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  • El valor de poner a Dios en primer lugar
    ¡Despertad! 1993 | 22 de julio
    • Por fin, un cambio

      Sin embargo, hacia 1942 algunos jueces del Tribunal Supremo pensaron que su veredicto en nuestro caso había sido equivocado. En consecuencia, la Sociedad presentó los casos Barnett, Stull y McClure. Los hijos de estas familias de Testigos habían sido expulsados de la escuela en Virginia Occidental. El Tribunal de Distrito Estadounidense de Virginia Occidental falló unánimemente a favor de los testigos de Jehová. La Junta Escolar del estado apeló y el caso fue al Tribunal Supremo de Estados Unidos. Nuestra familia se encontraba en Washington, D.C., cuando el abogado de la Sociedad, Hayden C. Covington, hizo una excelente defensa ante el Tribunal Supremo. En el día de la Bandera, el 14 de junio de 1943, los jueces se pronunciaron. El veredicto resultó favorable a los testigos de Jehová por seis votos a tres.

  • El valor de poner a Dios en primer lugar
    ¡Despertad! 1993 | 22 de julio
    • El Tribunal Supremo

      Nos entusiasmó saber que el hermano Rutherford en persona hablaría en nuestra defensa. Un grupo de Testigos nos reunimos con él la noche anterior al juicio en la Union Station, una estación de ferrocarril de Washington, D.C. ¡Qué día aquel! Corría el mes de abril de 1940, y todavía hacía algo de frío. Al día siguiente, la sala estaba abarrotada de testigos de Jehová. Por fin llegó nuestro turno, y el hermano Rutherford se levantó para hablar. Nunca olvidaré cómo nos comparó a nosotros, los niños Testigos, con el fiel profeta Daniel, sus tres compañeros hebreos y otros personajes bíblicos. Fue apasionante. El auditorio escuchó con muchísima atención.

      Nunca nos imaginamos que la sentencia pudiera ser desfavorable. De hecho, habíamos ganado los dos juicios anteriores. La mañana del 3 de junio de 1940, mamá y yo estábamos en la cocina haciendo las faenas de la casa con la radio encendida, cuando de repente emitieron un noticiero. Los jueces habían fallado en nuestra contra, y no por un margen pequeño, sino por ocho a uno. Mamá y yo nos quedamos heladas, sin poder creerlo. A continuación corrimos escaleras abajo para decírselo a papá y a Bill.

      Esta decisión desató una ola de terror casi inimaginable. Por todo el país se abrió “la temporada de caza” de testigos de Jehová. La gente pensaba que al atacarnos cumplía con un deber patriótico. A los pocos días, el Salón del Reino de Kennebunk, en el estado de Maine, fue incendiado. En Illinois, una chusma asaltó a 60 Testigos mientras predicaban, volcaron sus automóviles y destruyeron sus publicaciones. En la región de Shenandoah (Pensilvania, E.U.A.), la mina de carbón, las fábricas textiles y las escuelas celebraron ceremonias de saludo a la bandera, una tras otra. En consecuencia, en un mismo día los niños Testigos fueron expulsados de la escuela y los padres perdieron su trabajo.

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