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    Anuario de los testigos de Jehová 1999
    • Se celebra la victoria en Berlín

      Pasada la época de la opresión comunista, los hermanos tenían que celebrarlo. Por encima de todo, anhelaban reunirse para expresar a Jehová públicamente su gratitud por la oportunidad que se les presentaba entonces de servirle con mayor libertad.

      En cuanto cayó el muro, en noviembre de 1989, el Cuerpo Gobernante dio instrucciones de que se comenzaran los preparativos para tener una asamblea internacional en Berlín. Enseguida se formó el equipo de organizadores. La noche del 14 de marzo de 1990, el grupo tenía programada una reunión para hablar sobre los preparativos de la asamblea. Helmut Martin aún recuerda el momento en que el superintendente de asamblea nombrado, Dietrich Förster, le pidió que anunciara a los hermanos reunidos que a primeras horas de ese día se había concedido el reconocimiento legal a los testigos de Jehová de Alemania oriental. En efecto, la proscripción se había acabado oficialmente.

      Como la asamblea se estaba preparando relativamente tarde, el Estadio Olímpico ya tenía ocupados todos los fines de semana, por lo que se programó que se celebrara del martes 24 al viernes 27 de julio. Cuando llegó el momento de preparar las instalaciones, los hermanos solo tuvieron un día, y después de la asamblea no les quedó más que unas horas para desmantelarlo todo.

      Así, el lunes 23 de julio, ya había cientos de voluntarios en el estadio a las cinco de la mañana. Gregor Reichart, de la familia Betel de Selters, recuerda que “los hermanos de Alemania del Este se pusieron a trabajar con entusiasmo, como si lo hubieran estado haciendo durante años”. Un administrador del estadio dijo más tarde que estaba encantado de que “por primera vez se limpiaran a fondo las instalaciones”.

      Unos nueve mil quinientos germanos orientales viajaron a la asamblea en trece trenes fletados, y otros llegaron en doscientos autobuses también alquilados. Un anciano cuenta que cuando contrataba uno de los trenes, le dijo a un funcionario de ferrocarriles que estaba previsto que solo de los alrededores de Dresde llegarían tres. Sorprendido, el funcionario abrió los ojos como platos y preguntó: “¿De verdad hay tantos testigos de Jehová en Alemania oriental?”.

      Para quienes viajaron en los trenes fletados, la asamblea dio comienzo antes de llegar a Berlín. “Nos reunimos en la estación de ferrocarril de Chemnitz y subimos al tren reservado para nosotros —recuerda Harald Pässler, anciano de Limbach-Oberfrohna—. El viaje a Berlín fue inolvidable. Tras largos años de proscripción, durante los cuales realizamos nuestra obra en grupos pequeños en la clandestinidad, de repente era posible ver a muchos hermanos a la vez. Durante todo el viaje, nos juntamos en los diversos compartimentos y hablamos con hermanos a los que no habíamos visto por años, incluso décadas. Fue indescriptible el gozo que sentimos al reencontrarnos. Todos habíamos envejecido varios años, pero habíamos aguantado fielmente. Nos recibieron en la estación de Berlín-Lichtenberg, y mediante altavoces nos dirigieron a diversos puntos de reunión, donde los hermanos berlineses nos esperaban con grandes letreros. Fue una experiencia completamente nueva salir del anonimato. Vivimos personalmente algo que hasta entonces solo conocíamos de oídas o por las publicaciones: somos de verdad una gran hermandad internacional.”

      Para muchos Testigos se trató, efectivamente, de su primera asamblea. “Todos estábamos emocionados cuando recibimos la invitación”, recuerda Wilfried Schröter. Dado que él se dedicó en 1972, durante la proscripción, comprendemos sus sentimientos. “Semanas antes de la asamblea teníamos una emoción febril. Yo, como muchos otros hermanos, nunca había vivido nada similar. Era sencillamente inconcebible el que fuéramos a ver a una hermandad internacional reunida en un enorme estadio.”

      ¡Cuántas veces habían anhelado los hermanos de Berlín Este atravesar los pocos kilómetros de la ciudad que los separaban del lugar donde tenían la asamblea sus hermanos! Por fin podían hacerlo.

      Asistieron casi cuarenta y cinco mil hermanos de 64 países, entre ellos siete miembros del Cuerpo Gobernante, que fueron a compartir la alegría de sus hermanos cristianos de Alemania oriental en esa ocasión trascendental. En ese estadio, el Tercer Reich había tratado de aprovechar los Juegos Olímpicos de 1936 para impresionar al mundo con sus logros. Ahora retumbaban nuevamente los estruendosos aplausos en el estadio, pero esta vez no para ensalzar a algún atleta o por orgullo patriótico. Los asistentes eran miembros de una familia internacional del pueblo de Jehová verdaderamente feliz, y motivaban sus aplausos el agradecimiento a Jehová y el aprecio por las valiosas verdades de su Palabra. En esta ocasión se presentaron para inmersión en agua 1.018 personas, la mayoría de las cuales habían aprendido la verdad en Alemania del Este bajo la proscripción.

      Quienes mejor podían comprender los sentimientos de los hermanos de Alemania del Este tal vez fueran los aproximadamente cuatro mil quinientos entusiastas representantes de Polonia, país colindante. También ellos habían aguantado muchos años de proscripción y hacía poco que habían tenido su primera asamblea grande en muchos años. Un Testigo polaco escribió más tarde: “Los hermanos de Polonia agradecieron enormemente el espíritu de sacrificio de sus vecinos del oeste, quienes les dieron gratis el alojamiento, la comida y el transporte a la sede de la asamblea, sin lo cual a muchos de nosotros nos hubiera resultado imposible asistir”.

