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  • ¿Es la Tierra simplemente un lugar de prueba?
    La Atalaya 2000 | 1 de octubre
    • ¿Es la Tierra simplemente un lugar de prueba?

      ¡QUÉ alivio! Aprobó. La estudiante, que había pasado dos agotadoras semanas de exámenes, finalmente había recibido buenas calificaciones. Ya podía buscar el trabajo que siempre había deseado.

      Para muchas personas, la vida en la Tierra es algo parecido. La consideran una prueba preliminar que todos debemos sufrir. Quienes “aprueben” pasarán a algo mejor en un más allá. Desde luego, sería triste que la vida actual —para muchos una existencia vacía— fuera lo mejor que pudiésemos esperar los seres humanos. A pesar de que Job, personaje bíblico, disfrutó de salud y prosperidad la mayor parte de su vida, observó: “El hombre, nacido de mujer, es de vida corta y está harto de agitación” (Job 14:1).

      La New Catholic Encyclopedia refleja el modo de pensar de muchas personas y dice: “La gloria celestial es el destino que Dios tiene para el hombre. [...] Puede verse que la felicidad del ser humano reside en su posesión de la dicha celestial”. Según una encuesta realizada recientemente por la Iglesia de Cristo en Estados Unidos, el 87% de los encuestados cree que probablemente irá al cielo cuando muera.

      Muchas personas no cristianas también confían en que dejarán la Tierra e irán a un lugar mejor al morir. Por ejemplo, los musulmanes esperan ir a un paraíso celestial. Los seguidores de las sectas budistas de la Tierra Pura de China y Japón creen que si recitan sin cesar “Amitâbha”, el nombre del Buda de la Luz Infinita, renacerán en la Tierra Pura, o el Paraíso de Occidente, donde vivirán en suma felicidad.

      Es digno de mención que la Biblia, el libro sagrado más traducido y distribuido del mundo, no dice que la Tierra sea un lugar del que escapar, una especie de eslabón a algo mejor. Afirma, por ejemplo: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” (Salmo 37:29). En la Biblia también se encuentra esta famosa declaración de Jesús: “Bienaventurados los mansos; porque ellos heredarán la tierra” (Mateo 5:5; Versión Moderna).

      La opinión comúnmente aceptada de que la estancia en la Tierra es temporal supone que la muerte es la puerta a una vida de felicidad en el más allá. Si así fuera, no cabe duda de que la muerte sería una bendición. Pero ¿es ese el concepto que tienen de la muerte las personas en general? ¿No tratan más bien de alargar esta vida? La experiencia revela que cuando la gente disfruta de una salud y seguridad razonables, no desea morir.

      No obstante, dado que la vida en la Tierra está llena de maldad y sufrimiento, muchos siguen viendo el cielo como el único lugar donde encontrar paz y felicidad verdaderas. ¿Es el cielo sencillamente un lugar de paz y dicha, libre por completo de maldad y discordia? ¿Y ha de ubicarse el más allá únicamente en un reino celestial? Tal vez le sorprendan las respuestas bíblicas. Le rogamos que siga leyendo.

  • La felicidad eterna: ¿en el cielo, o en la Tierra?
    La Atalaya 2000 | 1 de octubre
    • La felicidad eterna: ¿en el cielo, o en la Tierra?

      ¿DEPENDE nuestra felicidad fundamentalmente del lugar donde vivimos? La mayoría de la gente reconocería enseguida que la felicidad es más bien el resultado de disfrutar de buena salud, tener propósito en la vida y mantener buenas relaciones con el semejante. Un proverbio bíblico expresa esta idea del siguiente modo: “Mejor es un plato de legumbres donde hay amor que un toro cebado en pesebre y, junto con él, odio” (Proverbios 15:17).

      Lamentablemente, nuestro hogar terrestre tiene una larga historia de odio, violencia y otras formas de maldad. Pero ¿qué podemos decir del cielo, la región espiritual, adonde muchas personas esperan ir cuando mueran? ¿Ha sido siempre un lugar de paz, dicha y tranquilidad, sin ningún tipo de disturbio, como suele suponerse?

      La Biblia enseña que Dios reside en el cielo junto con millones de criaturas espirituales denominadas ángeles (Mateo 18:10; Revelación [Apocalipsis] 5:11). De ellas dice que son “hijos de Dios” de naturaleza espiritual (Job 38:4, 7). Igual que los seres humanos, los ángeles tienen libre albedrío, no son robots. Por lo tanto, se deduce que también pueden decidir hacer lo correcto o lo incorrecto. ¿Escogerían los ángeles obrar mal? Puede que a algunos les sorprenda enterarse de que hace miles de años, una cantidad considerable de ángeles pecaron contra Dios, se rebelaron contra él (Judas 6).

      Rebeldes en el cielo

      El pecado apareció en la región espiritual como consecuencia de la rebelión de un ángel, al que se llegó a llamar Satanás (Resistidor) y Diablo (Calumniador). Este ángel en un tiempo obediente decidió por voluntad propia hacer lo malo. A partir de entonces se convirtió en una influencia corruptora para otras criaturas espirituales, de modo que para el tiempo de Noé, antes del Diluvio, una gran cantidad de ellas se unió a la rebelión de Satanás contra Dios (Génesis 6:2, nota; 2 Pedro 2:4).

      A estos ángeles rebeldes no se les expulsó del cielo de inmediato, sino que se permitió su entrada en él, al parecer con ciertas restricciones, durante miles de años.a Ahora bien, cuando Dios dejó de tolerar a estos malhechores, fueron ‘arrojados’ del cielo para, finalmente, ser destruidos. Una voz en las alturas dijo entonces: “A causa de esto, ¡alégrense, cielos, y los que residen en ellos!” (Revelación 12:7-12). Obviamente, los ángeles fieles se alegraron muchísimo de que al fin se hubiera librado al cielo de aquellos inmundos alborotadores.

      Teniendo en cuenta estos detalles, por lo general desconocidos, es evidente que no puede haber verdadera paz cuando las criaturas inteligentes desprecian las leyes y los principios de Dios (Isaías 57:20, 21; Jeremías 14:19, 20). En cambio, cuando todos obedecen las leyes divinas, prevalecen la paz y la tranquilidad (Salmo 119:165; Isaías 48:17, 18).

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