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El Creador regala un paraíso a los seres humanosLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 1
El Creador regala un paraíso a los seres humanos
Dios crea el universo y la vida en la Tierra; crea un hombre y una mujer perfectos, los sitúa en un jardín y les proporciona normas
“EN EL principio Dios creó los cielos y la tierra.” (Génesis 1:1.) Se ha dicho que estas son las palabras de apertura más conocidas de la historia. Con esta oración tan sencilla y elegante, la Biblia presenta a su protagonista principal: Jehová, el Dios todopoderoso, el Creador de todo el universo, incluido nuestro planeta. A continuación explica que, a lo largo de unos extensos períodos de tiempo, a los que llama días, Dios fue preparando la Tierra y creando todas las maravillas de la naturaleza.
Lo más importante que Jehová creó en la Tierra fue el ser humano. Al primer hombre lo formó a partir del polvo del suelo. Lo hizo a Su imagen y semejanza, es decir, con la capacidad de imitar su amor, su sabiduría y sus demás cualidades. Le puso por nombre Adán y lo situó en un paraíso, al que llamó Edén. Se trataba de un jardín que Dios mismo había plantado y que tenía muchos árboles que daban delicioso fruto.
Un día, Dios decidió que era el momento de que el hombre tuviera una compañera. Así que, utilizando una costilla de Adán, creó a Eva —la primera mujer— y se la entregó por esposa. Adán se puso tan feliz que compuso un poema que decía en parte: “Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne”. De hecho, la Biblia explica: “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne” (Génesis 2:22-24; 3:20).
Adán y Eva tenían que cumplir con dos mandatos divinos. En primer lugar, debían cuidar la Tierra, cultivarla y tener muchos hijos. Y en segundo lugar, había un árbol del que no podían comer —uno solo en todo el jardín—: el “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” (Génesis 2:17). ¿Qué ocurriría si desobedecían? Morirían. En realidad, esta era su oportunidad de demostrarle a Dios que aceptaban su autoridad, que lo amaban y que le estaban muy agradecidos. Sin duda, aquella pareja gozaba de las condiciones ideales para obedecer a su bondadoso Creador a la perfección. No tenían ninguna flaqueza ni defecto, pues la misma Biblia dice: “Vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno” (Génesis 1:31).
(Basado en los capítulos 1 y 2 de Génesis.)
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Expulsados del ParaísoLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 2
Expulsados del Paraíso
Un ángel rebelde convence a Adán y Eva para que desobedezcan a Dios. Aparecen el pecado y la muerte
MUCHO antes de que existieran los seres humanos, Dios creó a los ángeles, unos espíritus invisibles. Uno de ellos —al que luego se llamó Satanás o el Diablo— se rebeló y engañó a Eva para que comiera del único árbol que Dios había prohibido.
Satanás hizo que una serpiente le hablara a Eva y le diera a entender que ella y su esposo se estaban perdiendo algo bueno por culpa de Dios. También le dijo que si comían del fruto prohibido no morirían; de este modo insinuó que Dios les había mentido. El Diablo les pintó la situación de color de rosa, afirmando que si desobedecían a Dios conseguirían un conocimiento especial y podrían hacer lo que quisieran. Pero todo era una gran mentira: la primera de la historia. En realidad, aquel impostor estaba planteando las siguientes cuestiones: ¿Tiene Dios el derecho de gobernar el universo? ¿Son justas sus normas? ¿Conviene obedecerlas?
Eva cayó en la trampa. Comenzó a desear el fruto, y terminó comiendo de él. Luego se lo ofreció a su esposo, y él también lo probó. Aunque pareciera algo sin importancia, aquello fue un acto de rebelión, un pecado. Ellos sabían exactamente lo que hacían: estaban rechazando la autoridad de su Creador, quien les había dado todo lo que tenían, incluso su vida perfecta.
“Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón.” (Génesis 3:15)
Dios pidió cuentas a los rebeldes por lo que habían hecho. Primero predijo que, en el futuro, un enviado suyo —la Descendencia prometida— destruiría a la serpiente, o sea, a Satanás. Después condenó a muerte a Adán y Eva, pero tuvo misericordia de los hijos que ellos tendrían y aplazó la ejecución. ¿Qué esperanza tendrían estos? Jehová prometió que su enviado borraría las trágicas consecuencias de la rebelión de Edén. Pero ¿quién sería este Salvador, y cómo cumpliría el propósito para el cual Dios lo enviaría? La respuesta fue aclarándose con el paso del tiempo, a medida que fue escribiéndose la Biblia.
Finalmente, Dios echó del Paraíso a Adán y Eva. Fuera del jardín, tendrían que ganarse el sustento trabajando la tierra con muchísimo esfuerzo. Fue entonces cuando Eva dio a luz a su primer hijo, Caín. Más tarde, Adán y Eva tuvieron más hijos e hijas, entre ellos Abel, y también Set, antepasado de Noé.
(Basado en los capítulos 3 a 5 de Génesis y Revelación 12:9.)