      Los hermanos de Alemania occidental, para quienes era normal disfrutar de las asambleas en libertad, quedaron, de todas formas, profundamente impresionados. “Daba gusto ver a varios hermanos mayores fieles —algunos de los cuales habían sido perseguidos no solo durante los cuarenta años del régimen comunista, sino también durante el Tercer Reich— sentados en la sección reservada que habían ocupado Adolf Hitler y otros jerarcas nazis”, comentó Klaus Feige, de la familia Betel de Selters. Esta sección escogida del estadio se reservó amorosamente para los hermanos mayores e impedidos. ¡Qué impresionante símbolo del Reino de Dios, triunfante ahora sobre las fuerzas políticas que habían conspirado para detener su marcha hacia la victoria final!

      Se facilitan lugares de reunión

      Inmediatamente después de levantarse la proscripción en Alemania oriental, se dispuso que los hermanos del país se beneficiaran del programa regular de asambleas del que disfrutan los siervos de Jehová en todo el mundo. Antes incluso de que se reorganizaran por completo los circuitos, se invitó a las congregaciones a ir a los días especiales de asamblea y a las asambleas de circuito de Alemania occidental. Al principio, la asistencia se repartía a partes iguales entre publicadores de Alemania occidental y de la oriental. De ese modo se reforzaron los vínculos de la hermandad, y se dio a los hermanos del Este la oportunidad de trabajar con los del Oeste y así aprender los procedimientos que se siguen en las asambleas.

      Cuando los circuitos se organizaron, se invitó a los hermanos del Este a utilizar los Salones de Asambleas de Alemania occidental. Cinco de ellos estaban suficientemente cerca de la anterior frontera como para que fuera factible: los de Berlín, Múnich, Büchenbach, Möllbergen y Trappenkamp. De todas formas, en cuanto fue posible se iniciaron las obras de un Salón de Asambleas en Alemania oriental. Se encuentra en Glauchau, cerca de Dresde, y se dedicó el 13 de agosto de 1994. Actualmente es el mayor Salón de Asambleas de los testigos de Jehová de Alemania, pues tiene un aforo de 4.000 personas.

      También se prestó atención a la construcción de Salones del Reino. Habían estado prohibidos en la República Democrática Alemana, pero ahora se necesitaban para atender a los más de veinte mil Testigos de la zona. El modo en que se efectuó la construcción provocó el asombro de otras personas.

      Un periódico escribió lo siguiente sobre la construcción de un Salón del Reino en Stavenhagen: “La manera de erigir el edificio y la rapidez con que se está haciendo ya ha dejado asombrados a numerosos observadores. [...] Levantaron el edificio unos doscientos cuarenta obreros especializados de 35 oficios distintos, todos ellos testigos de Jehová voluntarios. Todo lo hicieron en un fin de semana y sin cobrar”.

      Otro periódico escribió sobre un Salón construido en la ciudad de Sagard, en la isla báltica de Rügen: “Unas cincuenta personas de ambos sexos, industriosas como abejas, están preparando los cimientos del edificio. Pero no reina la confusión. El ambiente es sorprendentemente relajado y amigable. A pesar de la obvia velocidad a la que trabajan, nadie parece nervioso y nadie habla con brusquedad a otros trabajadores, como ocurre en la mayoría de las obras”.

      Para finales de 1992, se habían construido siete Salones del Reino, que utilizaban dieciséis congregaciones, y estaban confeccionados los planos de unos treinta más. En 1998, más del setenta por ciento de las congregaciones de la anterior Alemania oriental ya se reunían en sus propios Salones del Reino.

      Emocionantes asambleas internacionales

      Cuando las restricciones oficiales iban levantándose en un país tras otro de Europa oriental, el Cuerpo Gobernante dispuso que se celebraran asambleas en esos lugares. Estas fueron ocasiones de edificación espiritual en las que se animó a los hermanos a mantener muy presente la obra que Dios ha encargado a sus siervos (Mat. 6:19-24, 31-33; 24:14). Dado que, durante años, muchos Testigos de estos lugares solo habían podido reunirse en grupos pequeños, estas asambleas les permitieron conocer a otros Testigos y recibir estímulo al ver la prueba de la bendición de Jehová sobre su aguante fiel. También se invitó a representantes de otros países, a fin de que los hermanos sintieran en mayor medida que pertenecen a una hermandad internacional. Muchos de estos representantes eran de Alemania. Hubo una buena representación de ellos en las asambleas internacionales celebradas entre 1989 y 1993 en Polonia, Hungría, Checoslovaquia y la anterior Unión Soviética.

      El día antes de que diera comienzo la Asamblea Internacional “Amadores de la Libertad Piadosa” de 1991 en Praga, en la actual República Checa, el periódico Lidové noviny informó de la sobresaliente labor realizada por un grupo de unos cuarenta Testigos que instalaron “el equipo de sonido que les prestaron sus ‘hermanos de Alemania’”. Los hermanos alemanes no solo prestaron el equipo de sonido, sino que también formaron parte del grupo que lo instaló. Estaban encantados de hacer partícipes así a sus hermanos checos de su experiencia de décadas celebrando asambleas. Si bien la cantidad de representantes alemanes en las asambleas internacionales se limitaba, por regla general, a unos cientos, a la asamblea de Praga se invitó a 30.000. ¡Y qué asamblea tan maravillosa fue esta!

