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Página 2¡Despertad! 1987 | 8 de septiembre
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Aunque los siguientes artículos tratan principalmente sobre la iglesia luterana de Alemania, muchos reconocerán inmediatamente que la situación aquí descrita es representativa del verdadero estado en que se encuentra el protestantismo en la mayor parte del mundo. Nuestro propósito al publicar esta información es ayudar a personas de todas las religiones a hacer un autoexamen de su espiritualidad a fin de que lleguen a tener una relación más significativa con Dios.
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¿Están los luteranos alemanes en peligro de extinguirse?¡Despertad! 1987 | 8 de septiembre
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¿Están los luteranos alemanes en peligro de extinguirse?
Por el corresponsal de ¡Despertad! en la República Federal de Alemania
ALGUNOS espectadores pudieron haberse sorprendido ante las siguientes palabras pronunciadas en la televisión alemana: “La iglesia luterana no tendrá ningún futuro”. Aún más sorprendente fue el que estas palabras se pronunciaran cerca del mismo lugar donde nació Martín Lutero, el fundador de la iglesia luterana y padre de la Reforma.a
Es cierto que la iglesia luterana evangélica unida de Alemania tiene unos veinticinco millones de miembros, cantidad que, según el último censo oficial, es cuarenta y cinco veces mayor que el número total de miembros de todos los demás grupos protestantes de Alemania. No obstante, la Iglesia se está desmoronando, como bien ilustra nuestra portada con las ruinas de la iglesia conmemorativa del Kaiser Wilhelm, en Berlín occidental.
En 1961, más del 50% de todos los alemanes eran luteranos. Para 1970, la cantidad se redujo a un 49%, y en 1980, bajó a un 46%. Pero entonces, las cosas parecieron mejorar. A comienzos de 1981, un periódico alemán informó: “La iglesia luterana de Alemania se ha recuperado del retroceso experimentado hace una década. [...] La pérdida de miembros [...] ya no tiene proporciones ominosas”.
Pero los datos relativos al número de miembros en 1984 demostraron que este optimismo era prematuro. Hoy, los cálculos auguran que la Iglesia perderá otros cuatro millones y medio de miembros en los próximos diez años. De este modo, para el año 2030, solo una tercera parte de la población, o menos, sería luterana.
¿Por qué se marchan?
En el programa previamente mencionado, que se televisó en 1986, siete ex miembros de la Iglesia expusieron las razones que explican su disconformidad: la oposición de la Iglesia a las competiciones deportivas en domingo, su apoyo financiero a los movimientos guerrilleros comunistas, su posición respecto a la política gubernamental de defensa, haber despedido a dos pastores homosexuales y su falta de interés por el cuidado de los animales. Otro se quejó del sistema por el que, de los ingresos de los miembros de la Iglesia, se deduce un impuesto religioso a favor de esta. Como dato significativo, solo dos mencionaron a Dios. Y a fin de cuentas, ¿no es de Dios de lo que trata la religión?
Si bien es grave la caída en el número de miembros, según el destacado teólogo luterano Johannes Hansen, más preocupante aún es “el estado de verdadera desolación religiosa en el que se hallan los miembros de la Iglesia”. Esto explica por qué en un domingo típico ni siquiera el 6% de la feligresía asiste a los servicios religiosos, y en las grandes ciudades, incluso menos. Solo uno de cada cuatro feligreses considera que asistir a la iglesia o leer la Biblia sean requisitos cristianos. De hecho, ocho de cada diez opinan que, para ser un buen luterano, solo se requiere que uno esté bautizado y confirmado, viva una vida decente y sea formal. No es de extrañar que el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung dijese en su página editorial: “El peligro para la iglesia luterana no emana de [la disminución de] sus miembros, sino de su falta de fortaleza espiritual”.
