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“El fruto del espíritu” glorifica a DiosLa Atalaya 2011 | 15 de abril
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“El fruto del espíritu” glorifica a Dios
“Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto.” (JUAN 15:8)
1, 2. a) ¿Qué oportunidades tenemos de animar a los demás? b) ¿Qué don divino nos permite ser más útiles en el servicio a Jehová?
IMAGINEMOS estas dos escenas. Una cristiana madura se percata de que una muchacha de su congregación está preocupada y la invita a salir a predicar. Al conversar entre una puerta y otra, la joven se desahoga con ella, y más tarde da gracias a Jehová por el interés que ha demostrado su compañera; era justo lo que necesitaba. En otro lugar, un matrimonio que ha regresado del país donde ha estado predicando cuenta con entusiasmo sus experiencias en una reunión social. Entre los presentes hay un joven que los escucha en silencio. Años más tarde, al prepararse para viajar a su propia asignación, este hermano recordará a aquella pareja, cuyas palabras le infundieron el deseo de ser misionero.
2 Puede que estas situaciones nos recuerden a alguien que nos cambió la vida o, al revés, alguien en quien nosotros dejamos huella. Aunque no es habitual que una sola conversación tenga un efecto tan profundo, todos los días se nos presentan oportunidades de animar y fortalecer a quienes nos rodean. Imagínese que hubiera algo que nos permitiera hacerlo mejor, potenciando nuestras cualidades y aptitudes para que fuéramos más útiles a nuestros hermanos y a Dios. Sin duda agradeceríamos contar con algo así. Y lo cierto es que Jehová nos ofrece esa ayuda: el don del espíritu santo (Luc. 11:13). Cuando la fuerza activa de Dios opera en nosotros, produce hermosas cualidades que nos ayudan a mejorar en todos los aspectos de nuestra adoración. ¡Qué regalo tan maravilloso! (Léase Gálatas 5:22, 23.)
3. a) ¿Por qué recibe gloria Dios cuando cultivamos “el fruto del espíritu”? b) ¿Qué preguntas vamos a analizar?
3 Las cualidades que produce el espíritu santo son un reflejo de la personalidad de Jehová, pues de él se origina dicha fuerza (Col. 3:9, 10). Ahora bien, ¿por qué deberíamos esforzarnos por imitar a Dios? Dirigiéndose a sus apóstoles, Jesús indicó la razón más importante: “Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto” (Juan 15:8).a Cuando cultivamos “el fruto del espíritu”, se notan los efectos en nuestra forma de hablar y de comportarnos, lo cual redunda en alabanza al Creador (Mat. 5:16). ¿Qué contraste hay entre las características del mundo y las cualidades que distinguen a los cristianos? ¿Cómo podemos cultivar el fruto del espíritu? ¿Por qué nos resulta tan difícil hacerlo? Analicemos estas preguntas a la vez que repasamos las primeras tres facetas del fruto del espíritu: amor, gozo y paz.
Amor que se rige por un principio más elevado
4. ¿Qué clase de amor enseñó Jesús a sus discípulos?
4 El amor que fomenta el espíritu santo es muy diferente del que suelen mostrar las personas del mundo. ¿Por qué? Porque se rige por un principio mucho más elevado. Jesús destacó la diferencia en el Sermón del Monte (léase Mateo 5:43-48). Señaló que hasta los pecadores se guían por la norma de la reciprocidad. En otras palabras, razonan: “Si me tratas bien, yo también lo haré”. Pero ese no es un amor de verdad, un amor sacrificado, sino un simple intercambio de favores. Los cristianos tienen que ser diferentes “para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos”. En vez de pagar a los demás con la misma moneda, debemos verlos y tratarlos tal como lo hace Jehová. De hecho, como indicó Cristo, tenemos que amar incluso a nuestros enemigos. ¿De verdad es eso posible?
5. ¿Cómo podemos amar a quienes nos persiguen?
