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    ¡Despertad! 1990 | 22 de mayo
    • Armas en cantidad

      Cuantas más armas, más disparos y más masacres. En Estados Unidos, un francotirador dispara a diestro y siniestro con un fusil de asalto de tiro rápido contra un gran número de escolares: cinco muertos y veintinueve heridos. En Inglaterra, un maniaco asesina a dieciséis personas con un fusil de asalto AK-47. En Canadá, un misógino entra en la universidad de Montreal y mata a catorce mujeres. En San Salvador, guardias armados con escopetas patrullan los pasillos de un supermercado y se exige a los clientes que dejen sus armas en la puerta.

      Hoy día un gran número de mujeres compran armas. Muchas de ellas acuden a campos de tiro y vacían una y otra vez el cargador contra la silueta de tamaño natural de un hombre y le dan justo entre las cejas. Las pistolas con un diseño especial para mujeres se venden bastante bien.

      Tampoco debemos olvidar a los niños. He aquí un caso de los muchos que se producen: un niño de diez años “cargó la escopeta de caza de gran potencia de su padre, y mató a una niña que había alardeado de ser mejor que él jugando a los videojuegos”.

      La carrera de armas domésticas ha comenzado. ¿Dónde y cuándo terminará?

  • Las armas. Un modo de vida
    ¡Despertad! 1990 | 22 de mayo
    • Las armas. Un modo de vida

      LA LARGA hilera de edificios de apartamentos de fachada roja habitados por un sinfín de vecinos ha vuelto a la normalidad. El inconfundible sonido de los disparos de armas automáticas y semiautomáticas ya no interrumpe la calma. Los destellos producidos por los disparos ya no producen extrañas sombras en la noche ni aumentan la visibilidad en las calles con escasa iluminación. En las antiguas fachadas de ladrillo se ven los orificios que han dejado las balas disparadas en tiroteos pasados y presentes, y que han quedado incrustadas en los muros.

      Los policías y los médicos forenses conocen bien las calles. Se ha confiscado un arsenal de armas que tiene la suficiente potencia de fuego como para armar a un pequeño cuerpo de policía, y que se ha utilizado en asesinatos, suicidios, disparos accidentales y robos a mano armada. Los carteros y los basureros rehúsan prestar sus servicios en esa zona por temor a quedar atrapados en medio de algún tiroteo. A pesar de que se mantiene a los niños dentro de casa, a veces balas perdidas o que se han disparado deliberadamente penetran por las ventanas y las paredes, rebotan por la habitación, y alcanzan a alguno de ellos.

      Si usted vive en una ciudad grande, quizás le resulte familiar esta situación, si no por haberlo vivido, por lo menos por haberlo visto en los informativos de televisión. En muchas ciudades los tiroteos son algo tan común que muchas veces ni siquiera se hace mención de ellos en los periódicos locales. Como en otras ciudades u otras partes del mundo se producen tantísimas masacres que captan el interés de las noticias diarias, los tiroteos callejeros suelen considerarse un problema insignificante.

      Por ejemplo, en muchas partes del mundo fue noticia una masacre que tuvo lugar en California cuando un francotirador disparó a diestro y siniestro con un fusil de asalto de tiro rápido contra un gran número de escolares entre seis y doce años de edad, y mató a cinco e hirió a otros veintinueve antes de suicidarse con una pistola. Europa y Estados Unidos también leyeron las espantosas noticias de un maniaco que asesinó a dieciséis personas en Inglaterra con un fusil de asalto AK-47. En Canadá, un misógino entró en la universidad de Montreal y mató a tiros a catorce mujeres. A menos que la cantidad de víctimas sea considerable, la mayoría de las muertes causadas por armas de fuego, sean accidentales o intencionadas, no suelen informarse fuera de la ciudad donde se han producido.

