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Las inundaciones y las sequías... ¿obras de Dios?¡Despertad! 1986 | 22 de junio
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El informe de la Earthscan dice: “La frecuencia de los desastres ocasionados por el hombre es cada vez mayor. La mala administración de los recursos y el ambiente más bien que la poca o demasiada lluvia causa algunos desastres (inundaciones, sequías, escasez de alimento). [...] Los desastres son acontecimientos sociopolíticos que se pueden evitar y que con frecuencia se han evitado. En el Tercer Mundo, donde los pobres se ven obligados a hacer uso excesivo de sus tierras y a vivir en zonas peligrosas, los desastres ocasionan muchas víctimas”.
Considere cómo obras del hombre han provocado lo que tantos llaman obras de Dios. Una noche en mayo de 1943 unos 330.000.000 de toneladas de agua inundaron valles en la región occidental de Alemania. ¿Obra de Dios? No. Esto lo causó el bombardeo de las represas Möhne y Eder por aviones de guerra británicos en la II Guerra Mundial. Alrededor de 1.294 personas, en su mayoría civiles, perdieron la vida en las inundaciones.
Solo cinco años antes había ocurrido un desastre que algunos consideran que fue ¡más devastador que las bombas atómicas que se lanzaron contra Hiroshima y Nagasaki! La revista New Scientist, en un comentario sobre un informe del SIPRI (Instituto de Investigación de la Paz Internacional de Estocolmo) dijo: “Lo que en 1938 detuvo el avance de las tropas japonesas en China fue la explosión del dique Huayuankow del río Amarillo, pero junto con ello también provocó la muerte de centenares de miles de personas del propio pueblo chino”. Millones más quedaron sin hogar.
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Las inundaciones y las sequías... ¿obras de Dios?¡Despertad! 1986 | 22 de junio
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También están los que van a zonas con programas de explotación y talan los árboles desconociendo las consecuencias ecológicas. El profesor Hanks, director del Instituto de Recursos Naturales de Pietermaritzburg de África del Sur dice: “en el tiempo que a usted le toma leer esta oración tres hectáreas [7,4 acres] de bosque habrán desaparecido en el mundo. [...] Esta pérdida de árboles representa más que solo la pérdida de materia prima para la producción de energía y fabricaciones. La deforestación destruye los bien establecidos ciclos del agua, lo que conduce a la acumulación de cieno en los arroyos y ríos, reducción del agua subterránea, inundaciones mayores e intensificación de la escasez de agua durante los períodos secos”.
Un ejemplo de estos daños se puede ver en el Himalaya. El libro Our Hungry Earth—The World Food Crisis dice: “Los bosques al pie de las montañas están desapareciendo rápidamente. Como resultado, las inundaciones están empeorando en Asia Meridional. En 1973 una inundación en Paquistán destruyó grandes cantidades de grano almacenado. Y en 1974, las inundaciones en Bangladesh e India causaron a la cosecha casi los mismos estragos que una sequía”.
¿Es castigo divino?
Entonces, no sorprende que el informe de Earthscan que mencionamos anteriormente culpe al hombre —y no a Dios— como el responsable de los efectos desastrosos de las inundaciones y sequías. Es cierto que el hombre no tiene control de las condiciones del tiempo, aunque hay quienes piensan que al intervenir en el medio ambiente con sus pruebas nucleares y otras similares ha alterado el patrón climatológico. Sin embargo, el informe de Earthscan declaró:
“La gente está cambiando su medio ambiente para hacerlo más propenso a algunos desastres y se está comportando de una manera que ella misma se hace más vulnerable a tales peligros. La creciente población del Tercer Mundo se ve obligada a cultivar en exceso, deforestar y, por lo general, hacer uso en demasía de la tierra, haciéndola así más propensa a inundaciones y sequías”.
Puede que algunos pregunten: ‘Pero, ¿no es posible que Dios de alguna manera use estos desastres para castigar al hombre por su mala administración de la Tierra? ¿No muestra la Biblia que Dios en el pasado hizo uso de muchos desastres?’. Recuerde que antes del Diluvio provocado por Dios en los días de Noé, se dio advertencia. Dios se aseguró de que el justo Noé y su familia no perdieran la vida. (Génesis 6:13, 14, 17.) No se puede decir lo mismo respecto a desastres recientes, porque a veces hasta siervos fieles de Dios han sufrido daños y muerte.
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