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Una pérdida casi imposible de soportar¡Despertad! 2011 | abril
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Una pérdida casi imposible de soportar
Nicolle era una niña muy sana. Pero una tarde se quejó de dolor de cabeza y sus padres la llevaron al hospital. A la noche siguiente, estando aún en observación, sufrió un ataque cardíaco. Al hacerle más exámenes, los médicos descubrieron que padecía una rara infección bacteriana que se había extendido a los pulmones, los riñones y el corazón. En menos de cuarenta y ocho horas, la niña estaba muerta. Solo tenía tres años.
LA MUERTE de un ser querido es una de las experiencias más devastadoras que puede sufrir un ser humano. A veces, la pérdida pudiera parecer insoportable. “Extraño tanto a Nicolle —dice Isabelle, su madre—. Añoro sus abrazos, su olor, su ternura. Echo de menos la forma en que me daba una flor todos los días. La llevo constantemente en mis pensamientos.”
¿Ha perdido usted también a un ser amado, ya sea un hijo, un cónyuge, un hermano, uno de sus padres o un amigo íntimo? Si es así, ¿de qué manera puede sobrellevar el dolor?
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Aceptación y superación¡Despertad! 2011 | abril
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Aceptación y superación
“La noticia de la muerte de mi padre me dejó en un estado de choque y desesperación. Me abrumaba un terrible sentimiento de culpa por no haber estado a su lado cuando murió. Nada es comparable al profundo dolor de perder a un ser querido. Siento un vacío y una tristeza muy grande.” (Sara)
A LA mayoría de la gente —sea cual sea su cultura o religión— le resulta incómodo hablar de la muerte. Por eso, algunos idiomas recurren a diversos eufemismos. En español, por ejemplo, en vez de decir que alguien “murió”, suele decirse que “pasó a mejor vida”, “partió” o “ya no está entre nosotros”.
Pero ni siquiera las palabras más delicadas sirven para aliviar la profunda tristeza que embarga a quienes han perdido a un ser amado. Para algunos, el dolor es tan intenso que simplemente no pueden aceptar la realidad.
Si usted ha perdido a un ser querido, es posible que también le cueste aceptar la pérdida. Quizás aparente estar bien, aunque para sus adentros sepa que no es así. Por supuesto, no todo el mundo sobrelleva la pena del mismo modo, y el hecho de que usted no exteriorice su dolor no significa que no esté sufriendo.a No obstante, puede haber problemas si uno se siente obligado a hacerse el fuerte ante los demás, por ejemplo, ante otros miembros de la familia que también están de duelo.
“No tenía tiempo para llorar mi propia pérdida”
Escuchemos lo que dice Nathaniel, que perdió a su madre cuando tenía 24 años: “Al principio no sabía qué hacer. Pensaba que debía servir de apoyo a mi padre y a los muchos amigos de mi madre que estaban consternados. Yo no tenía tiempo para llorar mi propia pérdida”.
Aunque ha pasado más de un año, Nathaniel aún no lo ha superado. Él relata: “Papá todavía me llama de vez en cuando para desahogarse, y eso es bueno. Él necesita hablar, y me alegra poder ayudarlo. Solo que cuando yo necesito desahogarme, siento que no tengo a quién acudir”.
Quienes se dedican a cuidar de otros —por ejemplo, los médicos que deben enfrentarse con frecuencia a la realidad de la muerte— se ven asimismo obligados a reprimir sus sentimientos. El caso de Heloisa, que fue médica durante más de veinte años, es un buen ejemplo. Desempeñaba su trabajo en una comunidad muy unida y tenía una estrecha relación con sus pacientes. Ella recuerda: “Estuve al lado de muchos de ellos cuando murieron, y algunos eran amigos muy allegados”.
Heloisa comprendía que llorar era una forma natural de encontrar alivio, pero explica: “Se me hacía difícil llorar. Como estaba tan preocupada por ser un buen ejemplo para los demás, pensaba que debía reprimir mis sentimientos. Creía que eso era lo que se esperaba de mí”.
