Una cosecha que trae gozo en Japón
“ES OBVIO que los misioneros están muy desanimados.” Eso fue lo que dijo Charles T. Russell —primer presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract— después de haber investigado personalmente la situación religiosa de Japón en 1912. Se refería al fracaso de los misioneros de la cristiandad, y declaró: “Lo que los japoneses necesitan es ‘el Evangelio del reino’”.
¿Se satisfaría esa necesidad algún día? Durante los años veinte y treinta un grupito de fieles testigos de Jehová hizo que la luz de la verdad empezara a brillar en Japón. Aun durante la II Guerra Mundial, algunos de ellos persistieron en proclamar las buenas nuevas frente a la opresión del gobierno imperial. Sin embargo, habría de realizarse una obra de cosecha o recolección mucho más extensa en estas islas del Lejano Oriente.
Jehová revivificó la obra de predicar el Reino en Japón cuando 15 misioneros de la Watchtower llegaron allá en 1949. Aquellos misioneros vieron las consecuencias de la II Guerra Mundial por todas partes en Japón: las ciudades estaban en ruinas, y la gente estaba en confusión debido a que su antiguo sistema de valores había sido derribado. En aquellos días los misioneros de la cristiandad también reanudaron su actividad en Japón, pero no hacían cristianos genuinos de los japoneses. Los misioneros de los Testigos que llegaron en 1949, y los otros (más de 150) que llegaron después, afrontaron la difícil tarea de inculcar en la mente y el corazón de los japoneses la importancia de poner fe en el Creador, Jehová Dios. ¿Cómo lo hicieron?
Se coloca el fundamento
Los misioneros ocuparon una casita de dos pisos en Tokio al principio de su obra. El recogimiento de los que respondían fue lento en los años cincuenta. ‘Pocos aceptarán la verdad en Japón antes del Armagedón’, pensaba uno de los primeros japoneses que respondió favorablemente a las buenas nuevas en aquellos días. Uno de los primeros superintendentes de circuito recuerda la ocasión en que miró por la ventana del tren en que viajaba, y se preguntó si algún día se predicarían las buenas nuevas en las casas de las aldehuelas que veía a la distancia.
Tomó casi diez años de esfuerzo misional alcanzar la marca de mil publicadores del Reino en Japón. Pero para 1963, debido al aumento constante, la sucursal de construcción débil de Tokio fue derribada, y se construyó un edificio de seis pisos de hormigón armado.
Los misioneros colocaron un buen fundamento para el futuro al inculcar el espíritu de precursor en el corazón de los que estudiaban la Biblia. Jehová bendijo el esfuerzo unido de los misioneros y los precursores japoneses, y la cantidad de Testigos ascendió a diez mil en 1970. Para llevar el paso con el aumento, en 1972 se construyó una imprenta de tres pisos y un edificio residencial de cinco pisos en Numazu, a unos 120 kilómetros (75 millas) al sudoeste de Tokio. Ahora las revistas La Atalaya y ¡Despertad! no se tendrían que imprimir por una compañía mundana; se imprimirían en la propia prensa de la sucursal japonesa, para la predicación del Reino en el país.
¿Quién se hubiera imaginado que diez años después las instalaciones de Numazu serían demasiado pequeñas para el adelanto de aquella obra de recolección? Pero eso fue lo que sucedió, y Jehová se propuso mayor expansión en las instalaciones para atender la cosecha creciente.
Aumento a pesar de las adversidades
En 1982 se construyó en Ebina, al sur de Tokio, una nueva sucursal tres veces mayor que la de Numazu. Para cuando esta se dedicó en mayo de aquel año, Jehová había bendecido a los Testigos japoneses con máximos consecutivos de publicadores cada mes por más de tres años. Este aumento continuó, y en mayo de 1985 se alcanzó la marca de cien mil publicadores en Japón. Sí, Jehová aceleraba la obra a su propio tiempo, y hubo que agrandar la sucursal. (Isaías 60:22.) Unos años después de la dedicación del primer complejo de edificios en Ebina, el Cuerpo Gobernante aprobó la construcción de una nueva fábrica de seis pisos con un sótano, y de un edificio residencial de ocho pisos.
Era obvio que este aumento de los siervos de Jehová disgustaba a Satanás, porque un mes después de haberse alcanzado la marca de cien mil publicadores surgió en Japón un caso serio que implicaba la cuestión de la sangre. Un niño de diez años murió después que —pero no porque— sus padres objetaron a que se le transfundiera sangre. (Hechos 15:29.) El resultado fue que los medios publicitarios atacaron a los Testigos. Aunque en aquel tiempo el padre no era Testigo dedicado, aguantó el cruel acosamiento de los reporteros. Más tarde se bautizó y hoy él y su esposa son precursores regulares.
¿Tuvo efecto aquel ataque en la recolección? Muy poco. Algunos que estudiaban la Biblia dejaron de estudiar, pero cada mes siguió alcanzándose un nuevo máximo de publicadores, y en diciembre de 1988 se cumplieron diez años de máximos consecutivos. Durante los siete años desde la dedicación del primer complejo de edificios en Ebina hasta la dedicación del complejo nuevo, la cantidad de publicadores se duplicó (de 67.000 a más de 135.000), mientras que la cantidad de precursores regulares se triplicó (de 12.000 a 36.000), y la cantidad de estudios bíblicos casi se duplicó (de 97.000 a 172.000). ¡Qué notable prueba del triunfo de Jehová sobre los ataques de Satanás contra su pueblo! (Proverbios 27:11.)