      El atractivo de las armas

      Instituciones locales, estatales, nacionales e internacionales dedicadas a velar por el cumplimiento de la ley están perplejas por la aumentante cantidad de muertes atribuidas a disparos de pistola y de armas automáticas y semiautomáticas más grandes que ya están en manos de criminales y perturbados mentales. La Asociación Internacional de Jefes de Policía calcula que entre 650.000 y 2.000.000 de armas semiautomáticas y automáticas “pueden estar en las manos de criminales por toda la nación [E.U.A.], lo que supone un ejército de desalmados que casi siempre tienen la posibilidad de ganar en un tiroteo”, informó la revista U.S.News & World Report.

      Se calcula que tan solo en Estados Unidos casi una de cada dos familias posee un arma de fuego. Aunque no se puede determinar la cantidad total de armas que poseen los americanos, cálculos recientes indican que 70 millones de ellos poseen alrededor de 140 millones de rifles y 60 millones de pistolas. “El arsenal particular de la nación es lo suficientemente grande como para suministrar un arma de fuego a casi todo hombre, mujer y niño del país”, escribió U.S.News & World Report. ¿Le parece increíble?

      Los ciudadanos europeos también parecen un campamento armado. Inglaterra trata de enfrentarse a su problema de armas a medida que más y más de los elementos indeseables de la nación se arman hasta los dientes. En Alemania occidental se calcula que de todas las armas de fuego que hay en circulación, más del 80% son de tenencia ilícita. Según los informes, muchas de ellas se han robado de “arsenales de la policía alemana, de la guardia fronteriza, del ejército alemán y de almacenes de la OTAN”. Se informa que Suiza tiene el mayor índice de tenencia particular de armas de fuego de todo el mundo. “Cualquier suizo observante de la ley puede tener armas, y todo varón de edad militar debe tener en casa un fusil de asalto más potente que el utilizado en la masacre de Stockton [California]”, comentó The New York Times del 4 de febrero de 1989.

      Pocos días antes ese mismo periódico había informado que en San Salvador “es tan común que los hombres lleven un arma a la cadera como que lleven una billetera. En los supermercados hay guardias armados con escopetas que patrullan los pasillos y se exige a los clientes que depositen sus armas en unos casilleros junto a la entrada”. Según la revista Asiaweek de febrero de 1989, el gobierno filipino “reconoce que en el país hay por lo menos 189.000 armas de fuego sin licencia, que si las sumamos a las 439.000 que tienen licencia, significaría que hay muchísimas más armas en manos de particulares que las que hay en poder de las fuerzas armadas, las cuales cuentan con unos ciento sesenta y cinco mil soldados regulares. Y cada semana se confiscan envíos ilegales de armas en el aeropuerto internacional de Manila y en el puerto de dicha ciudad”.

      El pacífico país de Canadá, donde el código penal restringe en gran manera la tenencia y uso de armas de fuego, presencia un constante aumento de delitos relacionados con el uso de armas de fuego. A finales de 1986 había unas ochocientas sesenta mil armas de fuego registradas en Canadá, cifra que no incluía las colecciones particulares de armas automáticas obtenidas antes de 1978. Un oficial de policía veterano de Canadá dijo: “Lo que me gustaría saber es por qué la gente de Canadá siente la necesidad de tener una pistola, un rifle o una escopeta”.

      Cuando hace poco el gobierno de Estados Unidos proscribió temporalmente la importación de armas semiautomáticas, se produjeron resultados inesperados. Hubo compradores desesperados que aguardaron muchas horas en cola para adquirir las que todavía quedaban en las tiendas de armas del país. “Es como la demanda de tierras en Oklahoma”, dijo un comprador que guardó cola para comprar una de las últimas que había en existencias. Antes de la proscripción se podía comprar un arma por unos cien dólares. Aquel día las vendían hasta por mil dólares cada una. “De estas armas entran y salen treinta al día —dijo el feliz propietario de una tienda de armas—. Las compran todas; todas y cualquiera a la que puedan echar mano.” Otro propietario de una tienda de armas dijo: “Lo que han hecho es colocar una en cada casa”.