5 Reflexionemos sobre el ejemplo de Pablo y Silas. Mientras predicaban en Filipos, los arrestaron, los llenaron de golpes, los arrojaron al calabozo y les pusieron los pies en un cepo. Seguramente, entre quienes los maltrataron estaba el carcelero. Cuando quedaron libres a consecuencia de un terremoto, ¿acaso pensaron en ajustar cuentas con él? Todo lo contrario. Movidos por amor abnegado y sincero interés, lo ayudaron sin demora, gracias a lo cual abrazó la verdad junto con toda su casa (Hech. 16:19-34). De igual modo, muchos hermanos de tiempos modernos han puesto en práctica esta máxima: “Sigan bendiciendo a los que los persiguen” (Rom. 12:14).
6. ¿De qué diversas formas demostramos amor altruista por nuestros hermanos? (Véase el recuadro de la página 21.)
6 El amor por quienes comparten nuestra fe va mucho más allá: “Estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos” (léase 1 Juan 3:16-18). Claro, a menudo podemos demostrar que los queremos con cosas mucho más pequeñas; por ejemplo, procurando hacer las paces si los hemos ofendido con nuestras palabras o acciones (Mat. 5:23, 24). Pero ¿y si los ofendidos somos nosotros? ¿Tenemos siempre el corazón “listo para perdonar”, o somos un tanto rencorosos? (Sal. 86:5.) El intenso amor que produce el espíritu nos ayuda a cubrir las pequeñas ofensas de los demás perdonándolos liberalmente, o con generosidad, tal como “Jehová [nos] perdonó liberalmente” a nosotros (Col. 3:13, 14; 1 Ped. 4:8).
7, 8. a) ¿Qué relación hay entre el amor a Dios y el amor al prójimo? b) ¿Cómo fortalecemos el amor por Jehová? (Véanse las fotografías de esta página.)
7 ¿Qué se necesita para desarrollar este amor abnegado por los hermanos? Estrechar la amistad con nuestro Padre celestial (Efe. 5:1, 2; 1 Juan 4:9-11, 20, 21). Para ello hemos de pasar momentos a solas con él orando, leyendo la Biblia y meditando. Así crecerá el cariño que le tenemos. Como es lógico, para poder acercarnos a Jehová es necesario que saquemos tiempo de otras actividades.
8 Imaginemos por un instante que solo hubiera una hora durante el día en la que se pudiera leer la Biblia, meditar y orar. ¿Verdad que la guardaríamos como un tesoro y no permitiríamos que nada estorbara ese momento a solas con nuestro Padre? ¡Menos mal que no es así! Nadie puede impedir que acudamos a Jehová cuando queramos, y la mayoría de nosotros tampoco tenemos limitado el acceso a su Palabra. No obstante, debemos tomar medidas para que el torbellino de actividades cotidianas no nos robe el tiempo que dedicamos a nuestra relación personal con Dios. ¿Sacamos todo el tiempo posible cada día para estrechar los lazos con él?
“Gozo de espíritu santo”
9. ¿Qué interesante hecho podemos mencionar acerca del gozo que produce el espíritu santo?
9 Todas las cualidades del fruto del espíritu son perdurables y se mantienen vivas a pesar de los problemas. Este interesante hecho se ve muy claro con la segunda cualidad: el gozo. En efecto, el gozo es como una planta resistente, que prospera hasta en los ambientes más hostiles. Recordemos que un número considerable de cristianos “aceptaron la palabra bajo mucha tribulación”, pero aun así experimentaron el “gozo de espíritu santo” (1 Tes. 1:6). Otros se enfrentan ahora mismo a graves problemas y privaciones. Pero Jehová, valiéndose de su espíritu, les da fuerzas a todos “para que aguanten plenamente y sean sufridos con gozo” (Col. 1:11). Ahora bien, ¿de qué manera nos infunde Dios este gozo?
10. ¿Cómo nos llena Jehová de gozo?
