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Jehová, un Dios que está “listo para perdonar”La Atalaya 1997 | 1 de diciembre
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Jehová, un Dios que está “listo para perdonar”
“Tú, oh Jehová, eres bueno y estás listo para perdonar.” (SALMO 86:5.)
1. ¿Qué carga pesada llevó el rey David, y cómo halló consuelo para su atribulado corazón?
DAVID, rey del antiguo Israel, sabía lo pesada que podía ser la carga de una conciencia culpable. Escribió: “Mis propios errores han pasado sobre mi cabeza; como una carga pesada son demasiado pesados para mí. Me he entumecido y he quedado aplastado hasta grado extremo; he rugido por causa del gemido de mi corazón”. (Salmo 38:4, 8.) Sin embargo, David halló consuelo para su atribulado corazón. Sabía que aunque Jehová odia el pecado, no odia al pecador, si este se arrepiente de verdad y abandona su proceder pecaminoso. (Salmo 32:5; 103:3.) Con plena fe en que Jehová les tiene misericordia a los arrepentidos, David dijo: “Tú, oh Jehová, eres bueno y estás listo para perdonar”. (Salmo 86:5.)
2, 3. a) ¿Qué carga es posible que llevemos como consecuencia del pecado, y por qué es provechoso? b) ¿Por qué es peligroso que nos ‘trague’ el sentimiento de culpa? c) ¿Qué nos asegura la Biblia en cuanto a que Jehová esté listo para perdonar?
2 Es posible que nosotros también sintamos la aplastante carga de una conciencia dolida como consecuencia del pecado. Sentir remordimiento es normal, incluso provechoso. Puede motivarnos a tomar las medidas necesarias a fin de corregir nuestros errores. Ahora bien, a algunos cristianos les ha abrumado un sentimiento de culpabilidad. Su corazón los condena, y les hace pensar que Dios no los perdonará completamente, sin importar lo arrepentidos que estén. “Es un sentimiento terrible pensar que posiblemente Jehová ya no te ama”, dijo una hermana al reflexionar sobre un error que había cometido. Aun después de arrepentirse y aceptar el provechoso consejo de los ancianos de la congregación, seguía pensando que no merecía el perdón de Dios. Ella explica: “No pasa un día sin que le pida perdón a Jehová”. Si nos ‘traga’ el sentimiento de culpa, Satanás puede valerse de ello para que nos demos por vencidos y creamos que no merecemos servir a Jehová. (2 Corintios 2:5-7, 11.)
3 Pero este no es de ningún modo el parecer de Jehová. Su Palabra nos asegura que si nos arrepentimos de corazón, Jehová está dispuesto a perdonarnos, sí, está listo para hacerlo. (Proverbios 28:13.) De modo que si alguna vez le ha parecido inalcanzable el perdón de Dios, quizá necesite comprender mejor por qué razón perdona Dios, y cómo lo hace.
¿Por qué está Jehová “listo para perdonar”?
4. ¿Qué recuerda Jehová en cuanto a nuestra naturaleza, y qué efecto tiene en la manera de tratarnos?
4 Leemos: “Tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones. Como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen”. ¿Por qué está dispuesto Jehová a tenernos misericordia? El siguiente versículo contesta: “Pues él mismo conoce bien la formación de nosotros, y se acuerda de que somos polvo”. (Salmo 103:12-14.) En efecto, Jehová no se olvida de que somos criaturas de polvo, que tenemos flaquezas o debilidades como consecuencia de la imperfección. La expresión “conoce bien la formación de nosotros” nos recuerda que la Biblia compara a Jehová con un alfarero, y a nosotros, con los vasos que él moldea.a (Jeremías 18:2-6.) El alfarero maneja los vasos de barro con firmeza y delicadeza, teniendo siempre presente su composición. Así, Jehová, el Gran Alfarero, atempera el trato que nos da en consideración a nuestra débil naturaleza pecaminosa. (Compárese con 2 Corintios 4:7.)
5. ¿Cómo explica el libro de Romanos el fuerte dominio del pecado sobre nuestra carne caída?