      En el estado de Florida (E.U.A.) hay una ley según la que los propietarios de armas pueden ir por la calle con un arma colgada de la cintura o escondida en su persona. Hay quienes temen que esto resulte en que se produzcan tiroteos callejeros como sucedía en el oeste americano. “El mensaje que con ello transmitimos es: ‘Ya no les podemos proteger más, de modo que consigan un arma y hagan lo que puedan’”, dijo cierto representante del estado de Florida. Y, a juzgar por la cantidad de armas que se venden, eso es justo lo que hacen miles de personas.

      ¿A qué obedece este repentino interés en las armas, algunas de ellas tan potentes que pueden atravesar de un tiro muros de hormigón y disparar novecientas veces por minuto, y que han sido diseñadas con el único propósito de utilizarlas en un campo de batalla? Ciertas autoridades dicen que las armas tienen un “encanto erótico” que las hace especialmente atractivas a los hombres. “Hay algo de machismo en llevar encima el arma más grande, fea y potente que haya disponible”, dijo un funcionario gubernamental. Cierto periodista escribió: “A los hombres en particular, las armas les evocan un retorno casi místico a su juventud”. Algunas instituciones bancarias, en vista de este interés por las armas, han ofrecido entregar pistolas en lugar de pagar intereses sobre los certificados de depósito. Los informes indican que esta promoción se ha hecho muy popular entre los cuentacorrentistas.

      Las ventas de armas están en auge en todo el mundo. ¿Dónde acabará todo esto? ¿Será cuando cada hombre posea por lo menos un arma, o hasta más? ¿Son las armas solo cosa de hombres? Considere algunos hechos de interés que se presentan en el siguiente artículo.

  • Las armas. No solo las usan los hombres
    ¡Despertad! 1990 | 22 de mayo
    • Las armas. No solo las usan los hombres

      LA IMAGEN viril de un hombre fuerte con un rifle en las manos se ha utilizado en el mundo de la publicidad para vender muchas cosas: tabaco, automóviles, ropa, armas de fuego y todo aquello que pueda pasar por la imaginación del anunciante.

      A los hombres se les ha representado, sobre todo en Estados Unidos, como si fueran inseparables de sus armas. En muchas plazas se han erigido estatuas de héroes victoriosos con un arma en las manos o al costado. Aunque no aparezca ningún epígrafe, los cuadros que representan el oeste americano se identifican en seguida por la imagen del hombre con un revólver de seis tiros en una pistolera colgada de un cinturón calado hasta la cadera. Se han hecho muchas películas en cuyo título aparece la palabra arma. Programas de televisión y obras de teatro taquilleras cobran vida con el sonido de tiroteos: los buenos y los malos se disparan en toda situación y lugar imaginable. Se ve a hombres enclenques que se hacen los valientes con una pistola o un rifle en la mano, y escenas de gran realismo en las que varias personas aparecen muertas a sus pies.

      Sin embargo, cada vez son más las mujeres que llevan armas. En los últimos años se ha visto en televisión a mujeres que interpretan el papel de detectives y agentes secretos, y que disparan y vencen a elementos indeseables con una puntería y potencia de fuego muy superiores.

      Muchas de ellas acuden a campos de tiro y vacían una y otra vez el cargador contra la silueta de tamaño natural de un hombre, y le dan justo entre las cejas.

      Así que no nos deberíamos sorprender al oír que ya hay en el mercado pistolas con un diseño especial para mujeres, y que se venden bien. “Señoras, ustedes no utilizarían un desodorante de hombre —escribió una periodista—, entonces, ¿por qué utilizar un revólver de hombre? Ustedes quieren un revólver ligero, que no tenga bordes donde puedan engancharse las uñas, un revólver elegante y a la vez potente. Quizás les interese un LadySmith del calibre 38 [...] en color azul brillante, o en un reluciente plateado, con la longitud de cañón que prefieran.” Cierto experto expresó de la siguiente manera su opinión sobre cómo quieren las mujeres que sean las armas: “La mujer quiere un arma elegante y que sea un objeto bonito para poner en el bolso. No quiere que choque con su polvera y su espejo [...]. A muchas mujeres les gusta que los colores que llevan coordinen bien. No quieren que tenga un aspecto malo o violento [...]. Aunque la compra para protegerse, al mismo tiempo no quiere que sea fea”.