10 A diferencia de “las riquezas inseguras” que nos ofrecen Satanás y su mundo, los tesoros espirituales que nos regala Jehová nunca pierden su valor (1 Tim. 6:17; Mat. 6:19, 20). Él nos llena de alegría al poner ante nosotros un futuro eterno. También nos infunde una dicha incomparable al hacernos parte de una hermandad mundial. Y, sobre todo, nos colma de gozo al concedernos su amistad. Hacemos nuestros los sentimientos de David, quien, durante el tiempo en que vivió fugitivo, cantó en un himno a Jehová: “Porque tu bondad amorosa es mejor que la vida, mis propios labios te encomiarán. Así te bendeciré durante el transcurso de mi vida” (Sal. 63:3, 4). Como vemos, la alabanza a Dios brota con júbilo de nuestro corazón aun en medio de las más duras pruebas.
11. ¿Por qué es tan necesario que sintamos gozo al adorar a Jehová?
11 El apóstol Pablo hace esta invitación a todos los cristianos: “Siempre regocíjense en el Señor. Una vez más diré: ¡Regocíjense!” (Fili. 4:4). ¿Por qué es tan importante que nos sintamos felices al adorar a Jehová? Porque así le damos a él nuestro apoyo en la cuestión de la soberanía que planteó Satanás. Recordemos que el Diablo afirma que nadie obedece a Dios de todo corazón (Job 1:9-11). Por eso, si lo adoráramos por deber, pero sin alegría, le estaríamos dando un sacrificio de alabanza incompleto. En vista de este hecho, procuramos seguir la exhortación del salmista: “Sirvan a Jehová con regocijo. Entren delante de él con un clamor gozoso” (Sal. 100:2). Ciertamente, para glorificar a Dios hay que servirle con espíritu alegre, con verdaderas ganas.
12, 13. ¿Cómo podemos combatir los sentimientos negativos?
12 No obstante, debemos ser realistas: hay ocasiones en las que incluso los siervos de Jehová nos desanimamos y tenemos que luchar por mantener una actitud optimista (Fili. 2:25-30). ¿Qué nos ayuda en esos casos? Aplicar esta recomendación de Efesios 5:18, 19: “Sigan llenándose de espíritu, hablándose a sí mismos con salmos y alabanzas a Dios y canciones espirituales, cantando y acompañándose con música en el corazón a Jehová”. ¿Cómo podemos poner en práctica este consejo?
13 Cuando nos invadan los sentimientos negativos, oremos a Dios y meditemos en asuntos edificantes y dignos de alabanza (léase Filipenses 4:6-9). Algunos han visto que se sienten más animados y optimistas cuando escuchan los cánticos del Reino y los van tarareando. Un hermano solía sentir frustración y desaliento debido a un grave problema. ¿Qué lo ayudaba? “Además de orar con constancia y devoción —recuerda—, me aprendí de memoria varios cánticos. Me llenaba de paz entonar estas hermosas alabanzas a Jehová, fuera en voz alta o en silencio. Por aquellos días también salió el libro Acerquémonos a Jehová. Lo leí dos veces en un año. Era como un bálsamo para el corazón. Estoy seguro de que Jehová bendijo todos mis esfuerzos.”
La paz es el vínculo que nos une
14. ¿Cuál es una magnífica demostración de la paz que produce el espíritu santo?
14 En nuestras asambleas internacionales se respira un ambiente de hermandad entre hombres y mujeres de orígenes muy diversos. Esta unidad mundial es una magnífica demostración de la paz que reina en el pueblo de Dios. La gente suele quedarse admirada al ver que tantos cristianos, a pesar de provenir de grupos considerados irreconciliables, están “esforzándose solícitamente por observar la unidad del espíritu en el vínculo [...] de la paz” (Efe. 4:3). Esta armonía es extraordinaria, sobre todo teniendo en cuenta que para alcanzarla, muchos de ellos han tenido que vencer grandes obstáculos.