Los miembros de la Iglesia que carecen de fortaleza espiritual la ven de acuerdo con su propia condición. Admiran su riqueza histórica, se jactan de sus hermosos edificios y se aprovechan de los beneficios sociales que esta ofrece. Sin embargo, en lo que respecta a “encontrar a Dios”, muchos prefieren buscarlo en la naturaleza más bien que en la Iglesia. Esta actitud hizo que un dirigente de la Iglesia preguntara con sarcasmo por qué no se dejaba que los servicios funerales fuesen conducidos por el departamento forestal en lugar de que los hiciese la Iglesia.
“Lo que parece que hace falta —según se comentó en una revista estadounidense hace algunos años— es la pasión por Dios y su verdad que caracterizó a los primeros luteranos.” ¿Por qué tantos luteranos ven su Iglesia solo como un marco conveniente para el bautismo de infantes, la confirmación del adolescente y la ceremonia del matrimonio? ¿Por qué buscan a Dios en la naturaleza y solo recurren a la Iglesia al final de su vida a fin de que se les dé un “entierro decente”? ¿A qué se debe la falta de fortaleza espiritual?
[Nota a pie de página]
a Lutero nació y pasó una buena parte de su vida en lo que hoy se conoce como la República Democrática Alemana, también llamada comúnmente Alemania oriental.
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“Si la trompeta da un toque de llamada indistinto...”¡Despertad! 1987 | 8 de septiembre
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“Si la trompeta da un toque de llamada indistinto...”
“SI LA trompeta da un toque de llamada indistinto, ¿quién se preparará para el combate?” (1 Corintios 14:8.) ¿Pudiera ser que la indiferencia que manifiestan los luteranos alemanes, soldados de la Iglesia, se deba a que esta esté dando un toque de llamada indistinto? Examine la evidencia.
Crisis de identidad
Según Wolfram Lackner, diácono luterano, durante los últimos doscientos años, el protestantismo ha ido abandonando progresivamente su confesión de fe original. Por consiguiente, ahora el protestantismo “se encuentra a sí mismo ante una decisiva crisis de identidad”.
En este siglo, esta crisis de identidad se hizo más evidente en la década de los treinta, según explicó William L. Shirer en su libro The Rise and Fall of the Third Reich (Subida y caída del tercer Reich): “Los protestantes de Alemania [...] eran una confesión de fe dividida. [...] Con la subida del nacionalsocialismo se produjeron más divisiones. [...] En 1932, los que entre ellos eran nazis más fanáticos organizaron el ‘movimiento de la fe de los cristianos alemanes’ [...] [y] apoyaron ardorosamente las doctrinas nazis sobre la raza y el principio de liderazgo. [...] En oposición a los ‘cristianos alemanes’, había otro grupo minoritario que se autodenominó ‘iglesia confesional’. [...] Entre ambos extremos, se hallaban la mayoría de los protestantes [...], viendo los toros desde la barrera, para, en su mayor parte, venir a caer más tarde en los brazos de Hitler”.
De hecho, algunas de las enseñanzas de Lutero fueron aprovechadas por Hitler. La doctrina de los “dos reinos”, en la que se explica que Dios gobierna el mundo tanto a través de la autoridad seglar como de la eclesiástica, insta a la estricta sumisión a las autoridades civiles. De ahí que la publicación luterana Unsere Kirche reconozca que “la mayor parte del protestantismo alemán [...] celebró el fin de la democracia de Weimar con gran entusiasmo y aplaudió al nuevo dictador”. En vista del fuerte sentimiento antisemita de Lutero, la Iglesia no tuvo dificultad alguna en excluir del ministerio a personas que no tuviesen ascendencia aria.
Pero ¿y la “iglesia confesional”? En 1934, adoptó la Declaración Barmen, la cual se manifestaba opuesta a la ideología nacionalsocialista. Sin embargo, una exposición reciente sobre el protestantismo durante el tercer Reich, celebrada en Berlín, puso de manifiesto que solo una tercera parte del clero protestante apoyó a la “iglesia confesional”. Y de esa tercera parte, ni siquiera todos se opusieron activamente a Hitler. La oposición de quienes rehusaron apoyarle fue interpretada por él como una oposición de la Iglesia en su conjunto. El libro Der deutsche Widerstand 1933-1945 (La resistencia alemana, 1933-1945) sostiene que fue así como se le atribuyó a la iglesia luterana una postura de oposición política que ella misma no había elegido.