      Dieter Kabus, que había servido de superintendente de distrito en Checoslovaquia en 1955 y asistió a esta asamblea en calidad de representante de Alemania, escribió: “Cuando se presentó la Traducción del Nuevo Mundo [que ahora se imprime en las prensas de la Sociedad], todos los presentes se levantaron del asiento y el entero estadio estalló en un aplauso espontáneo, que pareció no tener fin. Todos nos abrazamos unos a otros; miles se echaron a llorar de alegría sin ninguna vergüenza. Recordamos la época en que en un campo de prisioneros, dieciséis hermanos contábamos con una sola Biblia. Tras finalizar el programa, muchos se quedaron durante más de una hora cantando cánticos y disfrutando del maravilloso compañerismo”.

      Al año siguiente, 1992, los representantes alemanes también estuvieron en la asamblea internacional de San Petersburgo (Rusia). Algunos tal vez recuerden que no faltaron contratiempos, al menos en lo que toca al alojamiento de la delegación alemana. Pero hasta esta circunstancia resultó en un testimonio. Cuando se avisó con poca antelación a un grupo de representantes que era necesario que se trasladaran de un hotel a otro, la traductora rusa del grupo, una mujer de 50 años, estaba tan impresionada por la conducta de los Testigos que exclamó: “¡Ustedes no son normales! ¡No gritan ni se molestan!”. De mayor interés para ellos fue, sin embargo, el espíritu de sus amados hermanos rusos. Tras la asamblea, un representante alemán escribió: “No puede explicarse con palabras cuánto agradecieron el programa los hermanos. No tenían Biblias ni cánticos [entonces aún había pocos en Rusia], pero escucharon expectantes y atentos lo que Jehová tenía que decirles”.

      Al año siguiente, más de mil doscientos Testigos alemanes asistieron a las asambleas internacionales de Moscú (Rusia) y Kiev (Ucrania). Cuando regresaron a casa, tenían historias muy emocionantes que contar. Uno de los representantes fue Titus Teubner, superintendente viajante desde 1950, quien dijo: “Le había prometido a mi esposa que si alguna vez se abría la obra en el Este, yo sería uno de los que asistirían a la primera asamblea de Moscú”. Después de hacerlo, en 1993, dijo: “Me pareció casi un milagro poder distribuir revistas sobre el gobierno de Dios en la plaza Roja”. Otro representante escribió: “Asistimos a esta asamblea para animar a los hermanos rusos, y seguramente lo hicimos. Pero también ocurrió lo contrario. Los hermanos rusos nos animaron a nosotros de manera extraordinaria mediante su ejemplo de amor, gratitud, fidelidad y aprecio”.

      Los miembros de la familia Betel de Selters no podían menos que sentirse agradecidos por el privilegio de servir a esos fieles hermanos. La gratitud por tal privilegio aumentó cuando escucharon las noticias que daban los conductores de los camiones de Betel que regresaban de entregar artículos en otros países. Estos contaban del entusiasmo con que se les acogía, la alegría que sentían los hermanos al ayudar a descargar los suministros incluso tarde en la noche y las oraciones unidas que hacían antes de decir adiós con la mano a quienes les habían llevado los suministros.

      Se construye más para satisfacer necesidades urgentes

      Las proscripciones se estaban levantando en un lugar tras otro de Europa oriental. Se celebraban grandes asambleas, y la predicación de las buenas nuevas se aceleraba. La demanda de publicaciones bíblicas para cubrir las necesidades de esa parte del campo aumentaba rápidamente. ¿Cómo se satisfaría? Se invitó a la sucursal alemana a tener una mayor participación en suministrarlas.

      En 1988, antes de la caída del muro de Berlín, el Cuerpo Gobernante ya había autorizado la ampliación en un 50% de las instalaciones de la sucursal. Al principio, al Comité de Sucursal no se le hizo fácil ver la necesidad de tal expansión, pues solo cuatro años antes se había dedicado un complejo grande y completamente nuevo. De todas formas, los hermanos presentaron una solicitud ante los funcionarios de la administración local. El hermano Rudtke recuerda: “Cuando presentamos los planos, el concejal de urbanismo de Selters me dijo casi en un susurro: ‘Les recomiendo que construyan lo más posible, porque las autoridades no volverán a darles permiso para ampliar’. Esas palabras nos hicieron pensar”. Sorprendentemente, en pocos meses se había conseguido el permiso de los diferentes departamentos del gobierno, y la expansión del 50% propuesta en un principio había pasado a ser del 120%.

      La construcción propiamente dicha dio comienzo en enero de 1991. Parece ser que no todos los hermanos estaban convencidos de que hiciera falta ampliar, como lo demuestra la lenta respuesta a los anuncios que pedían trabajadores especializados que colaboraran en las obras, así como el limitado apoyo económico. ¿Qué podía hacerse?

      Seguramente, los hermanos solo necesitaban estar mejor informados, por lo que el 3 de octubre de 1991 se celebraron reuniones especiales con ciertos ancianos en todos los Salones de Asambleas de Alemania. Se explicó que la producción de libros en la sucursal alemana casi se había triplicado en la década anterior. Se había levantado la proscripción en Polonia, Hungría, Alemania oriental, Rumania, Bulgaria, Ucrania y la Unión Soviética. Se estaban enviando publicaciones a naciones muy alejadas de las fronteras alemanas, pues los publicadores de esos países suplicaban que se las mandaran. A Selters se le había pedido que desempeñara un papel importante en suministrárselas. Una vez que los hermanos vieron claramente la necesidad, su apoyo fue generoso.

      En realidad, la falta de respuesta inicial resultó ventajosa. ¿Por qué? En lugar de confiar únicamente en los voluntarios de Alemania, la sucursal decidió valerse de una provisión hecha por el Cuerpo Gobernante en 1985, a saber, un programa de construcción voluntaria internacional. Antes de que finalizaran las obras en Alemania, 331 voluntarios de diecinueve países distintos habían servido junto con la familia Betel.