15, 16. a) ¿Por qué le costó tanto a Pedro modificar su actitud hacia los gentiles? b) ¿Cómo ayudó Jehová al apóstol a cambiar su forma de pensar?
15 No es nada fácil unir a personas tan distintas. Algo que nos ayudará a comprender los retos implicados es examinar un ejemplo del siglo primero: el apóstol Pedro. Originalmente, ¿qué opinaba él acerca de relacionarse con gente incircuncisa de otras naciones? “Bien saben ustedes cuán ilícito le es a un judío unirse o acercarse a un hombre de otra raza”, comentó. Pero a continuación aclaró: “Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o inmundo a ningún hombre” (Hech. 10:24-29; 11:1-3). Todo indica que desde niño le habían enseñado, como a la mayoría de los israelitas de la época, que la Ley exigía que amara únicamente a sus hermanos judíos. Puede que le pareciera muy normal ver a los gentiles como enemigos que merecían su odio.b
16 Imagínese lo incómodo que debió de sentirse Pedro al entrar en casa de Cornelio. En vista de los prejuicios que había abrigado por tanto tiempo, ¿conseguiría “estar unido armoniosamente” con un gentil “en el vínculo [...] de la paz”? (Efe. 4:3, 16.) Sí, pues días antes comenzó a modificar su actitud hacia las personas de otras razas. ¿Qué le ayudó a hacerlo? El espíritu santo le abrió el corazón, y Jehová le reveló en una visión que él no considera mejor ni peor a ninguna persona porque sea de determinada nacionalidad o raza (Hech. 10:10-15). Por eso, el apóstol le dijo a Cornelio: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hech. 10:34, 35). Como vemos, Pedro cambió, lo que le permitió disfrutar de verdadera unidad con “toda la asociación de hermanos” (1 Ped. 2:17).
17. ¿Por qué es tan sobresaliente la unidad de que disfruta el pueblo de Dios?
17 El caso de Pedro ilustra el cambio tan espectacular que tiene lugar hoy entre los cristianos (léase Isaías 2:3, 4). Millones de hombres y mujeres “de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas” están armonizando su forma de pensar con “la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Rev. 7:9; Rom. 12:2). Muchos de ellos manifestaron en su día el espíritu de este mundo marcado por el odio, la división y la contienda. Pero el estudio de las Escrituras y la ayuda de la fuerza activa de Dios les han enseñado a buscar “las cosas que contribuyen a la paz” (Rom. 14:19). Como resultado, disfrutan de una unidad que da gloria a Jehová.
18, 19. a) ¿Cómo podemos contribuir a que reinen la paz y la unidad en la congregación? b) ¿Qué analizaremos en el próximo artículo?
18 ¿Cómo podemos contribuir a que sigan reinando la paz y la unidad en el pueblo de Jehová? En muchas congregaciones hay publicadores de origen extranjero. A veces traen costumbres diferentes o no hablan bien nuestro idioma. ¿Tomamos la iniciativa y nos acercamos a ellos? Eso es lo que nos insta a hacer la Biblia. En su carta a la congregación de Roma, donde había tanto judíos como gentiles, Pablo dijo: “Recíbanse con gusto unos a otros, así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros, con gloria a Dios en mira” (Rom. 15:7). ¿Hemos pensado en alguien de nuestra congregación a quien pudiéramos conocer mejor?
19 Ahora bien, ¿qué más podemos hacer para que el espíritu santo actúe en nuestras vidas? En el próximo artículo analizaremos este punto y repasaremos las restantes facetas del fruto del espíritu.
