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“Ustedes son mis amigos”La Atalaya 2009 | 15 de octubre
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“Ustedes son mis amigos”
“Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando.” (JUAN 15:14)
1, 2. a) ¿Cómo sabemos que los amigos de Jesús componían un grupo muy diverso? b) ¿Por qué es tan importante ser amigo de Jesús?
EN AQUELLA noche histórica, Jesús estaba celebrando la Pascua en la planta alta de una casa de Jerusalén con sus apóstoles. Ellos componían un grupo muy diverso. Pedro y su hermano Andrés eran pescadores. Mateo había sido recaudador de impuestos, una profesión despreciada en la sociedad judía. Al parecer algunos, como Santiago y Juan, conocían a Jesús desde la infancia, mientras que otros, como Natanael, lo conocían desde hacía pocos años (Juan 1:43-50). No obstante, todos ellos tenían algo en común: estaban convencidos de que Jesús era el Mesías prometido, el Hijo del Dios vivo (Juan 6:68, 69). Debieron de sentirse muy conmovidos al oír a Jesús decirles: “Los he llamado amigos, porque todas las cosas que he oído de mi Padre se las he dado a conocer a ustedes” (Juan 15:15).
2 Esas palabras de Jesús no solo son aplicables a sus apóstoles fieles, sino a todos los cristianos ungidos de la actualidad y, por extensión, a sus compañeros de las “otras ovejas” (Juan 10:16). Los cristianos componemos un grupo muy diverso, pero todos podemos tener el honor de ser amigos de Jesús. Y eso es muy importante, pues ser amigo de Jesús significa ser amigo de Jehová. De hecho, es imposible entablar una relación estrecha con Dios si no la entablamos primero con su Hijo (léase Juan 14:6, 21). ¿Qué se requiere para llegar a ser amigos de Jesús? ¿Y qué debemos hacer para que esa amistad perdure? Antes de responder estas preguntas, hablaremos de la clase de amigo que fue Jesús y de la manera en que sus discípulos le correspondieron.
Jesús, un amigo ejemplar
3. ¿La amistad de quiénes buscaba Jesús?
3 El sabio rey Salomón escribió: “Son muchos los amigos del rico” (Pro. 14:20). Así es, una tendencia muy común entre los seres humanos imperfectos es la de buscar amigos por conveniencia, pensando más en lo que pueden recibir que en lo que pueden dar. Pero Jesús no era así. Él no se dejaba impresionar por el nivel social o económico de las personas. Es cierto que sintió afecto por un joven gobernante que era rico y lo invitó a hacerse su discípulo. Pero también le dijo que vendiera sus posesiones y que ayudara a los pobres (Mar. 10:17-22; Luc. 18:18, 23). Jesús no era conocido por sus contactos con la gente rica e importante, sino por ser amigo de la gente humilde y marginada (Mat. 11:19).
4. ¿Qué tendencias imperfectas tenían los amigos de Jesús?
4 Los amigos de Jesús distaban de ser perfectos. En una ocasión, por ejemplo, Pedro adoptó una postura poco espiritual sobre cierto asunto (Mat. 16:21-23). Por su parte, Santiago y Juan actuaron de manera ambiciosa al pedirle a Jesús privilegios especiales en el Reino, lo cual indignó al resto de los apóstoles. De hecho, entre todos ellos había constantes discusiones sobre quién era el más importante. Pero Jesús no perdía la paciencia, sino que los corregía con bondad una y otra vez (Mat. 20:20-28).
5, 6. a) ¿Por qué conservó Jesús su amistad con la mayoría de sus apóstoles? b) ¿Por qué puso fin Jesús a su amistad con Judas?
5 ¿Por qué seguía siendo Jesús amigo de sus apóstoles? No porque cerrara los ojos a sus defectos ni porque fuera demasiado indulgente, sino porque prefería concentrarse en sus cualidades y ver sus buenas intenciones. Por ejemplo, la noche más difícil de Jesús en la Tierra, Pedro, Santiago y Juan debieron haberlo apoyado, pero en vez de eso, se quedaron dormidos. Como es natural, Jesús se sintió decepcionado, pero también entendió que no lo habían hecho intencionalmente. Por eso les dijo: “El espíritu, por supuesto, está pronto, pero la carne es débil” (Mat. 26:41).
