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“¡Mira! ¡La esclava de Jehová!”Ejemplos de fe
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CAPÍTULO 17
“¡Mira! ¡La esclava de Jehová!”
1, 2. a) ¿Con qué palabras saludó el visitante a María? b) ¿Qué significaría para María la visita de aquel desconocido?
MARÍA levanta la vista y mira asombrada al visitante que ha llegado a su casa. Le llama la atención que él no pregunte por su padre o su madre... ¡Es a ella a quien quiere ver! Aquel desconocido no puede ser de Nazaret, de eso está segura. En una ciudad tan pequeña, los extraños no pasan inadvertidos, y el que tiene delante se destacaría donde fuera. Además, él le ha dirigido un saludo bastante inusual: “Buenos días, altamente favorecida, Jehová está contigo” (lea Lucas 1:26-28).
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“¡Mira! ¡La esclava de Jehová!”Ejemplos de fe
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La visita de un ángel
5. a) ¿Qué revela sobre María la manera en que reaccionó al saludo del ángel Gabriel? b) ¿Qué verdad fundamental prueba el caso de María?
5 Aquel desconocido que visita a María no es un simple hombre, sino el ángel Gabriel. Cuando la llamó “altamente favorecida”, ella “se turbó profundamente” y se preguntó por qué la había saludado de una manera tan extraña (Luc. 1:29). ¿Altamente favorecida por quién? La humilde María no busca el reconocimiento de ningún ser humano, pero el ángel no está hablando de eso, sino que se está refiriendo al favor de Jehová. Y una cosa es segura: María desea recibir el favor divino. Pero, aun así, no da por sentado que ya lo tenga. Si nosotros nos esforzamos por conseguir el favor de Dios y no suponemos altivamente que ya lo tenemos, comprobaremos una verdad fundamental, una verdad que la joven María comprendía muy bien. ¿Cuál es? Que Dios se opone a los altivos y orgullosos, pero ama y apoya a los humildes (Sant. 4:6).
María no dio por sentado que ya tenía el favor de Dios
6. ¿Qué privilegio puso el ángel ante María?
6 Era necesario que María tuviera esa humildad, pues el ángel pone ante ella un privilegio sumamente especial. Le anuncia que va a dar a luz a un niño, el cual llegaría a ser la persona más importante de todos los tiempos. Gabriel le dice: “Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin” (Luc. 1:32, 33). Sin duda, María sabe que, más de mil años antes, Dios le había prometido a David que uno de sus descendientes gobernaría para siempre (2 Sam. 7:12, 13). En efecto, ¡su hijo sería el Mesías que el pueblo de Dios llevaba siglos esperando!
El ángel Gabriel puso ante María un privilegio sin igual
7. a) ¿Qué revela sobre María la pregunta que le hizo al ángel? b) ¿Qué pueden aprender de María los jóvenes de hoy?
7 Por si fuera poco, el ángel añade que sería llamado “Hijo del Altísimo”. ¿Cómo podría una simple mujer dar a luz al Hijo de Dios? Lo que es más, ¿cómo sería posible que María siquiera tuviera un hijo? Está comprometida con José, pero todavía no se han casado, así que pregunta con franqueza: “¿Cómo será esto, puesto que no estoy teniendo coito con varón alguno?” (Luc. 1:34). Observe que, para María, ser virgen no es ninguna vergüenza. Muy al contrario, valora muchísimo su castidad. Hoy en día, numerosos jóvenes de ambos sexos están ansiosos por dejar de ser vírgenes y se burlan de quienes aún lo son. Ciertamente, el mundo ha cambiado mucho, pero Jehová no (Mal. 3:6). Como en los tiempos de María, Dios siente gran aprecio por quienes obedecen sus normas morales (lea Hebreos 13:4).
8. ¿Cómo podía María, que era imperfecta, tener un hijo perfecto?
