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GreciaAnuario de los testigos de Jehová 1994
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¿Cómo llegaron las buenas nuevas a zonas tan remotas? A algunos de los hermanos que fueron condenados al exilio por no cesar de predicar se les permitió escoger dónde serían enviados. El hermano Kouzounis, de Kavala, fue enviado a la prefectura de Calcídica en 1938. Después de pedirle guía a Jehová, escogió la aldea de Nea Simantra. Cuando los aldeanos de aquel lugar le preguntaban por qué lo habían enviado allí, les decía que por ser cristiano. Esta curiosa respuesta daba lugar a muchas conversaciones, y él manejaba muy eficientemente las Escrituras. Con el tiempo se estableció una congregación en Nea Simantra. Desde allí las buenas nuevas se esparcieron a Galátista, donde se formó otra congregación. En Nea Moudania unas mujeres se hicieron creyentes: las hermanas Mastoraki, Stampouli y Nteniki. Estas enseñaron a otras en Floyita, donde también surgió una congregación. Luego la verdad pasó de aquel lugar a Kassandra.
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Trabajar en las zonas rurales era un desafío. Cuando los Testigos distribuyeron el tratado Eclesiásticos denunciados, a veces fueron detenidos en los cuarteles de policía y llevados a los tribunales. Pero la persecución robusteció su fe y su celo por el Reino. El resultado fue que desde 1930 la congregación de Kalamaki creció constantemente.
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Cuando Nicos Karathanassis aceptó la verdad, sus parientes le dijeron que se fuera de Valtino. Sus primos hasta lo agarraron por el cabello, y estaban a punto de tirarlo al suelo cuando el padre de Nicos intervino. Su hermano George también empezó a servir a Jehová, lo que trajo más persecución. Algunos parientes fanáticos hasta persuadieron a la esposa de George para que lo matara cuando estuviera durmiendo. Pero George despertó precisamente cuando ella se disponía a darle un hachazo. Él le habló tan bondadosamente que ella se detuvo, conmovida por la diferencia entre la conducta de su esposo y la de los que lo acusaban. La esposa progresó en la verdad, y lo mismo hicieron otros parientes; familias enteras empezaron a servir a Jehová. Uno de los hijos de George, Kostas Karathanassis, se graduó de la Escuela Bíblica de Galaad en 1975. Él y su esposa, Maria, son misioneros en Chipre.
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Entonces llegó a siete la cantidad de publicadores de aquella zona. Hubo persecución de todos lados. El hermano Avgerinos relató: “La gente nos insultaba públicamente, nos maldecía en la calle, nos denunciaba a la policía y al Ministerio de Educación, nos llevaba a los tribunales y lanzaba toda clase de improperios contra nosotros. Pero nos alegró mucho ver que algunos de los que se burlaban de nosotros y nos acusaban llegaron a ser después nuestros hermanos y empezaron a predicar junto con nosotros”.
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Sin embargo, un maestro humilde llamado Manolis Lionoudakis sí progresó en la verdad. Cuando lo echaron de su hogar, dejó el trabajo de maestro y emprendió el servicio de precursor en Iraklion. Predicó por todo el pueblo de casa en casa. Por ello, fue procesado y sentenciado a un año de exilio en la isla de Amorgos, en el archipiélago de las Cícladas. Recuerda: “Después de haber pasado allí seis meses, inesperadamente llegó de Creta un hombre llamado Kokkinakis. Yo le había hablado de la verdad en aquel lugar. Se había interesado, y aquí estaba, ¡exiliado por razón de sus nuevas creencias! Por fin tuve un compañero con el cual estudiar La Atalaya. Se bautizó en el mar en Amorgos”.
Actualmente el hermano Kokkinakis tiene 84 años y ha servido fielmente a Jehová durante cincuenta y cuatro años. Allá en 1938 fue el primer testigo de Jehová arrestado en Grecia por violar la ley contra el proselitismo. Su más reciente lucha en los tribunales sirvió de introducción a este relato. En total ha sido arrestado más de sesenta veces por persistir pacíficamente en la práctica de su adoración.
Aquellos fueron comienzos modestos, pero hoy hay trece congregaciones en Creta, un testimonio del aguante y el afán de los hermanos y las hermanas a través de muchos años dificultosos.
Samos
Uno de los primeros Testigos de la isla de Samos, Dimitris Makris, recordó cómo aprendió la verdad: “Mientras me hallaba en una tienda en enero de 1926, oí hablar a un Estudiante de la Biblia y me presenté. Al día siguiente Penelope y yo estuvimos presentes en una conversación sobre asuntos bíblicos. Pregunté a los hermanos cómo podían contestar tan fácilmente con la Biblia. ‘Si quiere hacer eso tiene que estudiar la Biblia’, me dijeron. Me mostraron el libro El Arpa de Dios y me explicaron cómo estudiarlo. El resultado fue que un grupo de cinco personas estudiamos el libro todas las noches hasta la madrugada. Nos bautizamos a finales del año durante la visita de un peregrino, el hermano Koukoutianos. En 1927 celebramos en Samos una pequeña asamblea a la cual asistieron 40 isleños.