Después de la caída de Hitler, la Iglesia estaba en confusión. ¿Cuál de las facciones opuestas entre sí había reflejado su verdadera identidad? ¿Por qué había sido tan indistinto su toque de trompeta?
Con el fin de esclarecer estas cuestiones, se reunieron en octubre de 1945 once destacados clérigos protestantes, entre quienes estaba Gustav Heinemann —quien más tarde llegaría a ser presidente de la República Federal—, y en aquella reunión redactaron el llamado Reconocimiento de Culpa de Stuttgart. A pesar de su oposición al régimen nazi, dijeron: “Nos acusamos de no haber sido más valientes al declarar nuestras convicciones, más leales al decir nuestras oraciones, más gozosos al expresar nuestra fe y más ardientes al demostrar nuestro amor”. Estos clérigos esperaban que dicha declaración fuese un toque de trompeta inconfundible que llamara a la acción, iniciando un nuevo y fresco comienzo.
¿Ha sido un toque de trompeta religioso o político?
Posiblemente avergonzados por la escasa resistencia de su Iglesia al régimen de Hitler, muchos luteranos alemanes están hoy predispuestos a atacar la política gubernamental. Por ejemplo: el clero luterano estuvo entre los primeros organizadores del movimiento europeo antinuclear. En 1984, un grupo de pastores luteranos del norte de Alemania comenzó a instar a los jóvenes en edad militar a que se negaran a incorporarse a filas. No obstante, la Iglesia condenó esta acción, aduciendo que manifestaba “bastante intolerancia política hacia los sentimientos de personas cristianas que no pensaban del mismo modo”. En el sínodo general celebrado en 1986, la Iglesia defendió su derecho a discutir cuestiones políticas y obró en consecuencia. Expresó su desencanto por los resultados de la cumbre de las dos superpotencias celebrada en Islandia y debatió extensamente la política del gobierno sobre refugiados, desempleo y centrales nucleares.
Por supuesto, no todo el mundo está de acuerdo con este activismo político. Según el profesor Heiko Oberman, una autoridad en la obra del líder de la Reforma protestante, si Lutero viviese hoy, seguramente lo condenaría. Por otra parte, Rolf Scheffbuch, un diácono luterano, se queja de la excesiva gratuidad con la que hoy en día se determina la autenticidad de la fe cristiana, pues se toma como base la actitud de la persona hacia temas como el apartheid o el despliegue de misiles.
Es evidente que las diferencias políticas dividen a la Iglesia. También es evidente que el “prolongado idilio” entre la Iglesia y el Estado da “señales de cansancio” y se está “oxidando”, según declaró recientemente el obispo Hans-Gernot Jung. Esto explica el porqué de la reprimenda pronunciada en 1986 por un político alemán destacado: “Cuando a temas como el de la muerte de los bosques se les da una consideración más extensa que al de Jesucristo, la Iglesia ha perdido de vista su verdadera comisión”.
El protestantismo, como su nombre indica, surgió del deseo de protestar contra una situación anterior que prevalecía. Por consiguiente, el protestantismo ha tendido desde sus inicios a ser liberal, receptivo a nuevas ideas, abierto en su enfoque, dispuesto a adaptarse a las normas del momento. Nada ilustra mejor este comentario que la propia teología protestante. Al no tener una autoridad decisoria para dictaminar en materia de doctrina —como lo hace el Vaticano en el caso de los católicos—, el protestantismo ha permitido a sus teólogos tocar cada cual su trompeta de interpretación teológica.