6 En cambio, Jesús sí puso fin a su amistad con Judas Iscariote. ¿Por qué? Porque aunque Judas daba la impresión de ser un buen amigo, Jesús se dio cuenta de que había dejado que se le corrompiera el corazón. Al hacerse amigo del mundo, Judas se convirtió en enemigo de Dios (Sant. 4:4). Por eso, antes de llamar amigos a sus once apóstoles fieles, Jesús le dijo que se fuera (Juan 13:21-35).
7, 8. ¿Cómo demostró Jesús que amaba a sus amigos?
7 Jesús pasó por alto los defectos de sus fieles amigos y siempre actuó pensando en su bienestar. Por ejemplo, le pidió a su Padre que los protegiera cuando llegaran las pruebas (léase Juan 17:11). También tomó en cuenta sus necesidades físicas (Mar. 6:30-32). Y no solo les hablaba de lo que él pensaba, sino que también los escuchaba, pues quería saber lo que ellos pensaban y sentían (Mat. 16:13-16; 17:24-26).
8 Jesús vivió y murió por sus amigos. Él sabía que la norma de justicia establecida por su Padre exigía que él entregara su vida (Mat. 26:27, 28; Heb. 9:22, 28). Pero lo que lo impulsó a sacrificarse fue el amor. “Nadie tiene mayor amor que este —dijo—: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos.” (Juan 15:13.)
¿Cómo correspondieron los discípulos a la amistad de Jesús?
9, 10. ¿Cómo respondió la gente al cariño y a la generosidad de Jesús?
9 Jesús brindó su cariño a la gente y le dio generosamente de su tiempo y recursos, lo cual hizo que muchos se sintieran atraídos a él y quisieran corresponderle (Luc. 8:1-3). Por experiencia propia, Jesús podía decir: “Practiquen el dar, y se les dará. Derramarán en sus regazos una medida excelente, apretada, remecida y rebosante. Porque con la medida con que ustedes miden, se les medirá en cambio” (Luc. 6:38).
10 Claro, había quienes buscaban a Jesús solo para ver lo que podían conseguir de él. En una ocasión, esos falsos amigos malinterpretaron sus palabras, y en vez de darle el beneficio de la duda, sacaron conclusiones precipitadas y le dieron la espalda. En cambio, los apóstoles fueron leales. Aunque su amistad con Jesús se ponía constantemente a prueba, hicieron todo lo posible por apoyarlo en las buenas y en las malas (léase Juan 6:26, 56, 60, 66-68). La noche antes de morir, Jesús reconoció la lealtad de sus amigos con estas palabras: “Ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas” (Luc. 22:28).
11, 12. a) ¿Cómo tranquilizó Jesús a sus discípulos después de que estos le fallaron? b) ¿Cómo respondieron los discípulos?
11 No obstante, poco después de que Jesús reconociera su lealtad, los apóstoles lo abandonaron. Por un momento dejaron que el temor a los hombres eclipsara su amor por él. Pero de nuevo, Jesús los perdonó. Después que murió y resucitó, se les apareció y les confirmó su amistad. Y lo que es más, les encargó una comisión sagrada: hacer discípulos “de gente de todas las naciones” y ser testigos de él “hasta la parte más distante de la tierra” (Mat. 28:19; Hech. 1:8). ¿Cuál fue la reacción de los discípulos?
12 Se entregaron en cuerpo y alma a la obra de predicar el Reino. En poco tiempo, y con el apoyo del espíritu santo de Jehová, llenaron Jerusalén con sus enseñanzas (Hech. 5:27-29). Ni siquiera las amenazas de muerte les impidieron obedecer el mandato de Jesús de hacer discípulos. Tan solo unas décadas después, el apóstol Pablo pudo decir que las buenas nuevas se habían predicado “en toda la creación que [estaba] bajo el cielo” (Col. 1:23). No cabe duda: los discípulos valoraban profundamente el lazo de amistad que los unía a Jesús.
13. ¿Cómo demostraron los primeros cristianos que tomaban a pecho las enseñanzas de Jesús?