Construcción de los edificios nuevos
Los testigos de Jehová no construyen edificios grandes para impresionar al público. Pero a veces sus edificios tienen que ser enormes para que ellos puedan mantenerse al paso con el aumento de publicadores del Reino. Un ejemplo de esto es la nueva fábrica de Japón. Esta tiene una superficie útil de casi 22.500 metros cuadrados (243.000 pies cuadrados), o sea, dos veces más espacio que la fábrica original. Los departamentos de encuadernación, reparación de máquinas y envíos al extranjero se trasladaron a la nueva fábrica, y casi dos pisos se emplean como almacén. Con todo esto, la nueva fábrica todavía tiene cabida para otras cosas. En el sótano se pusieron las bases para dos prensas rotativas offset de gran velocidad, y hay dos pisos completamente vacíos, disponibles para la expansión futura.
El nuevo edificio residencial de ocho pisos tiene un hermoso vestíbulo con decoración de buen gusto. Hay 128 habitaciones para los trabajadores de Betel y 8.980 metros cuadrados (96.700 pies cuadrados) de superficie útil... aproximadamente la misma superficie útil del arca de Noé. ¡Un vecino hasta preguntó a los que trabajaban en la construcción cómo podía solicitar habitación en los nuevos “condominios”!
Todos los que participaron en la construcción atribuyeron a Jehová la dirección de aquella obra. (Salmo 127:1, 2.) En su mayoría los obreros eran jóvenes dispuestos y celosos de poco más de 20 años de edad, pero inexpertos en construir. Un arquitecto que trabajó con ellos dijo: “Al principio se me hizo difícil trazar un plano que los hermanos no experimentados pudieran entender”. Sin embargo, por el espíritu de cooperación de todos se vencieron los obstáculos.
El deseo de cooperar facilitó el funcionamiento del espíritu de Jehová entre los trabajadores. Uno de ellos recuerda: “Durante la excavación, siempre que llovía, en la madrugada o a una hora avanzada de la noche, yo iba al lugar de construcción para ver si los muros de contención seguían firmes. Siempre que iba encontraba a otros hermanos allí, preocupados; y todos trabajábamos juntos, empapados de agua, cuando surgían emergencias. Aquellas experiencias intensificaron nuestro compañerismo”.
Apoyo a la recolección internacional
Puesto que los edificios nuevos se construyeron para apoyar la cosecha o recolección que Jehová quiere que se haga, era apropiado dedicarlos a él cuando quedaran terminados. El programa de dedicación se celebró el 13 de mayo de 1989, y entre los presentes estuvieron Carey Barber, John Barr y Lloyd Barry, del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, junto con sus respectivas esposas. También fueron invitados más de mil de los primeros japoneses que se bautizaron, y estos se alegraron de ver a viejos amigos que aún servían fielmente a Jehová. Representantes de 13 diferentes países aceptaron la invitación de participar en la gozosa ocasión. Uno de los presentes dijo: “Fue como una pequeña asamblea internacional”.
Se presentaron informes de nueve países, de modo que el programa en verdad fue internacional. Mientras representantes de varios países asiáticos relataban ejemplos de cooperación internacional entre los hermanos y mencionaban que la nueva fábrica atendería las necesidades de sus países y del campo japonés, era obvio un fuerte vínculo de hermandad. La sucursal de Japón ahora imprime publicaciones en 13 idiomas y envía literatura a muchos países.
Por la tarde el hermano Barber enfatizó en un discurso la importancia del cumplimiento de las profecías de Ezequiel. Entonces el hermano Barr habló sobre: “La Tierra se llena de la gloria de Jehová”, y ayudó al auditorio a apreciar el poder penetrante de la verdad.
El hermano Barry, quien fue misionero en Japón por más de 25 años, pronunció el discurso de dedicación: “Regocíjate ante tu Dios Jehová”. Animó al auditorio a regocijarse por vivir en el período que fue representado por la Fiesta de las Cabañas, o la Recolección, en el antiguo Israel. Enumeró varias razones para gozo al presentar un breve relato histórico de la obra en Japón. Cuando el hermano Barry recomendó que los nuevos edificios se dedicaran a Jehová, todos los concurrentes respondieron con fuerte aplauso.
Al día siguiente los representantes del Cuerpo Gobernante hablaron a unas 233.780 personas en 46 diferentes auditorios conectados por línea telefónica en las islas japonesas. En realidad, como el pastor Russell observó en 1912, los japoneses necesitaban las buenas nuevas del Reino. Jehová ha satisfecho esa necesidad al colocar un fundamento mediante la actividad misional y mediante inculcar el espíritu de precursor en los Testigos en Japón. Los edificios recién dedicados dan testimonio de que Jehová ha ‘acelerado’ la recolección durante la antitípica Fiesta de las Cabañas. (Isaías 60:22.)
[Fotografías en la página 24]
Izquierda: la nueva fábrica en Ebina con (abajo, a la izquierda) el programa de dedicación en progreso y (abajo, a la derecha) el vestíbulo del nuevo edificio residencial
[Fotografías en la página 25]
El nuevo edificio residencial y (recuadro) la biblioteca en el segundo piso del edificio de las oficinas
[Fotografías en la página 26]
Estos 19 misioneros graduados de la clase número 11 de Galaad asistieron a la dedicación. Los años que ellos han dedicado al servicio de tiempo completo —además de los años de servicio de otros cinco graduados de la clase número 11 que murieron fielmente en su asignación en Japón— suman 1.023 años
Tres miembros del Cuerpo Gobernante —Carey Barber, John Barr y Lloyd Barry— participaron en el programa de dedicación