      Algunas de las pistolas diseñadas especialmente para la dama distinguida son del calibre 38, con capacidad para cinco disparos y la posibilidad de escoger entre dos diferentes longitudes de cañón —5 y 8 centímetros— para que puedan caberles bien en el bolso. Algunas pistolas vienen con una suave empuñadura de palo de rosa mientras que otras la tienen en tonos pastel. Una mujer dijo: “Son muy bonitas, y yo diría que manejables”. Además, también hay nuevas creaciones de bolsos que llevan un compartimento especial para el arma de la dama. “La mujer que tiene una pistola pero no lleva un bolso especial se está buscando problemas —dijo cierta mujer—. Terminará con el cañón lleno de migas de galleta y pastillas de menta, de tabaco, si es fumadora, o de cualquier otra cosa que suela acumularse en el fondo del bolso de una mujer.” Hay quienes dicen que algún día el que una mujer lleve un arma será tan común como que lleve un paraguas.

      Cada vez son más

      Un sondeo reciente ha indicado que entre 1983 y 1986 la tenencia de armas entre las mujeres de Estados Unidos “ascendió aproximadamente un 53% hasta superar los doce millones”. El sondeo también indicó que durante esos tres años “alrededor de otros dos millones de mujeres estaban pensando en comprarse un arma de fuego”. Algunas revistas destinadas a la mujer insinúan con sutileza que esta necesita protección mostrando la imagen de una mujer que al regresar a casa encuentra un cristal roto en la puerta principal. ¿Vive sola? ¿Tiene un arma para su protección en caso de encontrarse con un intruso? Al pie del anuncio aparece un número de teléfono de llamada gratuita que resulta ser el de un fabricante de armas que ofrece una nueva y elegante línea de pistolas para mujeres.

      “Lo que hacen estos anuncios es hurgar en la herida”, comentó una mujer. Como muchísimas mujeres viven solas, o con sus hijos pero sin marido, se sienten especialmente vulnerables ante la violencia, y muchas veces con buena razón. En la mayoría de las ciudades grandes, las violaciones van en aumento; a las mujeres les roban el bolso, con frecuencia a punta de navaja; se las ataca en las calles, en los aparcamientos y en los edificios de oficinas a plena luz del día, y los apartamentos y casas ocupados por mujeres que viven solas son objeto de escalo mientras la ocupante duerme. “Mejor es que aprendamos a cuidar de nosotras mismas, porque al movernos más en una sociedad donde la violencia va en aumento, vamos a tener que cuidar de nosotras mismas”, dijo una mujer.

      Otra comentó lo siguiente durante una entrevista en un programa de televisión norteamericano: “Volvía caminando a casa desde el trabajo cuando alguien me agarró por detrás. Llevaba una navaja en la mano, me tiró al suelo y me arrebató el bolso. Allí mismo y en ese preciso instante me resolví a tomar acción”. La mujer solicitó un permiso de armas e hizo prácticas de tiro al blanco en un campo de tiro. ¿Cuál era ahora su punto de vista? “Perdí todo sentido de vulnerabilidad. Me dije: ‘Tengo un arma, la disparo y, es fabuloso, no tengo miedo’. Con este trozo de metal en mis manos, ahora sí podría protegerme a mí misma.”

      Es obvio que así piensan más de doce millones de mujeres de Estados Unidos y, ¿quién sabe cuántas más poseen armas sin la debida licencia? La cifra mundial podría ser inmensa, pero ¿han investigado a fondo los hechos antes de tomar esa decisión? Si usted está pensando en comprarse un arma para defenderse, examine antes lo que dice la policía y lo que muestran las estadísticas.

