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“Conocer el amor del Cristo”Acerquémonos a Jehová
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“Extendió la mano” y “lo tocó”.
11, 12. a) ¿Cómo trataban a los leprosos en tiempos bíblicos, pero qué hizo Jesús cuando se le acercó un hombre “cubierto de lepra”? b) ¿Cómo debió sentirse el leproso cuando Jesús lo tocó, y cómo nos ayuda a entender esto lo que le pasó a un médico?
11 Por compasión, ayudó a los que sufrían. Muchas personas que estaban enfermas se daban cuenta de que Jesús les tenía compasión, y por eso querían acercarse a él. Veamos un ejemplo conmovedor. Un día, mientras una multitud seguía a Jesús, se le acercó un hombre “cubierto de lepra” (Lucas 5:12). Según la Ley, se tenía que poner en cuarentena a los leprosos para que no contagiaran a los demás (Números 5:1-4). Pero los líderes religiosos crearon sus propias reglas sobre cómo tratar a los leprosos. Eran reglas crueles y despiadadas.a En cambio, Jesús trató a aquel hombre de manera muy distinta. La Biblia cuenta: “Un leproso se le acercó suplicándole hasta de rodillas: ‘Yo sé que si tú quieres me puedes limpiar’. Jesús se conmovió tanto que extendió la mano, lo tocó y le dijo: ‘Yo quiero. Queda limpio’. Enseguida la lepra desapareció” (Marcos 1:40-42). Jesús sabía que la Ley prohibía que los leprosos se mezclaran entre la gente. Pero, en vez de echarlo de allí, se conmovió tanto que hizo algo asombroso: lo tocó.
12 ¡Imagínese lo que sintió aquel leproso cuando Jesús lo tocó! Fíjese en lo que le pasó al doctor Paul Brand, un especialista en esta enfermedad. Él atendió a un joven leproso en la India. Cuando lo examinó, le puso la mano en el hombro y le explicó mediante una intérprete el tratamiento que seguiría. De repente, el joven se echó a llorar. Así que el médico preguntó: “¿Dije algo malo?”. La intérprete le hizo la pregunta al joven y luego le dijo al médico: “No, doctor. Dice que llora porque le ha puesto la mano en el hombro. Llevaba años sin que nadie lo tocara”. Algo parecido debió sentir el leproso al que Jesús tocó. Pero, en este caso, el impacto fue mayor, porque lo curó de aquella horrible enfermedad que lo tenía marginado.
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“Conocer el amor del Cristo”Acerquémonos a Jehová
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a Esas reglas decían que había que mantener una distancia mínima de 4 codos (unos 2 metros o 6 pies) con los leprosos, o de 100 codos (unos 45 metros o 150 pies) si soplaba viento. Una obra judía, el Midrás Rabá, habla de un rabí que se escondía de ellos y de otro que los ahuyentaba tirándoles piedras. Así que los leprosos conocían muy bien el dolor de sentirse despreciados y hasta odiados.
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