5 Jehová conoce el poder del pecado. Las Escrituras describen el pecado como una poderosa fuerza que tiene al hombre bajo su mortífero control. ¿Cuánta fuerza posee en realidad el pecado? En el libro de Romanos, el apóstol Pablo lo explica bajo inspiración en términos gráficos: estamos “bajo pecado” como los soldados están bajo el mando de su comandante (Romanos 3:9); ha ‘reinado’ sobre la humanidad (Romanos 5:21); “reside” o “mora” dentro de nosotros (Romanos 7:17, 20); su “ley” obra continuamente en nosotros, intentando, de hecho, controlar nuestro proceder. (Romanos 7:23, 25.) Tenemos que librar una difícil batalla contra el fuerte dominio que el pecado ejerce sobre nuestra carne caída. (Romanos 7:21, 24.)
6. ¿Cómo ve Jehová a los que buscan su misericordia con un corazón contrito?
6 De modo que nuestro misericordioso Dios sabe que no nos es posible obedecerle de manera perfecta, sin importar cuánto lo desee nuestro corazón. (1 Reyes 8:46.) Él nos asegura su perdón amoroso si buscamos su misericordia paternal con un corazón contrito. El salmista David dijo: “Los sacrificios para Dios son un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y aplastado, oh Dios, no lo despreciarás”. (Salmo 51:17.) Jehová nunca rechaza ni desprecia el corazón quebrantado y aplastado por el peso de la culpa. ¡Con qué belleza describe esta idea que Jehová está listo para perdonar!
7. ¿Por qué no podemos dar por sentada la misericordia de Dios?
7 Ahora bien, ¿significa esto que podemos dar por sentada la misericordia de Dios y valernos de nuestra naturaleza pecaminosa como excusa para pecar? ¡De ninguna manera! Jehová no actúa impelido por meros sentimientos. Su misericordia tiene un límite. Él no perdonará de ningún modo a quienes, con dureza de corazón, practiquen el pecado maliciosa y voluntariamente sin arrepentirse. (Hebreos 10:26-31.) Por otra parte, cuando ve un corazón “quebrantado y aplastado”, está “listo para perdonar”. (Proverbios 17:3.) Repasemos el expresivo lenguaje que se usa en la Biblia para describir el alcance completo del perdón divino.
¿Hasta qué grado perdona Jehová?
8. ¿Qué hace, en realidad, Jehová cuando perdona nuestros pecados, y qué efecto debería tener en nosotros?
8 El rey David dijo arrepentido: “Por fin te confesé mi pecado, y no encubrí mi error. Dije: ‘Haré confesión acerca de mis transgresiones a Jehová’. Y tú mismo perdonaste el error de mis pecados”. (Salmo 32:5.) La expresión “perdonaste” traduce una palabra hebrea que significa fundamentalmente “levantar”, “soportar, llevar”. En este pasaje significa ‘llevarse la culpa, la iniquidad, la transgresión’. De modo que Jehová levantó los pecados de David y, por decirlo así, se los llevó. (Compárese con Levítico 16:20-22.) Esta acción sin duda alivió el sentimiento de culpa con el que David había cargado. (Compárese con Salmo 32:3.) Nosotros también podemos tener plena confianza en el Dios que perdona los pecados de quienes buscan su perdón sobre la base de la fe en el sacrificio de rescate de Jesucristo. (Mateo 20:28; compárese con Isaías 53:12.) Aquellos cuyos pecados Jehová levanta de esta manera, y se los lleva, no tienen que seguir soportando la carga del sentimiento de culpabilidad por pecados del pasado.
9. ¿Qué significan las palabras de Jesús: “Perdónanos nuestras deudas”?
9 Jesús se valió de la relación entre acreedores y deudores para ilustrar el perdón de Jehová. Por ejemplo, dijo que debíamos pedir en oración: “Perdónanos nuestras deudas”. (Mateo 6:12.) De este modo comparó los “pecados” a “deudas”. (Lucas 11:4.) Cuando pecamos, nos convertimos en “deudores” de Jehová. El verbo griego que se traduce “perdonar” puede significar “pasar por alto una deuda, renunciar a ella al no reclamarla”. En un sentido, cuando Jehová perdona, cancela la deuda que de otro modo se cargaría a nuestra cuenta. Este hecho debe consolar a los pecadores arrepentidos. Jehová nunca reclamará el pago de una deuda que él mismo haya cancelado. (Salmo 32:1, 2; compárese con Mateo 18:23-35.)
10, 11. a) ¿Qué idea comunica la expresión “sean borrados”, que se halla en Hechos 3:19? b) ¿Cómo se ilustra el alcance completo del perdón de Jehová?
