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  • “Ustedes son mis amigos”
    La Atalaya 2009 | 15 de octubre
    • ¿Dónde podemos encontrar buenos amigos?

      19, 20. a) ¿Qué encontraremos dentro de la congregación? b) ¿De qué hablaremos en el siguiente artículo?

      19 Jesús no solo nos cuida dándonos ancianos que nos pastorean con amor, sino también dándonos madres, hermanos y hermanas espirituales (léase Marcos 10:29, 30). ¿Recuerda cómo reaccionaron sus familiares cuando usted empezó a acercarse al pueblo de Jehová? Quizás se alegraron de que diera ese paso. Pero Jesús dijo que habría ocasiones en que “los enemigos del hombre [serían] personas de su propia casa” (Mat. 10:36). Por eso, es reconfortante saber que en la congregación encontramos amigos con los que podemos entablar una relación más fuerte incluso que la que podríamos tener con un hermano carnal (Pro. 18:24).

      20 Tal como lo demuestran los saludos con los que Pablo concluyó su carta a la congregación de Roma, él logró forjar muchas amistades entrañables (Rom. 16:8-16). Por su parte, el apóstol Juan finalizó su tercera carta con estas palabras: “Da mis saludos a los amigos por nombre” (3 Juan 14). Como vemos, él también hizo muy buenos amigos.

  • Cómo conservar los amigos en un mundo sin amor
    La Atalaya 2009 | 15 de octubre
    • Cómo conservar los amigos en un mundo sin amor

      “Estas cosas les mando: que se amen unos a otros.” (JUAN 15:17)

      1. ¿Por qué era fundamental que los cristianos del siglo primero conservaran sus vínculos de amistad?

      LA NOCHE antes de morir, Jesús animó a sus leales discípulos a cuidar la amistad que tenían entre sí. Momentos antes les había dicho que sería el amor lo que los identificaría como sus seguidores (Juan 13:35). Era fundamental que conservaran sus vínculos de amistad, pues vendrían pruebas muy duras y, además, Jesús pronto les encomendaría una obra muy importante. Los discípulos del siglo primero obedecieron a tal grado el mandato de Jesús que se les llegó a conocer por su amor inquebrantable a Dios y a sus hermanos.

      2. a) ¿Qué estamos decididos a hacer, y por qué? b) ¿Qué preguntas contestaremos en este artículo?

      2 ¡Cuánto nos alegra pertenecer a una organización mundial que sigue el ejemplo de aquellos cristianos! Nosotros también estamos decididos a obedecer el mandato de Jesús de tratar a nuestros hermanos con amor. Sabemos que eso no es fácil, pues en estos últimos días, la lealtad y el cariño brillan por su ausencia (2 Tim. 3:1-3). Mucha gente entabla amistades por interés o se conforma con amistades superficiales. Si queremos estar a la altura del verdadero cristianismo, tenemos que rechazar esas actitudes. Ahora bien, ¿cuál es el fundamento de una buena amistad? ¿Qué se necesita para hacer buenos amigos y conservarlos? ¿Cuándo deberíamos poner fin a una amistad? En este artículo analizaremos las respuestas a estas preguntas.

      El fundamento de una buena amistad

      3, 4. ¿En qué se basan las amistades más sólidas, y por qué?

      3 Las amistades más sólidas se basan en el amor a Jehová. El rey Salomón escribió: “Si alguien pudiera subyugar a uno solo, dos juntos podrían mantenerse firmes contra él. Y una cuerda triple no puede ser rota en dos pronto” (Ecl. 4:12). Como vemos, para que una amistad perdure, Jehová debe ser la tercera hebra de esa cuerda.

      4 Es cierto que quienes no aman a Jehová también pueden tener buenas amistades. Pero cuando el factor que une a dos personas es el amor a Dios, se consigue una amistad inquebrantable. Por ejemplo, cuando se producen desacuerdos, saben resolverlos de una manera cristiana. Y cuando los enemigos de Dios tratan de separarlos, su amistad les permite resistir y seguir unidos. A lo largo de la historia, los siervos de Jehová han demostrado que nunca traicionarán a sus hermanos, aunque eso les cueste la vida (léase 1 Juan 3:16).

      5. ¿Qué hizo tan especial la amistad entre Rut y Noemí?