13 Las personas que más tarde aceptaron el cristianismo también tomaron a pecho las enseñanzas de Jesús. Muchos de ellos realizaron grandes cambios en su conducta y personalidad. Algunos tuvieron que abandonar prácticas como la homosexualidad, el adulterio, la borrachera y el robo (1 Cor. 6:9-11). Otros tuvieron que cambiar su forma de ver a la gente de otras razas (Hech. 10:25-28). No obstante, todos ellos obedecieron a Jesús, desecharon la vieja personalidad y se vistieron de la nueva (Efe. 4:20-24). Adoptaron “la mente de Cristo”, es decir, aprendieron cuál era su modo de pensar y actuar, y se esforzaron por imitarlo (1 Cor. 2:16).
Busquemos la amistad de Jesús
14. ¿Qué prometió Jesús que haría en “la conclusión del sistema de cosas”?
14 Muchos de aquellos cristianos del siglo primero conocieron a Jesús durante su ministerio o lo vieron después de ser resucitado. Pero hoy día nosotros no tenemos ese privilegio. Entonces, ¿cómo podemos hacernos sus amigos? Una forma es obedeciendo las instrucciones del esclavo fiel y discreto, compuesto por los hermanos ungidos de Cristo que aún viven en la Tierra. Jesús prometió que en “la conclusión del sistema de cosas” nombraría a dicho esclavo “sobre todos sus bienes” (Mat. 24:3, 45-47). La gran mayoría de las personas que están esforzándose hoy día por tener la amistad de Cristo no son miembros de este grupo. ¿Cómo influye en su relación con Jesús la manera en que responden a las instrucciones del esclavo fiel?
15. ¿Qué factor determinará si una persona será considerada oveja o cabra?
15 (Léase Mateo 25:31-40.) Jesús llama “hermanos” a los miembros del esclavo fiel. En la parábola de las ovejas y las cabras, Jesús indica claramente que cualquier cosa que hagamos a sus hermanos es como si se la hiciéramos a él. De hecho, dice que el factor que determinará si una persona será considerada oveja o cabra es la manera en que trate hasta a “los más pequeños de [sus] hermanos”. Así pues, si un cristiano que tiene la esperanza terrenal desea la amistad de Jesús, es imprescindible que apoye al esclavo fiel.
16, 17. ¿Cómo podemos demostrar que somos amigos de los hermanos de Cristo?
16 ¿Cómo podemos demostrar que somos amigos de los hermanos de Cristo quienes tenemos la esperanza de vivir bajo el Reino de Dios en la Tierra? Veamos tres formas de hacerlo. La primera es dedicarnos con toda el alma a la predicación de las buenas nuevas. Jesús les mandó a sus hermanos que realizaran dicha obra por todo el mundo (Mat. 24:14). No obstante, a los pocos hermanos de Jesús que quedan en la Tierra les sería muy difícil encargarse de esa enorme tarea sin la ayuda de sus compañeros de las otras ovejas. En realidad, cada vez que un miembro de las otras ovejas participa en el ministerio, está ayudando a los ungidos a cumplir su sagrada comisión. Este es un acto de amistad muy valioso para el esclavo fiel, y también para Cristo.
17 Una segunda forma es apoyar económicamente la predicación. Jesús les dijo a sus discípulos que usaran “las riquezas injustas” para hacer amigos (Luc. 16:9). Esto no quiere decir que se pueda comprar la amistad de Jesús o la de Jehová. Lo que quiere decir es que emplear nuestros recursos económicos para apoyar la obra del Reino es una buena manera de demostrar nuestro amor y amistad, “no [...] de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad” (1 Juan 3:16-18). Por ejemplo, utilizamos nuestros recursos al predicar las buenas nuevas. También hacemos donaciones para la obra mundial de predicación y para la construcción y el mantenimiento de las instalaciones en las que nos reunimos. Sean grandes o pequeñas nuestras donaciones, Jehová y Jesús agradecen muchísimo que contribuyamos con alegría (2 Cor. 9:7).
18. ¿Por qué debemos seguir la guía que nos dan los ancianos basándose en la Biblia?
