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  • Gedeón
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • Victoria sobre Madián. Después de este incidente, cuando los madianitas invadieron de nuevo Israel junto con los amalequitas y los orientales, y acamparon en la llanura baja de Jezreel, el espíritu de Jehová envolvió a Gedeón, de modo que convocó a los abí-ezritas a la batalla y envió mensajeros a Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí para instarlos a que se unieran a él. Con el fin de asegurarse de que Jehová estaba con él, pidió que en señal de su apoyo hubiese rocío sobre un vellón de lana que dejaría tendido en la era durante la noche, pero que la tierra en torno al vellón estuviese seca. Cuando Jehová realizó este milagro, Gedeón expuso con gran cautela su deseo de que le confirmase su apoyo con una señal más: el mismo milagro, pero invertido. (Jue 6:33-40.)

      Treinta y dos mil hombres respondieron a la convocatoria de Gedeón. Acamparon junto al pozo de Harod, al S. del campamento madianita emplazado en la colina de Moré, en la llanura baja. Las fuerzas madianitas, unos 135.000 hombres, superaban en una proporción de cuatro a uno a los 32.000 hombres de Gedeón. (Jue 8:10.) De todas formas, Jehová le comunicó a Gedeón que tenía demasiados hombres, es decir, que para entregar a Madián en su mano, la diferencia numérica tendría que ser mayor, a fin de que nunca creyesen que habían alcanzado la salvación gracias a su propio arrojo. De modo que Gedeón, atendiendo a las instrucciones divinas, pidió que todo el que temiese y temblase se apartara. Veintidós mil se apartaron, pero aún quedaban muchos. Luego Jehová le indicó a Gedeón que llevase a los 10.000 hombres restantes donde había agua para someterlos a prueba. Trescientos hombres lamieron el agua que cogieron en el hueco de la mano, mientras que los demás se arrodillaron en la orilla a beber, de modo que se les descartó. Los que bebieron lamiendo de su mano demostraron por su modo de beber que estaban atentos, preocupados por la lucha que se avecinaba en favor de la adoración verdadera y en apoyo del nombre de Jehová. Jehová prometió que salvaría a Israel con este exiguo contingente, 300 hombres. (Jue 7:1-7.)

      Gedeón y su servidor, Purá, bajaron a explorar el campamento enemigo al anochecer. Allí Gedeón oyó a un hombre contarle a su compañero un sueño que había tenido. La interpretación del sueño que hizo este último era que el campamento de Madián sería entregado en manos de Gedeón. Fortalecido por lo que oyó, Gedeón regresó al campamento de Israel, organizó a los 300 hombres en tres partidas para que pudiesen acercarse al campamento de Madián por tres flancos y dio a cada uno un cuerno y un jarrón con una antorcha en su interior. (Jue 7:9-16.)

      Justo cuando acababan de apostar centinelas para la vigilia intermedia de la noche, llegó Gedeón con sus 100 hombres a los límites del campamento madianita. Luego, en atención a las instrucciones que Gedeón les había dado, los hombres hicieron exactamente lo que él hizo. El espeso silencio de la noche quedó súbitamente desgarrado cuando los 300 cuernos sonaron al unísono y se escuchó el estruendo de 300 jarrones de agua rotos a un mismo tiempo. El ruido debió ser ensordecedor al sumársele el estridor de 300 gritos de guerra en el mismo instante en que el cielo se iluminaba con el resplandor de 300 antorchas. La confusión hizo presa del campamento enemigo, que empezó a gritar asustado y a huir, “y Jehová procedió a poner la espada de cada uno contra el otro en todo el campamento; y el campamento siguió huyendo hasta Bet-sitá, adelante a Zererá, hasta las afueras de Abel-meholá, junto a Tabat”. (Jue 7:17-22.)

      Entretanto, se convocó a los hombres de Neftalí, Aser y Manasés para perseguir a Madián. Además, se enviaron mensajeros a Efraín para que interceptara la huida de los madianitas. Los efraimitas respondieron tomando la zona de las aguas hasta Bet-bará y las riberas del Jordán. También capturaron y ejecutaron a Oreb y Zeeb, dos de los príncipes de Madián. Sin embargo, cuando los efraimitas se encontraron con Gedeón, ‘trataron vehementemente de armar riña’ con él, porque no les había mandado llamar antes del inicio de la contienda. La modestia de Gedeón al señalarles que el que hubieran capturado a Oreb y Zeeb era una hazaña superior a la suya, calmó los ánimos y evitó el enfrentamiento. (Jue 7:23–8:3.)

      Aunque Gedeón y sus 300 hombres estaban cansados, cruzaron el Jordán y prosiguieron la persecución, con la intención de dar alcance a los reyes de Madián, Zébah y Zalmuná, y a las fuerzas que los acompañaban. En el camino, pidió víveres a los príncipes de Sucot para dar de comer a sus hombres, pero le negaron la ayuda, diciendo: “¿Están ya en tu mano las palmas de las manos de Zébah y de Zalmuná para que se tenga que dar pan a tu ejército?”. Tampoco le ayudaron en Penuel. (Jue 8:4-9.)

      Por fin llegaron a Qarqor, donde se hallaba el mermado ejército madianita, del que solo quedaban unos 15.000 hombres, y atacaron el campamento por sorpresa, pero Zébah y Zalmuná huyeron. Gedeón fue inmediatamente tras ellos y logró capturarlos, lo que “puso tembloroso a todo el campamento”. (Jue 8:10-12.)

      A su regreso, Gedeón capturó a un joven de Sucot, del que obtuvo los nombres de los príncipes y los ancianos de la ciudad. En cumplimiento de lo que había prometido hacer cuando le denegaron la ayuda, tomó espinos y abrojos e hizo pasar por una dura experiencia a los ancianos de Sucot. Asimismo demolió la torre de Penuel y dio muerte a los hombres de la ciudad, como había prometido cuando rehusaron ayudarle. (Jue 8:13-17.)

      Finalizada esta acción, Gedeón le dijo a su hijo primogénito, Jéter, que ejecutara a Zébah y Zalmuná, pues ellos habían matado a sus propios hermanos, los hijos de su madre. Dada su juventud, Jéter tuvo miedo, pero como los dos reyes desafiaron a Gedeón a hacerlo él mismo, Gedeón los ejecutó. (Jue 8:18-21.)

  • Gedeón
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • Además, como se indica en el Salmo 83, la derrota de Madián en los días de Gedeón da un cuadro profético de la venidera destrucción de todos los opositores de Jehová, por medio de la cual Jehová engrandecerá Su nombre y vindicará Su soberanía. (Compárese con Isa 9:4; 10:26.)

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