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  • Las personas sin hogar... ¿cuán grave es el problema?
    ¡Despertad! 1988 | 8 de marzo
    • Las personas sin hogar... ¿cuán grave es el problema?

      POR todo el mundo hay millones de personas que residen en viviendas que no reúnen las condiciones necesarias. Según una publicación de las Naciones Unidas titulada Building for the Homeless, en las naciones en desarrollo, “hasta el 50% de la población urbana, en algunas ciudades casi el 80%, vive hacinada en insalubres barrios pobres y asentamientos de squatters (ocupantes ilegales de terrenos o viviendas)”, sin disponer de un suministro adecuado de agua y de luz, y de medidas sanitarias y alcantarillado. ¿Cómo se vive en tales lugares? Algunos corresponsales de ¡Despertad! presentan los siguientes informes de primera mano.

      Bombay (India): En el centro de Bombay se respira el intenso y sofocante calor del verano. Un hombre, una mujer y un bebé están durmiendo en la acera bajo las ramas extendidas de un baniano. Un camastro, unos pocos utensilios para cocinar y las cenizas de una pequeña fogata indican que han hecho de ese lugar su asentamiento provisional. No tienen otro sitio adonde ir. Por allí pasan compradores y gente de negocios que parecen no percatarse de esa familia. Al fin y al cabo, en la ciudad hay decenas de miles como ellos. En un país donde se calcula que faltan unos 24.700.000 viviendas, ver personas sin hogar es una escena común.

      Cerca de allí, en terrenos desocupados y a lo largo de las carreteras y de las vías del ferrocarril, han proliferado unas rudimentarias tiendas de campaña. Hechas de sacos de yute usados y trapos viejos, sirven de cobijo a un sinfín de personas a las que se califica con el nombre de squatters. Si las autoridades no retiran tales cobijos, pronto aparecerán chabolas hacinadas y sin ventanas, fabricadas con materiales recogidos de la basura. Los que viven en esas condiciones tienen que ir todos los días en busca de agua. Las vías del ferrocarril y los vertederos de basura se convierten en retretes públicos. Las estructuras “permanentes” ubicadas en los atestados e insalubres barrios pobres, donde al menos se pueden encontrar algunas fuentes de agua y letrinas, son, en comparación, viviendas envidiables.

      Johannesburgo (África del Sur): Para los sudafricanos de raza blanca, encontrar vivienda no es un gran problema, siempre que puedan pagar los precios cada vez más altos. Sin embargo, según South Africa 1986, un anuario oficial del gobierno, “actualmente África del Sur está muy lejos de poder proporcionar viviendas a todas las personas de raza negra, en especial en las zonas urbanas”. Debido a que hay miles de personas en listas de espera para conseguir una vivienda, a veces en una casa de cuatro habitaciones viven tres familias, o en una misma habitación vive una familia de tres o cuatro miembros. Cuando un hijo se casa, entra en la lista de espera, con la confianza de que en dos o tres años habrá algo disponible. Mientras tanto, los recién casados o bien comparten la habitación con los padres, o bien construyen en el patio trasero, en el caso de que lo haya, una chabola con planchas de hierro acanalado.

      En algunas zonas, los propietarios construyen ese tipo de chabolas y piden por ellas alquileres exorbitantes. Los ayuntamientos lo permiten porque no pueden hacer frente a la demanda de viviendas existente. Esto crea barrios pobres, atestados e insalubres, y engendra delito y enfermedades. Por la radio se dijo que de cada 1.000 bebés, 136 mueren por nacer en tales condiciones antihigiénicas: sin agua corriente y quizás con un solo retrete para cuatro o cinco familias. Los niños de más edad también se ven afectados por la situación. Aprenden a robar y a drogarse desde muy pequeños. También es común que los jóvenes se den a la bebida.

      Shanghai (China): Para esta ciudad, la de mayor población de la nación más populosa del mundo, intentar encontrar vivienda adecuada para sus más de doce millones de habitantes supone un auténtico desafío. Aunque el gobierno está haciendo lo que puede a fin de construir nuevas viviendas, la mayoría de las personas todavía viven en casas pequeñas construidas en la década de los treinta y de los cuarenta, y que parecen de juguete. Están apiñadas en grandes manzanas, y solo se puede llegar a ellas a través de lo que los habitantes de Shangai llaman “pasadizos”. Muchas de estas casas no disponen de agua corriente, cocina interior ni retrete, y no tienen ningún tipo de calefacción, a pesar de que las temperaturas invernales pueden descender por debajo de los cero grados centígrados. Las moradas más grandes, que se encuentran en las zonas originalmente francesas y británicas, suelen dividirse a razón de una habitación por familia, y todas comparten la misma cocina y el mismo baño. Muchas veces, en una habitación así viven juntas tres generaciones distintas.