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Sobrevivientes de un diluvioLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 3
Sobrevivientes de un diluvio
Dios acaba con todas las personas malas, pero salva a Noé y a su familia
SEGÚN fue aumentando la población del planeta, el pecado y la maldad se esparcieron por el mundo. Enoc, que tal vez era el único siervo de Dios en la Tierra, profetizó que Jehová iba a destruir a todos los malos. Pero sus advertencias cayeron en saco roto, y la maldad no hizo más que empeorar. Para colmo, hubo ángeles que se rebelaron contra Jehová, abandonaron su puesto en los cielos, adoptaron forma humana y se casaron con tantas mujeres como quisieron. De aquellas relaciones contranaturales nacieron unos gigantes de fuerza sobrehumana llamados nefilim, quienes sembraron la Tierra de violencia. ¿Podemos imaginar el dolor que sentía Dios al ver su creación en ese lamentable estado?
Tras la muerte de Enoc hubo otro hombre bueno: Noé. Tanto él como su familia se esforzaron por agradar a Dios. Cierto día, Jehová decidió traer un diluvio para destruir a todos los malvados. Sin embargo, no quería que murieran ni los animales ni el fiel Noé. Así que le dijo que construyera un arca, es decir, una inmensa caja de forma rectangular. Él y su familia tendrían que resguardarse dentro de ella y meter allí muchas especies de animales. Noé obedeció a Dios y pasó unos cuarenta o cincuenta años construyendo el arca. Durante ese tiempo, también fue un “predicador de justicia” (2 Pedro 2:5). Advirtió a la gente de que se avecinaba el Diluvio, pero nadie le hizo caso. Por fin llegó el momento de que Noé y su familia entraran al arca con los animales. Entonces, Dios cerró la puerta, y comenzó a llover.
El fuerte aguacero, que duró cuarenta días y cuarenta noches, terminó inundando toda la Tierra. No quedó ni rastro de los malvados. Con el paso de los meses, las aguas empezaron a retirarse y el arca se posó sobre una montaña. Cuando finalmente Noé y su familia pudieron salir, había pasado un año. Agradecido, Noé presentó una ofrenda a Jehová. Dios les prometió que nunca más mandaría un diluvio para acabar con toda forma de vida sobre la Tierra. Por medio del arco iris, Jehová selló su promesa. Cada vez que lo vieran, los seres humanos recordarían las palabras del Creador.
Después del Diluvio, Dios proporcionó nuevas instrucciones. Dio permiso para comer carne de animales, pero prohibió comer sangre. También mandó que la gente se esparciera por toda la Tierra. Sin embargo, en un claro desafío a este mandato, muchos se juntaron en una ciudad y comenzaron a construir una gran torre al mando de un tal Nemrod. Pero Dios frustró sus planes. ¿Cómo? Haciendo que los habitantes de aquella ciudad —a la que se llamó Babel, y posteriormente Babilonia— hablaran de repente muchos idiomas distintos. Al no poder entenderse, se dieron por vencidos y se dispersaron.
(Basado en los capítulos 6 a 11 de Génesis y Judas 14, 15.)
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Dios hace un pacto con AbrahánLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 4
Dios hace un pacto con Abrahán
Abrahán obedece a Dios. Por su fe, Jehová le promete bendecirlo con una gran descendencia
YA HAN pasado unos trescientos cincuenta años desde el Diluvio. En Ur, una próspera ciudad situada en la actual Irak, vive Abrahán. Él es un hombre de fe, pero su confianza en Dios se pondrá a prueba. Veamos qué sucedió.
Jehová le pidió que dejara su tierra natal y se mudara a otro país: Canaán. Sin pensarlo dos veces, Abrahán obedeció. Emprendió el largo viaje acompañado de su esposa, Sara, su sobrino Lot y todos los de su casa. Una vez en Canaán, llevó una vida nómada, residiendo en tiendas de campaña. Jehová hizo un pacto con Abrahán: le prometió que todas las familias del planeta serían bendecidas por medio de él, que sus descendientes formarían una gran nación y que la tierra de Canaán les pertenecería.
Abrahán y Lot llegaron a tener muchas ovejas y reses. Abrahán fue generoso y permitió que su sobrino eligiera para su ganado la tierra que más le gustara. Lot escogió la región del río Jordán, que era más fértil, y se estableció cerca de Sodoma. Pero los habitantes de aquella ciudad eran unos depravados que ofendían a Jehová con sus sucios pecados.
Después que Abrahán se separó de Lot, Jehová le prometió que tendría tantos descendientes como estrellas hay en el cielo. Abrahán tenía fe en Jehová, pero su querida esposa Sara no podía concebir hijos. Entonces, cuando él tenía 99 años y Sara casi 90, Dios le informó que iban a tener un hijo. Y así sucedió: ella dio a luz a un bebé al que llamaron Isaac. Y aunque Abrahán tuvo otros hijos, el Salvador prometido en Edén vendría de la familia de Isaac.
Mientras tanto, Lot seguía viviendo con su familia en Sodoma. Pero él no imitó la conducta inmoral de aquella gente, pues era una persona buena. Por eso, cuando un día Jehová decidió destruir a Sodoma, primero envió unos ángeles para avisar a Lot. Estos le ordenaron que saliera huyendo con su familia y que ninguno de ellos mirara hacia atrás. Entonces, Dios hizo que del cielo cayera fuego y azufre, aniquilando tanto a los malvados habitantes de Sodoma como a los de la vecina ciudad de Gomorra. Lot y sus dos hijas se libraron de la muerte. Pero su esposa volvió la mirada, tal vez porque añoraba las cosas que estaba dejando atrás. Su desobediencia le costó la vida.
(Basado en Génesis 11:10–19:38.)