18 Una tercera manera de demostrar que somos amigos de Jesús es aceptando de buena gana la dirección de los superintendentes. Estos hombres han sido nombrados por espíritu santo bajo la supervisión de Cristo (Efe. 5:23). El apóstol Pablo escribió: “Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes, y sean sumisos” (Heb. 13:17). Sin embargo, puede haber ocasiones en que se nos haga difícil seguir la guía que los ancianos nos dan basándose en la Biblia. Como vemos sus defectos, podríamos restarles validez a sus consejos. Pero aunque son imperfectos, Cristo, que es Cabeza de la congregación, se complace en emplearlos. Por esta razón, la manera en que respondemos a la autoridad de ellos influye directamente en nuestra amistad con Jesús. Si en vez de concentrarnos en los defectos de los ancianos, seguimos de buena gana su guía, demostraremos que amamos a Jesús.
¿Dónde podemos encontrar buenos amigos?
19, 20. a) ¿Qué encontraremos dentro de la congregación? b) ¿De qué hablaremos en el siguiente artículo?
19 Jesús no solo nos cuida dándonos ancianos que nos pastorean con amor, sino también dándonos madres, hermanos y hermanas espirituales (léase Marcos 10:29, 30). ¿Recuerda cómo reaccionaron sus familiares cuando usted empezó a acercarse al pueblo de Jehová? Quizás se alegraron de que diera ese paso. Pero Jesús dijo que habría ocasiones en que “los enemigos del hombre [serían] personas de su propia casa” (Mat. 10:36). Por eso, es reconfortante saber que en la congregación encontramos amigos con los que podemos entablar una relación más fuerte incluso que la que podríamos tener con un hermano carnal (Pro. 18:24).
20 Tal como lo demuestran los saludos con los que Pablo concluyó su carta a la congregación de Roma, él logró forjar muchas amistades entrañables (Rom. 16:8-16). Por su parte, el apóstol Juan finalizó su tercera carta con estas palabras: “Da mis saludos a los amigos por nombre” (3 Juan 14). Como vemos, él también hizo muy buenos amigos. ¿De qué forma podemos imitar el ejemplo de Jesús y el de los primeros cristianos? ¿Cómo podemos hacer amistades en la congregación y conservarlas? Encontraremos las respuestas en el siguiente artículo.
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Cómo conservar los amigos en un mundo sin amorLa Atalaya 2009 | 15 de octubre
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Cómo conservar los amigos en un mundo sin amor
“Estas cosas les mando: que se amen unos a otros.” (JUAN 15:17)
1. ¿Por qué era fundamental que los cristianos del siglo primero conservaran sus vínculos de amistad?
LA NOCHE antes de morir, Jesús animó a sus leales discípulos a cuidar la amistad que tenían entre sí. Momentos antes les había dicho que sería el amor lo que los identificaría como sus seguidores (Juan 13:35). Era fundamental que conservaran sus vínculos de amistad, pues vendrían pruebas muy duras y, además, Jesús pronto les encomendaría una obra muy importante. Los discípulos del siglo primero obedecieron a tal grado el mandato de Jesús que se les llegó a conocer por su amor inquebrantable a Dios y a sus hermanos.
2. a) ¿Qué estamos decididos a hacer, y por qué? b) ¿Qué preguntas contestaremos en este artículo?
2 ¡Cuánto nos alegra pertenecer a una organización mundial que sigue el ejemplo de aquellos cristianos! Nosotros también estamos decididos a obedecer el mandato de Jesús de tratar a nuestros hermanos con amor. Sabemos que eso no es fácil, pues en estos últimos días, la lealtad y el cariño brillan por su ausencia (2 Tim. 3:1-3). Mucha gente entabla amistades por interés o se conforma con amistades superficiales. Si queremos estar a la altura del verdadero cristianismo, tenemos que rechazar esas actitudes. Ahora bien, ¿cuál es el fundamento de una buena amistad? ¿Qué se necesita para hacer buenos amigos y conservarlos? ¿Cuándo deberíamos poner fin a una amistad? En este artículo analizaremos las respuestas a estas preguntas.
El fundamento de una buena amistad
3, 4. ¿En qué se basan las amistades más sólidas, y por qué?
3 Las amistades más sólidas se basan en el amor a Jehová. El rey Salomón escribió: “Si alguien pudiera subyugar a uno solo, dos juntos podrían mantenerse firmes contra él. Y una cuerda triple no puede ser rota en dos pronto” (Ecl. 4:12). Como vemos, para que una amistad perdure, Jehová debe ser la tercera hebra de esa cuerda.