Trompetistas teológicos discordantes
Esto ha resultado en toques con sonidos muy extraños. En 1979, la revista Time comentó un ejemplo: “¿Tiene usted que creer en Dios para ser un ministro protestante? La respuesta, como ocurre en muchos casos hoy día, es sí y no. Alemania, en particular, ha sido por décadas un verdadero pozo de dudas entre los protestantes. Pero la semana pasada, entendiendo que en algún punto había que fijar un límite, la iglesia luterana evangélica unida de Alemania occidental [...] privó de su ordenación al reverendo Paul Schulz por herejía. [...] Desde 1971, había estado predicando que la existencia de un Dios personal era ‘una consoladora invención de la criatura humana’. [...] ¿Y la oración? Solo una ‘reflexión personal’. [...] ¿Jesús? Un hombre normal con cosas buenas que decir que más tarde sería glorificado como el hijo de Dios por los cristianos primitivos”. Como evidencia de que “las ideas de Schulz no son nuevas y ni siquiera infrecuentes”, ha de señalarse que durante la audiencia “hizo algunos comentarios que, en ciertas ocasiones, hicieron las delicias de los estudiantes de teología que estaban presentes”. A pesar de sus acciones, “la comisión insistió en que seguiría favoreciendo ‘un amplio espectro’ de interpretaciones particulares”.
Al comentar sobre ese amplio espectro de interpretaciones particulares, la página editorial de un periódico dijo que la teología protestante carece de “claridad conceptual y exactitud teórica”, y la llamó “una elemental mezcolanza teológica cuyo resultado ha sido no menos estéril que el del anticuado dogmatismo”. Un periódico protestante suizo añade: “El planteamiento selectivo del ‘esto o aquello’, propio del sentido de conciencia cristiano, [ha sido] sustituido por el ‘tanto esto como aquello’”. No es de extrañar que los teólogos estén en desacuerdo.a
¿Va a derrumbarse la obra de Lutero?
La crisis de la Iglesia es, en realidad, una crisis de fe. Pero ¿es que puede cultivarse la fe en personas que se alimentan de una “elemental mezcolanza teológica” y que andan en dirección incierta, orientados por la premisa del “tanto esto como aquello” está bien? ¿Acaso puede el protestantismo esperar motivar a sus huestes a una acción cristiana con un toque tan indistinto de trompeta?
Ya en 1932, el profesor de teología Dietrich Bonhoeffer se quejó de que “ella [la iglesia luterana] trata de estar en todas partes y termina no estando en ninguna”. ¿Es demasiado tarde para que la Iglesia encuentre su identidad? La mayoría de sus eclesiásticos concuerdan en que los métodos normales de revitalización no darán resultado. Se necesita algo nuevo y diferente. Pero ¿qué? Hans-Otto Wölber, obispo jubilado, dice: “El futuro de la Iglesia no es una cuestión de métodos, sino de contenidos. [...] Es el mensaje lo que cuenta. [...] En otras palabras: la base es la Biblia; con ella nos sostenemos, sin ella nos caemos”.
Eso es cierto.
[Nota a pie de página]
a Según se informa, Karl Barth, uno de los prominentes teólogos protestantes de este siglo, ha dicho que algunas de las teorías de su colega teólogo Paul Tillich son “abominables”. También ha expresado enérgicamente su desacuerdo con el teólogo Rudolf Bultmann, quien ha puesto en tela de juicio el sentido literal de algunos pasajes de la Biblia.
[Recuadro en la página 7]
¿Quién dio un toque de trompeta inequívoco en favor de la neutralidad cristiana?
“Aún sabemos muy poco acerca de la suerte que corrieron los objetores de conciencia de la segunda guerra mundial; lo único que se sabe es lo siguiente: entre los luteranos, Hermann Stöhr y Martin Gauger rehusaron intransigentemente hacer el servicio militar [...]. Entre los católicos, siete personas [...]. Los menonitas alemanes, tradicionalmente pacifistas, apoyándose en una decisión tomada en la reunión de ancianos y ministros que se celebró el 10 de enero de 1938, optaron por no ‘invocar el principio de la no defensa’ durante el tercer Reich. Se sabe de dos cuáqueros alemanes que rehusaron hacer el servicio militar. [...] Siete miembros de la iglesia adventista del séptimo día rehusaron jurar la bandera [...] y fueron ejecutados. Los testigos de Jehová [Estudiantes de la Biblia] han tenido que lamentar el mayor número de víctimas. En 1939, había en el ‘gran Reich alemán’ unas veinte mil personas que pertenecían a esta [...] organización religiosa. Se calcula que, solo en Alemania, de seis mil a siete mil testigos de Jehová rehusaron hacer el servicio militar durante la segunda guerra mundial. Por consiguiente, la Gestapo y las SS dieron una especial atención a este grupo.” (“Sterben für den Frieden” [Morir por la paz], de Eberhard Röhm, publicado en 1985.)
