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  • ¿Qué riesgos encierra su estilo de vida?
    ¡Despertad! 1999 | 8 de julio
    • ¿Qué riesgos encierra su estilo de vida?

      EN MUCHOS sentidos, el panorama de la salud jamás ha sido tan prometedor. Según un informe emitido en 1998 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), “nunca antes ha habido tantas personas con acceso a asistencia médica mínima, abastecimiento de agua potable y sistemas de saneamiento”. Es cierto que gran parte de la población mundial aún vive en una situación precaria. Pero como informó la British Broadcasting Corporation, “el nivel de pobreza en el mundo ha decrecido más en los últimos cincuenta años que en los pasados cinco siglos”.

      Las mejoras en la sanidad mundial han añadido algunos años a la esperanza de vida al nacer, la cual pasó de 48 años en 1955 a 65 en 1995. Una razón de este aumento son los logros obtenidos en la batalla contra las enfermedades infantiles.

      Hace apenas cuatro décadas, el 40% del total de fallecimientos correspondía a los niños menores de cinco años. Sin embargo, para 1998 se había vacunado a un gran número de ellos a fin de inmunizarlos contra las principales afecciones infantiles, medida que redujo dicha mortalidad al 21%. Según la OMS, ha habido “una clara tendencia hacia una vida más larga y saludable”.

      Por supuesto, si la prolongación de la existencia no conlleva una mejora en su calidad, constituye una falsa victoria. Tratando de mejorar sus condiciones de vida, muchas personas conceden demasiada importancia a los placeres materiales; pero este modo de vida entraña sus propios peligros para la salud.

      ¿Un estilo de vida mejor?

      Los últimos adelantos de orden socioeconómico han producido grandes cambios en la vida de la gente. En la actualidad, muchos habitantes de los países desarrollados pueden adquirir bienes y servicios que anteriormente solo estaban al alcance de los más ricos. Y aunque algunos de estos adelantos han alargado la esperanza de vida, muchas personas han adoptado un modo de vida autodestructivo.

      Por ejemplo, millones de ellas han utilizado su mayor poder adquisitivo para comprar cosas tan innecesarias como drogas adictivas, alcohol y tabaco. Por desgracia, se ha cosechado lo que era de esperar. “La amenaza para la salud pública de más rápido crecimiento en el mundo no es una enfermedad —dice la revista World Watch—, sino un producto.” Y añade: “Se espera que en el término de veinticinco años las afecciones asociadas con el tabaquismo se conviertan en la principal amenaza para la salud del mundo, superando a las enfermedades infecciosas”. La revista Investigación y Ciencia dice: “De un pasmoso 30% de los cánceres fatales se puede echar la culpa principalmente al vicio de fumar, y una proporción equivalente es achacable al estilo de vida, sobre todo a las prácticas dietéticas y a la falta de ejercicio”.

      No cabe duda de que el tipo de vida que elijamos tiene un gran impacto en nuestra salud. Por lo tanto, ¿cómo podemos preservar la salud o mejorarla? ¿Basta con hacer dieta y ejercicio? Además, ¿qué papel desempeñan los factores mentales y espirituales en un estilo de vida saludable?

  • Cómo proteger la salud
    ¡Despertad! 1999 | 8 de julio
    • Cómo proteger la salud

      DETERMINAR qué cosas tienen mayor repercusión en nuestra salud es un desafío hoy día. Los medios publicitarios han inundado el mercado con información sobre dietas, ejercicios, suplementos alimenticios y muchísimos otros asuntos relacionados con la salud. Lamentablemente, gran parte de tal información es contradictoria. La periodista de divulgación científica Denise Grady dice: “Los consejos que se dan al público sobre qué comer, qué medicamentos tomar y, en esencia, cómo vivir, parecen dar un giro radical cada vez que se publica un nuevo estudio en una revista médica”.

      Algunos médicos opinan que lo más prudente es seguir las normas básicas en lugar de adoptar cuanta moda aparezca en el campo de la salud. The American Medical Association Family Medical Guide (Guía médica familiar de la Asociación Médica Americana) afirma: “Podemos mantenernos saludables si hacemos cambios positivos en nuestro modo de vida y nos sometemos a exámenes médicos periódicos a fin de posibilitar la rápida detección y tratamiento de cualquier enfermedad que surja”. Ahora bien, ¿qué “cambios positivos en nuestro modo de vida” son los más beneficiosos? Examinemos tres de ellos.

