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El servicio a Jehová ha enriquecido mi vidaLa Atalaya 2001 | 1 de noviembre
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Justo antes de la creación de la Escuela de Galaad, se nos asignó a tres betelitas a visitar congregaciones de todo el país. Permanecíamos en cada una de ellas desde un día hasta una semana con el propósito de fortalecerlas espiritualmente. Se nos llamaba “siervos para los hermanos”, designación que más tarde se cambió por la de siervos de circuito y, posteriormente, por la de superintendentes de circuito. Sin embargo, poco tiempo después de la apertura de la Escuela de Galaad se me pidió que regresara para impartir algunos cursos. Fui instructor permanente de las clases segunda a quinta y sustituí a uno de los instructores permanentes de la clase decimocuarta. El hecho de repasar junto con los estudiantes los acontecimientos destacados de los inicios de la historia moderna de la organización de Jehová, muchos de los cuales podía relatar por experiencia personal, me hizo valorar a mayor grado mi rica herencia espiritual.
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El servicio a Jehová ha enriquecido mi vidaLa Atalaya 2001 | 1 de noviembre
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[Ilustraciones de la página 23]
Impartiendo enseñanza a una clase de Galaad en 1945
Arriba a la derecha: Eduardo Keller, Fred Franz, yo y Albert Schroeder, todos instructores de la Escuela de Galaad
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