“La casa me parecía vacía sin ella”
Enfrentarse a la soledad quizás sea uno de los mayores desafíos para quienes pierden a un ser querido. Ashley, que tenía 19 años cuando su madre murió de cáncer, reconoce: “Me sentía totalmente sola y perdida. Mi madre era mi mejor amiga. ¡Pasábamos juntas tanto tiempo!”.
Lógicamente, a Ashley le resultaba difícil volver a casa cada día y darse cuenta de que su madre ya no estaba allí. “La casa me parecía vacía sin ella —recuerda —. Muchas veces me iba a mi habitación y lloraba mientras miraba sus fotografías y pensaba en las cosas que hacíamos juntas.”
Tenga la seguridad de que si usted ha perdido a un miembro de su familia o a un amigo querido, no está solo en su dolor. A continuación veremos cómo muchas personas han encontrado formas eficaces de sobrellevar la pena.
[Nota]
a A la hora de manifestar el duelo, cada persona es diferente, y por ello no estaría bien que los demás criticaran a quienes no exteriorizan su dolor.
[Comentario de la página 5]
“Me sentía totalmente sola y perdida. Mi madre era mi mejor amiga.” (Ashley)
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Ayuda para quienes están de duelo¡Despertad! 2011 | abril
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Ayuda para quienes están de duelo
“Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón.” (Salmo 34:18)
DESPUÉS de la muerte de un ser querido es común experimentar una serie de emociones abrumadoras: conmoción, aturdimiento, tristeza e incluso culpa o enojo. Tal como se mencionó en el artículo anterior, no todo el mundo sobrelleva la pena del mismo modo. Puede que usted no experimente todos esos sentimientos ni exteriorice su dolor de la misma forma que otras personas. Sin embargo, no hay nada de malo en que exprese su tristeza si lo necesita.
“Desahóguese”
Heloisa, citada anteriormente, intentó reprimir sus sentimientos tras el fallecimiento de su madre. Ella relata: “Al principio lloré, pero enseguida empecé a contenerme como hacía cuando perdía a uno de mis pacientes. Tal vez por eso mi salud se deterioró bastante. Mi consejo a quien ha perdido a un ser querido es: desahóguese. Exteriorizar los sentimientos aliviará la presión a la que está sometido”.
No obstante, a medida que pasan los días y las semanas, es posible que usted llegue a sentirse como Cecília, cuyo esposo murió de cáncer. “A veces me siento decepcionada conmigo misma —dice— por no haber cumplido las expectativas de los que piensan que ya debería haberlo superado.”
Si le vienen a la mente pensamientos como este, recuerde que no existe una forma “correcta” de vivir el duelo. Algunas personas logran seguir adelante con relativa facilidad, pero otras no. En tales casos, no se puede acelerar el proceso, así que no se sienta obligado a cumplir con algún “plazo” en el que supuestamente ya debería sentirse mejor.a
Pero ¿qué hay si su dolor es como un pozo sin fondo y lo está consumiendo la desesperación? Quizás su experiencia sea similar a la de Jacob, un hombre justo que, al enterarse de que su hijo José había muerto, “siguió rehusando recibir consuelo” (Génesis 37:35). Si usted ha reaccionado de la misma forma, ¿qué pasos prácticos puede dar para no verse abrumado por el dolor?
Cuídese. “A veces siento un cansancio enorme y la sensación de que he sobrepasado mis límites”, dice Cecília. Tal como indican estas palabras, la factura que el dolor pasa puede ser muy elevada, tanto física como emocionalmente. Por lo tanto, es bueno que preste atención particular a su salud. Descanse lo suficiente e ingiera alimentos nutritivos.
Claro, es muy probable que no tenga demasiadas ganas de comer, y mucho menos de hacer la compra o cocinar. No obstante, descuidar la alimentación puede dejarlo propenso a infecciones y enfermedades, y eso solo agravará su ansiedad. Trate de comer al menos pequeñas cantidades para mantenerse saludable.b
Si es posible, realice algún tipo de ejercicio, aunque solo sea caminar. La actividad física puede servirle para salir de casa. Además, el ejercicio moderado desencadena la liberación de endorfinas, unas sustancias químicas presentes en el cerebro que aumentan la sensación de bienestar.
