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Destrucción repentina: medidas de socorro¡Despertad! 1990 | 22 de febrero
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En Guadalupe, este tipo de precauciones resultó en que se salvaran muchas vidas. Tan solo en esa isla, ciento diecisiete casas de Testigos quedaron destruidas y casi otras trescientas sufrieron importantes daños. Además, ocho Salones del Reino sufrieron daños graves y otros catorce daños de menor consideración.
Aunque varios Testigos resultaron heridos, ninguno perdió la vida, ni en Guadalupe ni en ninguna otra parte del Caribe. No obstante, el hijo ya crecido de uno de los Testigos sí murió al ser absorbido por el viento, que arrancó de cuajo el tejado de la casa.
Los Testigos no lograron ponerse en contacto telefónico con sus hermanos —es decir, sus compañeros de creencia de Guadalupe— hasta el tercer día después de la tormenta. Sin embargo, mientras tanto, los superintendentes viajantes y el personal de la sucursal de la isla se reunieron para organizar la evaluación de las necesidades de sus hermanos.
Los que habían sido menos afectados por el huracán pronto donaron generosamente agua, alimento, ropa y otros artículos de primera necesidad. En la sucursal había agua disponible, y fue conmovedor ver como los hermanos acudían con todos los recipientes que tenían, los llenaban de agua y luego los distribuían entre los que la necesitaban. En cuanto a la ayuda ofrecida por Testigos de otros países, los de Martinica estuvieron entre los primeros en responder a las necesidades de sus hermanos en Guadalupe.
Por ser Guadalupe un departamento de ultramar de Francia, los testigos de Jehová de ese país rápidamente enviaron a la isla por avión láminas de plástico grueso, cuerda de nailon y recipientes de plástico para agua. Poco después se enviaron por barco unas cien toneladas métricas de material de construcción, que se distribuyó en seguida.
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Destrucción repentina: medidas de socorro¡Despertad! 1990 | 22 de febrero
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Debajo de estas líneas: testigos de Jehová en Guadalupe clasificando alimentos donados
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