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Herodes el Grande y sus magníficas construcciones¡Despertad! 2009 | septiembre
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Jerusalén y el templo de Herodes
Sin duda, la obra más grandiosa del monarca fue la reconstrucción del templo de Jerusalén. El original lo había levantado el rey Salomón en conformidad con los planos que su padre David había recibido por inspiración divina (1 Reyes 6:1; 1 Crónicas 28:11, 12). Cuatrocientos veinte años después, aquel centro de adoración había sido arrasado por los babilonios, y nueve décadas más tarde, el gobernador judío Zorobabel lo había sustituido por otro más modesto.
Con referencia al santuario que Herodes edificó en el mismo solar, Josefo escribió: “La parte exterior [...] estaba recubierta por todos los lados por gruesas placas de oro y así, cuando salían los primeros rayos del sol, producía un resplandor muy brillante y a los que se esforzaban por mirarlo les obligaba a volver sus ojos, como si fueran rayos solares. Desde lejos, a los extranjeros que se acercaban allí les parecía que era un monte cubierto de nieve, ya que el mármol era muy blanco en las zonas que no estaban revestidas de oro”.
Miles de hombres intervinieron en la construcción de los muros de contención de la explanada del templo, que en el tramo occidental alcanzaban una longitud de medio kilómetro (1.600 pies). Los bloques de piedra, colocados sin ninguna argamasa, eran enormes. Uno de ellos pesaba casi 400 toneladas y, en palabras de un respetado historiador, “su tamaño no tenía rival en la antigüedad”. ¡Con razón causaron tanta impresión a los discípulos de Jesús! (Marcos 13:1.) En lo alto de los muros se encontraba el monte del Templo, la mayor plataforma artificial de la época, donde habrían cabido más de veinte campos de balompié.
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[Ilustración de la página 25]
TEMPLO DE HERODES
Maqueta
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