[Notas]
a El fruto del que habló Jesús engloba tanto “el fruto del espíritu” como “el fruto de labios”, el cual ofrecemos como sacrificio a Dios mediante la predicación del Reino (Heb. 13:15).
b Levítico 19:18 dice: “No debes tomar venganza ni tener rencor contra los hijos de tu pueblo; y tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. Había maestros religiosos que afirmaban que la expresión “tu prójimo” significaba lo mismo que la expresión “los hijos de tu pueblo” y que, por lo tanto, se refería exclusivamente a los judíos. Aunque la Ley exigía que los israelitas se mantuvieran separados de otras naciones, de ningún modo les mandaba que consideraran enemigos a quienes no eran judíos y los odiaran, como llegaron a enseñar los guías espirituales del siglo primero.
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¿Permitimos que nos guíe el espíritu de Dios?La Atalaya 2011 | 15 de abril
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¿Permitimos que nos guíe el espíritu de Dios?
“Tu espíritu es bueno; que me guíe en la tierra de la rectitud.” (SAL. 143:10)
1, 2. a) Mencione algunas ocasiones en las que Jehová ha usado su fuerza activa en beneficio de sus siervos. b) ¿Actúa el espíritu santo únicamente en circunstancias especiales? Explique su respuesta.
¿QUÉ le viene a la mente al oír hablar de la operación del espíritu santo? Tal vez piense en las hazañas de Gedeón y Sansón (Jue. 6:33, 34; 15:14, 15). O quizás acudan a su memoria la valentía de los primeros cristianos y la serenidad con que Esteban se enfrentó al Sanedrín (Hech. 4:31; 6:15). Y si reflexiona sobre tiempos más recientes, es muy probable que recuerde el gozo que reina en las asambleas internacionales, la fidelidad de los hermanos encarcelados por su neutralidad o el extraordinario crecimiento de la predicación. Sin lugar a dudas, todos estos son claros ejemplos de la intervención de la fuerza activa de Jehová.
2 En vista de lo anterior, ¿debemos entender que el espíritu santo actúa únicamente en ocasiones especiales o en casos extremos? De ningún modo. La Biblia señala que los cristianos están “andando por espíritu”, “viviendo por espíritu” y siendo “conduc[idos] por espíritu” (Gál. 5:16, 18, 25). Dichas expresiones muestran que esta fuerza divina puede ejercer una influencia constante en nosotros. Por eso, debemos pedirle todos los días a Jehová que guíe nuestros pensamientos, palabras y acciones mediante su espíritu (léase Salmo 143:10). Si dejamos que este obre libremente, producirá en nuestra vida un fruto que dará gloria a Dios y beneficiará al prójimo.
3. a) ¿Por qué es tan necesario que nos dejemos guiar por el espíritu santo? b) ¿Qué preguntas analizaremos?
3 ¿Por qué es tan necesario que nos dejemos guiar por el espíritu santo? Porque nos enfrentamos a una fuerza que actúa en contra de este y quiere dominarnos. Se trata de “la carne”, expresión bíblica que se refiere a nuestra inclinación al pecado, la cual se debe a la imperfección que heredamos de Adán (léase Gálatas 5:17). Ahora bien, ¿de qué manera permitimos que el espíritu santo nos guíe? ¿Qué medidas podemos tomar para combatir la influencia de la carne? Analicemos estas preguntas a la vez que repasamos los restantes seis aspectos del “fruto del espíritu”, a saber, “gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad [y] autodominio” (Gál. 5:22, 23).
La apacibilidad y la gran paciencia fomentan la paz en la congregación
4. ¿Cómo contribuyen la apacibilidad y la gran paciencia a que reine la paz en la congregación?
4 (Léase Colosenses 3:12, 13.) Entre las cualidades que promueven la paz dentro de nuestra hermandad figuran la apacibilidad y la gran paciencia. Estos dos aspectos del fruto del espíritu nos permiten actuar con bondad, mantenernos calmados ante las provocaciones y no vengarnos si nos hablan o tratan con poca amabilidad. Cuando tenemos un problema con otro hermano, la gran paciencia nos ayuda a no dar por perdida la relación y, lo que es más, a hacer todo lo posible por reconciliarnos. Ciertamente, la apacibilidad y la gran paciencia son muy necesarias en la congregación, pues todos somos imperfectos.