      También muchos Testigos alemanes colaboraron en las obras, la mayoría durante sus vacaciones. Entre ellos hubo unos dos mil publicadores de la anterior Alemania del Este, la mayor parte de los cuales probablemente no soñaron jamás durante la proscripción que algún día trabajarían en Betel.

      El fin de semana de la dedicación

      Todos los testigos de Jehová de Alemania habían colaborado en esta obra, bien dando apoyo físico o económico, bien mediante sus oraciones. Selters era su Betel, un complejo al que se habían hecho grandes ampliaciones y que ahora ellos querían dedicar a Jehová. Por tal motivo, mucho antes de que la construcción llegara a su fin, se dispuso que toda la hermandad de Alemania y muchos invitados del extranjero se reunirían para celebrarlo.

      El programa dio comienzo la mañana del sábado 14 de mayo de 1994, e hizo hincapié en que una “puerta grande que conduce a la actividad” se abría en Europa oriental (1 Cor. 16:9). Fortaleció la fe escuchar a los hermanos de esos países hablar personalmente de los magníficos aumentos de los que ya disfrutaban y las perspectivas de más crecimiento. El entusiasmo que reinó ese día entre las 3.658 personas reunidas en Selters, se prolongó hasta el domingo. Se invitó a todos los testigos de Jehová alemanes a reunirse en seis estadios alquilados para la ocasión, en Bremen, Colonia, Gelsenkirchen, Leipzig, Nuremberg y Stuttgart.

      Decenas de miles de personas guardaron silencio expectantes cuando el programa comenzó simultáneamente en las seis sedes. Tras un breve repaso del programa de dedicación del sábado en Selters, los representantes extranjeros dieron más informes conmovedores. Los momentos más destacados llegaron con los discursos que presentaron tres miembros del Cuerpo Gobernante en Gelsenkirchen, Leipzig y Stuttgart, respectivamente. Para provecho de los oyentes que estaban en las otras tres sedes, los discursos se transmitieron por línea telefónica. Se animó a los 177.902 asistentes a permanecer fuertes en la fe y resistir todo intento de hacerles aflojar el paso. ¡Era el momento de tomar acción! Jehová había abierto inesperadamente la puerta a la expansión en la Europa oriental, y no debía permitirse que nada impidiera la realización de esta obra. Antes de inclinar la cabeza en agradecimiento a Jehová, los presentes unieron las voces para cantar: “Hermanos por diez millares / junto a mí están, / cada uno fiel testigo / en su integridad”. Pocas veces ha habido una manifestación mayor de la unidad y la resolución que caracterizan al pueblo de Jehová.

      Aunque el magnífico fin de semana de la dedicación había concluido, la expansión continuaba. A primeras horas de la mañana siguiente, los obreros de la construcción estaban de nuevo trabajando. Debido a que la Sociedad acababa de poner en marcha un nuevo sistema de almacenamiento para evitar duplicación de trabajo y gastos innecesarios, hacía falta más espacio para acomodar los envíos en Selters.

      En 1975, la sucursal de Alemania produjo 5.838.095 libros y 25.289.120 revistas. Dos décadas después, durante el año de servicio de 1998, la producción había aumentado a 12.330.998 libros, 199.668.630 revistas y 2.656.184 casetes. Este enorme incremento se debió sobre todo a la demanda de los países de Europa oriental.

      Al irse levantando la proscripción en un país tras otro, Selters comenzó a enviar publicaciones a más lugares del este de Europa. De hecho, a veintiún países de Europa oriental y Asia se les mandó el 68% de la producción de publicaciones de Selters entre mayo de 1989 y agosto de 1998, esto es, 58.793 toneladas, una cantidad equivalente a una fila de 2.529 camiones, cada uno de ellos cargado con 23 toneladas de publicaciones.

      Se construye, pero también se predica

      Desde 1975, los testigos de Jehová han realizado muchas construcciones. Y, al igual que Noé, quien además de ser constructor, fue “predicador de justicia”, procuran mantener el equilibrio entre sus obligaciones (2 Ped. 2:5). Reconocen que la construcción es una faceta importante de la adoración verdadera en la actualidad, pero, al mismo tiempo, mantienen la vista enfocada claramente en la importancia y la urgencia de predicar las buenas nuevas.

      De hecho, el Departamento de Servicio observa que la actividad extra relacionada con las obras de Selters resultó, en realidad, en un aumento en la cantidad de horas dedicadas al servicio del campo. Y, por supuesto, levantar edificios teocráticos constituyó en sí mismo un testimonio. Los Salones del Reino de construcción rápida y los Salones de Asambleas han sido motivo constante de asombro para los observadores. Los edificios que con celo y devoción construyen los testigos de Jehová contribuyen a dirigir la atención de la gente a las buenas nuevas que predican. Las personas honradas sienten curiosidad por saber cuál es la fuerza que motiva a los testigos de Jehová a actuar de un modo que no ven en otras confesiones religiosas.

      ¿Qué ocurrió con la propiedad de Magdeburgo?

      Uno de los Salones del Reino dedicados durante este período estaba en Magdeburgo. En 1923, la Sociedad trasladó la sucursal alemana de Barmen a esa ciudad. Allí se construyó, en los años 1927 y 1928, un digno salón de asambleas con capacidad para 800 personas. El agradecimiento que los hermanos sentían por el libro de la Sociedad Watch Tower titulado El Arpa de Dios les hizo darle el nombre de Salón del Arpa. Su pared posterior se decoró con un relieve del rey David tocando ese instrumento.