      Una alimentación sana

      Las autoridades sanitarias aconsejan ingerir una amplia variedad de alimentos y que la principal fuente de calorías sean los hidratos de carbono complejos, sobre todo los que se encuentran en los cereales integrales, las legumbres, las verduras y las frutas.a Pero no es solo lo que comemos, sino también cuánto comemos, lo que incide en nuestra salud. Es importante comer con moderación. Consumir regularmente más calorías de las que el cuerpo puede quemar conduce a la obesidad, lo que a su vez somete al corazón a un mayor esfuerzo, debilita el organismo y aumenta la “propensión a las enfermedades cardíacas, la diabetes, la artritis reumatoidea y muchos trastornos más”, dice una guía médica.

      En los últimos años se le ha dado suma atención a los alimentos grasos. Muchos profesionales de la salud afirman que una dieta rica en grasas saturadas aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca y ciertos tipos de cáncer, si bien esto no quiere decir que deban eliminarse por completo las grasas. “En una dieta saludable hay cabida prácticamente todos los días para los alimentos que nos gustan, pero en cantidades moderadas”, asegura Mary Abbott Hess, ex presidenta de la Asociación Dietética Americana. La clave reside en comer raciones pequeñas y limitar otras fuentes de grasa.

      Hay que reconocer que modificar los hábitos alimentarios no es fácil. De hecho, algunos quizás piensen que no vale la pena vivir si tienen que privarse continuamente de sus alimentos preferidos. Pero en vez de adoptar la actitud de “o todo o nada”, hay que buscar el equilibrio. Es más cuestión de reducir que de eliminar. Según la guía médica familiar antes citada, “adoptar un modo de vida sano no significa que haya que dejar de disfrutar de la vida”.

      Los dietistas recomiendan eliminar los alimentos perjudiciales de manera progresiva a fin de atenuar el impacto que produce el cambio de régimen alimenticio. Por ejemplo, equilibre la dieta a lo largo de una semana en vez de hacerlo en un solo día. Si come carne roja todos los días, limítela a tres veces por semana. Lo mismo vale para los alimentos ricos en grasas saturadas, como la mantequilla, el queso, los helados y los aperitivos grasosos. El objetivo es reducir la ingestión de grasas para que no sobrepase el 30% del total de calorías.

      El doctor Walter Willett, de la Universidad de Harvard, previene contra la práctica de disminuir el consumo de grasas para reemplazarlas con alimentos ricos en almidón y azúcar, pues ello a menudo genera un aumento de peso. Es mejor reducir el consumo tanto de grasas como de hidratos de carbono.

      Ejercicio moderado

      Un estilo de vida sano incluye un programa regular de ejercicios. El doctor Steven Blair, uno de los redactores del informe sobre la forma física emitido por la Dirección General de Salud Pública, de Estados Unidos, dice: “Las personas que pasan de llevar una vida sedentaria a practicar una actividad moderada reducen a la mitad las posibilidades de muerte por enfermedad cardíaca”. Lamentablemente, muchos hoy ni siquiera realizan una actividad física moderada. Por ejemplo, en Estados Unidos 1 de cada 4 personas lleva una vida totalmente sedentaria. En Canadá, un estudio titulado “1997 Physical Activity Benchmarks” (“Parámetros de la actividad física 1997”) indicó que “el 63% de los canadienses estaban activos físicamente menos de una hora al día” (The Toronto Star). Y en Gran Bretaña, los investigadores evaluaron a un grupo de niños “tan inactivos que su frecuencia cardíaca difería muy poco cuando estaban despiertos de cuando estaban dormidos” (The Sunday Times).

      Anteriormente se creía que solo el ejercicio aeróbico enérgico favorecía a la salud; pero no hace falta hacer una tanda de ejercicios extenuantes para estar en forma. De hecho, “quemando tan solo 150 calorías al día [con ejercicio moderado] se puede reducir el riesgo de enfermedad cardíaca, hipertensión, cáncer y diabetes”, asevera el informe de la Dirección de Salud Pública.

