¿Está en peligro su intimidad?
NO HAY manera de saber cómo se hubiera desarrollado la segunda mitad de este siglo si ciertos acontecimientos cruciales se hubieran conocido de antemano: el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941; el siguiente lugar que atacaría Hitler en Europa; si él hubiera sabido que Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos intervendrían en la guerra; las intenciones de Fidel Castro en Cuba después del golpe de estado de 1959; las del gobierno del norte de Corea en junio de 1950 o de Vietnam del Norte en 1957, para nombrar solo unos cuantos. Debido a que mantuvieron sus planes en secreto, tomaron al mundo por sorpresa.
La historia ha demostrado que a las naciones no les gusta que otros países les den este tipo de sorpresas. Puesto que ahora disponen de la tecnología electrónica precisa para espiar las intenciones de otras potencias y reducir a un mínimo las sorpresas desagradables, la mayoría de las naciones se han declarado una guerra de investigación clandestina para espiarse unas a otras. Se informa que “cincuenta y tres gobiernos de países pequeños” todos los días hacen un “barrido” en sus oficinas con costoso equipo de detección a fin de encontrar micrófonos ocultos.
Ya en 1952 se dijo que la embajada americana en Moscú estaba siendo espiada por medio de un extraño tipo de micrófono que se había colocado dentro del sello americano situado detrás de la mesa del embajador. En 1985 agentes del gobierno norteamericano informaron que los soviéticos habían colocado en la embajada americana en Moscú un gran número de máquinas de escribir que contenían micrófonos.
Por su parte, los rusos dicen que también han encontrado muchos micrófonos. Entre ellos aluden a un ladrillo conectado a un transmisor descubierto en la embajada soviética en Washington, D.C. Asimismo, su representante ante las Naciones Unidas dice haber encontrado un micrófono en la toma de antena de su televisor. Así que continúa el espionaje a escala internacional.
Espionaje en el lugar de empleo
“Uno tiene la impresión de que se ha levantado la veda de la intimidad”, se lamentó un abogado. “Me horrorizo ante lo que veo —comentó otro—. Nos hemos convertido en un país de espías.” Lo cierto es que nos hemos convertido en un mundo de espías. Los rápidos avances tecnológicos en las telecomunicaciones —ordenadores, radiotransmisores en miniatura, conexiones telefónicas vía satélite o microondas— han contribuido a hacerlo posible. La nueva tecnología ha dejado atrás las leyes que protegen la intimidad individual y colectiva.
Por ejemplo: con solo instalar programas adicionales en un sistema de ordenadores ya existente, los empresarios ahora pueden vigilar prácticamente todo movimiento que realice el usuario de cualquier terminal: secretarios, empleados que hacen las reservas de billetes de líneas aéreas, trabajadores de correos o cajeros de tiendas de comestibles. La lista sería interminable. Los expertos calculan que tan solo en Estados Unidos se controla de esta manera a más de trece millones de personas, y el número está aumentando. Estiman que para el año 2000 habrá entre treinta y cuarenta millones de usuarios de terminales de ordenador, de los que entre el 50 y el 75% estarán siendo controlados. A medida que el sistema se vaya perfeccionando, dice la revista U.S.News & World Report, “se espera que hasta los ingenieros, los contables y los médicos tengan que afrontar esta forma de escrutinio electrónico”.
Ya existe un profundo resentimiento entre los patronos y los trabajadores por la pérdida de intimidad personal debida a esta clase de espionaje electrónico. Un fabricante que ha confeccionado programas que hacen posible realizar esta clase de investigación comenta: “Permite vigilar totalmente a todos los usuarios durante todo el tiempo”. Los informes que llegan de los lugares de trabajo indican que ese comentario no es infundado. “Ni siquiera puedo ir al cuarto de baño sin que me vigilen”, se quejó una telefonista. La directora de una asociación nacional de mujeres trabajadoras dice que “muchas de las prácticas de los patronos atentan escandalosamente contra la intimidad”. “Terminas desquiciado. La presión resulta increíble”, dice otro irritado trabajador. “Es una manera muy opresiva de trabajar. El tener que sentarse delante de esa ‘caja tonta’ sin poder moverse algunas veces puede colocarle a uno al borde de la histeria”, añade otro. No es de sorprender que la “caja tonta” con la que uno ha estado trabajando de repente le mande un mensaje intermitente de reprensión como este: “No estás trabajando tan rápido como la persona que está a tu lado”. ¿Se les está escurriendo de las manos a los trabajadores la intimidad en el lugar de empleo?