      En junio de 1933, los nazis confiscaron la propiedad de la Sociedad en Magdeburgo, cerraron la fábrica e izaron la esvástica en los edificios. Tras la II Guerra Mundial, se devolvió la propiedad a los Testigos, pero no por mucho tiempo. En agosto de 1950, la expropiaron los funcionarios comunistas.

      En 1993, tras la reunificación alemana, se restituyó a la Sociedad una gran sección de la propiedad y se le dio una indemnización por la mayor parte del resto. En la sección que se devolvió se encontraba el antiguo Salón del Arpa. Tras varios meses de trabajos de restauración de la propiedad, Magdeburgo contó con un adecuado y necesario Salón del Reino.

      “Es la tercera vez que se dedican estos edificios: la primera fue en los años veinte; luego, en 1948, y ahora, de nuevo, en 1995”, dijo Peter Konschak durante la ceremonia de dedicación. Willi Pohl, representante del Comité de Sucursal de Alemania, presentó el discurso de dedicación. De joven había servido en el Betel de Magdeburgo. De hecho, en 1947, cuando Hayden Covington, de la sede mundial, dirigió la palabra a los hermanos en ese mismo salón, el hermano Pohl fue su intérprete. “Pueden imaginarse cómo me siento dando este discurso”, confesó a los 450 invitados.

      Hoy día, las diversas congregaciones de Magdeburgo que se reúnen habitualmente en el antiguo Salón del Arpa, constituyen una prueba viva de la veracidad de lo que Jehová dijo a sus siervos e Isaías puso por escrito hace más de dos mil setecientos años: “Sea cual sea el arma que se forme contra ti, no tendrá éxito”. O como recordó en cierta ocasión el rey Ezequías a sus hombres, “con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y para pelear nuestras batallas” (Isa. 54:17; 2 Cró. 32:8).

      El Departamento de Traducción

      Un aspecto importante de la obra que se realiza en la sucursal de Alemania tiene que ver con la traducción. El Departamento de Traducción al Alemán se trasladó de Berna (Suiza) a Wiesbaden en 1956. Entonces lo componían únicamente cuatro personas. Alice Berner y Erika Surber, que formaban parte de ese grupo, sirvieron allí fielmente hasta su muerte. Anny Surber, también del equipo original, aún sirve en el departamento. Este ha ido creciendo con el paso de los años, de modo que, actualmente los Testigos alemanes no solo reciben las revistas La Atalaya y ¡Despertad! en su idioma al mismo tiempo que en inglés, sino también los libros, en la mayoría de los casos.

      Ya en los años sesenta, en Alemania se traducían algunas publicaciones al ruso y al polaco, además de al alemán. Supervisaba ese trabajo el Departamento de Servicio Extranjero, que se encargaba de la obra en varios países donde estaba proscrita, entre ellos Alemania oriental, Polonia y la Unión Soviética.

      Cuando fue factible, se invitó a Selters a algunos traductores experimentados de Polonia y a varios posibles traductores de la Unión Soviética. En Selters contaban con el material necesario, y también se encontraban en alrededores agradables en los que recibir más preparación para su trabajo. Podían beneficiarse asimismo de la experiencia de los traductores al alemán, que les ofrecían pautas útiles sobre cómo resolver problemas comunes a todos los traductores, independientemente del idioma. Los miembros de la familia Betel de Selters enseguida se encariñaron mucho con esos traductores.

      Por supuesto, la preparación era temporal. Andando el tiempo, los traductores tenían que regresar a sus países de origen. Así, en 1992, tras la dedicación del nuevo Betel ubicado en las proximidades de Varsovia (Polonia) y la finalización de una obra importante, los traductores polacos que estaban en Alemania se unieron al resto del equipo de traducción en su país natal.

      Antes de que los traductores polacos se fueran, comenzaron a llegar para recibir preparación otros posibles traductores, en este caso, rusos y ucranianos. Los cinco primeros llegaron a Selters el 27 de septiembre de 1991, y el resto, más tarde. En total, han venido más de treinta.

      En enero de 1994, los traductores al ruso se fueron para instalarse en el Betel que se estaba construyendo en Solnechnoye, cerca de San Petersburgo. Y al momento de escribir este reportaje, los traductores ucranianos preveían para un futuro cercano su traslado al nuevo Hogar Betel proyectado para Ucrania. De vez en cuando, también han trabajado en Selters otros equipos de traducción, que se han beneficiado de la ayuda brindada. Todo ello sirve de recordatorio continuo del propósito de Jehová de reunir a personas “de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas”, con la perspectiva de que compongan la “nueva tierra”, el fundamento de la sociedad humana dedicada a servir al único Dios verdadero, Jehová (Rev. 7:9, 10; 2 Ped. 3:13).

      Centro de seminarios internacionales

      La buena ubicación de la sucursal alemana ha atraído a muchos visitantes. En Frankfurt se dice que el Aeropuerto Rhein-Main es la mayor puerta de entrada de pasajeros de la Europa continental. Como Selters está a menos de 60 kilómetros [40 millas] de ese aeropuerto, para muchos Testigos, incluso para quienes solo hacen escala, ha sido reconfortante visitar brevemente las instalaciones y disfrutar durante un rato de la hospitalidad de la familia de la sucursal.

      Selters también ha resultado ser un buen centro de celebración de seminarios internacionales y reuniones de consulta entre los representantes de varias sucursales. Así, en 1992 el Comité de Publicación del Cuerpo Gobernante organizó una reunión de cuatro días entre representantes de dieciséis sucursales europeas y hermanos de Brooklyn. El objetivo era coordinar su trabajo a fin de garantizar un amplio suministro de alimento espiritual para todas las sucursales de Europa, incluidas las de países con dificultades económicas.