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Las perspectivas futuras para el protestantismo... y para usted¡Despertad! 1987 | 8 de septiembre
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Las perspectivas futuras para el protestantismo... y para usted
“LLEVO estudiando la teología luterana siete semestres, y, por lo tanto, soy un futuro ministro de la Iglesia”; así daba comienzo una carta dirigida en noviembre de 1986 al editor de un periódico alemán. La carta proseguía: “Quisiera puntualizar que nuestra preparación consiste básicamente en despedazar la Biblia... solo se salvan las cubiertas. [...] Según van destruyendo la fe de los estudiantes o su fundamento, las Escrituras, la mayoría de sus profesores les van enseñando el ‘nuevo evangelio’ socialista, dándole así a la Iglesia una esencia totalmente nueva. Dios ha muerto, ¡viva el socialismo! Jesús se ha podrido en su tumba, ¡debemos salvarnos a nosotros mismos! Este es el mensaje que muchos ministros presentan desde sus púlpitos domingo tras domingo. Necesitamos urgentemente nuevos medios para que se nos enseñe la Biblia, pero actualmente, la Iglesia los está suprimiendo”.
En vista del tratamiento tan injusto que la Palabra de Dios recibe, ¿hay alguna esperanza de que la Iglesia y sus feligreses puedan recuperarse aún de su confusión espiritual? Como atinadamente comentó allá en el siglo dieciocho un traductor de la Biblia, “el estado de salud de la Iglesia se determina por la manera en que esta trata las Escrituras”.
¿Puede ayudar en algo un nuevo reformador?
Según el profesor de Teología Georg Huntemann, “hoy día se honra y se cita a Dietrich Bonhoeffer más que a ningún otro teólogo de nuestro siglo”. Bonhoeffer, un destacado miembro de la “iglesia confesional”, fue encarcelado por los nazis en 1943 y ejecutado en 1945 por su supuesta implicación en un complot para asesinar a Hitler. Huntemann opina que Bonhoeffer podría ser el nuevo reformador que la Iglesia necesita. Lea los siguientes extractos de algunos de sus sermones. Pregúntese: ¿Qué podría significar para la iglesia luterana el que se pusiesen por obra sus palabras? O ¿qué podría significar para mi Iglesia?
“En materia de religión, solo una cosa es de vital importancia: que sea la verdad.” Esto concuerda con lo que Jesús dijo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.a (Juan 4:24; véanse también Juan 8:32; 14:6; 16:13.)
¿Está usted seguro de que todo cuanto se enseña en su Iglesia es realmente la verdad? ¿Se enseña acaso que el hombre tiene un alma inmortal, que no puede morir? ¿O concuerda su enseñanza con la Biblia, que dice: “El alma que pecare, esa morirá”? (Ezequiel 18:4, 20.) ¿Enseña su Iglesia que Dios es un dios innominado o que su nombre es Jesús? ¿O concuerda, en cambio, con lo que la Biblia dice: “Conozcan que tu nombre es Jehová; Tú solo Altísimo sobre toda la tierra”? (Salmo 83:18.) ¿Enseña su Iglesia que todas las personas buenas serán llevadas al cielo cuando la Tierra sea destruida por fuego? ¿O concuerda con lo que la Biblia dice: “Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella”? (Salmo 37:29; véase también Salmo 104:5.)