Espionaje comercial
Pero tampoco las directivas de las empresas tienen razón para sentirse tranquilas. Un solo micrófono oculto en una oficina o una sala de conferencias puede significar la diferencia entre ingresos de millones de dólares o tal vez pérdidas masivas. Cuando una de las principales empresas de armamento perdió un contrato de doscientos millones de dólares ante una empresa rival por tan solo unos miles de dólares, se buscaron los servicios de un equipo dedicado a detectar micrófonos ocultos. La investigación reveló que se había colocado un micrófono en el techo de la sala de conferencias. Un magnetófono situado en el servicio de caballeros al final del pasillo había estado recogiendo cada palabra.
El espionaje electrónico ha llegado a ocupar un lugar tan destacado en el mundo de los negocios, que se calcula que en los últimos cinco años las empresas rivales han ocultado unos cien mil micrófonos para obtener información sobre asuntos como presupuestos, secretos comerciales, nuevos productos y negociaciones encubiertas con los trabajadores. Se informa que “centenares de las que, según la revista Fortune, son las quinientas compañías principales” comprueban todos los días sus oficinas y salas de conferencias con equipos para detectar micrófonos. “Pienso que, actualmente, en muchas empresas existe una verdadera paranoia —comenta el vicepresidente de una gran compañía de Nueva York que se dedica a desactivar aparatos de escucha—, una opinión generalizada de que no existe ningún lugar seguro.”
¿Qué hay en cuanto a usted, que apenas tiene nada que ver con el mundo de la política o los negocios? ¿Es posible que se invada su intimidad mediante algún tipo de sistema de investigación? A continuación se presentan algunos datos que deben tenerse en cuenta. Los informes muestran que de cada diez casos de intervenciones telefónicas ilegales, siete tenían que ver con particulares. Las situaciones casi siempre estaban relacionadas con cuestiones familiares, principalmente desavenencias matrimoniales. Muchas veces se contrató a detectives privados para obtener evidencia de adulterio, de incapacidad legal para obtener la custodia de los hijos o de alguna otra forma de deslealtad. Según un informe, “el 80% de los aparatos de escucha ilegales que las compañías telefónicas descubren anualmente se encuentran en domicilios particulares”.
Además de eso, cierto periodista informa que usted podría estar siendo espiado por la propia compañía telefónica, y calificó a estas de “los más grandes violadores de la intimidad telefónica”. Un anterior analista de la CIA declaró: “Durante el único período de cinco años para el que existen estadísticas disponibles, agentes de las compañías telefónicas escucharon sin autorización alguna 1.800.000 conversaciones telefónicas, supuestamente con el fin de encontrar fraudes en el pago de las llamadas”. Él hace notar que estos espías estaban vinculados a agentes de la policía local, estatal y federal, con quienes, en ocasiones, intercambiaban información.
A todo ello también hay que añadir las propias agencias que se encargan de hacer cumplir la ley. Sin importar que tengan autorización o no, pueden intervenir su teléfono. Se descubrió que la policía de cierta ciudad de Estados Unidos había estado escuchando ilegalmente a más de tres mil personas en tan solo unos pocos años. De manera similar, en muchas otras ciudades la policía ha sido acusada de escuchas ilegales. Un periodista informa: “Los que tenían su teléfono intervenido no eran ‘peces gordos’ ni extremistas políticos ni maleantes; eran gente normal”. Algunos se lamentaron de que hasta la iglesia luterana estuviera entre ellos. También se ha sometido a otras iglesias a esta clase de escrutinio electrónico.
Finalmente, un profesor de Sociología hizo esta pertinente observación: “Con un gobierno diferente y una población menos tolerante, esos mismos aparatos [de escucha] podrían utilizarse con facilidad contra las personas de una ideología política ‘contraria’, minorías étnicas o religiosas y personas cuyo estilo de vida moleste a la mayoría”.
Si usted está entre los que atesoran su intimidad, entre los que les gusta que no se les moleste, disfrútelo ahora. Muchos creen que esa es una libertad en peligro.
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La pantalla de su ordenador le dice: “No estás haciendo tanto como tus compañeros”
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A veces las sesiones de una junta directiva son escuchadas clandestinamente