5. ¿Qué ocurrió entre Pablo y Bernabé, y qué hecho subraya este incidente?
5 Recordemos a Pablo y Bernabé. Ambos poseían excelentes cualidades y llevaban años trabajando juntos en pro de las buenas nuevas. Sin embargo, en cierta ocasión se produjo entre ellos “un agudo estallido de cólera, de modo que se separaron el uno del otro” (Hech. 15:36-39). Este incidente subraya un hecho: incluso entre cristianos fieles se dan a veces diferencias. Si eso llega a sucedernos a nosotros, ¿cómo podemos evitar que el desacuerdo se convierta en una discusión acalorada y resulte en un distanciamiento permanente?
6, 7. a) ¿Qué consejo bíblico nos ayudará a evitar que una conversación con un hermano degenere en una discusión acalorada? b) ¿Cuáles son los beneficios de ser “presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar [y] lento en cuanto a ira”?
6 La frase “un agudo estallido de cólera” indica que el enfrentamiento entre Pablo y Bernabé ocurrió de repente y fue muy intenso. ¿Cuál es la lección? Si estamos tratando un asunto con un hermano y vemos que nos estamos enojando, haremos bien en seguir el consejo de Santiago 1:19, 20: “Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. Según las circunstancias, podemos tratar de cambiar de tema, dejar la conversación para otro momento o excusarnos y marcharnos antes de que se caldeen los ánimos (Pro. 12:16; 17:14; 29:11).
7 ¿Cuáles son los beneficios de aplicar este consejo? Cuando nos damos tiempo para tranquilizarnos, orar a Jehová y pensar cómo debemos responder, permitimos que nos guíe el espíritu santo (Pro. 15:1, 28). Eso nos ayudará a manifestar apacibilidad y gran paciencia. Y así estaremos mejor preparados para seguir la exhortación de Efesios 4:26, 29: “Estén airados, y, no obstante, no pequen [...]. No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido, sino todo dicho que sea bueno para edificación según haya necesidad, para que imparta lo que sea favorable a los oyentes”. Sin duda alguna, al vestirnos de apacibilidad y gran paciencia, contribuimos a que reinen la paz y la unidad en la congregación.
La benignidad y la bondad reaniman a la familia
8, 9. ¿Qué son la benignidad y la bondad, y qué efecto tienen en el ambiente del hogar?
8 (Léase Efesios 4:31, 32; 5:8, 9.) ¡Cuánto nos reaniman en un día de calor una brisa suave y una bebida fría! Pues así de reconfortantes son la benignidad y la bondad. En el hogar, contribuyen a que el ambiente sea agradable. Ahora bien, ¿qué implican estos dos aspectos del fruto del espíritu? El término original para “benignidad” se refiere a la cualidad de quien realiza actos serviciales y usa palabras amables debido al interés sincero que siente por los demás. Al igual que la benignidad, la palabra que se traduce “bondad” se refiere a la virtud que se manifiesta en la práctica ayudando con generosidad a los demás (Hech. 9:36, 39; 16:14, 15). No obstante, la bondad implica algo más.
9 La bondad es excelencia moral. Influye en lo que hacemos, pero, más importante aún, en lo que somos. Ocurre igual que con la fruta que una madre corta en pedazos y sirve a su familia. Debe estar dulce y bien madura, sin defectos ni por dentro ni por fuera. Del mismo modo, la bondad que produce el espíritu santo va de dentro a fuera, extendiéndose a todas las facetas de la vida del cristiano.
10. ¿Qué ayudará a las familias a cultivar el fruto del espíritu?