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Dios recompensa a Abrahán y su familiaLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 5
Dios recompensa a Abrahán y su familia
Los descendientes de Abrahán prosperan. Dios protege a José en Egipto
JEHOVÁ sabía que un día su Hijo más querido tendría que entregar su vida. La profecía de Génesis 3:15 así lo indicaba, aunque de forma indirecta. A fin de que la humanidad comprendiera el inmenso dolor que esa muerte le causaría, Dios hizo que en la Biblia se registrara lo que sucedió cuando le pidió a Abrahán que sacrificara a su amado hijo Isaac.
No hay que olvidar que Dios le había prometido que el predicho Salvador sería descendiente de Isaac. Él tenía mucha fe en esa promesa y confiaba en que, si era necesario, Dios resucitaría a su hijo. Así que fue obediente y se dispuso a sacrificarlo. Pero, en el último momento, Jehová envió un ángel y lo detuvo. Después alabó a este patriarca por su gran fe y le confirmó sus promesas.
Con el tiempo, Isaac tuvo dos hijos: Esaú y Jacob. De entre los dos, el único que valoró las cosas espirituales fue Jacob, y por eso fue recompensado. Dios le cambió el nombre a Israel, y sus doce hijos se convirtieron en los fundadores de las tribus de Israel. Pero ¿cómo llegó esta familia a ser una gran nación?
Todo comenzó cuando los hermanos mayores de José empezaron a sentir celos de él. Tanta envidia le tenían, que lo vendieron como esclavo. Los compradores lo llevaron a Egipto, donde se enfrentó a situaciones muy difíciles. Sin embargo, Dios ayudó a este joven fiel y valiente, y un día, el faraón lo nombró para un puesto muy importante. Esto le permitió ayudar a su familia cuando la escasez de alimento obligó a Jacob a enviar a varios de sus hijos a comprar comida en Egipto. ¿Quién estaba a cargo de los suministros? ¡El propio José! Tras un emotivo reencuentro con sus hermanos —que ahora estaban muy arrepentidos— José los perdonó y mandó buscar al resto de sus familiares. El faraón les concedió las mejores tierras, y allí la familia siguió creciendo y prosperando. José comprendió que Jehová había intervenido en la situación para que se cumplieran sus promesas.
Jacob vivió en Egipto, rodeado de sus seres queridos, hasta el fin de sus días. En su lecho de muerte predijo que el prometido Salvador sería un rey poderoso y que llegaría por medio de su hijo Judá. Años después, José profetizó que Dios sacaría de Egipto a la familia de Jacob.
(Basado en los capítulos 20 a 50 de Génesis y Hebreos 11:17-22.)
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Job se mantiene fielLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 6
Job se mantiene fiel
Satanás cuestiona ante Dios la integridad de Job, pero él se mantiene fiel a Jehová
¿PUEDEN los siervos de Dios permanecer fieles bajo duras pruebas, aun si pareciera que no va a servirles de nada? Un hombre llamado Job tuvo que enfrentarse a esta cuestión. Veamos cuál fue el resultado.
Job era un pariente de Abrahán que residía en lo que hoy es Arabia durante el período en que los israelitas vivían en Egipto. Cierto día, se convirtió en el centro de atención de una asamblea que Jehová había convocado en el cielo con los ángeles. Allí también se encontraba Satanás. Delante de todos, Jehová alabó a Job por su incomparable fidelidad, mostrando así que confiaba enteramente en él. Pero Satanás lo acusó de servir a Dios por interés, porque le daba muchas cosas y lo protegía. Aseguró que si lo perdía todo, se volvería contra Jehová.
Dios dejó que el Diablo le quitara a Job sus posesiones, luego sus hijos y finalmente su salud. Como Job no sabía que Satanás estaba detrás de todas aquellas desgracias, no podía entender por qué Dios las permitía. Aun así, nunca le dio la espalda a Jehová.
Entonces vinieron a visitar a Job tres supuestos amigos y se pusieron a sermonearlo. Con sus discursos, que ocupan gran parte del libro bíblico de Job, intentaron convencerlo de que Dios estaba castigándolo por pecados ocultos. ¡Nada más lejos de la realidad! Hasta llegaron a afirmar que a Dios no le importan sus siervos y que ni siquiera confía en ellos. Pero Job se negó a aceptar sus disparates y les aseguró que sería fiel a Dios hasta la mismísima muerte.
Con todo, Job cometió el error de preocuparse demasiado por defenderse. Elihú, un joven que había estado escuchándolo todo, lo censuró por dar más importancia a su propia reputación que al nombre y la autoridad de Jehová. Además, reprendió con severidad a los falsos amigos de Job.
Finalmente, el propio Jehová corrigió a Job. Valiéndose de las maravillas de la creación, le enseñó que el hombre es insignificante cuando se lo compara con la grandeza de Dios. Job fue humilde y aceptó la disciplina. Y Jehová, que es “muy tierno en cariño, y misericordioso”, le devolvió la salud y lo bendijo con el doble de riquezas y con diez hijos más (Santiago 5:11). La fidelidad de Job sirvió para dar una contundente respuesta a Satanás y demostrar que los seres humanos sí pueden ser fieles a Dios bajo duras pruebas.
(Basado en el libro de Job.)