10 En Hechos 3:19, la Biblia emplea otra expresiva figura retórica con referencia al perdón de Dios: “Arrepiéntanse, por lo tanto, y vuélvanse para que sean borrados sus pecados”. La expresión “sean borrados” traduce el verbo griego que, en sentido metafórico, puede significar “limpiar, obliterar, cancelar o destruir”. Según algunos eruditos, esta imagen comunica la idea de borrar lo que se ha escrito. ¿Cómo se lograba? La tinta que se usaba normalmente en tiempos antiguos estaba hecha de una mezcla de carbón, goma y agua. Poco después de escribir con ella, la persona podía borrar con una esponja húmeda lo que había escrito.
11 Esta es una bella imagen del alcance completo del perdón de Jehová. Cuando él nos perdona es como si borrara nuestros pecados con una esponja. No debemos temer que nos confronte con tales pecados en el futuro, pues la Biblia revela otro aspecto sobresaliente de la misericordia de Jehová: cuando él perdona, olvida.
“No me acordaré más de su pecado”
12. Cuando la Biblia dice que Jehová olvida nuestros pecados, ¿significa que no puede recordarlos, y por qué contesta usted así?
12 Jehová prometió a través del profeta Jeremías con respecto a aquellos con quienes celebraría el nuevo pacto: “Perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado”. (Jeremías 31:34.) ¿Significa esto que cuando Jehová perdona ya no puede recordar los pecados? Difícilmente podría ser este el caso. La Biblia nos habla de los pecados de muchas personas a quienes Jehová perdonó, entre ellas David. (2 Samuel 11:1-17; 12:1-13.) Obviamente Jehová aún es consciente de los errores que cometieron, y también deberíamos serlo nosotros. El testimonio escrito de sus pecados, así como el de su arrepentimiento y el perdón divino, se ha conservado para nuestro beneficio. (Romanos 15:4.) ¿Qué quiere decir, entonces, la Biblia cuando explica que Jehová no “se acuerda” de los pecados de aquellos a quienes perdona?
13. a) ¿Qué implica el significado del verbo hebreo que se traduce “me acordaré”? b) Cuando Jehová dice: “No me acordaré más de su pecado”, ¿qué nos asegura?
13 El verbo hebreo que se traduce “me acordaré” implica más que solo recordar el pasado. Según la obra Theological Wordbook of the Old Testament (Diccionario Teológico del Antiguo Testamento), “implica también tomar medidas apropiadas”. De modo que en este sentido, ‘acordarse’ del pecado incluye tomar medidas contra los pecadores. Cuando el profeta Oseas dijo con respecto a los israelitas desobedientes: “Él [Jehová] recordará el error de ellos”, el profeta quiso decir que Jehová actuaría contra ellos por no haberse arrepentido. Por ello, el resto del versículo añade: “Dará atención a sus pecados”. (Oseas 9:9.) Por otra parte, cuando Jehová dice: “No me acordaré más de su pecado”, nos asegura que después de perdonar al pecador arrepentido, no tomará medidas contra él por sus pecados en ningún tiempo futuro. (Ezequiel 18:21, 22.) De modo que él olvida en el sentido de que no nos recuerda repetidamente nuestros pecados con el fin de acusarnos o castigarnos una y otra vez. Así Jehová nos da un espléndido ejemplo que debemos imitar en nuestras relaciones interpersonales. Cuando surgen desacuerdos, es mejor no sacar a relucir las ofensas pasadas que en su tiempo estuvimos dispuestos a perdonar.
¿Qué puede decirse de las consecuencias?
14. ¿Por qué no significa el perdón que se exime al pecador arrepentido de todas las consecuencias de su mal proceder?
14 ¿Significa el hecho de que Dios esté listo para perdonar que se exime al pecador arrepentido de todas las consecuencias de su mal proceder? De ningún modo. No podemos pecar impunemente. Pablo escribió: “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará”. (Gálatas 6:7.) Es posible que nos enfrentemos a ciertos problemas como consecuencia de nuestros actos; sin embargo, Jehová no trae sobre nosotros ninguna adversidad después de habernos perdonado. Cuando se presentan dificultades, el cristiano no debe pensar: “Quizá Dios me está castigando por mis pecados del pasado”. (Compárese con Santiago 1:13.) Por otra parte, Jehová no nos protege de todos los efectos de nuestras malas acciones. Las tristes consecuencias del pecado pueden concretarse en un divorcio, un embarazo no deseado, una enfermedad de transmisión sexual y en la pérdida de la confianza o el respeto, y Jehová no nos protegerá de ellas. Recuerde que aunque perdonó a David los pecados que cometió con relación a Bat-seba y Urías, no lo protegió de las desastrosas consecuencias de su proceder. (2 Samuel 12:9-14.)
