Tahití... joya de los mares del sur
TAHITÍ... ¡su mismo nombre evoca muchas clases de cuadros mentales! El explorador francés Bougainville la llamó La Nueva Citera debido a que le recordaba a la encantadora isla mediterránea que también lleva el nombre de Kíthira. La belleza de Tahití ha inspirado a pintores y poetas. Para algunas personas el nombre de Tahití equivale a paraíso.
Pero ya por muchos años un grupo de personas ha estado hablando en Tahití acerca de un paraíso venidero. Este mismo mensaje se está predicando en todos los países habitados del mundo. Pero de todos los lugares que necesitan ese mensaje, ¿es realmente necesario en Tahití? Para que usted pueda comprender, permítanos hablarle un poco acerca de esta isla.
La hermosa Tahití
¿Es Tahití tan hermosa como dicen algunos? ¡No cabe la menor duda de que lo es! No es una isla grande, solo tiene 1.041 kilómetros cuadrados (402 millas cuadradas). Su pico más elevado alcanza una altura de 2.237 metros (7.339 pies). A toda la isla la circunda una carretera de 121 kilómetros (75 millas) de largo.
Una de las maravillas de Tahití es la laguna de color turquesa que la rodea. A mayor distancia de la costa, el mar es de color azul oscuro, y a manera de barrera entre el mar profundo y la laguna de color más claro hay un arrecife coralino donde rompen las olas y forman una guirnalda de blanca espuma. De modo que desde el aire Tahití parece una joya colocada en un joyero de color turquesa. Algunos hasta la llaman la joya de los mares del sur.
¿Cómo es su clima? Cálido y húmedo pero suavizado por los refrescantes vientos alisios. La temporada de lluvia dura desde noviembre hasta marzo, es cuando tanto la temperatura como la humedad suben a un nivel alto. La vegetación es densa y exuberante. Uno puede encontrar en abundancia, particularmente a lo largo de la costa y en los valles, cocos, mangos, aguacates, plátanos y el fruto del árbol del pan... ¡todo lo que uno esperaría de un paraíso tropical!
¿Y las flores? Cierre los ojos e imagínese que está respirando aire perfumado con la fragancia del franchipaniero. Ahora abra los ojos y deléitese en ver una abundancia de hibiscos y bougainvilla. Trate de visualizar la rareza de la flor anturio con su apariencia cerosa y, en particular, la tiare tahití, la fragante flor blanca que los tahitianos, tanto hombres como mujeres, prenden de sus cabellos. Verdaderamente Tahití ha sido bendecida con abundancia de flores.
Aunque en Tahití hay aves marinas, pocos son los animales oriundos de la isla. No obstante, en compensación, está la fauna de los mares que la rodean. Hermosos arrecifes coralinos sirven de albergue a una gran variedad de caracoles, conchas y moluscos. Es un deleite ver, tanto en la laguna como en el profundo océano, los coloridos peces papagayos, labros, peces cirujanos, percas, lochas y salmonetes. Al acecho entre las rocas y también observando el espectáculo, aunque no para admirar la belleza de este, está la hambrienta morena, y a más distancia no falta la silueta ominosa del tiburón.
Los tahitianos
Expertos navegantes polinesios descubrieron esta isla alrededor del siglo V E.C. Aprendieron a disfrutar de su belleza silvestre y a vivir de la tierra fértil y del producto de sus ricas aguas. Adoraban a un dios llamado Taaroa, a quien, según se dice, servían divinidades secundarias. Las ceremonias religiosas se llevaban a cabo en recintos cuadrangulares llamados marae, y en uno de sus extremos situaban un altar sagrado para los ídolos Tiki, sobre el cual se ofrecían sacrificios humanos.
Estos primeros habitantes vivieron sin que se les molestara por más de mil años. En efecto, sus descendientes todavía radican en la isla. Se les conoce como tahitianos. Pero la isla fue “descubierta” nuevamente en el siglo XVIII, esta vez por navegantes europeos, tales como Wallis, Bougainville y Cook. Tahití llegó a tener fama mundial. Los recién llegados aportaron algunos beneficios a los tahitianos, tales como el metal, nuevos materiales de tela, la escritura y, en especial, la Biblia. También trajeron problemas. Tahití llegó a estar envuelta en conflictos, y finalmente, en 1880, el rey tahitiano Pomaré V cedió Tahití a Francia. En la actualidad esta isla compone el centro administrativo de un grupo de islas conocidas como la Polinesia francesa.
