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  • Los gitanos... ¿incomprendidos?
    ¡Despertad! 1986 | 22 de mayo
    • Los gitanos... ¿incomprendidos?

      Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Gran Bretaña

      “¡HAN llegado los gitanos!” Son pocos los vecindarios que recibirían con gozo tal noticia. Muchas personas consideran que los gitanos son ladrones y personas inadaptables a la sociedada. Se les acusa de convertir los vecindarios en lugares ofensivos a la vista debido a que moran en campamentos desarreglados y sucios. No obstante, el desdén es mutuo. De hecho, los gitanos llaman a los no gitanos gaji o gorgios. Estas palabras y sus variantes significan “paletos” o “bárbaros”.

      Sin embargo, ¿quiénes son los gitanos? ¿Por qué tienen tanta dificultad en mantener relaciones amigables con la comunidad establecida? ¿Son ellos realmente inadaptables, o tal vez sencillamente sean incomprendidos?

      Su misteriosa historia

      La palabra “gitano” significa, en sentido general, “persona de origen y hábitos nómadas”. No obstante, los gitanos auténticos son una raza que tiene su propio idioma. Se llaman a sí mismos rom, que significa “hombre”. De esto se deriva la palabra “romaní”... otro nombre por el que se conoce a los gitanos. Sin embargo, por mucho tiempo el origen de los gitanos fue un misterio.

      La palabra “gitano” se deriva de “egiptano”. Pero es muy improbable que se hayan originado en Egipto, aunque en un tiempo ellos afirmaban que sí. Tan recientemente como en la década que comenzó en el año 1780, el filólogo Grellmann notó la gran similitud entre el idioma romaní de los gitanos y los idiomas indoarios del norte de India. Sus estudios lo llevaron a la conclusión de que India era la tierra natal del gitano. Hoy día esta conclusión es generalmente aceptada como un hecho. No obstante, cuándo y por qué empezaron su migración hacia el oeste sigue siendo un misterio. Puesto que los gitanos nunca han mantenido registros, las indicaciones históricas de ellos se hallan solo en los anales de las naciones donde han residido.

      Dichos registros revelan que los gitanos pocas veces han sido bien recibidos. En efecto, su modo de vivir despreocupado —y su ocasional rapacidad— han provocado persecución violenta en muchas ocasiones. ¡En el siglo XVI, se les ordenó que salieran de Inglaterra, y se declaró que cualquier gitano que se quedara en el país se enfrentaría a la muerte! Los gitanos también sufrieron mucho en lo que ahora se conoce como Rumania. Allí fueron comprados y vendidos como esclavos hasta mediados del siglo XIX. En 1726 el emperador Carlos VI de Alemania mandó a ahorcar a los gitanos varones. A sus mujeres e hijos les cortarían las orejas a fin de identificarlos fácilmente en caso de que se atrevieran a regresar. En Francia, Alemania, Dinamarca y Suecia, se usaron perros para perseguir a los gitanos y cazarlos como venado, solo por “deporte”.

      ¿Qué hay del día moderno? El régimen nazi clasificó a los gitanos como “enemigos del pueblo” y quiso exterminarlos. Más de 400.000 gitanos perecieron.

      Su vida hoy día

      A pesar de esta horrible historia de persecución, los gitanos hoy día abundan en Europa, los Estados Unidos, América del Sur y Australia. Un idioma común, un imperecedero deseo de andar errantes, una cultura no escrita que se ha mantenido viva oralmente y la convicción de que son un pueblo superior, ha ayudado a preservar la identidad de este variado y esparcido pueblo. No obstante, el tiempo ha traído algunos cambios.

      Aunque entre algunos de ellos hay una creciente tendencia a establecerse, miles todavía andan errantes. Sin embargo, cada vez menos de ellos viajan en sus coloridos vardos tirados por caballos. En Europa occidental, la mayoría de los gitanos usan vehículos de motor, y como resultado han perdido mucha de la imagen romántica que tenían antes. No obstante, en Europa oriental y en España, la antigua cultura persiste: el baile, la música, la adivinación, el domesticar osos, el negocio de caballos y el ganarse la vida a la manera inimitable de los gitanos. Así, ¡miles de espectadores todavía pueden disfrutar del alegre baile flamenco del gitano español y la conmovedora música de su hermano húngaro!

      Aunque la persecución extremada ha disminuido, el gitano a menudo continúa teniendo problemas. Por ejemplo, de acuerdo con un informe del gobierno británico en 1982: “Hay entre 8.000 y 9.000 familias gitanas en Inglaterra y en Gales; de estas, como la mitad vive permanentemente en sitios autorizados. Las demás familias estacionan sus caravanas en lugares no autorizados, con la constante amenaza de desahucio y a menudo causando molestia a los vecinos”.

      La modernización ha obligado al gitano a cambiar de parecer en cuanto a la educación seglar. En el pasado, esto generalmente se consideraba como una pérdida de tiempo. Sin embargo, un informe reciente del Concilio Nacional de Gitanos declara que ‘nuestros hijos necesitan educación para que puedan asociarse con los niños de la comunidad establecida, lo cual garantizaría una coexistencia pacífica’.