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Dios libera a los israelitasLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 7
Dios libera a los israelitas
Jehová envía plagas contra Egipto, y Moisés saca de allí a los israelitas. Mediante Moisés, Dios les proporciona la Ley
DESPUÉS de años de prosperidad en Egipto, los israelitas se habían hecho numerosos. Entonces asumió el poder un nuevo faraón, un cruel tirano que no conocía a José. Como le parecía que los israelitas ya eran demasiados, ordenó convertirlos en esclavos y ahogar en el Nilo a los varones recién nacidos. Ahora bien, una valiente israelita metió a su bebé en una cesta y lo escondió entre los juncos. La hija del faraón lo encontró, lo llamó Moisés y lo crió entre la realeza.
A la edad de 40 años, Moisés se metió en problemas por defender a un israelita de los abusos de un capataz egipcio, así que tuvo que huir a una tierra lejana. Cuando tenía 80, Dios le mandó volver a Egipto y exigirle al faraón que liberara a los israelitas.
Como el faraón se negó de plano, Dios castigó al país con diez plagas. Antes de cada una, Moisés iba donde el faraón y le daba la oportunidad de evitarla. Pero este siempre adoptaba una actitud orgullosa y desafiante contra Moisés y contra Jehová. En la décima y última plaga, Dios mandó un ángel para ejecutar a todos los primogénitos del país. Las únicas casas que el ángel pasó por alto fueron las de las familias que obedecieron a Jehová y pintaron los marcos de sus puertas con sangre de un cordero sacrificado. A fin de conmemorar aquel episodio, los israelitas comenzaron a celebrar la fiesta anual de la Pascua.
Después de perder a su primogénito, el faraón ordenó a Moisés y a los israelitas que salieran de Egipto. Rápidamente, estos organizaron una emigración, conocida como el éxodo. Sin embargo, el faraón cambió de opinión y fue a darles caza con sus soldados y carros de guerra. Al llegar a la orilla del mar Rojo, parecía que los israelitas estaban acorralados. Pero Jehová abrió el mar, y el pueblo lo cruzó por un pasillo de tierra seca. Cuando los egipcios se lanzaron tras ellos, Dios dejó que las paredes de agua se desplomaran y ahogaran al faraón y su ejército.
Tiempo después, los israelitas acamparon junto al monte Sinaí, y allí Jehová hizo un pacto con ellos. Utilizando a Moisés como mediador, les proporcionó leyes que los guiarían y protegerían en casi cualquier campo de la vida. Mientras fueran fieles y obedientes, Dios estaría a su lado y los utilizaría para bendecir a otras naciones.
Sin embargo, la mayoría de ellos demostró que no confiaban en él. Como castigo, Dios los obligó a vagar por el desierto durante cuarenta años. Entonces, Moisés nombró sucesor a un fiel israelita llamado Josué. Finalmente, llegó el momento de que Israel entrara en la tierra que Dios había prometido a su antepasado Abrahán.
(Basado en Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Salmo 136:10-15 y Hechos 7:17-36.)
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La conquista de CanaánLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 8
La conquista de Canaán
Josué dirige la conquista de Canaán. Jehová nombra jueces para liberar a su pueblo de sus enemigos
SIGLOS antes de que Israel entrara a Canaán, Jehová le había prometido a Abrahán que daría aquella tierra a sus descendientes. Y ahora, a las órdenes de Josué, los israelitas estaban a punto de tomar posesión de la Tierra Prometida.
Dios decidió que los cananeos merecían ser exterminados, pues eran sumamente violentos y degenerados. Así pues, dio instrucciones a los israelitas para que destruyeran por completo todas las ciudades de Canaán.
Pero antes de comenzar su incursión, Josué envió dos espías al país. Estos entraron en la ciudad de Jericó y se alojaron en casa de una mujer llamada Rahab. Aunque ella sabía que eran israelitas, permitió que se escondieran allí. ¿Por qué? Porque había oído hablar de los milagros que Jehová había realizado para salvar a su pueblo y ahora creía en él. Rahab hizo que los espías le prometieran que ni ella ni su familia morirían durante la conquista.
Más tarde, los israelitas entraron a Canaán y atacaron Jericó. Jehová hizo que sus muros se derrumbaran, y el ejército arrasó la ciudad, pero Rahab y su familia sobrevivieron. Así comenzó una intensa campaña de seis años, en la que Josué y su ejército lograron dominar amplias regiones de la Tierra Prometida. Al final, se repartió el terreno conquistado entre las diferentes tribus de Israel.
Un día, cerca del fin de su larga carrera, Josué reunió a toda la nación. Les recordó lo que Dios había hecho por sus antepasados y los animó a permanecer fieles. Sin embargo, tras la muerte de Josué y sus compañeros, los israelitas abandonaron a Jehová y empezaron a adorar dioses falsos. Durante los siguientes trescientos años, desobedecieron las leyes divinas en muchas ocasiones. Y cuando lo hacían, Jehová los entregaba en manos de los filisteos y de otros enemigos. Pero siempre que le pedían ayuda nombraba un libertador. En total, existieron doce de estos libertadores, llamados jueces.
El libro bíblico que relata este período comienza con la historia del juez Otniel y termina con la del hombre más fuerte de todos los tiempos: el juez Sansón. Los sucesos que narra el emocionante libro de Jueces subrayan una lección fundamental: si somos obedientes a Jehová, nos irá bien en la vida; si no, sufriremos las consecuencias.
(Basado en Josué, Jueces y Levítico 18:24, 25.)