      Antes de eso, los testigos de Jehová de Alemania ya ofrecían las publicaciones bíblicas sin costo a las personas interesadas en leerlas, lo que, sin duda, refuta la acusación de los opositores de que la Sociedad Watch Tower vende publicaciones con fines lucrativos.

      Tras el seminario celebrado en Selters, este sistema se extendió por todo el continente, lo cual ha resultado de especial beneficio en Europa oriental, donde muchísimas personas ansían el alimento espiritual, pero normalmente están en apuros económicos. ¿Cómo se sufragan, entonces, los gastos de la obra mundial del Reino? Mediante donaciones no solicitadas hechas por los testigos de Jehová y otras personas agradecidas. ¿Por qué entregan esas donaciones? Hay quien lo hace porque ve el valor de dar a la mayor cantidad posible de personas la oportunidad de aprender que aplicando los principios bíblicos, su vida puede mejorar en la actualidad (Isa. 48:17; 1 Tim. 4:8). A otras personas las motiva también el deseo de contribuir de este modo a que las buenas nuevas del Reino de Dios lleguen a gente de todas las naciones, antes de que Dios ponga fin al presente sistema de cosas malvado (Mat. 24:14).

      En un segundo seminario que tuvo lugar más adelante en 1992, se trató la propuesta de la sucursal de Alemania de enviar las publicaciones directamente a las congregaciones de los países europeos, en lugar de mandarlas a las sucursales para que estas las remitieran a su vez a las congregaciones, como se hacía hasta entonces. En un tercer seminario (abril de 1993), se adoptaron medidas para incluir en este sistema a seis países de Europa central. En febrero de 1994 se celebró en Viena (Austria) un seminario para los países de Europa oriental, donde se dispuso que se beneficiaran del sistema las congregaciones de otros diecinueve países.

      Las ventajas son patentes. Se reducen los gastos porque no se precisa almacenar publicaciones en cada sucursal, por lo que ya no hacen falta grandes departamentos de envíos en cada país. En algunos lugares se ha eliminado la necesidad de ampliar las instalaciones de Betel existentes. Y cuando se construyen nuevos hogares Betel, ya no es preciso hacerlos tan grandes, pues el almacenamiento, empaquetado y envío se realiza en Alemania.

      Mientras que en 1989 la sucursal de Alemania tenía en existencia unos dos mil artículos en 59 idiomas, en 1998 disponía de 8.900 artículos en 226 idiomas. En abril de 1998, la sucursal de Selters enviaba las publicaciones que necesitaban 742.144 publicadores de 8.857 congregaciones en 32 países.

      No quedó en el pasado todo el odio a los cristianos verdaderos

      La noche antes de morir, Jesucristo dijo a los apóstoles: “Porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia. [...] Si ellos me han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán” (Juan 15:19, 20). Por lo tanto, era de esperarse que tras la caída del Tercer Reich de Hitler, no acabara del todo la persecución de los testigos de Jehová de Alemania. Del mismo modo, cuando se levantaron las proscripciones impuestas por los regímenes comunistas, aunque hubo en general mayor libertad personal, la persecución de los testigos de Jehová no terminó, sino que, sencillamente, adoptó otras formas (2 Tim. 3:12).

      Los apóstatas reemplazaron a los anteriores perseguidores del pueblo de Jehová y tomaron la porra para golpear a quienes habían sido sus compañeros cristianos (Mat. 24:48-51). A finales de los ochenta y principios de los noventa, estos apóstatas se hicieron oír más, y sus acusaciones se tornaron más numerosas y virulentas. Los productores de algunos programas de entrevistas de televisión los presentaban como “expertos” en los testigos de Jehová. No obstante, algunas personas honradas se cuestionaron si era acertado juzgar a los Testigos basándose en las declaraciones de ex miembros descontentos. Tras uno de tales programas, un joven telefoneó a las oficinas de la Sociedad en Selters y contó que el ex Testigo al que se había entrevistado le había dirigido un estudio de la Biblia hacía algunos años. El joven había dejado de estudiar por motivos personales. Pero al ver el programa de televisión y reconocer a su anterior instructor, se molestó mucho. Preguntó: “¿Cómo puede hacer tales afirmaciones? Él sabe que lo que dice sobre los Testigos no es verdad”. El resultado fue que el joven volvió a estudiar la Biblia, en esta ocasión con un anciano de la congregación de su ciudad.

      Claro, muchas personas aceptan lo que oyen en la televisión o leen en los periódicos sin cuestionarlo. En vista de la frecuencia de los ataques a los testigos de Jehová por parte de los medios de comunicación, la Sociedad preparó un folleto de 32 páginas concebido especialmente para contrarrestar esta oleada de propaganda engañosa. Su título: Sus vecinos, los testigos de Jehová. ¿Quiénes son?

      El folleto contiene datos objetivos tomados de una encuesta realizada en 1994 entre unos ciento cuarenta y seis mil Testigos alemanes. Los resultados refutaban fácilmente muchas de las ideas erróneas que la gente tenía sobre los Testigos. ¿Una religión de mujeres mayores? Cuatro de cada diez Testigos alemanes son hombres, y la media de edad es de 44 años. ¿Una religión compuesta de personas a las que se lava el cerebro desde niños? El 52% se hicieron Testigos de adultos. ¿Una religión que rompe las familias? El 19% de los Testigos están solteros; el 68% son casados; el 9%, viudos, y solo un 4% están divorciados, y buena parte de ellos se habían divorciado antes de hacerse Testigos. ¿Una religión que se opone a tener hijos? Casi cuatro quintas partes de los Testigos casados son padres. ¿Compuesta de personas con una capacidad mental inferior a la normal? Un tercio habla al menos un idioma extranjero, y el 69% se mantiene al tanto habitualmente de los sucesos actuales. ¿Una religión que prohíbe a sus miembros disfrutar de la vida? Cada Testigo dedica a la semana 14,2 horas a diversas formas de entretenimiento. Al mismo tiempo, da prioridad a las ocupaciones espirituales, pues pasa un promedio de 17,5 horas a la semana en actividades religiosas.