15, 16. ¿Cómo beneficiaba la ley recogida en Levítico 6:1-7 tanto a la víctima como al ofensor?
15 Nuestros pecados pueden tener también otros efectos. Considere, por ejemplo, el capítulo 6 de Levítico. La Ley mosaica trata en este pasaje el caso de un israelita que comete el grave error de apropiarse de los bienes ajenos por robo, extorsión o fraude. El pecador niega luego su culpabilidad, atreviéndose incluso a jurar en falso. Es la palabra de una persona contra la de otra. Más tarde, sin embargo, la conciencia molesta al ofensor y este confiesa su pecado. Para conseguir el perdón de Dios, debe hacer tres cosas más: devolver lo que había tomado, pagar a la víctima una multa del veinte por ciento y presentar un cordero como ofrenda por la culpa. Luego la ley dice: “El sacerdote tiene que hacer expiación por él delante de Jehová, y así tiene que serle perdonado”. (Levítico 6:1-7; compárese con Mateo 5:23, 24.)
16 Esta ley era una provisión misericordiosa de Dios. Favorecía a la víctima, pues se le devolvían sus bienes y, sin duda le suponía un gran alivio el que el ofensor reconociera por fin su pecado. Al mismo tiempo, la ley beneficiaba al pecador cuya conciencia lo motivaba finalmente a admitir la culpa y enmendar su error. En realidad, de no haber actuado así, Dios no lo habría perdonado.
17. Cuando nuestros pecados perjudican a los demás, ¿qué espera Jehová que hagamos?
17 Aunque no estamos bajo la Ley mosaica, esta nos permite entender el modo de pensar de Jehová, incluso en lo que tiene que ver con el perdón. (Colosenses 2:13, 14.) Cuando nuestros pecados hieren o perjudican al prójimo, a Jehová le complace que hagamos lo que esté a nuestro alcance por ‘corregir el abuso’. (2 Corintios 7:11.) Esto implica reconocer el pecado, admitir la culpa y pedir disculpas a la víctima. Luego podemos acudir a Jehová sobre la base del sacrificio de Jesús a fin de sentir el alivio de una conciencia limpia y la seguridad de que Dios nos ha perdonado. (Hebreos 10:21, 22.)
18. ¿Qué disciplina es posible que acompañe al perdón de Jehová?
18 Tal como lo hace un padre amoroso, Jehová puede perdonar y, a la vez, disciplinar. (Proverbios 3:11, 12.) Es posible que el cristiano arrepentido deba renunciar a su privilegio de servir de anciano, siervo ministerial o precursor. Puede ser doloroso para él perder temporalmente privilegios que tenía en gran estima. Sin embargo, tal disciplina no significa que haya perdido el favor divino ni que Jehová no le haya perdonado. Además, recordemos que la disciplina de Jehová es una manifestación de su amor. Supone un beneficio personal aceptarla y ponerla en práctica, y puede conducirnos a la vida eterna. (Hebreos 12:5-11.)
19, 20. a) Si ha cometido errores, ¿por qué no debe pensar que no merece la misericordia de Jehová? b) ¿Qué se analizará en el siguiente artículo?
19 ¡Qué reconfortante es saber que servimos a un Dios que está “listo para perdonar”! Jehová ve más allá de nuestros pecados y faltas. (Salmo 130:3, 4.) Él sabe lo que hay en nuestro corazón. Si sentimos que nuestro corazón está quebrantado y aplastado por errores del pasado, no lleguemos a la conclusión de que no merecemos la misericordia de Jehová. No importa las faltas que hayamos cometido, si en verdad nos hemos arrepentido, hemos tomado las medidas para corregir los errores y hemos orado pidiendo a Jehová sinceramente su perdón sobre la base de la sangre derramada de Jesús, podemos tener la plena confianza de que las palabras de 1 Juan 1:9 se cumplirán en nosotros: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia”.
20 La Biblia nos anima a imitar la disposición de Jehová a perdonar cuando tratamos unos con otros. Sin embargo, ¿hasta qué grado se espera que perdonemos y olvidemos cuando los demás pecan contra nosotros? Esta pregunta se contestará en el siguiente artículo.
