-
GuyanaAnuario de los testigos de Jehová 2005
-
-
Salones alquilados y “bajos de las casas”
Desde los inicios de la obra en Guyana, siempre ha sido difícil encontrar lugares de adoración adecuados. Allá en 1913, el puñado de hermanos que había en Georgetown alquiló una sala en la Casa Somerset, la cual cumplió bien su propósito durante cuarenta y cinco años. Para 1970, tan solo dos congregaciones tenían su propio Salón del Reino: la Congregación Charlestown, en Georgetown, y la Congregación Palmyra, en Berbice. No obstante, tres años antes, el país había superado la cifra de 1.000 publicadores. Eso significaba que, en su mayoría, las congregaciones se reunían en locales alquilados que a menudo dejaban mucho que desear.
A finales de la década de 1950, por ejemplo, la Congregación Wismar, a orillas del río Demerara, aumentó hasta tal punto que los hermanos tuvieron que buscar un salón adecuado. Se les concedió el uso de un lugar llamado Islander Hall, en el que se reunían a mediados de semana para la Escuela del Ministerio Teocrático y la Reunión de Servicio, y los domingos por la tarde para la Reunión Pública y el Estudio de La Atalaya. Pero para ello se requería un cúmulo de preparativos. En primer lugar, los hermanos tenían que salir de Mackenzie en barca y cruzar el río Demerara hasta Wismar. Uno llevaba una caja con las revistas, otro una con las demás publicaciones, y un tercero, los formularios y las cajas de contribuciones. Claro está, todo debía quedar listo antes de que se iniciara la reunión, y al finalizar, había que invertir el proceso.
También se celebraban reuniones en los llamados “bajos de las casas”, es decir, el espacio existente debajo de estas. Debido al riesgo de inundaciones, las viviendas de Guyana suelen estar elevadas sobre postes o pilotes de madera u hormigón. Este diseño proporciona un espacio útil para diversos usos, como para albergar reuniones de congregación. Sin embargo, muchos habitantes del país opinan que si una religión no puede tener un lugar de adoración apropiado, es que no cuenta con la bendición de Dios.
Además, las reuniones que tenían lugar en los bajos de las casas sufrían frecuentes interrupciones, lo que les restaba dignidad. En cierta ocasión, un pollo asustado por un perro entró volando en el auditorio y fue a parar encima de una niña de seis años, la cual lanzó un grito tan espeluznante que todos se sobresaltaron. Aunque el incidente fue motivo de broma después de la reunión, recalcó la necesidad de buscar un lugar más digno. Además, celebrar las reuniones en los bajos de una vivienda era un pobre incentivo para que las personas interesadas asistieran.
La construcción de Salones del Reino
“En los treinta y dos años que llevo en la Congregación Charity —recuerda Frederick McAlman—, hemos alquilado cinco bajos de viviendas. Como estábamos debajo de la casa, había que tener cuidado para no lastimarnos en la cabeza con las vigas de madera. Una hermana que llevaba a su bebé en brazos calculó mal la altura y la criatura se golpeó en la cabeza. La hermana se lo contó a su padre, que no era creyente, y tanto él como su madre concluyeron que la congregación necesitaba su propio lugar de adoración. De hecho, la madre ofreció una parcela y el padre dijo que financiaría la construcción de un Salón del Reino. Y así sucedió exactamente. El edificio, que ha sido remodelado varias veces, sigue siendo el centro de la adoración verdadera en la comunidad. También se utiliza como pequeño Salón de Asambleas para ese circuito.”
Al principio, los Salones del Reino tardaban muchos meses en construirse. Así ocurrió en el caso del salón de Eccles. Sherlock Pahalan, que en ese tiempo era anciano de la congregación, relata: “Celebrábamos las reuniones en una escuela. Sabíamos que si lográbamos tener un Salón del Reino, habría más aumento, pero los pocos publicadores de Eccles eran pobres. Pese a ello, se adoptó una resolución para construir uno. Yo busqué un terreno adecuado en el territorio, pero sin éxito.
”Mientras tanto, los hermanos de Georgetown nos prestaron dos moldes y nos enseñaron a fabricar bloques de hormigón. Al principio nos tomó varias horas hacer tan solo doce bloques, pero con la práctica adquirimos bastante habilidad, sobre todo las hermanas. Otro problema fue conseguir el cemento, pues estaba racionado. Tuve que solicitar un permiso para que se nos concediera una cantidad limitada. Luego, para garantizar nuestra cuota, yo iba al muelle de madrugada y esperaba en la fila. Entonces tenía que encontrar un camión que fuera a Eccles con suficiente espacio libre para transportar el cemento. Jehová nos ayudó siempre, pero todavía nos hacía falta un terreno.”
Sherlock prosigue: “En 1972, Juliet y yo fuimos a Canadá de vacaciones y visitamos a mi primo, que no es Testigo. Él mencionó que tenía dos parcelas en Eccles, pero que los parientes encargados de mantenerlas no lo estaban haciendo, y me pidió que lo ayudara. Le dije que me encantaría, y añadí que justo en ese momento estaba buscando un solar en Eccles para un Salón del Reino. Sin dudarlo un instante, me dijo que escogiera la parcela que quisiera.
”Durante la construcción vimos más pruebas de que la mano de Jehová estaba con nosotros. Como aparte del cemento escaseaban muchos materiales, improvisábamos y los sustituíamos con otros, de modo que de algún modo siempre nos las arreglábamos para acabar el trabajo. Además, había pocos hermanos con las habilidades necesarias, y disponer de voluntarios en el lugar de las obras requirió mucha planificación. De hecho, mi pequeña furgoneta recorrió cientos de kilómetros recogiendo y llevando a los hermanos. Por fin, nuestro Salón del Reino quedó acabado, e incluso fue un miembro del Cuerpo Gobernante, Karl Klein, quien pronunció el discurso de dedicación. ¡Qué sorpresa tan agradable!”
Salones del Reino de construcción rápida
Todavía en 1995, más de la mitad de las congregaciones del país se reunían en locales alquilados, entre ellos bajos de viviendas. Por consiguiente, la sucursal instituyó un comité nacional de construcción. En octubre de ese mismo año, los hermanos levantaron su primer Salón del Reino de construcción rápida en Mahaicony, localidad situada a orillas del río del mismo nombre y a unos 50 kilómetros [30 millas] al este de Georgetown. Cuando le dijeron a un vecino que los testigos de Jehová iban a edificar un Salón del Reino en cuatro fines de semana, él replicó: “Si se tratara de un gallinero, podría ser; ¿pero un edificio de hormigón? ¡Jamás!”. No hace falta decir que no tardó en cambiar de opinión.
En un país donde a veces afloran tensiones raciales, las construcciones de Salones del Reino han demostrado a los ojos de todos que los testigos de Jehová, sin importar su raza ni nacionalidad, trabajan en verdadera unidad cristiana. De hecho, una anciana que contemplaba las obras en Mahaicony le dijo admirada a un superintendente de circuito: “¡He visto personas de seis distintas razas trabajando juntas ahí!”.
-
-
GuyanaAnuario de los testigos de Jehová 2005
-
-
[Ilustración de la página 194]
Salón del Reino en Orealla (Guyana)
-