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¿Cómo considera usted el pecado?La Atalaya 1997 | 15 de julio
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“NO HAY pecado en ti, no hay sufrimiento en ti; tú eres el depósito de fuerza omnipotente.” Así se expresó el célebre filósofo hindú Vivekananda cuando explicó cierto pasaje de un libro sagrado hindú, el Bhagavad Gita. Citó del Vedanta para afirmar: “El mayor error es decir que eres débil, que eres pecador”.a
Pues bien, ¿es verdad que no hay pecado en el hombre? ¿Hereda la persona algo cuando nace? Solo las “características físicas se deben a factores hereditarios”, dijo Nikhilananda, pensador hindú. Otras características vienen determinadas por nuestras “acciones en vidas anteriores”. Según Vivekananda, “uno es el creador de su destino”. En el hinduismo no se enseña el concepto de pecado heredado.
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Cuando ya no exista el pecadoLa Atalaya 1997 | 15 de julio
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“¿NACEMOS en pecado?” Esa pregunta desconcertaba a un licenciado de Estados Unidos cuando comenzó a estudiar la Biblia. Por su crianza hindú, le era ajeno el concepto de pecado heredado. Razonó, sin embargo, que si el pecado en realidad se heredaba, era inútil negar o pasar por alto su existencia. ¿Cómo podemos hallar la respuesta a esa pregunta?
Si el pecado se hereda, tiene que haber tenido un comienzo. ¿Se creó inicuo al primer hombre, de modo que transmitió a sus hijos rasgos semejantes? ¿O se produjo después el defecto? ¿En qué momento llegó a existir el pecado? Por otra parte, si el pecado es solo una entidad o principio externo de maldad, ¿podemos esperar que se nos libre de él alguna vez?
Según la creencia hindú, el sufrimiento y el mal son acompañantes inseparables de la creación. “El sufrimiento [o el mal] —comentó un erudito hindú— es como el reumatismo crónico, que aparece en distintos lugares, pero no puede eliminarse por completo.” Es verdad que el mal ha plagado al mundo de la humanidad a lo largo de la historia documentada. Si su existencia antecedió a tal historia, es necesario acudir a una fuente superior al hombre para hallar respuestas confiables respecto a su origen, respuestas que solo Dios puede suministrar. (Salmo 36:9.)
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