-
La guerra que me cambió la vida¡Despertad! 2005 | 22 de octubre
-
-
Diversas asignaciones
Me enviaron al país centroamericano de Guatemala, donde serví en el campo misional durante un año. Después me invitaron a trabajar en la pequeña imprenta de la sucursal que tenían los testigos de Jehová en la capital, la ciudad de Guatemala. En 1981 me casé con Lupita, una precursora del país, a quien también invitaron a servir en la sucursal. La imprenta estuvo funcionando hasta 1996, cuando empezamos a recibir todas las publicaciones de la sucursal de México.
En 1984 nos nació la pequeña Stephanie, y en 1987, nuestro hijo Mitchell, lo cual no impidió que yo siguiera sirviendo en la sucursal. Aunque no ha sido fácil trabajar diariamente en la sucursal viviendo a 10 kilómetros [6 millas] de distancia, gracias al apoyo de mi familia disfruto de ese maravilloso privilegio.
Lupita y Stephanie son precursoras, y Mitchell, que ya se ha bautizado, también tiene la meta de emprender el servicio de tiempo completo cuando termine este año sus estudios en una escuela técnica. Reconozco que si tenemos estos privilegios especiales, no es debido a nuestra capacidad, sino a la bondad inmerecida de Jehová. Él es un Dios tierno y siempre usa a todo el que tiene buena disposición y busca su guía.
A veces nos preguntan cómo podemos estar tan activos en el ministerio y al mismo tiempo cubrir nuestros gastos. Pues bien, aprovechamos las vacaciones para trabajar, pero además, siempre hemos tratado de llevar una vida sencilla, acudir a Jehová por ayuda, confiar en él y buscar continuamente su guía (Mateo 6:25-34; Proverbios 3:5).
Llevar un arma hace que uno se sienta superior a los demás; por eso, actualmente todavía tengo que esforzarme mucho por seguir cultivando la humildad. El sistema de Satanás me enseñó a odiar, a matar, a ser desconfiado y agresivo y a estar siempre a la defensiva. Pero Jehová me ha tratado con tanta misericordia y bondad amorosa que le estoy sumamente agradecido. Jamás volveré a entrenarme para la guerra; al contrario, estoy resuelto a tratar a todo el mundo con amor y compasión (Mateo 5:43-45; Isaías 2:4).
No me ha sido fácil hacer cambios, pero con la ayuda de Dios he aprendido a llevar una vida más pacífica y a sobrellevar el desasosiego que me provocan las pesadillas que aún tengo debido a mis experiencias en Vietnam. Deseo de todo corazón que llegue el día en que desaparezcan las guerras y todos los demás conflictos (Salmo 46:9). Mientras llega ese momento, continúo muy agradecido por la oportunidad que tengo de colaborar en la obra salvadora de ayudar a la gente a conocer a nuestro gran Creador, Jehová Dios.
-
-
La guerra que me cambió la vida¡Despertad! 2005 | 22 de octubre
-
-
[Ilustración de la página 15]
Trabajando en la imprenta de la sucursal de Guatemala (1982)
[Ilustración de la página 15]
Predicando con mi esposa
[Ilustración de la página 15]
En la actualidad con Lupita, Mitchell y Stephanie
-