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‘Continúen perdonándose liberalmente unos a otros’La Atalaya 1997 | 1 de diciembre
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‘Continúen perdonándose liberalmente unos a otros’
“Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros.” (COLOSENSES 3:13.)
1. a) ¿Por qué es posible que Pedro pensara que estaba siendo magnánimo cuando dijo que podía perdonarse al prójimo “hasta siete veces”? b) ¿Qué quiso decir Jesús cuando contestó que debíamos perdonar “hasta setenta y siete veces”?
“SEÑOR, ¿cuántas veces ha de pecar contra mí mi hermano y he de perdonarle yo? ¿Hasta siete veces?” (Mateo 18:21.) Es posible que Pedro pensara que estaba siendo magnánimo. En aquel tiempo, la tradición rabínica decía que no debía perdonarse más de tres veces la misma ofensa.a Imagínese, pues, la sorpresa de Pedro cuando Jesús contestó: “No te digo: Hasta siete veces, sino: Hasta setenta y siete veces”. (Mateo 18:22.) La repetición del número siete equivalía a decir “indefinidamente”. A juicio de Jesús, el número de veces que el cristiano debe perdonar a su prójimo no tiene prácticamente límite.
2, 3. a) ¿En qué situaciones parece difícil perdonar? b) ¿Por qué podemos tener la seguridad de que perdonar nos beneficia?
2 Sin embargo, no siempre es fácil seguir este consejo. ¿Quién de nosotros no se ha sentido herido por un agravio injusto? Quizá alguien en quien confiaba traicionó su confianza. (Proverbios 11:13.) Es posible que los comentarios irreflexivos de un amigo íntimo hayan sido como las “estocadas de una espada”. (Proverbios 12:18.) Quizá le ha herido profundamente el trato desconsiderado de alguien a quien ama o en quien confía. Cuando esto sucede, la reacción natural es enfadarse. Puede que dejemos de hablar al ofensor y, si es posible, hasta lo evitemos por completo. Pudiera parecernos que si le perdonamos, permitimos que se salga con la suya. No obstante, si guardamos resentimiento, terminamos lastimándonos nosotros mismos.
3 Por lo tanto, Jesús nos enseña a perdonar “hasta setenta y siete veces”. No cabe duda de que la enseñanza de Jesús nunca puede obrar en perjuicio nuestro. Todo lo que él enseñó procedía de Jehová, ‘Aquel que nos enseña para que nos beneficiemos’. (Isaías 48:17; Juan 7:16, 17.) De ello se desprende que perdonar al prójimo debe redundar en nuestro bienestar. Antes de analizar por qué es necesario perdonar y cómo podemos hacerlo, será útil aclarar primero qué significa y qué no significa el perdón. El concepto que tengamos del perdón puede influir en nuestra capacidad para otorgarlo cuando se nos ofende.
4. ¿Qué no significa perdonar, y cómo se define el perdón?
4 Perdonar una ofensa personal no implica pasarla por alto ni minimizarla; tampoco significa permitir que los demás se aprovechen injustamente de nosotros. Cuando Jehová nos perdona, de ningún modo trivializa nuestros pecados, y nunca permite que los seres humanos pecaminosos ‘huellen’ su misericordia. (Hebreos 10:29.) La obra Perspicacia para comprender las Escrituras, define el perdón como “el acto de disculpar a un ofensor, sin guardarle resentimiento debido a su ofensa y renunciando a todo derecho de recompensa” (vol. 2, pág. 634).b La Biblia ofrece razones sólidas por las que perdonar a nuestro semejante.
¿Por qué perdonar?
5. ¿Qué importante razón para perdonar se indica en Efesios 5:1?
5 Una razón importante para perdonar se indica en Efesios 5:1: “Por lo tanto, háganse imitadores de Dios, como hijos amados”. ¿De qué manera debemos hacernos “imitadores de Dios”? La locución “por lo tanto” conecta esta frase con el versículo precedente, que dice: “Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros, así como Dios también por Cristo liberalmente los perdonó a ustedes”. (Efesios 4:32.) Sí, en lo que tiene que ver con el perdón, debemos hacernos imitadores de Dios. Al igual que el niño intenta ser como su padre, nosotros, hijos amados de Jehová, debemos querer ser como nuestro perdonador Padre celestial. ¡Cuánto debe complacer el corazón de Jehová mirar desde los cielos y ver que sus hijos terrestres procuran ser como él al perdonarse unos a otros! (Lucas 6:35, 36; compárese con Mateo 5:44-48.)