      Una cuestión que recibió atención especial en el folleto tenía que ver con “el pequeño Oliver”. Poco después de nacer, en 1991, los doctores le descubrieron un pequeño orificio en el corazón. Cuando llegó el momento debido, su madre se encargó de que lo operaran, y en conformidad con sus creencias religiosas, encontró médicos dispuestos a realizar la intervención sin sangre. Pero los opositores tergiversaron la historia con el fin de desacreditar a los testigos de Jehová. Incluso después de que la operación se realizó con éxito sin transfusiones de sangre, un periódico publicó el caso en primera plana y dio a entender que, pese a la oposición de su “fanática” madre, a Oliver se le había rescatado administrándole ‘sangre salvadora’. En el folleto se refutó esta descarada falsedad.

      En principio, solo se pensaba hacer llegar el folleto a quienes habían planteado preguntas sobre las falsas acusaciones contra los Testigos. Pero en 1996 se rediseñó la portada, se ofreció un estudio bíblico gratuito a domicilio en la contraportada y se distribuyeron por toda Alemania 1.800.000 ejemplares.

      Se suministran datos objetivos a los medios de comunicación

      Ese mismo año se adoptó otra medida para hacer frente a los persistentes esfuerzos de los opositores por utilizar los medios informativos para distorsionar la imagen de los testigos de Jehová. Se nombró a Walter Köbe presidente de un comité encargado de Servicios de Información. Él explica: “La extensa campaña lanzada por los opositores nos ha obligado a dar una respuesta supervisada, haciendo más accesible la información”. Se localizó a personas que podían hacer una buena labor de relaciones públicas, y se celebraron cursillos para prepararlas. El país se dividió en veintidós regiones convenientes, y para 1998, cientos de colaboradores preparados del servicio de información atendían esas zonas. Prestan atención especial al contacto personal con los directores de publicaciones y los periodistas.

      En relación con la labor de este departamento, también se organizó la proyección pública de la videocinta Los testigos de Jehová se mantienen firmes ante el ataque nazi. El estreno mundial de la edición alemana del vídeo Se mantienen firmes fue el 6 de noviembre de 1996, en el Museo Conmemorativo del Campo de Concentración de Ravensbrück, donde estuvieron recluidos muchos testigos de Jehová. Asistieron representantes de la prensa e importantes historiadores.

      Para el 1 de septiembre de 1998, un total de más de doscientas sesenta y nueve mil personas habían visto el vídeo en 331 proyecciones públicas. Entre los asistentes no solo hubo Testigos, sino también representantes de la prensa, funcionarios y público en general. Cientos de periódicos comentaron estas proyecciones en artículos que, en conjunto, tuvieron un tono positivo. Ciento setenta y seis de estas proyecciones del vídeo iban acompañadas de una exposición sobre la persecución nazi de los testigos de Jehová.

      Cada vez más representantes de los medios informativos comparten el sentir del periodista que en noviembre de 1993 escribió en el periódico Meissner Zeitung: “Quienes son de la opinión de que los testigos de Jehová siguen ciega y crédulamente una enseñanza bíblica no realista, se sorprenderán al descubrir la precisión con la que han identificado a su Modelo, Jesucristo, y cómo convierten este conocimiento en una vida con propósito”.

      Tras medio siglo, aún se mantienen firmes

      Ha transcurrido más de medio siglo desde que se liberó de los campos de concentración a los testigos de Jehová de Alemania. Pero su historial de integridad no ha caído en el olvido. Mediante él, se sigue dando un imponente testimonio ante el mundo. Algunos de los que estuvieron en los campos de concentración por causa de su inquebrantable fe aún permanecen vivos cuando se escribe este reportaje, y son tan celosos en el servicio de Jehová ahora como lo fueron entonces. Su valiente postura da testimonio de que Jehová puede proteger a su pueblo. Escuche lo que algunos de estos supervivientes de los campos de concentración dicen en nombre de cientos como ellos, y fíjese en sus edades (de principios de 1998), que aparecen entre paréntesis:

      Heinrich Dickmann (95): “En Sachsenhausen, me obligaron a presenciar la ejecución de mi hermano August frente a todo el campo. Yo tenía la oportunidad de obtener la liberación inmediata si renunciaba a mi fe. Como no quise claudicar, el comandante del campo me dijo: ‘Piénsalo de nuevo y verás cuánto te queda de vida’. Cinco meses más tarde, era él, no yo, quien estaba muerto. Mi lema fue: ‘Confía en Jehová con todo el corazón’. Aún lo es”.

      Änne Dickmann (89): “Considero que [la experiencia en el campo de concentración] me preparó para mantener integridad al magnífico Creador y Dador de Vida, Jehová. Todas mis experiencias me enriquecieron la vida y me acercaron más a Dios. La fe y el amor a él es lo que me han motivado todos estos años. Nunca me obligó nadie”.

      Josef Rehwald (86): “Recuerdo con satisfacción aquella época difícil de pruebas, porque, a pesar de la presión y el sufrimiento, mantuve la fe cristiana y la neutralidad. Estoy convencido de que sobreviví gracias únicamente a la ayuda del Dios Todopoderoso, Jehová. Mi convicción cristiana es ahora más fuerte que entonces, y mi deseo es seguir sin transigir del lado de Dios”.