10 ¿Qué ayudará a las familias cristianas a tratarse con benignidad y bondad? Un factor importante es el conocimiento exacto de la Palabra de Dios (Col. 3:9, 10). Hay padres que deciden estudiar el fruto del espíritu en la Noche de Adoración en Familia. ¿Podría hacerlo usted? No es difícil. Valiéndose de las herramientas de investigación disponibles en su idioma, busque información sobre cada uno de los aspectos del fruto del espíritu. Podría analizar solo unos cuantos párrafos en cada sesión y dedicar varias semanas a cada aspecto. Cuando examinen juntos las publicaciones, lean y comenten los textos citados. Luego, piensen en aplicaciones prácticas de lo que han aprendido y pídanle a Jehová que bendiga sus esfuerzos (1 Tim. 4:15; 1 Juan 5:14, 15). Ahora bien, ¿de verdad influirá esto en cómo se tratan en su hogar?
11, 12. ¿Qué beneficios obtuvieron dos matrimonios al estudiar la bondad y la benignidad?
11 Una pareja joven deseaba tener éxito en su matrimonio, por lo que decidió estudiar a fondo el fruto del espíritu, y más concretamente el aspecto de la bondad. La esposa comenta qué beneficios obtuvieron: “Vimos que la bondad amorosa es una cualidad que implica fidelidad y lealtad, lo cual nos ha ayudado mucho a mejorar nuestra forma de tratarnos. Hemos aprendido a ceder y perdonar, y también a dar las gracias y a disculparnos siempre que hace falta”.
12 Otro matrimonio se puso a estudiar la benignidad. ¿Por qué razón? Porque se percataron de que sus problemas se debían a que no estaban cultivando esa cualidad en su relación. El esposo explica los resultados: “Aprendimos que, en vez de pensar siempre mal de la otra persona, necesitábamos concedernos el beneficio de la duda y centrarnos en los puntos positivos. Por otro lado, cada uno comenzó a interesarse más en las necesidades del otro. En mi caso, vi que para demostrar más benignidad tenía que animar a mi esposa a expresar su opinión y no ofenderme si no me gustaba lo que decía. Era necesario que me tragara el orgullo. Poco a poco fuimos mejorando, y ya no andábamos tan a la defensiva. Fue todo un alivio”. ¿Qué puede decirse de usted y su familia? ¿Les ayudaría estudiar el fruto del espíritu?
Vivamos nuestra fe tanto en público como en privado
13. ¿Contra qué amenaza tenemos que estar en guardia?
13 Los cristianos debemos seguir la guía del espíritu en todo momento, incluso cuando la gente no nos ve. En la actualidad, el mundo del entretenimiento ha caído muy bajo y difunde por doquier imágenes repugnantes, lo que constituye una seria amenaza contra nuestra espiritualidad. ¿Cómo podemos protegernos contra esta trampa de Satanás? Siguiendo esta exhortación de la Biblia: “Desechen toda suciedad, y esa cosa superflua, la maldad, y acepten con apacibilidad la implantación de la palabra que puede salvar sus almas” (Sant. 1:21). Algo que nos permite mantenernos puros a la vista de Jehová es la fe. Examinemos cómo nos ayuda este aspecto del fruto del espíritu.
14. ¿Cómo lleva la falta de fe al pecado?
14 La verdadera fe implica ver a Jehová como alguien real. Si no lo viéramos así, sería muy fácil que cayéramos en el pecado. Pensemos en lo que sucedió en tiempos de Ezequiel. Dios le reveló al profeta las prácticas detestables que algunos miembros de su pueblo realizaban a escondidas, y le señaló: “¿Has visto, oh hijo del hombre, lo que los de edad madura de la casa de Israel están haciendo en la oscuridad, cada uno en los cuartos interiores de su exhibición? Porque están diciendo: ‘Jehová no nos está viendo. Jehová ha dejado la tierra’” (Eze. 8:12). ¿Notamos la raíz del problema? Creían que Dios no se daba cuenta de sus malas acciones. En efecto, no lo veían como alguien real.
15. ¿Cómo nos protege tener una fe firme?