Acepte ayuda. Aceptar ayuda resulta especialmente importante cuando muere el cónyuge. Quizás haya una serie de cosas de las que él o ella se ocupaba y que han quedado desatendidas. Por ejemplo, si usted no era quien se encargaba del presupuesto o de las tareas domésticas, a lo mejor al principio le resulte difícil hacer esto solo. En tales circunstancias, los consejos de amigos discretos pueden serle muy útiles (Proverbios 25:11).
La Biblia describe a un amigo verdadero como alguien “nacido para cuando hay angustia” (Proverbios 17:17). Por eso, no se aísle pensando que va a convertirse en una carga para los demás. Al contrario, relacionarse con otros puede ser como un puente que le ayude a pasar del dolor a la aceptación. Tras la muerte de su madre, una joven llamada Sally notó que estar con la gente le levantaba el ánimo. Ella cuenta: “Muchos de mis amigos me incluían en sus actividades sociales, y eso fue una gran ayuda para superar la profunda soledad que sentía. Siempre agradecía que la gente me hiciera preguntas sencillas, del tipo ‘¿Cómo llevas la muerte de tu madre?’. Vi que hablar de ella me ayudaba a sanar las heridas”.
Permítase recordar. Trate de recordar momentos felices que compartió con su ser querido, tal vez mirando fotografías. Es cierto que hacerlo puede resultar doloroso al principio. No obstante, con el tiempo esos recuerdos lo ayudarán a sanar en vez de provocarle dolor.
Podría anotar en un diario sus recuerdos agradables, incluyendo las cosas que le gustaría haberle dicho a su ser querido mientras él o ella estaba vivo. Poner sus sentimientos por escrito posiblemente le sirva para verlos en su debida perspectiva, además de proporcionarle un desahogo saludable a sus emociones.
¿Y qué tal la idea de guardar objetos personales del ser querido como recuerdo? Las opiniones varían. Y no es de extrañar, ya que cada persona vive el duelo de forma diferente. Algunas piensan que conservar las pertenencias del difunto impide la recuperación, mientras que a otras les ayuda. Sally, mencionada antes, dice: “Guardo muchas cosas que eran de mi madre, y eso me ha ayudado a afrontar la situación”.c
Confíe en “el Dios de todo consuelo”. La Biblia promete: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará” (Salmo 55:22). La oración no es una especie de muleta emocional. Es una comunicación real y vital con “el Dios de todo consuelo, que nos consuela en toda nuestra tribulación” (2 Corintios 1:3, 4).
La Palabra de Dios, la Biblia, nos suministra el mayor consuelo. El apóstol Pablo declaró: “Tengo esperanza en cuanto a Dios [...] de que va a haber resurrección así de justos como de injustos” (Hechos 24:15). Pensar en la esperanza de la resurrección es la mejor manera de consolarse cuando se llora la pérdida de un ser querido.d Así lo comprobó Lauren, cuyo hermano murió en un accidente siendo un muchacho: “Sin importar lo mal que me sintiera, abría la Biblia y leía aunque solo fuera un versículo. Escogía los que me resultaban más animadores y los leía una y otra vez. Por ejemplo, me consolaba con lo que Jesús le dijo a Marta después de la muerte de Lázaro: ‘Tu hermano se levantará’” (Juan 11:23).
“No tiene por qué dominar tu vida”
Aunque le resulte muy difícil, esforzarse por superar el dolor le ayudará a seguir adelante con su vida. No se sienta culpable por ello, como si estuviera traicionando a su ser querido u olvidándolo. Lo cierto es que nunca lo olvidará. Habrá ocasiones en que le asaltarán los recuerdos, pero los síntomas de angustia cederán gradualmente.
También es posible que le vengan a la mente recuerdos agridulces. Ashley, citada en el artículo anterior, dice: “Recuerdo el día antes de que mi madre muriera. Parecía que estaba mejor y se había levantado de la cama por primera vez en varios días. Mientras mi hermana le cepillaba el pelo, las tres empezamos a reírnos por algo y vi una sonrisa en la cara de mi madre que no había visto en mucho tiempo. ¡Se sentía tan contenta por el simple hecho de estar allí con sus hijas!”.