”Decidimos visitar todas las aldeas de la isla con la única publicación disponible, el folleto titulado Infierno, con subtítulos que preguntaban: ‘¿Qué es? ¿Quién está en él? ¿Pueden salir de él?’. En una aldea tras otra nos golpearon. En marzo de 1928 un sacerdote nos llevó a una hermana estadounidense y a mí ante un tribunal, aunque él nos había golpeado a nosotros. En la audiencia, el juez preguntó al sacerdote: ‘¿No había en la aldea [un árbol] del cual colgarlo?’. Me sentenció a dos meses de cárcel, y aquel año tuve que celebrar la Conmemoración solo.”
Jehová ha bendecido el aguante y la dura labor de los hermanos. Ahora hay tres congregaciones prósperas en Samos.
Comienzos modestos en la isla de Corfú
En 1923 había cuatro hermanos en Corfú, una bella isla de la costa occidental de Grecia, frente a Italia. George Douras y Christos Papakos recordaron la obra de aquellos años: “Decidimos pronunciar un discurso público en un teatro de la capital. A las diez de la mañana unas mil personas llenaban el lugar. En los primeros asientos estaban algunos abogados. No obstante, el jefe de la policía se presentó y dijo que no se podría pronunciar el discurso. Uno de los abogados presentes se molestó y preguntó la razón. Cuando se enteró de que el responsable era el arzobispo, dijo en voz alta: ‘Señores, soy el cónsul de Francia. En este teatro se ha prohibido escuchar este discurso. Vengan conmigo al consulado francés. Allí se les permitirá oírlo’. El orador, el hermano Douras, fue el primero en seguir al cónsul; entonces todo el auditorio los siguió. ¡Imagínese el espectáculo que presentó aquella muchedumbre marchando por las calles de Corfú hacia el consulado francés para oír el discurso!”.
Un repartidor (ministro de tiempo completo), Charalampos Beratis, también tuvo que enfrentarse a oposición en Corfú para 1923. Relató: “En una aldea llamada Pagi todos los aldeanos se reunieron en la plaza. Les hablé de la literatura de la Sociedad y muchos aceptaron los libros. Entonces se presentó allí el sacerdote de la aldea, me tiró de la chaqueta y anunció: ‘En el nombre de la ley y del rey, lo pongo bajo arresto’. Trató de telefonear a la policía, pero el teléfono no funcionó. Oré silenciosamente a Jehová pidiéndole dirección. Al fin, simplemente recogí mi maletín de libros y dije en voz alta: ‘En el nombre de Jehová, tomo mi maletín y me voy’. Hubo absoluto silencio; nadie dijo nada. Sin añadir una palabra, ¡me fui, y seguí predicando!”.
Actualmente hay unas cuarenta y siete congregaciones con 2.500 Testigos en las islas dispersas alrededor de Grecia.
La obra de los precursores
Hasta en aquellos difíciles primeros años algunos griegos fervorosos quisieron hacer del ministerio su carrera. Michael Kaminaris, uno de los primeros precursores, regresó a Grecia en 1934, deseoso de ser predicador de tiempo completo de las buenas nuevas. Poco tiempo después lo acompañó Michael Triantafilopoulos. Los dos abarcaron varias regiones de Grecia en su predicación. El hermano Kaminaris recuerda: “A medida que la obra adelantaba, encontrábamos mayor oposición. En la aldea de Magouliana tuvimos que enfrentarnos a una multitud desordenada, y en Prasino el sacerdote encabezó un ataque contra nosotros. En las prefecturas de Mesenia, Etolia y Acarnania nos vimos implicados en muchísimos pleitos por la cuestión del proselitismo.
”Para reducir la cantidad de arrestos, la Sociedad nos aconsejó que trabajáramos solos en vez de ir en parejas. Se me hizo difícil trabajar solo y no tener con quién hablar, pero seguí adelante sin prestar atención a los peligros ni a la soledad, confiando en Jehová. Muchas veces la gente decía: ‘Tienen que estarle pagando mucho para que usted venga hasta este lugar tan retirado’. No tenían la menor idea de que muchas veces yo pasaba hambre y que ni siquiera sabía si tendría dónde dormir. A veces, cuando me hallaba en alguna zona hostil, el lugar más seguro para dormir era el cementerio”. El hermano Kaminaris ha sido miembro de la familia de Betel desde 1945. La cantidad de precursores regulares ha pasado de ocho en 1938 a unos mil ochocientos en 1993.