4 Es cierto que quienes no aman a Jehová también pueden tener buenas amistades. Pero cuando el factor que une a dos personas es el amor a Dios, se consigue una amistad inquebrantable. Por ejemplo, cuando se producen desacuerdos, saben resolverlos de una manera cristiana. Y cuando los enemigos de Dios tratan de separarlos, su amistad les permite resistir y seguir unidos. A lo largo de la historia, los siervos de Jehová han demostrado que nunca traicionarán a sus hermanos, aunque eso les cueste la vida (léase 1 Juan 3:16).
5. ¿Qué hizo tan especial la amistad entre Rut y Noemí?
5 Sin duda, las amistades más enriquecedoras que podemos tener son con las personas que aman a Jehová. Recordemos el caso de Rut y Noemí, quienes forjaron una de las amistades más hermosas de las que habla la Biblia. ¿Qué hacía tan especial su amistad? Rut dio la respuesta al decirle a Noemí: “Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. [...] Que Jehová me haga así y añada a ello si cosa alguna aparte de la muerte hiciera una separación entre tú y yo” (Rut 1:16, 17). Es obvio que ambas mujeres sentían un profundo amor por Dios y que ese amor influyó en su relación. Como resultado, Jehová les dio su bendición.
Cómo hacer buenos amigos
6-8. a) ¿Qué se necesita para conseguir amistades duraderas? b) ¿Cómo nos ayuda a hacer amigos tomar la iniciativa?
6 Es cierto que el amor a Dios es la base de toda buena amistad. Pero el ejemplo de Rut y Noemí demuestra que hace falta algo más: es necesario que las dos personas se esmeren por cuidar su relación y que tengan espíritu de sacrificio. Ni siquiera entre hermanos carnales que sirven a Jehová se da automáticamente la amistad; ellos también tienen que esforzarse por cultivar una amistad estrecha. Veamos algunos consejos que nos ayudarán a hacer buenos amigos.
7 Tomemos la iniciativa. El apóstol Pablo animó a sus amigos de la congregación de Roma a seguir “la senda de la hospitalidad” (Rom. 12:13). ¿Cómo se recorre esta senda? Igual que un sendero literal: paso a paso. Así es, debemos hacer vez tras vez pequeñas cosas por los demás. Nadie puede recorrer esa senda por nosotros (léase Proverbios 3:27). Una forma de ser hospitalario es ofreciendo a algunos hermanos una comida sencilla. ¿Podría usted adoptar la costumbre de recibir con hospitalidad a diferentes hermanos de la congregación?
8 Otra manera de hacer amigos es tomando la iniciativa e invitando a diferentes hermanos a predicar. Cuando oímos a nuestro compañero expresar su amor sincero por Jehová ante un extraño, ¿verdad que crece nuestro aprecio y cariño por él?
9, 10. ¿Qué ejemplo dio Pablo, y cómo podemos imitarlo?
9 Ensanchemos nuestro corazón (léase 2 Corintios 6:12, 13). ¿Le parece que no hay nadie en la congregación con quien hacer amistad? Si así es, quizás sea porque solamente está buscando amigos entre cierta clase de personas. Piense en el ejemplo del apóstol Pablo. En cierta etapa de su vida no se le hubiera ocurrido siquiera tener amigos que no fueran judíos. Pero luego se convirtió en “apóstol a las naciones” y aprendió a ensanchar su corazón para dar cabida a más personas (Rom. 11:13).
10 Además, Pablo no se limitó a hacer amistades entre los cristianos de cierta edad. Uno de sus mejores amigos fue Timoteo, quien era mucho más joven y tenía un origen distinto al suyo. Hoy día, muchos jóvenes han entablado hermosas amistades con hermanos mayores de la congregación. Vanessa, de poco más de 20 años, comenta: “Tengo una amiga muy querida de más de 50 años y le puedo contar todo lo que le contaría a una amiga de mi edad. Ella siempre está pendiente de mí”. ¿Cómo consiguió esa amistad Vanessa? “No me senté a esperar que surgiera sola —contesta ella—, tuve que buscarla.” ¿Estamos dispuestos a tener amigos de edad distinta a la nuestra? De ser así, podemos estar seguros de que Jehová nos bendecirá.