La piel morena y el largo pelo negro y brilloso de las tahitianas ha sido popularizado frecuentemente por pintores como Paul Gauguin. Hoy en día la raza de los tahitianos está muy mestizada, como resultado de haber ellos contraído matrimonio con chinos, europeos y gente de otras nacionalidades. Todavía se usa ampliamente el lenguaje original de los tahitianos. Es un hermoso lenguaje, pero carece de muchas palabras necesarias en la vida moderna. Por eso, en la conversación diaria, uno puede escuchar tahitiano mezclado con palabras del chino, inglés y otros idiomas. Aquí también se habla el francés, pues Tahití está bajo administración francesa.
Tiempo de transición
Tanto la isla como la gente son agradables. Los tahitianos aún son expertos artesanos en el tradicional arte polinesio de tallar nácar y madera. Usan conchas de la misma isla para hacer hermosos collares y otros adornos colgantes; y saben entretejer esteras, canastas y sombreros de palmas de cocotero y hojas de pandano. No obstante, su arte más sobresaliente es el canto y el baile. Se aprovechan de toda oportunidad para disfrutar de deliciosos alimentos, hermosas flores, música, canciones y bailes (y también, desafortunadamente, de mucho alcohol y tabaco).
Sin embargo, Tahití lleva las inconfundibles marcas del siglo XX. Mucha de su belleza se está explotando. Intereses comerciales hacen que se saquen de los mares las conchas, se pesquen los tiburones para aprovechar sus dientes y las tortugas para el caparazón. Mientras tanto, las aves marinas, en un tiempo tan numerosas, están desapareciendo debido al aumento de la población a lo largo de la costa.
La contaminación es también un problema. Tahití tiene muchas hermosas playas, algunas, sorprendentemente, de arena negra. Pero las aguas del mar traen basura desagradable a algunas de estas playas.
Por muchos años los tahitianos han tenido fama y una bien merecida reputación de ser amigables, generosos y hospitalarios. Pero lamentablemente la colonización y el turismo han hecho que disminuya este impulso natural que en parte se ha sacrificado a consecuencia de este mundo moderno. También existen otros problemas que surgieron en la década de los sesenta como resultado de las pruebas nucleares hechas por Francia en el Pacífico Sur y la instalación de un aeropuerto internacional. Desde entonces, la prosperidad material ha causado alguna corrupción.
El Paraíso venidero
Claro está que Tahití nunca ha sido realmente un paraíso en el sentido pleno de la palabra. A pesar de la belleza insular, los tahitianos siempre han padecido de los problemas que son comunes a la humanidad: enfermedades y muerte. Además de esto, muchas personas analizan lo que Tahití fue, en lo que se está convirtiendo, y temen el futuro. Personas pensadoras esperan ver el fin del deterioro, pero ¿dónde van ellos a encontrar la seguridad de que así será?
Los primeros misioneros de la cristiandad llegaron a Tahití a fines del siglo XVIII. Tradujeron la Biblia al tahitiano y hasta el día de hoy este es el libro más respetado en toda la isla. Actualmente existen muchas religiones en la isla y en su mayoría afirman ser cristianas. Sin embargo, al mismo tiempo hay mucho crimen y violencia, así como discriminación racial y nacionalismo. Parece que la cristiandad no ha podido señalar la solución a estos problemas.
Por eso es que los testigos de Jehová han estado hablando a los tahitianos del verdadero Paraíso venidero. Les han estado explicando los propósitos del Dios cuyo nombre, Jehová, aparece miles de veces en la Biblia tahitiana. Les muestran que Dios profetizó que la humanidad comenzaría a ‘arruinar la tierra’, aun las regiones más remotas y bonitas. (Revelación 11:18.) Y con mucho gusto muestran que Jehová no permitirá que esto pase inadvertido. Más bien, su Reino bajo Cristo Jesús producirá un verdadero Paraíso no solo en Tahití, sino en todas las islas y los continentes de la Tierra. (Salmo 98:7-9.) El Reino de Dios también resolverá tales problemas como la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, que han afectado a Tahití aun desde sus días idílicos. (Revelación 21:3, 4.) De modo que a los tahitianos se les está instando a demostrar su famosa hospitalidad por medio de aceptar la venidera gobernación del Reino de Dios, la cual les traerá bendiciones eternas.