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Israel pide un reyLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 9
Israel pide un rey
El primer rey de Israel, Saúl, desobedece a Jehová. Dios hace un pacto con su sucesor, David, y le promete que su reino no tendrá fin
TRAS los días de Sansón, vivió en Israel un juez y profeta llamado Samuel. Los israelitas, empeñados en ser como las demás naciones, le dijeron que querían un rey. A Jehová le ofendió su petición, pero accedió y ordenó a Samuel que nombrara rey a Saúl. Este era un hombre humilde, pero con el tiempo se volvió orgulloso y acabó desobedeciendo a Dios. Así que Jehová lo rechazó y dio instrucciones a Samuel para que nombrara sucesor a un joven llamado David. Eso sí, pasarían años antes de que ascendiera al trono.
Un día, David fue a visitar a sus hermanos, quienes formaban parte del ejército de Saúl y estaban en campaña. A su llegada encontró a los soldados temblando de miedo. ¿Qué ocurría? Un enorme guerrero filisteo llamado Goliat estaba desafiando con descaro al ejército israelita y a Dios. David se indignó tanto que aceptó luchar a muerte con él, pese a que tal vez no era más que un adolescente. Armado con una simple honda y unas cuantas piedras, David salió al encuentro de aquel gigante de casi tres metros (más de nueve pies) de altura. Goliat se burló de él, pero David le advirtió que tenía la ventaja, pues luchaba en nombre de Jehová. Le bastó una piedra para derribarlo. Luego le quitó su espada y le cortó la cabeza. Cuando los demás soldados filisteos lo vieron, huyeron aterrorizados.
Al rey Saúl le impresionó tanto el valor de David que le concedió un importante puesto en el ejército. Pero las victorias del joven despertaron en el monarca una envidia asesina. Para salvar la vida, David tuvo que huir. Y aunque pasó años como fugitivo, siempre fue leal a Saúl. ¿Por qué? Porque sabía que había sido Jehová Dios quien lo había colocado en el trono. Tiempo después, Saúl murió en combate. Entonces, David se convirtió en el nuevo rey, tal y como Jehová había prometido.
“Estableceré el trono de su reino firmemente hasta tiempo indefinido.” (2 Samuel 7:13)
David quería construir un templo para Jehová. Pero Dios le dijo que no sería él, sino uno de sus descendientes, quien llevaría a cabo ese plan. Este resultó ser su hijo Salomón. De todos modos, Jehová le otorgó un privilegio mayor: formalizó con él un pacto, según el cual David sería el primero de una singular dinastía de reyes. De hecho, de ella saldría el Libertador prometido, la Descendencia de la que Dios habló en Edén. Esa persona sería el Mesías, es decir, el Ungido, la persona que Jehová elegiría para ser Rey de su Reino, un gobierno que duraría para siempre.
Profundamente agradecido, David reunió una inmensa cantidad de materiales de construcción y metales preciosos para las obras del templo. Además, por inspiración divina compuso muchos salmos, o canciones de alabanza a Jehová. Al final de su vida, David dirigió a Dios toda la honra por lo que hizo: “El espíritu de Jehová fue lo que habló por mí, y su palabra estuvo sobre mi lengua” (2 Samuel 23:2).
(Basado en 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Crónicas, Isaías 9:7, Mateo 21:9, Lucas 1:32 y Juan 7:42.)
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El sabio rey SalomónLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 10
El sabio rey Salomón
Jehová concede gran sabiduría al rey Salomón. Durante su reinado, los israelitas disfrutan de paz y prosperidad incomparables
¿CÓMO sería la vida si toda una nación y su gobernante fueran fieles a Jehová y respetaran su autoridad? El reinado de Salomón, que duró cuarenta años, proporciona la respuesta.
Antes de morir, David nombró sucesor a su hijo Salomón. Un día, Dios se le apareció en un sueño a Salomón y le ofreció darle lo que quisiera. El joven rey pidió sabiduría y conocimiento para juzgar con justicia. A Jehová le agradó su petición, así que se la concedió. Además, le aseguró que, si se mantenía obediente, tendría también riquezas, gloria y una larga vida.
Gracias a su sabiduría, Salomón llegó a hacerse muy famoso. En una ocasión, dos mujeres acudieron a él porque ambas afirmaban ser la madre de un bebé. ¿Qué hizo Salomón? ¡Ordenó que cortaran al niño por la mitad! La primera estuvo de acuerdo, pero la segunda enseguida suplicó que se lo dieran a la otra mujer. Así fue como Salomón supo que la segunda mujer era la auténtica madre. Cuando el resto de la nación se enteró de lo sucedido, comprendió que Salomón tenía la sabiduría de Dios.
Una de las mayores hazañas de este rey fue la construcción del majestuoso templo de Jehová en Jerusalén, que sería el centro de la adoración verdadera en Israel. Durante la inauguración del edificio, Salomón hizo una oración a Dios en la que le dijo: “¡Mira! Los cielos, sí, el cielo de los cielos, ellos mismos no pueden contenerte; ¡cuánto menos, pues, esta casa que yo he edificado!” (1 Reyes 8:27).
Salomón llegó a ser tan conocido que se oyó hablar de él en lugares tan remotos como Seba (o Saba), en Arabia. La reina de ese país viajó a Israel para ver por sí misma la gloria y las riquezas de Salomón, así como para poner a prueba su inteligencia. Se llevó tal impresión que incluso alabó a Jehová por haber elegido un rey tan sabio. Con la bendición de Dios, el reinado de Salomón fue el más próspero y pacífico de la historia del antiguo Israel.