“[La Iglesia] debe luchar por la pureza de la enseñanza.” Esto concuerda con lo que Jesús dijo: “Guardaos de la levadura [...], la doctrina de los fariseos y de los saduceos”. (Mateo 16:6, 12; véase también 1 Corintios 5:8.)
¿Acoge su Iglesia “un amplio espectro de interpretaciones particulares”? ¿O procede según el consejo divino: “Hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”? (Romanos 16:17; véanse también 2 Timoteo 2:16-18; 2 Juan 9, 10.)
“En el día de juicio, ciertamente Dios no nos preguntará: ¿Han celebrado ustedes grandes fiestas conmemorando la Reforma? Más bien, dirá: ¿Han escuchado ustedes mi Palabra y la han guardado?” Esto concuerda con lo que Jesús dijo: “Mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen”. (Lucas 8:21; véanse también Mateo 7:21; Juan 15:14.)
¿Da su Iglesia más importancia a ritos, ceremonias y edificios que a conseguir un conocimiento exacto de la Palabra de Dios? ¿Considera suficiente que se asista ocasionalmente a la iglesia en días festivos, en contraposición al consejo “no dejando de congregarnos [...] tanto más, cuanto veis que aquel día [de juicio] se acerca”? (Hebreos 10:25.)
¿Lo anima su Iglesia a leer diariamente la Palabra de Dios, y se ofrece para ayudarlo a entenderla, incentivándolo a poner por obra lo que esta dice?
“La religión es trabajo, tal vez el más difícil y seguramente el más sagrado que humano alguno pueda hacer.” Esto concuerda con lo que Jesús dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”. (Juan 4:34.)
¿Le ha dicho su Iglesia que el trabajo de Dios para los cristianos de hoy consiste en que sea “predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones”? (Mateo 24:14; véase también Mateo 28:19.) ¿Le insta a compartir este glorioso mensaje del Reino con “todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”? (1 Pedro 3:15.)
Por lo menos en estas declaraciones que hemos reseñado, Bonhoeffer le dio a su Iglesia buen consejo. “Pero, ¿por qué sus palabras, su reformadora admonición a la Iglesia, han sido totalmente desoídas?” pregunta Huntemann. Sin embargo, una pregunta todavía más importante es: ¿Por qué han sido desoídas en una medida aún mayor las autoritativas palabras de Jesucristo?
El teólogo Ulrich Betz dice que la sociedad alemana occidental piensa y actúa de una manera “poscristiana, por no decir neopagana”. La iglesia luterana debe admitir que es responsable del comportamiento de, por lo menos, unos veinticinco millones de miembros de la sociedad alemana que se declaran luteranos. Cuando un árbol produce fruto podrido, se sospecha del árbol; de la misma manera ocurre con una religión que produce seudocristianos. Jesús dijo: “No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos”. (Mateo 7:16-18.)
Hágase esta sincera evaluación. ¿Qué clase de frutos produce su Iglesia? ¿Contribuye a mejorar la personalidad de sus miembros? ¿Promueve la paz y la unidad en la familia, en la comunidad y a nivel internacional? ¿Es un baluarte contra la droga, la inmoralidad y el delito? ¿Podría usted, sin vacilación alguna, afirmar que el mundo sería un lugar mejor en el cual vivir si todas las personas pertenecieran a su Iglesia?
Note en la página siguiente por qué algunos luteranos de Alemania, después de una evaluación sincera como esta, buscaron orientación espiritual fuera de su Iglesia.
Si su Iglesia no hace lo que debe, ¿lo hará usted?
Si una vez hecha una investigación sincera, usted queda muy poco complacido con lo que ha visto, no se limite únicamente a lamentarse. Después de comentar acerca de la declaración de Karl Barth respecto a que son los feligreses los que constituyen lo que es una religión, un periodista concluyó lógicamente: “Los miembros de una religión [...] son responsables por lo que esa religión dice y hace”. De modo que pregúntese: ¿Estoy dispuesto a compartir la responsabilidad por todo cuanto mi Iglesia dice y hace, y enorgullecerme de tener como hermanos espirituales a todos sus miembros?