6. ¿Qué gran diferencia hay entre el perdón que otorga Jehová y el que otorgamos nosotros?
6 Es cierto: no podemos perdonar a la perfección, como lo hace Jehová. Pero este hecho nos da más razón para perdonarnos unos a otros. Veámoslo así: hay una gran diferencia entre el perdón que otorga Jehová y el que otorgamos nosotros. (Isaías 55:7-9.) Cuando perdonamos a quienes pecan contra nosotros, es siempre con el conocimiento de que más tarde o más temprano necesitaremos que nos devuelvan el favor y nos perdonen a nosotros. En el caso de los seres humanos, se trata siempre de pecadores que perdonan a otros pecadores. Sin embargo, en el caso de Jehová, el perdón es invariablemente unilateral. Él nos perdona a nosotros, pero nosotros nunca tendremos que perdonarle a él. Si Jehová, que no peca, puede perdonarnos de manera tan amorosa y completa, ¿no deberíamos nosotros, seres humanos imperfectos, tratar de perdonarnos unos a otros? (Mateo 6:12.)
7. ¿Cómo puede perjudicar nuestra relación con Jehová no perdonar cuando hay base para tener misericordia?
7 Todavía más importante: si no perdonamos al prójimo cuando hay base para tener misericordia, perjudicamos nuestra relación con Dios. Jehová no solo nos pide que nos perdonemos unos a otros; espera que lo hagamos. Según las Escrituras, parte de la motivación que tenemos para perdonar es poder recibir el perdón de Jehová o haberlo recibido ya. (Mateo 6:14; Marcos 11:25; Efesios 4:32; 1 Juan 4:11.) Entonces, si no estamos dispuestos a perdonar al prójimo cuando hay base para hacerlo, ¿podemos en realidad esperar que Jehová nos perdone a nosotros? (Mateo 18:21-35.)
8. ¿Por qué nos beneficia perdonar?
8 Jehová enseña a sus siervos “el buen camino en que deben andar”. (1 Reyes 8:36.) Cuando nos manda que nos perdonemos unos a otros, podemos tener la seguridad de que quiere lo mejor para nosotros. Con buena razón la Biblia nos dice: “Cédanle lugar a la ira”. (Romanos 12:19.) El resentimiento es una carga pesada que llevar en la vida. Cuando lo albergamos, nos consume el pensamiento, nos quita la paz y nos ahoga el gozo. Al igual que los celos, la ira prolongada puede tener un efecto muy negativo en la salud física. (Proverbios 14:30.) Y mientras nosotros pasamos todo este malestar, es posible que el ofensor siga su vida totalmente ajeno a nuestra aflicción. Nuestro Creador amoroso sabe que tenemos que perdonar sin reservas a los demás no solo para su beneficio, sino también para el nuestro propio. El consejo bíblico de perdonar es, en realidad, ‘el buen camino en el que debemos andar’.
“Continúen soportándose unos a otros”
9, 10. a) ¿Qué tipo de situaciones no requieren necesariamente un perdón formal? b) ¿Qué dan a entender las palabras “continúen soportándose unos a otros”?
9 Las lesiones físicas van de pequeños cortes a heridas profundas, y no todas requieren el mismo grado de atención. Lo mismo sucede con los sentimientos lastimados: algunas heridas son más profundas que otras. ¿Es necesario convertir en un conflicto toda leve magulladura que suframos en nuestras relaciones interpersonales? Las irritaciones menores, los desaires y las molestias forman parte de la vida y no requieren necesariamente un perdón formal. Si se nos conoce como personas que rechazamos a los demás por cualquier decepción insignificante e insistimos en que se disculpen antes de volver a tratarlos con cortesía y educación, es posible que los obliguemos a ser muy cautelosos con nosotros o a mantener las distancias.
10 Es mucho mejor que demos “a todos muestras de un espíritu muy comprensivo”. (Filipenses 4:5, La Nueva Biblia Latinoamérica, 1989.) Como somos criaturas imperfectas y trabajamos con nuestros hermanos hombro a hombro, es razonable esperar que de vez en cuando algunos nos irriten, como nosotros podemos irritarlos a ellos. Colosenses 3:13 nos aconseja: “Continúen soportándose unos a otros”. Estas palabras nos exhortan a ser pacientes con los demás y a tolerar lo que nos disgusta e irrita de ellos. Esta paciencia y tolerancia puede ayudarnos a sobrellevar los pequeños rasguños y arañazos que recibimos en nuestras relaciones interpersonales, sin perturbar por ello la paz de la congregación. (1 Corintios 16:14.)
