse con el jefe de policía. Y le concedieron su petición. Durante la entrevista, Vasilii le agradeció al jefe de policía el servicio tan importante que hacen en favor de la comunidad y la manera como lo habían tratado dos días antes. Al escuchar aquello, el jefe de policía le dijo a su asistente: “En los treinta y dos años que llevo en el cuerpo policial, nunca había oído a nadie darnos las gracias por nuestro trabajo”. Entonces, el hermano le explicó que nuestra predicación pública es completamente legal. El jefe de policía le preguntó por qué, sabiendo que tenía pleno derecho a predicar, no opuso resistencia cuando los agentes le pidieron que se fuera. Vasilii respondió: “Porque respeto a la policía. Habría sido una falta de consideración decirles a esos agentes delante de otras personas que ellos no conocen la ley”. Aquella respuesta impresionó mucho a los dos hombres, y le aseguraron a Vasilii que nunca más tendría problemas cuando usara el exhibidor de publicaciones.
a En Finlandia se usan los dos puntos (:) como signo de división.