  • Las armas. Una forma de morir
    ¡Despertad! 1990 | 22 de mayo
    • Las armas. Una forma de morir

      “SE IMAGINAN que tan pronto como apunten a alguien con el arma, lo tendrán bajo su control, y cuando no ocurre así, vacilan, igual que vacilan muchos policías una fracción de segundo y lo pagan con su vida”, dijo un famoso policía. Un destacado funcionario estadounidense dedicado a la seguridad pública comentó también lo siguiente: “Mucha gente no se enfrenta al hecho de que tener una pistola supone estar dispuesto a vivir con las consecuencias de matar a otro ser humano. Si usted no dispara y un delincuente lo hace contra usted, es más peligroso tener un arma que no tenerla”.

      Además hay otro factor: “Si tenemos un poco de imaginación, deberíamos saber que todas estas armas de moda acarrearán más problemas de los que solucionarán —escribió una periodista que es también una experta tiradora y en cuya familia hay un policía—. ¿Se han enfrentado las mujeres que compran armas ‘bonitas’ a lo estético que resulta verle los sesos a alguien? No es agradable. ¿Han visto alguna vez a un hombre con la cara reventada de un tiro?”. Esta misma periodista continúa preguntando: “¿Podría usted apuntar al corazón?”.

      ¿Con cuánta rapidez podría usted empuñar un arma que llevase escondida si de repente le ataca alguien? Veamos lo que a ella misma le sucedió: “Cuando me atacó —un drogadicto perturbado que llevaba un cuchillo de carnicero—, antes de verle ni oírle me encontré con el cuchillo en la garganta. Si hubiese tratado de buscar un arma, ¿quién habría ganado?”. Después añade: “No se me ocurriría tener un arma para protegerme. No es cuestión de moralidad, sino de sentido práctico”.

      Consideremos ahora algunos hechos abrumadores. En los “relativamente pocos tiroteos que se producen entre amos de casa y ladrones, lo más fácil es que el ladrón resulte más diestro con su arma y que el amo de casa termine en el depósito de cadáveres”, informó la revista Time del 6 de febrero de 1989. Por muy disuasiva que sea un arma a la hora de impedir que se cometa un acto delictivo, su poder disuasorio queda mucho más que compensado por otros factores devastadores. Piense por ejemplo en el caso de los suicidios. Tan solo en Estados Unidos, en un período de doce meses más de dieciocho mil personas se quitaron la vida de un tiro.

      No es posible determinar cuántos de estos suicidios fueron actos impulsivos que quizás no hubiesen ocurrido de no haber tenido un arma en el bolso o en un cajón. De lo que podemos estar seguros es de que a algunas de las víctimas tener un arma a mano les impidió disponer del tiempo suficiente para pensar de manera racional y quizás salvar su vida. Si a la cantidad de suicidios con armas de fuego que se producen en Estados Unidos se añadiesen los del resto del mundo, la cifra total seguro que nos desconcertaría.

      La revista Time del 17 de julio de 1989 informó que durante la primera semana de mayo de 1989 murieron a tiros 464 personas tan solo en Estados Unidos. “Este año más de treinta mil personas compartirán su suerte”, dijo Time, y también comentó que “mueren más americanos cada dos años como consecuencia de heridas de bala que los que han muerto hasta la fecha del SIDA. Las armas de fuego también han matado a más americanos en dos años que en toda la guerra de Vietnam”.

      Los padres que tienen armas deben cargar con la responsabilidad si sus hijos las utilizan para suicidarse o para matar a alguien. “El aumento en la cantidad de suicidios entre gente joven durante 1988 —mencionó un periódico— puede tener cierta relación con la mayor disponibilidad de las armas de fuego, debido a que cada vez más personas acumulan tales armas para proteger sus viviendas, dijo la policía. [...] Si usted tiene un arma en casa, siempre existe la posibilidad de que caiga en manos de un niño.” En un informativo estadounidense que se televisó en junio de 1989 se dijo: “El año pasado [1988], más de tres mil niños dispararon contra otros niños”.