Esfuerzos por acallar la predicación
Con el fin de apoyar la predicación, que empezaba a prosperar, el 19 de febrero de 1936 la Sociedad fundó su primera imprenta en Grecia, en el sótano del número 51 de la calle Lombardou de Atenas, utilizando para ello una prensa plana Offenbach de segunda mano. Así pues, en mayo de aquel año la prensa se utilizó para imprimir la revista que ahora conocemos como ¡Despertad! La revista La Atalaya todavía se editaba en Estados Unidos.
Sin embargo, el clero se opuso a la distribución de la nueva revista. Por eso, en su edición de agosto de 1936 se anunció que el subsecretario encargado de la comunicación y el servicio postal había prohibido su distribución por correo. No obstante, se aseguró a los suscriptores que seguirían recibiendo la revista con regularidad. Pero la situación empeoraría después.
El 4 de agosto de 1936 se produjo un cambio de gobierno. Ioannis Metaxas ascendió a la presidencia, con poder absoluto. En 1938, cuando ya había 212 publicadores, se aprobó una ley que prohibía hacer prosélitos. Desde entonces esta ley ha sido uno de los más formidables obstáculos a la predicación en Grecia. En octubre de 1939, con motivo de una reunión en Atenas, 85 hermanos y hermanas fueron arrestados. La policía de seguridad mantuvo a las 35 hermanas en un solo cuarto mientras envió a los hermanos a diferentes cuarteles de policía, donde se les mantuvo en detención.
Al día siguiente las autoridades arrestaron en las oficinas de la Sociedad al hermano Karanassios, el siervo de la sucursal. Cerraron la imprenta y confiscaron la propiedad de la Sociedad. Por instigación del clero, se presionó a todos los hermanos arrestados para que firmaran una declaración en la que dijeran que regresarían a la Iglesia Ortodoxa Griega. Se les amenazó con el destierro en islas remotas del mar Egeo.
Kostas Christou, uno de los 85 detenidos, recuerda una de las típicas tácticas de presión que se empleaban para engañar: “Sr. Christou, su esposa ya firmó una declaración. Será puesta en libertad. ¡Sería una lástima que ella estuviera sola y usted desterrado en la isla de Serifo!”. Pero el hermano Christou contestó: “Mi esposa depende de Jehová, no de mí. Puede tomar su propia decisión. Pero estoy seguro de que no ha firmado. Además, ¿firmar qué?, ¿que es malo adorar a nuestro Creador?”.
A un amigo del presidente que conocía a los testigos de Jehová le pareció monstruosa la decisión de enviarlos al exilio. Por tanto, dijo al presidente: “Estos no son opositores políticos nuestros. ¿Qué están haciendo? Esperan el Reino de Dios. Su venida será beneficiosa. Nosotros también lo esperamos”. Convencido, el dictador dio orden de anular inmediatamente la decisión. La noticia llenó de alegría a los hermanos. En total, solo seis de los ochenta y cinco arrestados habían transigido ante la presión. Después de una audiencia, el gobierno griego devolvió a la sucursal toda la propiedad y el dinero que habían sido confiscados. De nuevo la sucursal y la imprenta empezaron a funcionar libremente. Pero aquella situación no duraría mucho tiempo.
Los años de la guerra
El 28 de octubre de 1940 Italia declaró la guerra a Grecia, y el país se vio súbitamente envuelto en la II Guerra Mundial. Ejércitos alemanes y búlgaros invadieron Grecia y causaron muchas muertes. Diecinueve hermanos perdieron la vida. Se impuso la ley marcial. De los 225 publicadores, muchos hermanos fueron procesados por la ley marcial debido a su postura de neutralidad. Algunos fueron sentenciados a de siete a veinte años de prisión; otros, a cadena perpetua. En algunos casos, como en el de Emmanuel Paterakis, de Creta, se les sentenció a muerte. No obstante, durante la ocupación alemana no se ejecutó ninguna sentencia de muerte en Grecia.
Durante la ocupación los libros de la Sociedad fueron proscritos, pero eso no impidió que algunos llegaran a los hermanos. Después de abril de 1941 el alimento espiritual se suministró clandestinamente. Se interrumpió toda comunicación con los hermanos de la oficina central; artículos de números pasados de La Atalaya se reprodujeron en multicopistas, al igual que los libros Religión y Salvación y el folleto Refugiados. Los hermanos siguieron predicando, pero informalmente. Prestaban folletos a las personas que manifestaban algún interés e invitaban a las más interesadas a reunirse con grupos pequeños. Esto contribuyó a que muchas personas aprendieran la verdad.
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