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  • Guadalupe
    Anuario de los testigos de Jehová 1995
    • Pero ese año, Marc Edroux le mostró una Biblia a Donat Tacita, un amigo suyo que era panadero, y le dijo: “Este libro es la Palabra de Dios”. Ambos eran católicos practicantes. Más tarde, cuando un vendedor a domicilio le ofreció a Donat una Biblia, la compró y empezó a leerla. Aunque no leía bien el francés, se ayudaba con un diccionario. También invitó a su amigo Marc a su casa, y los dos, junto con la esposa de Donat, leían la Biblia y procuraban estudiarla los miércoles y sábados.

      Deseoso de aprender más, Donat buscó al hombre que le había vendido la Biblia, pero fue en vano. No obstante, uno de sus vecinos le dijo que su primo, Georges Moustache, era testigo de Jehová y le ayudaría con mucho gusto. Lo poco que le dijo este vecino sobre los Testigos fue suficiente para que Donat visitara a algunas personas y les diera testimonio, pues no quería tener una fe muerta. (Sant. 2:26.)

      Unos seis meses más tarde, Donat se enteró por su vecino de que los testigos de Jehová iban a celebrar una asamblea en Pointe-à-Pitre, así que él, su esposa y Marc Edroux decidieron asistir para bautizarse. Nunca antes habían hablado con un testigo de Jehová. Cuando llegaron, los Testigos les dieron la bienvenida. Los tres expresaron su deseo de servir a Jehová y bautizarse. Los hermanos les hicieron unas cuantas preguntas y les explicaron bondadosamente que antes de bautizarse necesitaban un estudio bíblico. El ambiente de amor fraternal de la asamblea les llegó al corazón. Regresaron a Anse-Bertrand llenos de fortaleza y resolución. Progresaron rápidamente en su estudio bíblico y unos seis meses después se bautizaron.

      Los tres pusieron mucho empeño en hablar sobre la verdad bíblica a otros del pueblo, pero tuvieron una fuerte oposición. Cuando el hermano Brisart los visitó como superintendente de circuito, el cura hizo cuanto pudo por impedir que se alojara en el pueblo. Donat había alquilado un cuarto para alojar al superintendente y a su esposa, pero después del primer día de servicio del campo, el sacerdote exigió que le entregaran la llave del cuarto. Como no se la dieron, fue a ver al dueño de la casa, y lo amenazó con excomulgar a su madre si no le daban la llave. Cuando escuchó aquello, la pobre señora se desmayó. Al día siguiente el cura intentó intimidarlos de nuevo, esta vez mediante un abogado, pero fue inútil, pues estaba procediendo fuera de la ley.

  • Guadalupe
    Anuario de los testigos de Jehová 1995
    • Donat Tacita sirve de anciano en una de ellas y ha sido precursor especial por veintidós años.

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