Al considerar estas preguntas, no pase por alto la importancia de lo que se dice en Revelación 18:4, 8. Allí se menciona que el imperio mundial de religión falsa desagrada a Dios, y dice: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas [...] [porque] en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga”.
Puede que usted crea sinceramente que su Iglesia no es parte de la religión falsa acerca de la cual Dios dice que pronto será destruida. Pero su vida depende de que esté completamente seguro. ¿Lo está?
La religión falsa no tiene futuro; tampoco quienes la apoyan. La verdadera religión permanecerá para siempre junto con los que la practican. Haga su elección según este criterio.
[Nota a pie de página]
a Todas las citas se toman de la Versión Valera.
[Fotografía en la página 9]
En sus grandes asambleas, los testigos de Jehová reciben instrucción práctica sobre cómo aplicar los principios bíblicos en su vida diaria por medio de, por ejemplo, dramas bíblicos como el que se muestra aquí. Este toque inequívoco de trompeta anuncia una verdad que no está falseada por regateos políticos o diferencias doctrinales, fortalece su esperanza para el futuro y motiva la conducta y la actividad cristianas. ¡Asista a una de nuestras asambleas y véalo usted mismo!
[Fotografía en la página 10]
Las asambleas de distrito motivan a los testigos de Jehová a participar en la obra de predicar el Reino de Dios
[Recuadro en la página 11]
Ex luteranos explican por qué ahora son testigos de Jehová
“Lo primero que me impresionó de los testigos de Jehová fue la limpieza y honradez que observé en una de sus asambleas. Animo a otros a asistir y a experimentar por sí mismos el amor genuino que se observa entre los Testigos.” (W. R., ex sacristán.)
“Yo asistía a la iglesia cada domingo. Sin embargo, el sermón, que tenía una duración máxima de veinte minutos, rara vez contestaba mis preguntas acerca del propósito de la vida o sobre la vida después de la muerte. Los testigos de Jehová contestaron mis preguntas con la Biblia misma, y yo pude hablar con ellos cara a cara. Nuestro servicio a Dios no debe limitarse únicamente a responder a la llamada de las campanas cada domingo por la mañana, a cantar cánticos y a escuchar un sermón. Ninguna persona que sinceramente busque la verdad puede estar satisfecha solo con eso. Querrá hacer algo.” (E. B., ex catequista de una escuela dominical.)
“Mi labor como anciano de la Iglesia nunca tenía que ver con asuntos bíblicos, sino únicamente con cuestiones puramente administrativas. Lo que más me ayudó fue aprender el nombre de Dios, Jehová, un nombre que nunca había escuchado en la iglesia. Me impresionó la multitud de verdades que la Biblia contiene.” (E. M., ex anciano de la Iglesia.)
“La primera vez que los testigos de Jehová me hablaron, la diferencia [entre ellos y nosotros] fue ostensible. El que ellos quisieran hablarme de la Biblia era algo totalmente nuevo y extraño para mí. Mi primera pregunta fue si les pagaban por su trabajo. Me dijeron que no. Mi segunda pregunta, si habían participado en la guerra. Me explicaron que muchos testigos de Jehová habían estado en campos de concentración. ¡Por fin había hallado a personas dispuestas, si fuese necesario, a morir por su fe!” (H. M., ex sacristán.)
“Cuando le pedí a mi pastor que me explicara por qué cada pastor tenía su propia interpretación, me dijo: ‘Cada pastor tiene el derecho de interpretar a Dios de tal modo que pueda valerse mejor de Él en la congregación’. Más tarde, comencé a asistir alternativamente a dos congregaciones diferentes de los testigos de Jehová. Me sorprendió la total armonía que había entre ambas. Las conferencias contenían información sumamente valiosa, y siempre estaban apoyadas por citas bíblicas que uno podía comprobar inmediatamente en la Biblia. ¡Qué contraste con los muchos sermones que yo había oído!” (U. P., ex trabajadora social de la Iglesia y ex enfermera parroquial.)
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