Cuando las heridas son más profundas
11. ¿Qué puede ayudarnos a perdonar cuando alguien peca contra nosotros?
11 Sin embargo, ¿qué debemos hacer si alguien peca contra nosotros y nos causa una herida profunda? Si el pecado no es demasiado grave, no debe sernos difícil poner en práctica el consejo bíblico de ‘perdonarse unos a otros liberalmente’. (Efesios 4:32.) Esta disposición a perdonar armoniza con las palabras inspiradas de Pedro: “Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados”. (1 Pedro 4:8.) Si recordamos que nosotros también somos pecadores, nos resultará más fácil tolerar las ofensas de los demás. Cuando perdonamos de esta manera, liberamos el resentimiento en vez de alimentarlo. Así, la relación con el ofensor no sufre por mucho tiempo y contribuimos a conservar la valiosa paz de la congregación. (Romanos 14:19.) Con el tiempo, es posible que hasta olvidemos la ofensa de que fuimos objeto.
12. a) ¿Qué iniciativa podemos tomar para perdonar a alguien que nos lastima profundamente? b) ¿Cómo indican las palabras de Efesios 4:26 que debemos zanjar los asuntos sin dilación?
12 Pero ¿y si el pecado es de naturaleza más grave y lo lastima profundamente? Por ejemplo, un amigo de confianza divulga asuntos muy personales que le confió. Usted se siente muy herido, avergonzado y traicionado. Ha intentado olvidarlo, pero no puede. En tal caso, para resolver el problema quizá sea necesario que tome la iniciativa y hable con el ofensor. Es prudente hacerlo antes de que la situación se complique. Pablo nos exhortó: “Estén airados, y, no obstante, no pequen [albergando o manifestando ira]; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado”. (Efesios 4:26.) Añade significado a las palabras de Pablo el hecho de que en la sociedad judía la puesta de sol señalaba el fin de un día y el principio de otro. Por lo tanto, el consejo es: zanje el asunto sin dilación. (Mateo 5:23, 24.)
13. ¿Cuál debe ser nuestro objetivo cuando hablamos con quien nos ha ofendido, y qué sugerencias nos ayudarán a alcanzarlo?
13 ¿Cómo dirigirse al ofensor? “Busque la paz y siga tras ella”, dice 1 Pedro 3:11. Su objetivo, por tanto, no es expresarle su enfado, sino hacer las paces con su hermano. Para lograrlo, es mejor evitar palabras y gestos duros, que podrían provocar una respuesta similar en la otra persona. (Proverbios 15:18; 29:11.) Además, evite afirmaciones exageradas, como: “¡Tú siempre [...]!” o “¡Tú nunca [...]!”. Estos comentarios desmedidos solo consiguen que nuestro interlocutor se ponga a la defensiva. Por el contrario, permita que su expresión facial y tono de voz revelen su deseo de resolver el asunto que tanto le ha herido. Sea específico al exponer cómo le ha afectado lo sucedido. Dé a la otra persona la oportunidad de explicar su actuación. Escuche lo que le diga. (Santiago 1:19.) ¿Qué bien se logrará así? Proverbios 19:11 explica: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera, y es hermosura de su parte pasar por alto la transgresión”. Entender los sentimientos de la otra persona y las razones de su actuación puede disipar los pensamientos y sentimientos negativos que alberguemos contra ella. Cuando tratamos el problema con la meta de conseguir la paz y mantenerla, es muy probable que se aclaren los malentendidos, se pidan disculpas y se conceda el perdón.
14. ¿En qué sentido debemos olvidar cuando perdonamos?
