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Grecia, griegosPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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El efecto de la helenización en los judíos. Cuando el Imperio griego se dividió entre los cuatro generales de Alejandro, Judá se convirtió en un estado fronterizo, entre el régimen tolemaico de Egipto y la dinastía seléucida de Siria. En el año 198 a. E.C. los seléucidas conquistaron esta tierra, que en un principio estuvo bajo el control de Egipto. Con el fin de unificar a Judá con Siria en el espíritu de la cultura helénica, se promovió la religión griega en todo el territorio, así como el idioma, la literatura y el estilo de vestir.
Se fundaron colonias griegas por todo el país, incluso en Samaria (que a partir de entonces se llamó Sebaste), en Akkó (Tolemaida) y Bet-seán (Escitópolis), así como en algunos lugares situados al E. del Jordán donde no había poblaciones. (Véase DECÁPOLIS.) En la ciudad de Jerusalén se abrió un gimnasio, que atrajo a muchos jóvenes judíos. Como los juegos griegos estaban ligados íntimamente a la religión, el gimnasio era un medio de erosionar la adherencia judía a los principios bíblicos. Durante todo ese período, la infiltración helénica alcanzó incluso al sacerdocio judío. Por esa vía comenzaron a enraizarse paulatinamente un conjunto de creencias en otro tiempo ajenas al pensamiento judío, como la enseñanza pagana de la inmortalidad del alma y la idea de la existencia de un mundo subterráneo donde se sufría tormento después de la muerte.
Cuando Antíoco Epífanes profanó el templo de Jerusalén (168 a. E.C.) introduciendo en él el culto a Zeus, se alcanzó el punto álgido de la helenización judía; la rebelión no se hizo esperar y estallaron las guerras macabeas.
En Alejandría (Egipto), donde la colonia judía ocupaba un sector importante de la ciudad, la helenización fue también muy fuerte. (Véase ALEJANDRÍA.) Algunos judíos alejandrinos se dejaron arrastrar por la popularidad de la filosofía griega, y hubo autores judíos que pensaron que era necesario adecuar las creencias judías a las “nuevas tendencias”. Pretendieron demostrar que las ideas filosóficas griegas en boga en realidad habían estado antecedidas por ideas similares recogidas en las Escrituras Hebreas o que hasta se derivaban de estas.
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Grecia, griegosPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Helenistas. En el libro de Hechos aparece otro término: hel·lē·ni·stái (singular, hel·lē·ni·stḗs). Esta palabra no se halla ni en la literatura griega ni judía helenística; por lo tanto, su significado es un tanto incierto. La mayoría de los lexicógrafos creen que en Hechos 6:1 y 9:29 se refiere a “judíos de habla griega”. En el primero de estos dos textos, estos hel·lē·ni·stái se contrastan con los “judíos de habla hebrea” (e·brái·oi [texto griego de Westcott y Hort]). Con motivo de la celebración del Pentecostés de 33 E.C., hubo en Jerusalén una gran cantidad de judíos y prosélitos procedentes de muchos lugares. Una inscripción encontrada en la colina de Ofel, en Jerusalén, la “Inscripción de Teodoto”, demuestra que solían ir a la ciudad muchas personas, prosélitos, de habla griega. El documento, escrito en griego, dice: “Teodoto, hijo de Vetteno, sacerdote y presidente de la sinagoga, hijo de presidente de sinagoga y nieto de presidente de sinagoga, ha edificado la sinagoga para la lectura de la Ley y para la enseñanza de los Mandamientos, y (ha edificado) la hospedería, las cámaras y la cisterna de agua para refugio de los forasteros que lo necesiten —(la sinagoga) que sus padres y los ancianos y Simónides han fundado”. (Arqueología bíblica, de G. Ernest Wright, 1975, pág. 345.) Hay quienes han relacionado esta inscripción con la “Sinagoga de los Libertos”, algunos de cuyos miembros estuvieron entre los que dieron muerte a Esteban. (Hch 6:9; véase LIBERTO, HOMBRE LIBRE.)
Sin embargo, la forma de hel·lē·ni·stái que aparece en Hechos 11:20 con referencia a ciertos residentes de Antioquía de Siria puede que designe a la “gente de habla griega” en general, más bien que a los judíos de habla griega. Se llega a esta conclusión debido a que hasta la llegada de los cristianos de Cirene y Chipre, la predicación de la Palabra en Antioquía se había limitado “únicamente a los judíos”. (Hch 11:19.) Así, es posible que los hel·lē·ni·stái mencionados en este texto fueran personas de distintas nacionalidades que habían sido helenizadas y hablaban griego. (Véanse ANTIOQUÍA núm. 1; CIRENE, CIRENEO.)
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