      Entre las principales prioridades de los funcionarios de la ciudad está el poder proporcionar a la gente mejores viviendas. Actualmente se calcula que cada persona solo tiene entre 4 y 5,4 metros cuadrados para vivir. Esto está por debajo de la meta nacional de 5,9 metros cuadrados por persona. En el año 1985 se construyeron en Shanghai 6.000 nuevos apartamentos, y en 1986 se gastaron unos 135 millones de dólares (E.U.A.) en la construcción. Aun así, hay más de 100.000 personas en la lista de espera oficial para conseguir vivienda, y no hay manera de saber cuántos más están buscando un hogar propio.

      São Paulo (Brasil): En esta ciudad, por todas partes han proliferado las barriadas de chabolas. Las personas sin hogar, desesperadas, invaden la propiedad privada y los terrenos desocupados, y construyen chozas de hojalata y cobertizos inestables, a veces justo al lado de casas flamantes y de modernos edificios de apartamentos. Muchas casas hechas para acomodar a una familia han sido convertidas en varias viviendas provisionales de una sola habitación, con lo que, frecuentemente, más de cincuenta personas tienen que compartir un mismo cuarto de baño.

      Las cosas adquirieron un mal cariz cuando el pasado mes de abril la policía militar se movilizó para desalojar de un suburbio de Saõ Paulo a sus ocupantes ilegales. Según el periódico O Estado de S. Paulo, golpearon a personas mayores, sacaron a algunas mujeres arrastrándolas del pelo y maltrataron a niños. Muchos sufrieron problemas respiratorios por causa de las bombas lacrimógenas que arrojaron dentro de las chabolas.

      Para alguien que nunca lo haya vivido, resulta difícil de imaginar la miseria, la privación y la desesperación que se experimenta al morar en esos insalubres y hacinados barrios pobres, asentamientos de squatters, barriadas de chabolas o como se les quiera llamar. Sin embargo, para cientos de millones de personas, esas son las realidades de su existencia cotidiana.

  • Las personas sin hogar... un problema de ámbito mundial
    ¡Despertad! 1988 | 8 de marzo
    • Las personas sin hogar... un problema de ámbito mundial

      EL PROBLEMA de la escasez de viviendas y de las personas sin hogar no conoce fronteras; no está limitado meramente a las naciones pobres o en desarrollo. Las grandes capitales y metrópolis del mundo desarrollado, casi sin excepción, también tienen sus barrios bajos y sus insalubres y hacinadas barriadas pobres. Junto a los flamantes rascacielos y los modernos edificios altos de pisos, están los guetos y los decadentes barrios interiores de las ciudades. ¿Cómo se vive en esos lugares?

      En un comentario sobre un estudio efectuado en Chicago, la revista Science informa que las personas sin hogar se “caracterizan por su extrema pobreza y aislamiento, así como por una gran falta de integración social. Cuatro de cada cinco de esas personas han sido recluidas en cárceles, hospitales mentales o centros para desintoxicación de drogadictos”.

      La mayoría de las ciudades estadounidenses cuentan con algunos establecimientos benéficos para las personas sin hogar. Por ejemplo: a aquellas que no tienen familia, la ciudad de Nueva York las coloca en albergues gratuitos, y a las familias sin hogar, en hoteles benéficos. Se esperaba que al llegar el invierno, habría unas 12.200 personas individuales, además de otras 20.500 agrupadas en familias, que estarían buscando ayuda, y las autoridades de alguna forma esperaban disponer de suficiente espacio para cobijarlas a todas.

      No obstante, la calidad de vida en esos lugares es otra cuestión. Los albergues gratuitos de Nueva York donde las personas pasan la noche suelen ser antiguos gimnasios o arsenales transformados para ese propósito. En un gran espacio abierto hay filas de camas en las que duermen cientos de personas. Hay quienes rehúsan ir a esos albergues. “Los albergues para personas sin hogar no son lugares seguros, y muchas veces están infestados de chinches o piojos —dijo un desafortunado—. Uno tiene que dormir allí con los ojos abiertos.” Ese tipo de vida es particularmente difícil para los niños. “En esa especie de barracones que sirven de albergue y en los atestados hoteles a los que la ciudad finalmente los envía, los niños se ven expuestos a una terrible serie de problemas: enfermedad, trastornos físicos, drogas, delincuencia y desesperación —informa el periódico neoyorquino Daily News—. Estos niños están en peligro de convertirse en una generación perdida.”