15 ¡Qué diferente fue José! A pesar de hallarse lejos de los suyos, se negó a acostarse con la esposa de Potifar, su amo. Y expresó la razón al decir: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?” (Gén. 39:7-9). Efectivamente, veía a Jehová como alguien real. Si Dios es igual de real para nosotros, nos negaremos a hacer en privado cosas que le desagraden, entre ellas, entretenernos con imágenes sucias. Tendremos la misma determinación que el salmista que cantó: “Andaré en la integridad de mi corazón dentro de mi casa. No pondré enfrente de mis ojos ninguna cosa que no sirva para nada” (Sal. 101:2, 3).
El autodominio nos ayuda a proteger el corazón
16, 17. a) Según muestra Proverbios, ¿cómo se enredó en el pecado “un joven falto de corazón”? b) Tal como vemos en la página 26, ¿qué problema similar podría afectarnos hoy, sin importar nuestra edad?
16 El último aspecto del fruto del espíritu es el autodominio. Saber controlarnos nos permite rechazar las cosas que Dios condena y nos ayuda a vigilar el corazón (Pro. 4:23). Fijémonos en la escena que describe Proverbios 7:6-23. “Un joven falto de corazón” cae en las redes de una prostituta, quien lo engatusa en “la calle cerca de la esquina de ella”. ¿Qué lo llevó a pasar por allí? Probablemente la curiosidad. El hecho es que, sin darse cuenta, es arrastrado a cometer una locura que atentará contra “su misma alma”, sí, contra su propia vida.
17 ¿Cómo podría haber evitado su desastroso error? Haciendo caso de esta advertencia: “Ni [...] entres en sus veredas” (Pro. 7:25). ¿La lección para nosotros? Si queremos que el espíritu santo nos dirija, no debemos meternos en situaciones que nos expongan a la tentación. Cualquiera podría actuar de forma tan imprudente como el “joven falto de corazón”. Una de las maneras de seguir su mal camino sería ir sin rumbo de un canal a otro de la televisión o de una página a otra de Internet. Aunque la persona no lo haga a propósito, podría toparse con escenas eróticas y terminar cayendo en el vicio de la pornografía. Adoptar este hábito perjudicaría gravemente su conciencia y su relación con Dios, e incluso podría costarle la vida (léase Romanos 8:5-8).
18. ¿Qué medidas podría adoptar un cristiano para vigilar su corazón, y cómo entra en juego el autodominio en estos casos?
18 Por supuesto, si nos encontramos con una imagen excitante no tenemos por qué seguir mirándola: podemos —y debemos— demostrar autodominio tomando de inmediato las medidas oportunas. Claro, es mucho mejor evitar el peligro desde el principio (Pro. 22:3). Damos prueba de autocontrol cuando adoptamos precauciones y las respetamos. Algunos toman la sabia medida de colocar la computadora en una zona del hogar que sea transitada. Otros deciden navegar por la Red o ver la televisión únicamente si están acompañados. Y hay quienes optan por no usar Internet (léase Mateo 5:27-30). En fin, cada uno debe dar los pasos que vea necesario para protegerse a sí mismo y a su familia, de forma que puedan adorar a Jehová con “corazón limpio”, “buena conciencia” y “fe sin hipocresía” (1 Tim. 1:5).
19. ¿Cómo nos beneficiamos al dejar que nos guíe el espíritu?
19 Sin duda, las cualidades que engloba el fruto del espíritu son sumamente beneficiosas. La apacibilidad y la gran paciencia contribuyen a que reine la paz en la congregación. La benignidad y la bondad promueven la felicidad en el hogar. Y la fe y el autodominio nos ayudan a seguir cerca de Jehová y mantenernos limpios a su vista. Por si fuera poco, Gálatas 6:8 nos da esta garantía: “El que esté sembrando con miras al espíritu, segará del espíritu vida eterna”. Efectivamente, tomando como base el sacrificio de Cristo, Jehová empleará su fuerza activa para impartir vida eterna. Pero solo otorgará esta bendición a quienes se dejan guiar por su espíritu.
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