Por desgracia, Salomón no siempre se dejó guiar por la sabiduría de Jehová. Por ejemplo, aunque Dios había prohibido que los reyes tuvieran muchas esposas, se casó con cientos de mujeres y, para colmo, muchas de ellas adoraban dioses falsos. El resultado fue que, poco a poco, estas lo alejaron de Jehová y lo convencieron para que adorara ídolos. Por eso, Dios le dijo que su familia perdería gran parte del reino. La única razón por la que no lo perdería todo fue la promesa que Dios le había hecho a David. En efecto, a pesar de la traición de Salomón, Jehová se mantuvo fiel a su pacto con David.
(Basado en los capítulos 1 a 11 de 1 Reyes, los capítulos 1 a 9 de 2 Crónicas y Deuteronomio 17:17.)
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Canciones que nos instruyen y consuelanLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 11
Canciones que nos instruyen y consuelan
Por inspiración divina, David y otros autores componen canciones que alaban a Jehová. El libro de los Salmos recopila 150 de ellas
EL LIBRO más extenso de la Biblia es una colección de canciones sagradas recopiladas a lo largo de unos mil años. Sus compositores expresaron la profundidad de su fe con inigualable belleza. También plasmaron una amplia gama de emociones, como la alegría y el dolor, el agradecimiento y el arrepentimiento, la alabanza y la tristeza. Todos ellos eran hombres que amaban a Dios y se sentían muy cerca de él. Veamos algunos de los temas que se tratan en el libro de los Salmos.
Jehová, el legítimo Soberano del universo, merece nuestra alabanza y adoración. Salmo 83:18 dice claramente: “Tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra”. Diversos salmos alaban a Jehová por haber creado los cielos, las estrellas, la vida en la Tierra y el maravilloso cuerpo humano (Salmos 8, 19, 139 y 148). Muchos lo veneran por proteger y salvar a sus leales (Salmos 18, 97 y 138). Y otros le cantan por ser un Dios de justicia que ayuda a las víctimas inocentes y castiga a los malvados (Salmos 11, 68 y 146).
Jehová brinda apoyo y consuelo a quienes lo aman. Podría decirse que el salmo más famoso es el número 23, en el que David compara a nuestro Padre celestial con un amoroso pastor que guía, protege y cuida a sus ovejas. En el Salmo 65:2 se nos recuerda que Jehová es el “Oidor de la oración”. Incluso quienes han hecho cosas muy malas en la vida han hallado consuelo en los Salmos 39 y 51. En ellos, David demuestra que se siente genuinamente arrepentido de sus graves pecados y que está seguro de que Dios lo perdonará. Y el Salmo 55:22 nos anima a confiar en Jehová y a dejar que nos ayude con nuestras cargas.
Jehová utilizará el Reino del Mesías para traer un nuevo mundo. En los Salmos encontramos numerosas referencias al Mesías, el Rey prometido. Por ejemplo, el Salmo 2 profetiza que este Gobernante aplastará a cualquier nación que se oponga a él. El Salmo 72 señala que acabará con el hambre, la injusticia y todo tipo de abusos. Según el Salmo 46:9, Dios pondrá fin a las guerras y hará añicos todas las armas mediante el Reino mesiánico. Además, en el Salmo 37 leemos que en el nuevo mundo no habrá personas malas y los justos vivirán para siempre en paz y armonía.
(Basado en el libro de los Salmos.)
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Sabios consejos para la vidaLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 12
Sabios consejos para la vida
El libro de Proverbios —escrito en su mayoría por Salomón— está repleto de prácticos consejos de parte de Dios
¿NOS conviene aceptar la autoridad de Jehová? Para averiguarlo, hay que examinar los consejos que nos da en su Palabra. ¿Son realmente sabios? ¿Nos ayudan a llevar una vida mejor? En el libro de Proverbios, el rey Salomón recopiló cientos de consejos que abarcan casi todo aspecto de la vida. Veamos algunos.
La relación con Dios. Para tener una buena relación con Jehová, es imprescindible confiar en él. Salomón dijo: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas” (Proverbios 3:5, 6). ¿Cómo demostramos que confiamos en Dios? Dejándonos llevar por él y obedeciendo sus mandatos. Actuando así le daremos un noble propósito a nuestra vida: alegrar el corazón de nuestro Padre celestial y demostrar que el Diablo es un vil mentiroso (Proverbios 27:11).
La familia y los amigos. Las familias necesitan, hoy más que nunca, la guía divina. Al esposo, Dios aconseja: “Regocíjate con la esposa de tu juventud”, recordándole así que su deber es permanecer fiel a su mujer (Proverbios 5:18-20). A la esposa, el capítulo 31 de Proverbios le ofrece un extraordinario ejemplo de cómo ganarse el respeto y la admiración del esposo y los hijos. Y, como es de esperar, a los hijos se los anima a obedecer a los padres (Proverbios 6:20). Este libro también recalca el valor de la amistad, y nos advierte que si nos aislamos de los demás, nos volveremos egoístas (Proverbios 18:1). Ahora bien, aunque es importante tener buenos amigos, debemos ser selectivos y no juntarnos con quienes pueden descarriarnos (Proverbios 13:20; 17:17).