11. ¿Qué aprendemos del ejemplo de Jonatán y de su amistad con David?
11 Seamos leales. Salomón escribió: “Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia” (Pro. 17:17). Al escribir estas palabras, es probable que Salomón estuviera pensando en la amistad que su padre, David, tuvo con Jonatán, el hijo del rey Saúl (1 Sam. 18:1). Saúl quería que Jonatán lo sucediera en el trono, pero este aceptó la decisión de Jehová de darle el reinado a David. A diferencia de su padre, Jonatán no sintió envidia. Tampoco se molestó por la atención que recibía su amigo ni se creyó las calumnias que Saúl estaba esparciendo acerca de él (1 Sam. 20:24-34). ¿Somos nosotros como Jonatán? ¿Nos alegramos cuando nuestros amigos reciben responsabilidades en la congregación? ¿Los apoyamos y consolamos cuando atraviesan dificultades? ¿Cómo reaccionamos cuando escuchamos un chisme sobre alguno de ellos? ¿Lo creemos sin más ni más, o, al igual que Jonatán, defendemos lealmente a nuestros amigos?
¿Cuándo hay que poner fin a una amistad?
12-14. a) ¿A qué situación se enfrentan algunos estudiantes de la Biblia? b) ¿Cómo podemos ayudarlos los demás miembros de la congregación?
12 En ocasiones, un estudiante de la Biblia que comienza a hacer cambios en su vida tiene que tomar difíciles decisiones relacionadas con sus amistades. Quizás tenga amigos con los que le gusta pasar mucho tiempo, pero como ellos no respetan las normas bíblicas, se da cuenta de que su conducta podría influir negativamente en él y que lo mejor sería distanciarse (1 Cor. 15:33). No obstante, el estudiante podría creer que haciendo eso los estaría traicionando.
13 Si usted se encuentra en esa situación, recuerde que los amigos que realmente se preocupan por usted se alegrarán de saber que está tratando de mejorar su vida. Y puede que hasta quieran aprender de Jehová. Pero si lo critican o “habla[n] injuriosamente” de usted porque ya no está corriendo con ellos “al mismo bajo sumidero de disolución”, estarían demostrando que no son de verdad sus amigos (1 Ped. 4:3, 4). En ese caso, serían ellos quienes estarían traicionándolo a usted, y no al revés.
14 Si sus amigos le dan la espalda, puede estar seguro de que en la congregación encontrará el afecto que necesita (Gál. 6:10). En vista de lo anterior, quienes ya somos parte de la congregación deberíamos preguntarnos: “¿Conozco a los estudiantes que asisten a las reuniones? ¿Los animo brindándoles mi compañía?”.
15, 16. a) ¿Cómo debemos reaccionar si un amigo deja de servir a Jehová? b) ¿Cómo podemos demostrarle a Dios que lo amamos?
15 Otra circunstancia muy difícil es cuando un amigo nuestro se aleja de Dios, lo que quizás lo lleve a ser expulsado. Una cristiana explica cómo se sintió al ver que una amiga íntima dejaba de servir a Jehová: “Sentí como si algo dentro de mí se hubiera muerto. Yo pensaba que mi amiga estaba fuerte espiritualmente, pero no era así. ¿Sería que ella había estado sirviendo a Jehová tan solo para complacer a su familia? Eso me hizo sentir la necesidad de evaluarme a mí misma y preguntarme si yo estaba sirviendo a Jehová por las razones correctas”. ¿Cómo se enfrentó esta hermana a la situación? “Le arrojé mi carga a Jehová —contesta ella—. Además, decidí demostrarle que lo amo por lo que él es, no por los amigos que me da en su organización.”
16 Si queremos seguir siendo amigos de Dios, no podemos ponernos del lado de quienes quieren ser amigos del mundo. El discípulo Santiago escribió: “¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios” (Sant. 4:4). Una manera de demostrarle a Dios que lo amamos es confiando en que nos ayudará a seguir adelante si por ser leales a él perdemos un amigo (léase Salmo 18:25). La hermana de la que hablamos antes lo explica de esta manera: “Aprendí que no se puede obligar a nadie a sentir amor por Jehová o por nosotros. Esa es una decisión que cada uno debe tomar”. Ahora bien, ¿qué podemos hacer para conservar la amistad de quienes sirven fielmente a Dios en la congregación?