      Debido a que no disponen de un lugar de residencia fijo, resulta difícil conseguir cifras exactas de cuántas personas hay sin hogar. The National Coalition for the Homeless (La Coalición Nacional para las Personas sin Hogar) afirma que la cantidad de personas sin hogar que hay en Estados Unidos oscila entre dos y tres millones. Por otro lado, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos informa que, “según el mejor cálculo que se puede hacer, basándose en los datos disponibles, la cifra más confiable oscila entre 250.000 y 350.000 personas sin hogar”. No obstante, sea cual sea la verdadera cantidad de personas sin hogar, todo el mundo concuerda en que está aumentando.

      “Una plaga de nuestro tiempo”

      Algunos países de la Comunidad Europea también se encaran a grandes problemas de vivienda. El periódico londinense The Times informa que en el Reino Unido, “la cantidad de personas que viven en hospedajes donde se ofrece cama y desayuno ha aumentado de 49.000 a 160.000 entre los años 1979 y 1984, hay 1.250.000 personas en listas de espera de los ayuntamientos y oficialmente se han clasificado como inhabitables un millón de hogares”.

      Según un artículo del periódico The New York Times titulado “Las personas sin hogar de Europa: una plaga de nuestro tiempo”, al otro lado del Canal de la Mancha, “en París, ciertos grupos privados afirman que, como mínimo, hay 10.000 personas que están viviendo en las calles”. El gobierno italiano calcula que el 20% de los recién casados “no tienen otra alternativa que vivir con parientes, incluso después del nacimiento de su primer hijo”. Entre las 20.000 personas sin hogar que se calcula que hay en Dinamarca, “la cantidad de menores de treinta años en ese colectivo ha aumentado notablemente desde 1980”.

      Lo irónico es que todo esto está ocurriendo, según Peter Sutherland, comisario de Cuestiones Sociales para la Comisión de las Comunidades Europeas, precisamente cuando estas naciones “habían empezado a creer que estaban a punto de eliminar para siempre las plagas de la pobreza y la falta de vivienda”.

      Una tendencia alarmante

      No obstante, en años recientes las autoridades que tratan el problema de las personas sin hogar han observado una nueva tendencia. El periódico The New York Times citó las siguientes palabras de un miembro de la Coalición para las Personas sin Hogar de Chicago: “Vemos una tendencia nueva: los que carecen de hogar ya no son solamente los pobres tradicionales, sino la gente de clase media que de repente se encuentra sumida en la pobreza. Son personas que pierden sus empleos, sus tarjetas de crédito y su hipoteca. Ya no se trata del típico borracho tendido en un callejón”.

      De manera similar, el director de una agencia de asistencia social de Connecticut dijo: “Lamentablemente, existe un malentendido en cuanto a quiénes integran el colectivo de las personas sin hogar. No se trata de la persona con un hato a la espalda que va sin rumbo fijo de una ciudad a otra. En realidad, son familias que no pueden seguir pagando el alquiler debido a que este ha subido, o porque han perdido el empleo o se han divorciado”. Según un informe publicado el pasado mes de mayo por la Conferencia de Alcaldes de Estados Unidos, los datos obtenidos en 29 ciudades importantes revelan que una tercera parte de las personas sin hogar eran familias con niños, cantidad que representa un 31% de aumento con respecto al año anterior.

      Preguntas desconcertantes

      Aunque la gravedad del problema de la escasez de viviendas y de las personas sin hogar varía de país en país y de lugar en lugar, se puede decir sin temor a equivocarse que hoy en día son pocas las personas que no tienen conocimiento de ello o que no se ven afectadas en absoluto por esa situación. Y lo más desconcertante es que a pesar de los esfuerzos y de los fondos que los gobiernos invierten en ello, no hay señal de que el problema esté disminuyendo. ¿Por qué? ¿De dónde proceden todas las personas sin hogar? Y, aún más importante, ¿qué esperanza hay de que se resuelvan los problemas de vivienda?

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