La vida personal. Proverbios contiene valiosos consejos que contribuyen a nuestro bienestar y nos ayudan a desechar pensamientos negativos, evitar vicios como el alcohol, cultivar una actitud positiva e incluso ser mejores trabajadores (Proverbios 6:6; 14:30; 20:1). Además, nos advierte de las desastrosas consecuencias de dejarnos llevar por ideas que contradicen las leyes divinas (Proverbios 14:12). También nos aconseja que evitemos contaminar nuestro corazón —nuestro más profundo ser—, pues de él brotan “las fuentes de la vida” (Proverbios 4:23).
Estos consejos han mejorado la vida de millones de personas, quienes ahora están convencidas de que no hay nada mejor que acatar la autoridad de Jehová.
(Basado en el libro de Proverbios.)
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Reyes buenos y reyes malosLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 13
Reyes buenos y reyes malos
La nación de Israel se divide en dos reinos, y muchos de sus gobernantes abandonan a Jehová. Los babilonios destruyen Jerusalén
POCO después de la traición de Salomón, Israel se dividió en dos reinos, tal como Jehová había predicho. Quien heredó la corona, Rehoboam, fue tan duro con el pueblo que las diez tribus del norte decidieron independizarse. Las dos tribus que se mantuvieron leales al trono de David en Jerusalén formaron el reino sureño de Judá.
Debido a la desobediencia y la falta de fe de sus gobernantes, ninguno de los dos reinos gozó por mucho tiempo de paz y prosperidad. Pero el peor fue el reino norteño de Israel, pues desde el primer momento sus reyes fomentaron la religión falsa. Y aunque Dios les envió profetas como Elías y Eliseo —que hasta les devolvieron la vida a algunas personas—, no hicieron ningún caso. Al final, Dios permitió que Asiria conquistara Israel.
Poco más de un siglo después, el reino sureño de Judá también sufrió el castigo divino. Los profetas de Dios dieron advertencias a los reyes, pero solo unos cuantos prestaron atención y trataron de corregir al pueblo. Por ejemplo, el rey Josías se propuso acabar con el culto a los ídolos y restauró el templo de Jehová. Durante las obras, se halló un manuscrito original de la Ley de Moisés. Emocionado, Josías intensificó su campaña contra la idolatría.
Lamentablemente, los sucesores de Josías no siguieron sus pasos. De modo que Jehová permitió que los babilonios conquistaran Judá y destruyeran Jerusalén y su templo. Los sobrevivientes fueron llevados cautivos a Babilonia, y Dios predijo que pasarían setenta años antes de que volvieran a su tierra. Mientras tanto, Judá permanecería totalmente desierta.
Hasta que llegara el Rey prometido —el Mesías—, ningún descendiente de David ocuparía el trono. En cualquier caso, la mayoría de los reyes que descendieron de David demostraron por su comportamiento que los seres humanos no están hechos para gobernar. En realidad, solo el Mesías tendría esa capacidad. Por eso, Jehová le dijo al último de aquellos reyes: “La corona [...] no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tengo que dar esto a él” (Ezequiel 21:26, 27).
(Basado en 1 Reyes, 2 Reyes, los capítulos 10 a 36 de 2 Crónicas y Jeremías 25:8-11.)
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Los profetas: voceros de DiosLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 14
Los profetas: voceros de Dios
Jehová nombra profetas para que transmitan advertencias y mensajes relativos a la adoración verdadera y al Mesías
DURANTE la época de los reyes de Israel y Judá cobró relevancia un importante grupo de hombres: los profetas. Todos ellos necesitaron valor y una fe firme para transmitir los mensajes de Dios. Muchas de sus profecías trataron sobre los siguientes temas:
1. La destrucción de Jerusalén. Los profetas de Dios —sobre todo Isaías y Jeremías— predijeron con muchos años de anticipación que Jerusalén sería destruida y abandonada. También revelaron de forma impactante la razón por la que aquella ciudad había provocado la ira de Dios. Aunque decía representar a Jehová, sus prácticas religiosas ofensivas, su flagrante corrupción y su violencia la delataban (2 Reyes 21:10-15; Isaías 3:1-8, 16-26; Jeremías 2:1–3:13).
2. La restitución de la adoración verdadera. Tras los setenta años de exilio en Babilonia, el pueblo de Dios regresaría a su tierra, reconstruiría el templo de Jerusalén y restituiría la adoración verdadera (Jeremías 46:27; Amós 9:13-15). Unos doscientos años antes de que sucediera, Isaías profetizó que un hombre llamado Ciro conquistaría Babilonia y liberaría al pueblo. Incluso reveló cuál sería su singular plan de ataque (Isaías 44:24–45:3).
3. La llegada del Mesías y sus vivencias. El Mesías nacería en una ciudad llamada Belén (Miqueas 5:2). Sería una persona humilde, quien haría su entrada en Jerusalén montado sobre un simple asno (Zacarías 9:9). Pese a que trataría a la gente con amor y cariño, muchos lo despreciarían (Isaías 42:1-3; 53:1, 3). De hecho, sufriría una muerte terrible. ¿Significaría eso el fin del Mesías? No, pues sería resucitado para presentar su sacrificio y así obtener el perdón de los pecados de toda la humanidad (Isaías 53:4, 5, 9-12).