      Cambios en proceso

      La modernización también ha obligado a los gitanos a efectuar algunos cambios en la manera de ganarse la vida. En el pasado, el trabajo temporal en las granjas era muy popular entre los gitanos. Por lo general los granjeros permitían que los gitanos acamparan en sus granjas mientras trabajaban. Sin embargo, la mecanización en la agricultura ha reducido drásticamente las oportunidades de empleo. Puesto que ya no necesitan tal mano de obra, los granjeros por lo general no están dispuestos a permitir que los gitanos acampen en sus haciendas. De modo que el gitano se ha visto obligado a vivir en las ciudades donde el negocio de chatarra y la obra de construcción les han proporcionado oportunidades de empleo.

      Puesto que los gitanos saben tratar con los animales, algunos han decidido, más bien, conseguir empleo con ferias ambulantes y circos. Debido a que aman la música, algunos hacen bien como artistas. Las mujeres, siendo muy observadoras de la naturaleza humana, a menudo se ganan la vida diciendo la “buenaventura” a otros. (Véase el siguiente artículo.) Tales oficios son convenientes para el gitano. Así no tienen que estar atados por mucho tiempo a un solo lugar. La libertad de poder andar errante es mucho más preciosa para él que el acumular posesiones materiales.

      La siguiente experiencia personal muestra cómo una gitana halló un nuevo modo de vivir, el mejor.

      [Nota a pie de página]

      a En efecto, puesto que la palabra “gitano” transmite dicho estigma, en algunos lugares los gitanos mismos prefieren que se les llame viajeros.

  • Una gitana halla el “Camino”
    ¡Despertad! 1986 | 22 de mayo
    • Una gitana halla el “Camino”

      EN 1929, nací en una tienda de campaña en el norte de Gales, en una familia de romaníes, o como nos llama la mayoría de la gente, gitanos. Por años viví según las costumbres de los gitanos, viajando por todo Gales y por el sudoeste de Inglaterra. Era un modo de vivir sencillo, y la única perturbación era que cada una o dos semanas teníamos que mudarnos.

      Mis padres, junto con nosotros, sus cuatro hijos, viajábamos en dos carros tirados por caballos. Los niños dormíamos en un carro de “barril” de cuatro ruedas que cargaba nuestras pertenencias domésticas. (Si encontrábamos un almiar o establo, allí dormíamos todos.) El otro carro, pequeño y de dos ruedas, cargaba las herramientas y el equipo para acampar. Para aligerar la carga a los caballos, los niños por lo general caminábamos.

      Siempre que era posible, acampábamos en los bosques, lejos de la vista de los que moraban en las casas. Esto nos ayudaba a evitar su hostilidad. Antes de cada mudanza, papá nos hacía recoger cualquier basura que hubiera en el suelo y barrer el césped. Dejábamos todo en orden.

      Las costumbres del gitano

      ¿Cómo nos ganábamos la vida? Una de nuestras ocupaciones temporeras en las zonas de Wiltshire y Herefordshire era la de recoger lúpulo. Este siempre era un tiempo feliz. Aunque acampaban separadas unas de otras, por las noches las familias gitanas se reunían alrededor de una hoguera para tocar música, cantar y relatar historias. Éramos pobres, pero estábamos libres de las inquietudes que acompañan a las posesiones materiales.

      Durante otras temporadas del año, papá fabricaba esteras y canastas de juncos (plantas marismas). Recogíamos los juncos y también pequeñas ramas de sauce para hacer la armazón de las canastas. Las hervíamos para emblanquecer los juncos y remover la corteza de los sauces. Mi padre decoraba los artículos terminados por medio de pintar en ellos pájaros o animales silvestres utilizando tinte que él mismo hacía de las plantas. Sin embargo, los hombres gitanos nunca salen a vender. Por eso, los demás vendíamos estos artículos yendo de casa en casa, ¡y a buen precio!

      Papá también nos enseñó a fabricar dichos artículos. Además aprendimos a hacer flores de papel y madera, a domar y entrenar caballos y a identificar las hierbas silvestres y utilizarlas como medicina. Nos llevaba al basurero y nos mostraba cómo escoger lo que fuera útil, incluso alimento. Pero también sabíamos cómo cazar conejos, puerco espines y toda clase de animales silvestres para alimentarnos. Cuando estos escaseaban, no veíamos nada malo en robar una o dos gallinas, o unos cuantos vegetales de algún granjero. Pensábamos que no sería gran pérdida para él, y, después de todo, teníamos hambre. También aprendimos a cocinar ortigas, tallos de rosal, flores de madreselva y toda clase de hierbas silvestres, y como plato exquisito, caracoles. Pero en muchas ocasiones no teníamos absolutamente nada que comer.

      Desde que yo tenía cuatro años de edad, mi madre me enseñó a mendigar, vender y robar. Primero, se aseguraba de que yo estuviera vestida pobremente y descalza. Entonces me enviaba sola a una casa y me mandaba a que llorara en la puerta. Si yo no tenía ganas de llorar, ¡ella me pegaba en las piernas para que de todas maneras tuviera lágrimas en los ojos! Yo le decía al amo de casa que no tenía nada que comer. Pocas personas podían resistir la petición de una niña vestida de harapos y llorando.

      También aprendí otro arte común entre los gitanos: la adivinación. En realidad, nuestra “adivinanza” constaba de observar a las personas y discernir lo que ellas querían oír. Pero según aprendí unos años después, este arte también puede implicar lo sobrenatural. Sin embargo, para mí, el usar barajas, hojas de té o el leer la mano era solo un truco. Y tenía éxito solo con las personas que estaban dispuestas a cooperar.

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