14 ¿Significa perdonar que debemos olvidar lo sucedido? Recuerde el ejemplo de Jehová, que analizamos en el artículo anterior. Cuando la Biblia dice que Jehová olvida nuestros pecados, no significa que no pueda recordarlos. (Isaías 43:25.) Los olvida en el sentido de que una vez que nos perdona, no tiene en cuenta esos pecados en el futuro. (Ezequiel 33:14-16.) De igual modo, perdonar a los demás no significa necesariamente que no podemos recordar lo que hicieron. Sin embargo, olvidamos en el sentido de que no se lo tenemos en cuenta ni lo sacamos a relucir en el futuro. Cuando zanjamos el asunto, no sería apropiado divulgarlo; tampoco sería amoroso evitar completamente al ofensor, tratándolo como si estuviera expulsado. (Proverbios 17:9.) Es cierto, restablecer la relación puede tomar algún tiempo y es posible que ya no exista la misma intimidad que antes. Pero aún le amamos como nuestro hermano cristiano y estamos dispuestos a hacer todo lo posible con el fin de mantener las buenas relaciones. (Compárese con Lucas 17:3.)
Cuando parece imposible perdonar
15, 16. a) ¿Tienen que perdonar los cristianos a los pecadores impenitentes? b) ¿Cómo podemos seguir el consejo bíblico de Salmo 37:8?
15 ¿Cómo debemos proceder si alguien peca contra nosotros y nos hace el mayor de los daños, pero no reconoce su pecado ni se arrepiente ni se disculpa? (Proverbios 28:13.) Las Escrituras dicen claramente que Jehová no perdona a los pecadores impenitentes y endurecidos. (Hebreos 6:4-6; 10:26, 27.) ¿Y nosotros? La obra Perspicacia para comprender las Escrituras dice: “No se requiere que los cristianos perdonen a los que practican el pecado de manera maliciosa, deliberada e impenitente. Estos se hacen enemigos de Dios” (volumen 2, página 635). Ningún cristiano que ha sido víctima de trato extremadamente injusto, detestable o abyecto debe sentirse obligado a perdonar a un pecador que no se arrepiente. (Salmo 139:21, 22.)
16 Es comprensible que quienes han sido víctimas de trato cruel se sientan heridos y enojados. Sin embargo, recordemos que albergar ira y resentimiento puede sernos muy perjudicial. Esperar un reconocimiento o unas disculpas que nunca llegan solo agravará nuestro disgusto. Si nos obsesionamos con la injusticia, la ira seguirá bullendo en nuestro interior, con consecuencias desastrosas para nuestra salud espiritual, emocional y física. De hecho, es permitir que quien nos ha lastimado siga lastimándonos. La Biblia aconseja sabiamente: “Depón la cólera y deja la furia”. (Salmo 37:8.) Algunos cristianos, por lo tanto, han visto que con el tiempo les ha sido posible perdonar en el sentido de no guardar resentimiento: no han excusado la ofensa, pero tampoco han permitido que la ira los consuma. Al dejar el asunto directamente en manos del Dios de justicia, se han sentido muy aliviados y han seguido adelante en la vida. (Salmo 37:28.)
17. ¿Qué consuelo ofrece la promesa de Jehová recogida en Revelación 21:4?
17 Cuando una herida es muy profunda, es posible que resulte imposible borrarla totalmente de la memoria, al menos no en este sistema de cosas. Pero Jehová promete un nuevo mundo en el que “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores [habrán] pasado”. (Revelación 21:4.) Sean cuales sean nuestros recuerdos en aquel tiempo, no nos lastimarán ni causarán el profundo dolor que quizá ahora aflige nuestro corazón. (Isaías 65:17, 18.)
18. a) ¿Por qué es necesario perdonar a nuestros hermanos? b) ¿En qué sentido perdonamos y olvidamos cuando alguien peca contra nosotros? c) ¿Cómo nos beneficiamos de este modo?
18 Entretanto, debemos vivir y trabajar juntos como hermanos y recordar que somos seres imperfectos y pecadores. Todos cometemos errores. De vez en cuando nos decepcionamos y perjudicamos unos a otros. Bien sabía Jesús que tendríamos que perdonar ‘no hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces’. (Mateo 18:22.) Es cierto que no podemos perdonarnos completamente, como Jehová lo hace. Sin embargo, en la mayoría de los casos, cuando nuestros hermanos pecan contra nosotros, es posible perdonar en el sentido de superar el resentimiento, y olvidar en el sentido de no tenerles en cuenta en el futuro lo que hicieron. Cuando perdonamos y olvidamos de este modo, contribuimos a conservar, no solo la paz de la congregación, sino también nuestra tranquilidad de ánimo. Y lo que es más importante, disfrutaremos de la paz que solo puede proporcionar nuestro amoroso Dios, Jehová. (Filipenses 4:7.)
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