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Tiempo de segar en la tierra del hielo y la nieveLa Atalaya 1989 | 15 de noviembre
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Para 1961 algunas familias danesas empezaron a llegar a Groenlandia para servir donde se necesitaban más Testigos. Se esforzaron por aprender el difícil idioma del país y por aguantar el hallarse lejos de sus compañeros de creencia. Celebraron reuniones regularmente y se mantuvieron firmes en la fe y en las actividades cristianas. Su labor no fue en vano. En aquel año se establecieron en Groenlandia las dos primeras congregaciones, una en la capital, Nûk (Godthaab), y la otra en Qaqortoq (Julianehaab), al sur.
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Tiempo de segar en la tierra del hielo y la nieveLa Atalaya 1989 | 15 de noviembre
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Hoy, en esta tierra del hielo y la nieve hay 117 proclamadores del Reino en siete congregaciones y un grupo aislado. Conozcamos a algunos de estos trabajadores celosos.
Visita al campo groenlandés
Un buen lugar para empezar es la congregación del extremo sur, en Qaqortoq (Julianehaab). Allí hay cinco familias que vinieron de Dinamarca para apoyar la obra. Algunas de estas personas se han esforzado mucho por aprender groenlandés con el fin de testificar a los nativos que no entienden danés. Flemming, un cabeza de familia y precursor (predicador del Reino en servicio de tiempo completo) de esa congregación, dice: “Nuestro territorio es extenso. Abarca muchas aldeas pesqueras y criaderos de ovejas entre los fiordos de la costa sur”. Los Testigos viajan hasta 640 kilómetros (400 millas) en sus lanchas para visitar a las personas de esos lugares remotos.
Después de pasar tres horas cruzando los pintorescos fiordos, llegamos a la siguiente congregación, en Narsaq. Allí vive una familia de cuatro publicadores. Aunque están aislados, se edifican unos a otros espiritualmente por sus buenos hábitos de estudio y por participar con regularidad en las reuniones y el ministerio del campo.
Ahora abordamos un barco de pasajeros que viaja por la costa y que hace escala en este lugar cada semana durante el verano. Este viaje de 24 horas nos lleva a Paamiut (Frederikshaab), donde hay diez Testigos. Pero a la mitad del viaje pasamos por una aldea donde hay dos publicadoras aisladas. Una de ellas, Ane Marie, tiene en Nûk un hijo que aprendió la verdad hace unos años y empezó a testificarle por teléfono y por cartas. Ella apreció lo que él le dijo. Después de leer todas las publicaciones que pudo obtener en groenlandés y escuchar en cintas de casete experiencias de Testigos groenlandeses, Ane Marie aceptó la verdad. A la edad de 60 años, y sin contar con el apoyo de una congregación local, pudo librarse de un hábito de fumar de 50 años, dejó de celebrar la Navidad y los cumpleaños, y empezó a testificar por toda la aldea. Por su esfuerzo paciente y buen ejemplo, ahora diez personas interesadas en la verdad se reúnen regularmente para estudiar la Biblia y escuchar reuniones grabadas.
Después de partir de Paamiut, un viaje de 14 horas por el mar agitado nos lleva a Nûk. En esta ciudad capital de 13.000 habitantes hay una congregación de 43 publicadores, y más de la tercera parte de estos son groenlandeses. Las reuniones semanales se efectúan en danés y groenlandés combinados, lo cual exige un verdadero esfuerzo por parte de ambos grupos lingüísticos.
Navegamos de nuevo por ocho horas, y llegamos a Maniitsoq (Sukkertoppen). Allí hay cuatro familias danesas que trabajan con algunos publicadores locales. Han abarcado tan bien el territorio y distribuido tanta literatura que en más de la mitad de los hogares hay un ejemplar de Mi libro de historias bíblicas en groenlandés. Estos hermanos también viajan en lanchas para testificar regularmente en las aldeas remotas.
Seguimos navegando hacia el norte por diez horas, hasta llegar a Sisimiut (Holsteinsborg). Allí la congregación se compone de cinco familias danesas y varios publicadores locales. Una pareja de precursores especiales visita periódicamente la costa oriental. Eso significa un vuelo de media hora en helicóptero hasta el aeropuerto, volar en avión dos horas sobre la capa de hielo central, y hacer otro viaje corto en helicóptero sobre la bahía hasta Ammassalik, en la costa oriental. El paisaje allí es impresionante: altas montañas escarpadas y glaciares que llenan los huecos abajo. La gente escucha el mensaje del Reino, pero hasta ahora pocas personas han abrazado la verdad.
Después de volar de nuevo sobre la capa de hielo, hacemos nuestra última parada en Ilulissat (Jakobshavn), la congregación en el extremo norte. Ilulissat es la palabra groenlandesa para “icebergs” (enormes masas de hielo), y es un nombre apropiado. Cerca de allí está el glaciar más productivo del hemisferio norte, y hay témpanos flotando en la bahía y los fiordos... un panorama muy cautivador. Esta congregación sumamente activa se compone de seis familias danesas y dos groenlandeses.
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Tiempo de segar en la tierra del hielo y la nieveLa Atalaya 1989 | 15 de noviembre
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Muchos groenlandeses han aprendido danés para beneficiarse de las reuniones de congregación. Sin embargo, ahora se celebran más reuniones en su propio idioma, lo cual ha hecho posible que otros participen del alimento espiritual.
Por ejemplo, aunque el programa de la Asamblea de Distrito “Justicia Divina” de 1988, celebrada en Nûk, se presentó en danés, casi la tercera parte de los discursos se tradujeron al groenlandés. La asistencia fue de 163 personas. A los delegados de las congregaciones de Ilulissat, del extremo norte, y de Qaqortoq, del extremo sur, les tomó hasta dos días llegar al lugar de la asamblea.
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