      Padres, ¿saben ustedes dónde guardan sus armas? Cierto padre lo sabía, pero también lo sabía su hijo de diez años. “Cargó la escopeta de caza de gran potencia de su padre —informó el New York Times del 26 de agosto de 1989— y mató a una niña que había alardeado de ser mejor que él jugando a los videojuegos.” ¿Saben ustedes lo que lleva su hijo o su hija al colegio además de bocadillos o galletas? ¿Se creería usted que lleva un arma? ¿Qué pensarían los padres de un niño de cinco años que iba a párvulos cuando les llamaron del colegio para notificarles que a su hijo le habían quitado de las manos una pistola cargada del calibre 25 cuando estaba en una atestada cafetería mientras centenares de otros escolares tomaban sus bocadillos, leche y galletas?

      También en 1989, y poco después de este suceso, sorprendieron a un niño de seis años que cursaba el primer año de enseñanza primaria presumiendo de llevar una pistola cargada. Ese mismo mes se detuvo a otro niño de doce años por llevar a la escuela una pistola cargada. Todo esto sucedía en el mismo distrito escolar. En Florida, una estudiante no fue lo suficiente afortunada como para escapar de la catástrofe provocada por un arma de fuego cargada en manos de una niña de once años. Una bala le dio en la espalda cuando a la niña se le disparó por accidente el arma que había llevado a la escuela para enseñarla a sus amigas.

      “Nuestros niñitos de seis años van a casa y casi todos saben que allí hay un arma”, dijo el director de una escuela. “Muchos de ellos saben cuáles son los efectos de un arma —dijo un profesor de tercer curso de enseñanza primaria—. Puede que incluso hayan perdido a su padre, un tío o un hermano por causa de un arma.” Algunos sistemas escolares hasta han visto la necesidad de instalar detectores de metales para localizar las armas que introducen en la escuela los niños pequeños, por no mencionar los que no son tan pequeños. ¿No deberían los padres cargar con la responsabilidad de las acciones de sus hijos, en especial aquellos que ven conveniente tener armas en casa, donde sus hijos pueden encontrarlas?

      Tal vez los padres se tranquilizan pensando que sus armas están escondidas en algún lugar donde ni sus hijos ni nadie puede encontrarlas. Sin embargo, es lamentable que la muerte de algunos niños haya demostrado que sus padres estaban equivocados. Y hay otro factor lógico que debe tomarse en cuenta. Un jefe de policía dijo: “Si usted esconde tanto su arma para que en su casa ningún inocente —sean sus hijos, alguna visita o cualquier otra persona— pueda hacerse daño con ella, entonces no la tendrá a mano [cuando se presente] la clase de emergencia para la que la compró”.

      La policía calcula que si alguna vez se utiliza un arma doméstica, “hay seis veces más probabilidades de dispararla contra un miembro de la familia o un amigo que contra un intruso”, informó la revista Time. “Una esposa o madre cree que oye a un ladrón y termina por disparar contra su marido o contra su hijo que llega a casa tarde”, dijo un funcionario dedicado a la seguridad pública. Cuando se le preguntó cómo deberíamos proteger nuestra casa, él dijo: “Quizás la mejor manera de protegerse es arriesgando sus propiedades en lugar de su vida. La mayoría de los ladrones están ahí para robar, no para matar. La mayor parte de las muertes que se producen en las casas por disparos de armas de fuego las causa el arma del amo de casa. En cualquier caso, los que viven en zonas urbanas deberían tratar de mejorar su protección estableciendo grupos ‘de vigilancia’ contra delincuentes”. Y por último, los que tienen armas deben preguntarse si para proteger el contenido de un bolso o una billetera, o para evitar que se lleven unos cuantos objetos de valor de su casa, están dispuestos a poner fin a la vida de otro ser humano.

      La persona sensata no opondrá resistencia al que le amenaza con quitarle la vida si no le da sus objetos de valor. Recuerde que la vida vale más que todo lo material.

