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Exequias para un ex dios¡Despertad! 1989 | 22 de diciembre
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El pasado 7 de enero murió Hirohito, el emperador de Japón, tras haber regido el país por más de sesenta y dos años. Tenía ochenta y siete años de edad. El 24 de febrero, asistieron a sus exequias fúnebres representantes de 164 países. Sin embargo, hubo muchos que titubearon entre asistir o no. ¿Por qué? Además, ¿qué relación hay entre la muerte de Hirohito y la pregunta de nuestra portada: ¿Está vivo su dios?
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Exequias para un ex dios¡Despertad! 1989 | 22 de diciembre
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Pero ¿quién era realmente Hirohito? y ¿qué hizo que su cometido en la historia fuera tan controvertido? El 24 de febrero de 1989, mientras el coche fúnebre que llevaba su ataúd se alejaba del palacio imperial de Tokio en dirección al Parque Shinjuku Gyoen para las exequias nacionales, los millones de telespectadores que, junto con unos doscientos mil concurrentes a lo largo de la carretera, presenciaron el acto, tuvieron la oportunidad de meditar en estas cuestiones.
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Exequias para un ex dios¡Despertad! 1989 | 22 de diciembre
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Sentimientos contradictorios
Muchos de los países que estuvieron en guerra con Japón y a los que este dominó se vieron obligados a justificar ante la opinión pública el envío de sus representantes al funeral de Hirohito. Los coreanos, por ejemplo, aún tenían muy presente ‘las cicatrices que la dominación japonesa dejó en la península de Corea en nombre del emperador’. En la prensa británica se hizo un llamamiento para boicotear el funeral. Muchos no podían olvidar que unos veintisiete mil prisioneros de guerra británicos habían perdido la vida a manos del ejército del emperador.
La situación fue similar en Estados Unidos, donde en gran medida se culpa a Hirohito por las agresiones militares japonesas. Como lo expresó el New York Times al tiempo de su muerte: “Desde su posición encumbrada, pudo haber ayudado a salvar al mundo de una tragedia sin precedentes”.
Incluso en Japón, donde generalmente se ha glorificado a Hirohito como un emperador amante de la paz, algunos creen que pesa sobre él gran parte de la responsabilidad. Katsuro Nakamura recuerda que cuando recibió la noticia de la muerte de su hermano mayor en la guerra, su padre dijo: “A mi hijo lo ha matado ese tal Hirohito”. Masashi Inagaki, otro japonés de edad avanzada, explicó: “Por mucho tiempo le culpé de la guerra en la que tanto sufrimos”. Pero añadió: “Mi sensación de amargura empezó a desvanecerse cuando me di cuenta de que el emperador tenía que cargar con el pasado durante toda su vida”.
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