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  • Las armas. No solo las usan los hombres
    ¡Despertad! 1990 | 22 de mayo
    • Así que no nos deberíamos sorprender al oír que ya hay en el mercado pistolas con un diseño especial para mujeres, y que se venden bien. “Señoras, ustedes no utilizarían un desodorante de hombre —escribió una periodista—, entonces, ¿por qué utilizar un revólver de hombre? Ustedes quieren un revólver ligero, que no tenga bordes donde puedan engancharse las uñas, un revólver elegante y a la vez potente. Quizás les interese un LadySmith del calibre 38 [...] en color azul brillante, o en un reluciente plateado, con la longitud de cañón que prefieran.” Cierto experto expresó de la siguiente manera su opinión sobre cómo quieren las mujeres que sean las armas: “La mujer quiere un arma elegante y que sea un objeto bonito para poner en el bolso. No quiere que choque con su polvera y su espejo [...]. A muchas mujeres les gusta que los colores que llevan coordinen bien. No quieren que tenga un aspecto malo o violento [...]. Aunque la compra para protegerse, al mismo tiempo no quiere que sea fea”.

      Algunas de las pistolas diseñadas especialmente para la dama distinguida son del calibre 38, con capacidad para cinco disparos y la posibilidad de escoger entre dos diferentes longitudes de cañón —5 y 8 centímetros— para que puedan caberles bien en el bolso. Algunas pistolas vienen con una suave empuñadura de palo de rosa mientras que otras la tienen en tonos pastel. Una mujer dijo: “Son muy bonitas, y yo diría que manejables”. Además, también hay nuevas creaciones de bolsos que llevan un compartimento especial para el arma de la dama. “La mujer que tiene una pistola pero no lleva un bolso especial se está buscando problemas —dijo cierta mujer—. Terminará con el cañón lleno de migas de galleta y pastillas de menta, de tabaco, si es fumadora, o de cualquier otra cosa que suela acumularse en el fondo del bolso de una mujer.” Hay quienes dicen que algún día el que una mujer lleve un arma será tan común como que lleve un paraguas.

  • Las armas. Una forma de morir
    ¡Despertad! 1990 | 22 de mayo
    • Además hay otro factor: “Si tenemos un poco de imaginación, deberíamos saber que todas estas armas de moda acarrearán más problemas de los que solucionarán —escribió una periodista que es también una experta tiradora y en cuya familia hay un policía—. ¿Se han enfrentado las mujeres que compran armas ‘bonitas’ a lo estético que resulta verle los sesos a alguien? No es agradable. ¿Han visto alguna vez a un hombre con la cara reventada de un tiro?”. Esta misma periodista continúa preguntando: “¿Podría usted apuntar al corazón?”.

      ¿Con cuánta rapidez podría usted empuñar un arma que llevase escondida si de repente le ataca alguien? Veamos lo que a ella misma le sucedió: “Cuando me atacó —un drogadicto perturbado que llevaba un cuchillo de carnicero—, antes de verle ni oírle me encontré con el cuchillo en la garganta. Si hubiese tratado de buscar un arma, ¿quién habría ganado?”. Después añade: “No se me ocurriría tener un arma para protegerme. No es cuestión de moralidad, sino de sentido práctico”.

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