8 Aunque María es una fiel sierva de Dios, no deja de ser una mujer imperfecta. ¿Cómo va a producir un niño perfecto, al propio Hijo de Dios? Gabriel le explica: “Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios” (Luc. 1:35). “Santo” significa limpio, puro, sagrado. Los seres humanos siempre han transmitido a sus descendientes el pecado y la imperfección. Pero en este caso, Jehová realizará un milagro sin precedentes: transferirá la vida de su Hijo desde el cielo a la matriz de María y con su fuerza activa —el espíritu santo— la “cubrirá”, protegiendo así al bebé de toda mancha del pecado. ¿Cree María en la promesa del ángel? ¿Qué le responde?
La respuesta de María
9. a) ¿Qué pasan por alto algunas personas en el relato sobre María? b) ¿Cómo fortaleció Gabriel la fe de María?
9 Hay quienes ven con cierta desconfianza este relato. Incluso a algunos teólogos de la cristiandad les cuesta creer que una virgen pudiera quedar embarazada. A pesar de todos sus estudios, no llegan a captar la sencilla verdad que expresó el ángel Gabriel: “Con Dios ninguna declaración será una imposibilidad” (Luc. 1:37). María no duda de las palabras del ángel, pues es una joven de gran fe. Pero no se trata de una fe ciega, de simple credulidad. Al igual que cualquier persona razonable, María basa su fe en pruebas. Gabriel entonces le aporta más pruebas aún. Le dice que Elisabet, una pariente suya que es estéril y ya está bastante mayor, ha quedado embarazada por un milagro de Dios.
10. ¿Qué dificultades presentaba el privilegio que se le dio a María?
10 ¿Qué decidirá hacer María? Tiene ante sí una misión que cumplir y cuenta con suficientes pruebas de que Dios hará todo lo que el ángel le ha anunciado. Sin duda se siente inmensamente privilegiada, pero ¡hay tanto envuelto en esa decisión! Para empezar, tiene que pensar en su compromiso con José. ¿Querrá él tomarla por esposa cuando se entere de que está embarazada? Por otro lado, tal vez se sienta abrumada por la responsabilidad. Al fin y al cabo, su comisión implica llevar en sus entrañas al ser que Dios considera más valioso: nada menos que a su amado Hijo. Luego tendrá que cuidarlo mientras sea un bebé indefenso y protegerlo de este mundo malvado. ¡Qué gran responsabilidad!
11, 12. a) ¿Cómo reaccionaron algunos siervos fieles de Dios cuando se les encomendaron tareas difíciles? b) ¿Qué revela sobre María lo que le contestó al ángel Gabriel?
11 La Biblia muestra que, en ocasiones, hubo siervos fieles de Dios —hombres hechos y derechos— que dudaron a la hora de aceptar misiones difíciles que él les confió. Moisés afirmó que no tenía la fluidez necesaria para hablar en nombre de Dios (Éx. 4:10). Jeremías dijo que no era más que “un muchacho”, que era demasiado joven para encargarse de la tarea que Dios le había encomendado (Jer. 1:6). ¡Y Jonás incluso huyó para no tener que cumplir con su comisión! (Jon. 1:3.) Pues bien, ¿qué contestó María?
12 Hasta el día de hoy, sus palabras emocionan a los siervos de Dios por la sencillez, humildad y obediencia que reflejan. Ella le dijo a Gabriel: “¡Mira! ¡La esclava de Jehová! Efectúese conmigo según tu declaración” (Luc. 1:38). Las esclavas jóvenes eran las siervas de más baja condición; su vida estaba completamente en manos de su amo. Eso era lo que sentía María hacia su Amo, Jehová. Ella sabía que él es leal con quienes le son leales y que la bendeciría si cumplía lo mejor que pudiera con aquella difícil misión, así que se sentía a salvo en sus manos (Sal. 18:25).
María se sentía a salvo en las manos de Jehová, el Dios leal
13. ¿Cómo nos puede ayudar el ejemplo de María cuando nos parezca que Dios nos pide algo difícil o hasta imposible?
13 Puede que a veces Dios nos pida cosas que nos parezcan difíciles o hasta imposibles. No obstante, en su Palabra nos da razones de sobra para confiar en él, para ponernos en sus manos como hizo María (Prov. 3:5, 6). ¿Seguiremos su ejemplo? Si así lo hacemos, Dios nos bendecirá y nuestra fe en él se hará aún más fuerte.
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