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  • ¿Por qué hay tantas personas sin hogar?
    ¡Despertad! 2005 | 8 de diciembre
    • Sin techo repetidas veces

      Sabrinaa es una madre soltera que se crió en un sector pobre del barrio neoyorquino de Harlem y que abandonó sus estudios después de décimo grado. Ella y sus tres hijos varones —de diez meses, tres años y diez años— viven todos juntos en un apartamento de un solo dormitorio de una residencia para gente sin hogar. La ciudad proporciona tales alojamientos a quienes no tienen ningún otro lugar seguro donde vivir.

      Sabrina se fue del apartamento de su madre hace diez años. Desde entonces ha vivido con su novio o con amigos y familiares y, cuando la situación se ha puesto difícil, ha recurrido a los albergues del ayuntamiento. “He trabajado por temporadas, casi siempre trenzando pelo —dice—, pero la mayor parte del tiempo he dependido de la ayuda del gobierno.”

      Paradójicamente, los problemas de Sabrina empezaron cuando encontró un buen trabajo de camarera de hotel, según explica la revista Parents. Con ese trabajo ganaba demasiado para seguir recibiendo el subsidio, pero no lo suficiente para sufragar sus gastos de vivienda, alimentación, ropa, transporte, cuidado de los niños, etc. Como se le hacía difícil pagar la renta, el dueño del apartamento trató de echarla. Al final, Sabrina dejó el trabajo y acudió a un albergue de estancia breve, a la espera de que quedara un apartamento libre en la residencia, o albergue de estancia prolongada, donde vive ahora.

      “Para mis hijos ha sido muy duro —cuenta ella—. El mayor ya ha pasado por tres escuelas. Debería estar en quinto grado, pero ha tenido que repetir un año [...]. Nos hemos mudado demasiadas veces.” Sabrina está en lista de espera para conseguir una vivienda subvencionada por el gobierno.

      Para quienes no tienen ningún lugar a donde acudir, Sabrina pudiera parecer afortunada. Sin embargo, no todas las personas sin hogar aceptan la idea de que la solución a sus problemas sea vivir en un albergue. El Comité Polaco de Asistencia Comunitaria indica que algunos rechazan esa opción porque “temen la disciplina y las reglas de los albergues”. De quienes se alojan en tales lugares se espera, por ejemplo, que trabajen y se abstengan de consumir alcohol o drogas. Pero no todos están dispuestos a hacerlo. Como consecuencia, en Polonia puede verse a gente sin techo durmiendo en estaciones de tren, escaleras, sótanos, bancos de los parques y zonas industriales o bajo puentes, dependiendo de la época del año. Escenas parecidas se repiten por todo el mundo.

      Un libro sobre la carencia de hogar enumera muchos factores que conducen a esta situación en Polonia. Algunos de ellos son la pérdida del empleo, las deudas, los problemas familiares, así como la escasez de viviendas para los mayores, discapacitados y enfermos de sida. Muchos afectados padecen problemas mentales y físicos o de adicción, sobre todo al alcohol. En cuanto a las mujeres, la mayoría de ellas han abandonado a sus esposos —o han huido de ellos—, han sido echadas de su casa o se dedican a la prostitución. Parece que tras cada caso hay una historia triste que contar.

      Víctimas de las circunstancias

      Stanisława Golinowska, especialista en cuestiones socioeconómicas, dice: “En este país [Polonia], realmente nadie duerme en la calle por decisión propia. [...] Lo que lleva a esa situación es, más bien, una serie de fracasos que hunden al individuo y le quitan las ganas de vivir”. Parece que los más vulnerables son quienes, por diversas razones, se sienten incapaces de afrontar sus problemas. Por ejemplo, algunos salen de la cárcel y encuentran su vivienda destrozada por delincuentes. Otros son víctimas de desalojos, y hay muchos que pierden su hogar debido a catástrofes naturales.b

      Una encuesta realizada en Polonia entre personas sin techo reveló que casi la mitad de ellas habían vivido con su cónyuge y habían formado parte de una familia, aunque en muchos casos esta era problemática. La mayoría fueron echados de su casa o se vieron obligados a marcharse debido a graves dificultades. Solo el 14% decidió irse voluntariamente.

      Tras pasar cierto tiempo en un albergue, algunos recuperan su autonomía y encuentran vivienda propia. Otros, sin embargo, nunca llegan a superar su situación debido, en parte, a uno o varios de los siguientes factores: enfermedades mentales o físicas, adicciones a ciertas sustancias, falta de motivación para trabajar, malos hábitos de trabajo y bajo nivel educativo. En Estados Unidos, alrededor del treinta por ciento de la gente sin techo se acoge con regularidad a lo que una organización sin fines de lucro llama “el sistema de las personas sin hogar”, que comprende albergues, hospitales y, lamentablemente, prisiones. Quienes dependen de continuo de dicho sistema utilizan nada menos que el 90% de los recursos que el país dedica al problema.

  • ¿Por qué hay tantas personas sin hogar?
    ¡Despertad! 2005 | 8 de diciembre
    • [Ilustración y recuadro de la página 6]

      Los resultados de la pobreza extrema

      En la India, cientos de miles de personas viven en la calle. Según cálculos de años recientes, tan solo en Bombay se hallan en esa situación 250.000. A veces su único refugio es una lona tensada entre unos postes y un edificio cercano. ¿Por qué viven aquí y no en casas de los suburbios cuyo alquiler es relativamente barato? Porque su trabajo —como minoristas, vendedores ambulantes, chatarreros o tirando de un rickshaw (calesa)— lo desempeñan cerca del centro de la ciudad. “No tienen otra opción. No pueden permitirse pagar un alquiler. Necesitan el dinero para comer”, explica Strategies to Combat Homelessness.

      En Park Station, estación ferroviaria de Johannesburgo (Sudáfrica), viven 2.300 hombres, mujeres y niños. Duermen en los andenes, usando retazos de frazadas viejas como camas, o en casuchas de cartón. La mayoría de estas personas no tienen trabajo y han perdido las esperanzas de encontrarlo. Por toda la ciudad viven miles de forma parecida. No disponen de agua, instalaciones de saneamiento ni electricidad. Como es de esperar, tales condiciones favorecen la propagación de enfermedades.

      La razón de que las personas de los ejemplos anteriores y muchas más carezcan de vivienda es sencilla: la pobreza extrema.

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