4. El gobierno del Mesías. Los seres humanos imperfectos no están capacitados para gobernar, pero el Rey Mesiánico sí. Lo que es más, a él se le llamaría Príncipe de Paz (Isaías 9:6, 7; Jeremías 10:23). Cuando gobierne la Tierra, habrá paz en todo el planeta, y el hombre vivirá en armonía con los animales (Isaías 11:3-7). Desaparecerán todas las enfermedades (Isaías 33:24). Y hasta la muerte será cosa del pasado (Isaías 25:8). De hecho, millones de personas volverán a vivir (Daniel 12:13).
(Basado en los libros de Isaías, Jeremías, Daniel, Amós, Miqueas y Zacarías.)
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Un profeta exiliado ve el futuroLa Biblia y su mensaje
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SECCIÓN 15
Un profeta exiliado ve el futuro
Daniel escribe profecías sobre el Reino de Dios y la llegada del Mesías. Babilonia es conquistada
DANIEL fue un israelita fiel que llevaron prisionero a Babilonia cuando no era más que un muchacho, poco antes de la destrucción de Jerusalén. Tanto él como el resto de judíos exiliados disfrutaron de cierta libertad pese a su condición de cautivos. Durante los años que vivió en aquella ciudad, Dios siempre estuvo con Daniel. De hecho, lo ayudó a salir con vida de un foso de leones y le permitió contemplar el futuro lejano. Las profecías más importantes de Daniel tuvieron que ver con el Mesías y su Reino.
El tiempo en que llegaría el Mesías. ¿Cuándo debería esperar el pueblo de Dios que viniera “Mesías el Caudillo”? A Daniel se le explicó que llegaría 69 semanas de años después de que se ordenara la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Como una semana tiene siete días, una semana de años debe tener siete años. La orden de reconstrucción se dio en el 455 antes de nuestra era, mucho después de los días de Daniel. Si desde ahí contamos 69 “semanas” —es decir, 483 años—, llegamos al 29 de nuestra era. ¿Qué sucedió entonces? Más adelante lo veremos. A Daniel también se le reveló que el Mesías sería “cortado”, o ejecutado, para pagar por los pecados de la humanidad (Daniel 9:24-26).
El Mesías sería Rey en los cielos. En una asombrosa visión, Daniel observó que “alguien como un hijo del hombre” —quien no era otro que el Mesías— se acercaba al trono celestial de Dios. Entonces, Jehová le concedía “gobernación y dignidad y reino”, un gobierno que duraría para siempre. Luego Daniel se enteró de otro emocionante dato sobre el Reino mesiánico: su Rey gobernaría con un grupo de personas al que se llamó “los santos del Supremo” (Daniel 7:13, 14, 27).
El Reino pondría fin a todos los gobiernos del mundo. Dios hizo que Daniel pudiera interpretar un sueño que tenía desconcertado a Nabucodonosor, el rey de Babilonia. Este había visto una enorme estatua que tenía la cabeza de oro, el torso y los brazos de plata, el vientre y los muslos de cobre, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. Entonces, una piedra salía de una montaña y golpeaba los frágiles pies de la estatua y la convertía en polvo. Daniel le explicó al rey que la cabeza de oro representaba a Babilonia, y las demás partes, a otras potencias mundiales que vendrían después. El Reino de Dios entraría en acción durante el tiempo de la última potencia —los pies de hierro y barro— y reduciría a añicos todos los gobiernos del planeta. Luego reinaría para siempre sobre el mundo entero (Daniel, capítulo 2).
Daniel vivió lo suficiente como para ver la caída de Babilonia. Tal y como se había profetizado, el rey Ciro conquistó la ciudad. Poco después, justo cuando se cumplían setenta años de la desolación de su tierra, los judíos salieron del exilio. Bajo la dirección de varios gobernantes, sacerdotes y profetas fieles, reconstruyeron Jerusalén y restauraron el templo de Jehová. Pero ¿qué sucedió cuando pasaron los 483 años predichos?
(Basado en el libro de Daniel.)
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Eje cronológicoLa Biblia y su mensaje
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Eje cronológico
“En el principio...”
4026 a.e.c. Creación de Adán
3096 a.e.c. Muerte de Adán
2370 a.e.c. Comienza el Diluvio
2018 a.e.c. Nace Abrahán
1943 a.e.c. Pacto con Abrahán
1750 a.e.c. Venden a José como esclavo
antes de 1613 a.e.c. Pruebas de Job
1513 a.e.c. Los israelitas salen de Egipto
1473 a.e.c. Israel entra en Canaán al mando de Josué
1467 a.e.c. Se conquista la mayor parte de Canaán
1117 a.e.c. Se nombra rey a Saúl
1070 a.e.c. Dios le hace a David la promesa del Reino
1037 a.e.c. Salomón comienza a reinar
1027 a.e.c. Se termina el templo de Jerusalén
hacia 1020 a.e.c. Escrito El Cantar de los Cantares
997 a.e.c. Israel se divide en dos reinos
hacia 717 a.e.c. Se termina la recopilación de los Proverbios
607 a.e.c. Jerusalén es destruida y comienza el exilio en Babilonia
539 a.e.c. Ciro conquista Babilonia
537 a.e.c. Los judíos exiliados regresan a Jerusalén
455 a.e.c. Se reconstruyen los muros de Jerusalén; comienzan las 69 semanas de años
después de 443 a.e.c. El profeta Malaquías termina su libro
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