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CiroPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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La primera parte de la historia de Ciro II es algo oscura, ya que se depende en buena medida de los relatos un tanto fantásticos de Heródoto (historiador griego del siglo V a. E.C.) y Jenofonte (otro escritor griego de más o menos medio siglo después). Sin embargo, los dos historiadores presentan a Ciro como el hijo del gobernante persa Cambises por su esposa Mandane, hija de Astiages, el rey de los medos. (Historia, de Heródoto, I, 107; Ciropedia, de Jenofonte, I, II, 1.)
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CiroPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Heródoto relata que Ciro se rebeló contra la autoridad meda, y, debido a la deserción de las tropas de Astiages, consiguió una victoria fácil y capturó Ecbátana, la capital de los medos.
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CiroPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Heródoto habla de un foso ancho y profundo que rodeaba Babilonia y dice que había numerosas puertas de bronce (o cobre) en los muros a lo largo del río Éufrates, que dividía la ciudad en dos partes. Según este historiador (I, 191), cuando Ciro puso sitio a la ciudad, “por medio de un canal dirigió el río hacia el lago [el lago artificial que supuestamente había construido antes la reina Nitocris], que a la sazón era una ciénaga, logrando que el cauce primitivo se hiciera vadeable al descender el nivel del río. Cuando este fenómeno tuvo lugar, los persas que habían sido apostados a tal efecto penetraron en Babilonia por el cauce del río Éufrates, que había bajado de nivel hasta llegarle a un hombre como a medio muslo más o menos. Ahora bien, si los babilonios hubieran sabido de antemano lo que Ciro pretendía hacer o se hubiesen percatado de ello, hubiesen dejado entrar a los persas en la ciudad y hubieran podido causarles una terrible mortandad, pues, con cerrar todas las poternas que llevan al río y subirse ellos a los contramuros levantados a lo largo de las márgenes del mismo, los hubieran cogido como en un buitrón. Pero el caso es que los persas se les presentaron de improviso. Y, debido a la gran extensión de la ciudad, según cuentan los que en ella habitan, cuando ya habían sido tomados los arrabales de la misma, los babilonios que vivían en los barrios del centro no sabían que aquellos habían caído, sino que (como se daba la coincidencia de que estaban celebrando una fiesta) en aquel momento se hallaban bailando y se encontraban en pleno jolgorio, hasta que al fin se enteraron —y perfectamente— de lo que ocurría. [Compárese con Da 5:1-4, 30; Jer 50:24; 51:31, 32.] Así fue tomada, entonces, Babilonia por primera vez”.
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