      Es importante que escoja un tipo de ejercicio que le guste practicar, pues de otro modo no lo incorporará a su forma de vida, si bien la clave está, no tanto en el tipo de ejercicio, sino en la frecuencia con que lo haga. El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos recomienda como pauta general que “tanto niños como adultos se propongan realizar al menos treinta minutos de actividad física moderada casi todos —y preferiblemente todos— los días de la semana”.

      ¿Qué actividades se consideran de intensidad moderada? Nadar, caminar rápido, montar en bicicleta, lavar y encerar el automóvil, subir escaleras y limpiar el jardín. No hay que acudir a un gimnasio para preservar la salud. Sin embargo, es pertinente la siguiente advertencia: Las autoridades sanitarias recomiendan que si usted tiene un historial de trastornos cardiovasculares o si es un varón de más de 40 años o una mujer de más de 50, debe consultar con su médico antes de iniciar un programa de ejercicios.

      ¿Qué hay del tabaco, las drogas y el alcohol?

      Tabaco: En el humo del cigarrillo se encuentran más de cuatro mil sustancias nocivas para la salud, de las cuales 200 son reconocidas como venenosas. Sea cual sea el número de toxinas, pocos dudan del efecto devastador que tiene el tabaco en la salud. No hay muchos productos que lo igualen en la cantidad de muertos que ocasiona. En Estados Unidos, por ejemplo, mueren diez veces más personas por causa de las enfermedades vinculadas al tabaquismo que por los accidentes de tráfico. La Organización Mundial de la Salud calcula que el tabaco se cobra tres millones de vidas anualmente en el mundo.

      Además del riesgo incrementado de cáncer y enfermedad cardíaca, los fumadores son más propensos a sufrir resfriados, úlceras gástricas, bronquitis crónica e hipertensión. También, sus sentidos del gusto y el olfato se ven afectados. Es obvio que dejar el cigarrillo es una de las medidas sanitarias preventivas más importantes que se pueden tomar. ¿Y qué decir de las drogas y el alcohol?

      Drogas: La drogadicción ha causado una gran cantidad de muertos por todo el mundo. El Departamento de Sanidad y Servicios Humanos de Estados Unidos dice: “La droga mata anualmente a 14.000 norteamericanos”. Pero los toxicómanos no son los únicos afectados por el comercio de estupefacientes. A fin de mantener el vicio, muchos drogadictos recurren a la violencia y se convierten en delincuentes. Informa The Sociology of Juvenile Delinquency: “Las rivalidades entre las redes de distribución del crack han convertido algunos sectores deprimidos de las grandes ciudades en ‘zonas muertas’, donde la tasa de homicidios es tan elevada que la policía las ha dado por perdidas como si se tratara de yermos donde reina la anarquía”.

      Por supuesto, el problema de la droga no es ni mucho menos exclusivo de Estados Unidos. Según un cálculo, todos los años mueren en el mundo entre 160.000 y 210.000 personas por inyectarse tales sustancias. Millones más emplean diversos tipos de drogas perjudiciales, como el khat (un estimulante de hoja verde), la nuez de areca (llamada también nuez de betel) y la cocaína.

      Alcohol: Aunque las drogas duras como el crack y la heroína son objeto de la atención pública, el uso incontrolado del alcohol causa aún más daño. El alcoholismo “afecta a 1 de cada 10 canadienses —dice The Medical Post— y le cuesta al sistema de salud 10.000 millones de dólares anuales”. Se calcula que en Estados Unidos el alcohol es un factor presente en un 50% de los accidentes de tráfico e incendios con víctimas mortales, un 45% de los ahogamientos y un 36% de los accidentes de transeúntes. Además, el abuso del alcohol está relacionado con un gran número de delitos violentos. Muchas personas que asesinan, asaltan, violan, abusan de niños o se suicidan tienen al alcohol como su compañero silencioso.

      Si alguien a quien usted ama tiene una dependencia física del alcohol, el tabaco o las drogas, busque ayuda.b La Palabra de Dios, la Biblia, dice que “un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia” (Proverbios 17:17). En efecto, confiar en el apoyo amoroso de la familia y los amigos resulta muy útil al afrontar una situación difícil.

      Pero para que la salud sea óptima, se requiere mucho más que la buena salud física. Los aspectos mentales y espirituales también cumplen una importante función en el mantenimiento de un estilo de vida sano. Estos se analizarán en el siguiente artículo.

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