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  • Haití
    Anuario de los testigos de Jehová 1994
    • Dejemos que Victor Winterburn y Alex Brodie, que acudieron en su auxilio, nos narren lo sucedido:

      “En 1952, guiados por los informes de unos hermanos, hallamos a Frank semiconsciente en una camilla de un templo vudú. Tenía las manos atrás, atadas a un poste. Sus pies también estaban atados. Una mordaza le impedía cerrar la boca. Tenía los labios partidos y el rostro demacrado, lleno de ampollas. Tratamos de hablar con la mambo (sacerdotisa), pero no nos hizo caso. No podíamos comunicarnos con Frank; tampoco podíamos sacarlo de allí. La policía nos dijo que ni siquiera ellos podían tocarlo, ya que habían sido sus padres quienes lo habían llevado a aquel lugar.

      ”Fuimos a ver a sus padres, y por fin logramos enterarnos de lo que realmente había sucedido. Su esposa lo había abandonado y él estaba criando a su hijo solo, haciendo trabajos de sastrería en su casa. Un día enfermó y empezó a delirar, así que lo hospitalizaron. Sus padres lo trasladaron al templo creyendo que estaba poseído por un espíritu malo. Después supimos que a los enfermos los golpean y les ponen pimienta en los ojos para ahuyentar a los malos espíritus.

      ”Los padres de Frank, atemorizados al ver que su estado seguía agravándose, llamaron a un hermano, y este se encargó de llevarlo de nuevo al hospital. Sin embargo, no quisieron recibirlo porque sabían dónde había estado. Solo lo admitieron cuando una hermana enfermera experimentada se ofreció a comprar las medicinas necesarias y a cuidarlo. La congregación le suministraba los alimentos, aunque es la familia del paciente la que normalmente se encarga de este servicio.

      ”Los médicos diagnosticaron que Frank tenía fiebre tifoidea y malaria. Nos preguntábamos si se recobraría. Pese a todo, se repuso, reanudó el ministerio y con el tiempo se volvió a casar. Estaba muy agradecido por la ayuda que los hermanos le prestaron y el espíritu amable y colaborador de la congregación.”

  • Haití
    Anuario de los testigos de Jehová 1994
    • Alex Brodie y Harvey Drinkle realizaban viajes en dirección norte a Saint-Marc, atravesando los pantanos y arrozales del valle del Artibonite, y seguían hasta Gonaïves, una región donde abundan los cactus. Con el tiempo, Harvey, hombre discreto y valeroso, tuvo que volver a Canadá para someterse a una operación en la que le extirparon el ojo derecho, afectado por un cáncer. Sin embargo, retornó a Haití para proseguir con su asignación.

      Alex y Harvey viajaban en sus bicicletas cargadas con publicaciones por carreteras sin pavimentar, y visitaban las casas y poblados que encontraban a su paso. Como la gente del campo se levanta temprano, solían hacer su primera visita hacia las seis de la mañana y predicaban hasta el anochecer. Luego pasaban la noche en las pequeñas casas con techo de paja de los hospitalarios campesinos. En Saint-Marc y Gonaïves podían alojarse en hoteles. Posteriormente, Alex escribió entusiasmado: “Fue muy agradable visitar a estas personas tan alegres”.

      Otros misioneros dirigieron sus esfuerzos hacia el suroeste. Marigo Lolos, que después se casó con Alex, nos relata su viaje a Jérémie con otras tres misioneras solteras, Naomi Adams, Virnette Curry y Frances Bailey:

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