  • Las armas. Un mundo sin ellas
    ¡Despertad! 1990 | 22 de mayo
    • Las armas. Un mundo sin ellas

      DESDE el principio de la historia humana, el hombre ha recurrido a la violencia en los tratos con su prójimo. El asesinato surgió ya en la primera familia cuando Caín mató a su hermano Abel. Desde entonces, siempre han existido asesinatos: dentro de las familias, de las tribus y de las naciones. A medida que las armas fueron haciéndose más potentes, las víctimas también llegaron a ser más numerosas. Las piedras y las porras dieron paso a las lanzas y las flechas, sustituidas a su vez por las armas de fuego y las bombas. De aniquilar a centenares se pasó a aniquilar a millares, y hoy día los millares se han convertido en millones. Además, esas muertes no solo se producen en tiempo de guerra, sino también en tiempo de paz; no solo las provocan soldados, sino también simples ciudadanos, y no solo adultos, sino también niños. ¿Terminará alguna vez este aumento de la violencia? Si del hombre dependiese, las posibilidades serían muy remotas. (2 Timoteo 3:1-5, 13.)

      Cristo Jesús predijo que este sería un tiempo en que se alzaría nación contra nación en guerras horrendas, causando la muerte de millones de personas. En muchos lugares habría también pestes y terremotos que segarían un gran número de vidas. El hombre contaminaría la Tierra hasta tal grado que pondría en peligro la propia capacidad del planeta para sostener la vida, y en la actualidad hay muchos científicos que expresan ese temor. No obstante, el amor al dinero hace que el hombre continúe contaminando su entorno y eso solo terminará cuando Jehová Dios mismo intervenga “para causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación 11:18.)

      Muchos se mofan de tales advertencias, y así cumplen otra parte de la predicha señal de los últimos días: “Ustedes saben esto primero, que en los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación’”. (2 Pedro 3:3, 4.)

      De todas formas, este oscuro nubarrón que se cierne sobre la humanidad tiene también su lado esperanzador. Jesús predijo que durante su presencia habría “sobre la tierra angustia de naciones, por no conocer la salida a causa del bramido del mar y de su agitación, mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada”. Pero también dijo lo que habría que hacer en ese tiempo: “Levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca”. (Lucas 21:25-28.)

      Las naciones están en angustia, las masas, agitadas y las personas viven en temor de las cosas que vienen sobre la Tierra, pero para los que esperan la venida del reino de Dios y del reinado milenario de Cristo Jesús es un tiempo de liberación. Ese será el tiempo en que se cumplirá la promesa de Jehová Dios de que habrá ‘nuevos cielos y una nueva tierra en los que la justicia habrá de morar’. (2 Pedro 3:13.)

      Entonces ya no quedarán armas ni harán falta para guerrear. “Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes [carros de combate, Cantera-Iglesias, vs. 10] en el fuego.” (Salmos 46:9.)

      No hará falta ningún arma para protegerse. “Realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.” (Miqueas 4:4.)

      La Tierra solo estará habitada por personas rectas, no habrá ningún inicuo. “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Proverbios 2:21, 22.) Entonces, “los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. (Salmos 37:11.)

      A los ojos de Dios, la violencia arruina la Tierra. En los días de Noé “la tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios verdadero, y la tierra se llenó de violencia”. (Génesis 6:11-13.) Eso hizo que Jehová pusiese fin a aquel mundo mediante un diluvio mundial. Jesús asemejó el fin de este mundo violento actual durante el tiempo de su presencia con el fin de aquel mundo antiguo: “Porque como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre”. (Mateo 24:38, 39.)

      Todos los que vivan en el nuevo sistema de Dios cumplirán lo que se registra en Marcos 12:31: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”, y en Isaías 11:9: “No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar”. Y en ese nuevo mundo de justicia también se cumplirán las gloriosas condiciones descritas en Revelación 21:1, 4: “Vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado, y el mar ya no existe. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. Seguro que entonces no habrá ninguna sociedad humana cargada de armas.

      Ninguno de estos cambios trascendentales para la bendición del hombre lo producirán grupos revolucionarios que barran a la oposición con sus flamantes armas, sino que lo hará Jehová Dios mediante su Reino bajo Cristo Jesús. Por eso Isaías 9:6, 7 dice: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. De la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin, sobre el trono de David y sobre su reino a fin de establecerlo firmemente y sustentarlo por medio del derecho y por medio de la justicia, desde ahora en adelante y hasta tiempo indefinido. El mismísimo celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.

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