A veces recordará las valiosas lecciones que aprendió de su ser querido y podrá reflexionar sobre ellas. Al respecto, Sally comenta: “Mamá era una maestra estupenda. Te daba muy buenos consejos sin que pareciera que te los estaba dando, y me enseñó a tomar buenas decisiones que eran mis propias decisiones y no solo lo que ella o papá decían”.
Los recuerdos de su ser querido pueden ser lo que usted precisamente necesita para seguir adelante. Eso es lo que descubrió un joven llamado Alex: “Cuando mi padre murió, decidí seguir viviendo tal como él me había enseñado: no olvidando nunca que hay que disfrutar de la vida. A cualquiera que haya perdido a su padre o a su madre le diría esto: ‘Su muerte nunca llega a superarse del todo, pero no tiene por qué dominar tu vida. Demuestra tu pena como creas que debes hacerlo, pero recuerda que aún te queda una vida por delante que tienes que aprovechar’”.
[Notas]
a A este respecto, conviene no tomar decisiones precipitadas, como mudarse o comenzar una nueva relación. Ese tipo de cambios solo deben hacerse cuando se ha tenido suficiente tiempo para adaptarse a la nueva situación en la vida.
b Aunque el alcohol puede contribuir a amortiguar el dolor, sus efectos son temporales. A la larga, no le ayudará a superar la pena y puede crearle dependencia.
c Puesto que cada persona siente su dolor de distinta forma, los amigos y parientes no deberían tratar de imponer sus puntos de vista al que está de duelo (Gálatas 6:2, 5).
d Encontrará información sobre la condición de los muertos y la promesa divina de la resurrección en los capítulos 6 y 7 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.
[Comentario de la página 8]
“Sin importar lo mal que me sintiera, abría la Biblia y leía aunque solo fuera un versículo.” (Lauren)
[Ilustración y recuadro de la página 7]
CÓMO VENCER EL SENTIMIENTO DE CULPA
Tal vez usted crea que algún descuido suyo contribuyó a la muerte de la persona a quien quería. Si ese es el caso, le puede servir de ayuda pensar que los sentimientos de culpa —sea esta real o imaginaria— son una reacción normal de aflicción. Y tampoco estos sentimientos deben reprimirse necesariamente. Si habla de la culpa que siente, es probable que encuentre gran alivio.
No obstante, debe comprender que, por mucho que amemos a una persona, no podemos controlar su vida ni evitar que “el tiempo y el suceso imprevisto” le acaezcan (Eclesiastés 9:11). Por otra parte, seguro que sus intenciones no fueron malas. Por ejemplo, si no concertó una cita con el médico antes, ¿fue porque quería que su ser querido enfermara y muriera? ¡Claro que no! Por lo tanto, ¿es usted verdaderamente culpable de su muerte? No.
Así expresa una madre cómo superó su sentimiento de culpa después de la muerte de su hija en un accidente automovilístico: “Me sentí culpable de haberla mandado por algo. Pero me di cuenta de que era absurdo que me sintiera así. No tuvo nada de malo que la enviara con su padre a hacer un mandado. No fue más que un lamentable accidente”.
“Pero quisiera haber dicho y hecho tantas cosas...”, quizás piense. Es posible; sin embargo, ¿quién puede decir que haya sido un padre, una madre o un hijo perfecto? La Biblia nos recuerda: “Todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto” (Santiago 3:2; Romanos 5:12). Acepte, pues, el hecho de que no es perfecto. Pensar continuamente en todo lo que hubiera querido hacer no cambiará las cosas y puede retardar su recuperación.e
[Nota]
e El texto del recuadro ha sido tomado del folleto Cuando muere un ser querido, editado por los testigos de Jehová.
[Ilustración de la página 6]
A veces, un padre anciano que está de duelo tiene que consolar a un hijo adulto que también lo está
[Ilustraciones de la página 9]
Llevar un diario, mirar fotografías y aceptar ayuda son formas de sobrellevar la pérdida de un ser querido
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