Cómo conservar las buenas amistades
17. ¿Cómo se comunican entre sí los buenos amigos?
17 La comunicación mantiene viva la amistad. Al leer en la Biblia los relatos de Rut y Noemí, de David y Jonatán y de Pablo y Timoteo, observamos que los buenos amigos se comunican entre sí libremente, pero con respeto. Pablo escribió lo siguiente sobre la manera en que debemos dirigirnos a los demás: “Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal”. En este pasaje, Pablo se estaba refiriendo a la forma en que debemos hablar a “los de afuera”, es decir, a quienes no son nuestros hermanos en la fe (Col. 4:5, 6). Si esas personas merecen nuestro respeto, cuánto más los amigos que tenemos en la congregación.
18, 19. a) ¿Cómo debemos ver los consejos que nos dan nuestros amigos? b) ¿Qué podemos aprender del ejemplo de los ancianos de Éfeso?
18 Como vemos, los buenos amigos deben hablarse con respeto. Pero no deben tener miedo de ser francos, pues saben que sus amigos valorarán su opinión. El sabio rey Salomón escribió: “El ungüento y el perfume alegran el corazón, y dulce para su amigo es el consejo del hombre” (Pro. 27:9, La Biblia de las Américas). ¿Es así como usted ve los consejos que le dan sus amigos? (Léase Salmo 141:5.) Si uno de ellos le dijera que está preocupado por algo que usted está haciendo, ¿cómo reaccionaría? ¿Se lo agradecería y lo vería como una muestra de cariño de su parte, o se molestaría con él?
19 El apóstol Pablo tenía una amistad muy estrecha con los ancianos de la congregación de Éfeso. Al parecer, a algunos los conocía desde que se habían convertido al cristianismo. Sin embargo, la última vez que se reunió con ellos les habló con mucha franqueza. ¿Se ofendieron aquellos ancianos? No; al contrario, valoraron su interés e incluso lloraron de solo pensar que nunca volverían a verlo (Hech. 20:17, 29, 30, 36-38).
20. ¿Qué se espera de los buenos amigos?
20 Los buenos amigos no solo aceptan los consejos; también los dan cuando hace falta. Claro, hay que ser prudentes, pues no queremos entrometernos en las vidas ajenas. La Biblia les dice a los cristianos que “se ocupen en sus propios asuntos” (1 Tes. 4:11, Nueva Biblia de los Hispanos). Además, debemos reconocer que cada uno “rendirá cuenta de sí mismo a Dios” (Rom. 14:12). Pero puede que en ocasiones veamos necesario recordarles con bondad a nuestros amigos cuáles son las normas divinas (1 Cor. 7:39). Por ejemplo, tal vez usted note que uno de sus amigos que es soltero se está encariñando con una persona que no sirve a Jehová. ¿Qué haría? ¿Se quedaría callado para no dañar la amistad? Claro que no. Un buen amigo no haría eso. ¿Y si él no quiere seguir su consejo? En ese caso, lo mejor sería acudir a los ancianos, pues ellos se esfuerzan por ayudar a quienes dan un paso en falso. Por supuesto, se requiere valor para hacer eso, pero si la amistad que los une se basa en el amor a Jehová, cualquier distanciamiento será solo temporal.
21. ¿Qué hacemos todos a veces, y por qué es tan importante tener buenas amistades en la congregación?
21 (Léase Colosenses 3:13, 14.) En ocasiones, nuestros amigos se molestan por algo que hicimos y tienen “causa de queja” contra nosotros. En otras ocasiones son ellos los que hacen o dicen cosas que no nos gustan. Como dijo Santiago, “todos tropezamos muchas veces” (Sant. 3:2). No obstante, los buenos amigos no son aquellos que nunca tienen problemas entre sí, sino aquellos que saben perdonarse de corazón. En efecto, las amistades sólidas se basan en el perdón y en la buena comunicación. El amor será entonces “un vínculo perfecto de unión” entre nosotros y nuestros amigos.
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