      5 Sin duda, las amistades más enriquecedoras que podemos tener son con las personas que aman a Jehová. Recordemos el caso de Rut y Noemí, quienes forjaron una de las amistades más hermosas de las que habla la Biblia. ¿Qué hacía tan especial su amistad? Rut dio la respuesta al decirle a Noemí: “Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. [...] Que Jehová me haga así y añada a ello si cosa alguna aparte de la muerte hiciera una separación entre tú y yo” (Rut 1:16, 17). Es obvio que ambas mujeres sentían un profundo amor por Dios y que ese amor influyó en su relación. Como resultado, Jehová les dio su bendición.

      Cómo hacer buenos amigos

      6-8. a) ¿Qué se necesita para conseguir amistades duraderas? b) ¿Cómo nos ayuda a hacer amigos tomar la iniciativa?

      6 Es cierto que el amor a Dios es la base de toda buena amistad. Pero el ejemplo de Rut y Noemí demuestra que hace falta algo más: es necesario que las dos personas se esmeren por cuidar su relación y que tengan espíritu de sacrificio. Ni siquiera entre hermanos carnales que sirven a Jehová se da automáticamente la amistad; ellos también tienen que esforzarse por cultivar una amistad estrecha. Veamos algunos consejos que nos ayudarán a hacer buenos amigos.

      7 Tomemos la iniciativa. El apóstol Pablo animó a sus amigos de la congregación de Roma a seguir “la senda de la hospitalidad” (Rom. 12:13). ¿Cómo se recorre esta senda? Igual que un sendero literal: paso a paso. Así es, debemos hacer vez tras vez pequeñas cosas por los demás. Nadie puede recorrer esa senda por nosotros (léase Proverbios 3:27). Una forma de ser hospitalario es ofreciendo a algunos hermanos una comida sencilla. ¿Podría usted adoptar la costumbre de recibir con hospitalidad a diferentes hermanos de la congregación?

      8 Otra manera de hacer amigos es tomando la iniciativa e invitando a diferentes hermanos a predicar. Cuando oímos a nuestro compañero expresar su amor sincero por Jehová ante un extraño, ¿verdad que crece nuestro aprecio y cariño por él?

      9, 10. ¿Qué ejemplo dio Pablo, y cómo podemos imitarlo?

      9 Ensanchemos nuestro corazón (léase 2 Corintios 6:12, 13). ¿Le parece que no hay nadie en la congregación con quien hacer amistad? Si así es, quizás sea porque solamente está buscando amigos entre cierta clase de personas. Piense en el ejemplo del apóstol Pablo. En cierta etapa de su vida no se le hubiera ocurrido siquiera tener amigos que no fueran judíos. Pero luego se convirtió en “apóstol a las naciones” y aprendió a ensanchar su corazón para dar cabida a más personas (Rom. 11:13).

      10 Además, Pablo no se limitó a hacer amistades entre los cristianos de cierta edad. Uno de sus mejores amigos fue Timoteo, quien era mucho más joven y tenía un origen distinto al suyo. Hoy día, muchos jóvenes han entablado hermosas amistades con hermanos mayores de la congregación. Vanessa, de poco más de 20 años, comenta: “Tengo una amiga muy querida de más de 50 años y le puedo contar todo lo que le contaría a una amiga de mi edad. Ella siempre está pendiente de mí”. ¿Cómo consiguió esa amistad Vanessa? “No me senté a esperar que surgiera sola —contesta ella—, tuve que buscarla.” ¿Estamos dispuestos a tener amigos de edad distinta a la nuestra? De ser así, podemos estar seguros de que Jehová nos bendecirá.

      11. ¿Qué aprendemos del ejemplo de Jonatán y de su amistad con David?

      11 Seamos leales. Salomón escribió: “Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia” (Pro. 17:17). Al escribir estas palabras, es probable que Salomón estuviera pensando en la amistad que su padre, David, tuvo con Jonatán, el hijo del rey Saúl (1 Sam. 18:1). Saúl quería que Jonatán lo sucediera en el trono, pero este aceptó la decisión de Jehová de darle el reinado a David. A diferencia de su padre, Jonatán no sintió envidia. Tampoco se molestó por la atención que recibía su amigo ni se creyó las calumnias que Saúl estaba esparciendo acerca de él (1 Sam. 20:24-34). ¿Somos nosotros como Jonatán? ¿Nos alegramos cuando nuestros amigos reciben responsabilidades en la congregación? ¿Los apoyamos y consolamos cuando atraviesan dificultades? ¿Cómo reaccionamos cuando escuchamos un chisme sobre alguno de ellos? ¿Lo creemos sin más ni más, o, al igual que Jonatán, defendemos lealmente a nuestros amigos?

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