      Elfriede Löhr (87): “Cuando recuerdo lo que viví durante los ocho años de encarcelamiento bajo el régimen de Hitler, debo decir que nada fue inesperado. Estaba claro que el camino de la verdad significa, por un lado, lucha y persecución, pero por el otro, alegría y victoria. No creo que haya sido tiempo perdido”.

      Maria Hombach (97): “Me da muchísima satisfacción saber que tuve el singular privilegio de demostrar mi amor y gratitud a Jehová en las circunstancias más crueles. Nadie me obligó a hacerlo. Al contrario, los que trataron de forzarme fueron nuestros enemigos, que con amenazas intentaron que obedeciéramos a Hitler más bien que a Dios. Pero no lo lograron. Al tener una buena conciencia, fui feliz incluso cuando estuve entre rejas”.

      Gertrud Poetzinger (86): “Me sentenciaron a tres años y medio de reclusión en régimen de aislamiento. Cuando me devolvían a mi celda tras recibir la sentencia, el funcionario me dijo: ‘Gracias. Me ha animado a creer en Dios de nuevo. Siga siendo tan animosa, y no tendrá ningún problema en soportar estos tres años y medio’. Qué cierto fue. Durante mi aislamiento experimenté especialmente el amor de Jehová y la fuerza que él da”.

      En efecto, los supervivientes de los campos de concentración siguen manteniéndose firmes. Hoy día, más de medio siglo después de su liberación, el proceder de integridad de estos Testigos aún da un testimonio ante el mundo y gloria a Jehová. ¡Qué estímulo para todos los siervos de Dios!

      En Alemania aún no ha terminado la predicación de las buenas nuevas. Desde el final de la II Guerra Mundial, se han dedicado más de ochocientos millones de horas a hablar a las personas del Reino de Dios. Al mismo tiempo, el ministerio de los testigos de Jehová alemanes ha afectado la vida de personas en muchos otros países. Ellos no se ven como un grupo nacional independiente, sino como parte de la familia universal de adoradores de Jehová.

      Una magnífica prueba de esta unidad internacional se vio en 1998, cuando 217.472 personas asistieron a las cinco asambleas internacionales “Andemos en el camino de Dios” que hubo en Alemania. Vinieron representantes de muchos países. Se presentó todo el programa en trece idiomas. Las asambleas recalcaron la necesidad de continuar siendo fieles y persistir en predicar las buenas nuevas. Con la ayuda de Jehová, los testigos de Jehová alemanes están decididos a seguir lealmente en el camino de Dios.

  • Alemania
    Anuario de los testigos de Jehová 1999
    • [Ilustración de la página 69]

      Asamblea Internacional “Reino Triunfante”, Nuremberg, 1955

      [Ilustraciones de la página 73]

      Los Testigos alemanes han ayudado a muchos inmigrantes a beneficiarse de la verdad bíblica

      [Ilustración de la página 88]

      El Betel de Wiesbaden en 1980

      [Ilustración de la página 90]

      Comité de Sucursal (de izquierda a derecha). Delante: Günter Künz, Edmund Anstadt, Ramon Templeton y Willi Pohl. Detrás: Eberhard Fabian, Richard Kelsey, Werner Rudtke y Peter Mitrega

      [Ilustraciones de la página 95]

      Algunos de los diez Salones de Asambleas que se utilizan en Alemania:

      1. Glauchau.

      2. Reutlingen.

      3. Múnich.

      4. Meckenheim.

      5. Berlín

      [Ilustración de la página 99]

      Martin y Gertrud Poetzinger

      [Ilustraciones de las páginas 100 y 101]

      Las instalaciones de la sucursal de Selters

      [Ilustraciones de la página 102]

      Algunos hermanos alemanes que están en el servicio misional en el extranjero: 1. Manfred Tonak. 2. Margarita Königer. 3. Paul Engler. 4. Karl Sömisch. 5. Günter Buschbeck

      [Ilustraciones de la página 110]

      Al levantarse las proscripciones, se enviaron a Europa oriental grandes remesas de publicaciones

      [Ilustraciones de la página 118]

      Asamblea de Berlín, 1990

      [Ilustraciones de la página 124]

      El primer Salón del Reino construido en la anterior República Democrática Alemana

      [Ilustraciones de las páginas 132 y 133]

      Programa de dedicación: en Selters (arriba) y, posteriormente, en seis estadios por toda Alemania

      [Ilustración de la página 139]

      Instrumentos para contrarrestar la marea de desinformación

      [Ilustración de las páginas 140 y 141]

      Aunque estuvieron encerrados en campos de concentración, donde se identificaba a los testigos de Jehová mediante un triángulo púrpura, estos cristianos leales permanecieron firmes en la fe (en la fotografía aparecen en Brandeburgo en 1995)

      [Ilustraciones de la página 147]

      Página opuesta, en el sentido de las agujas del reloj: Heinrich Dickmann, Änne Dickmann, Gertrud Poetzinger, Maria Hombach, Josef Rehwald y Elfriede Löhr

  • Alemania
    Anuario de los testigos de Jehová 1999
    • [Ilustración de la página 139]

      Instrumentos para contrarrestar la marea de desinformación

      [Ilustración de las páginas 140 y 141]

      Aunque estuvieron encerrados en campos de concentración, donde se identificaba a los testigos de Jehová mediante un triángulo púrpura, estos cristianos leales permanecieron firmes en la fe (en la fotografía aparecen en Brandeburgo en 1995)

      [Ilustraciones de la página 147]

      Página opuesta, en el sentido de las agujas del reloj: Heinrich Dickmann, Änne Dickmann, Gertrud Poetzinger, Maria Hombach, Josef Rehwald y Elfriede Löhr

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