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    Anuario de los testigos de Jehová 1993
    • Cuando los hermanos de la congregación El Progreso empezaron a predicar en Santa Rita, a unos 24 kilómetros al sur, el dueño de una peluquería aceptó con gusto la literatura. Suplicó a los hermanos que se quedaran para enseñarle, pero ellos querían visitar a la mayor cantidad posible de personas del pueblo antes de partir. El hombre les rogó: “Si se quedan para enseñarme, les arreglaré un cuarto en mi casa para que pasen la noche y les daré de comer para que no pierdan su valioso tiempo”. Dicho y hecho, 15 hermanos recibieron alimento y hospedaje aquella noche en la casa del peluquero.

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    Anuario de los testigos de Jehová 1993
    • Considere el caso de una mujer cuya madre la crió mientras dirigía un burdel. Cuando murió su madre, ella se encargó del “negocio”. No le fue fácil conformarse a la verdad, pero lo hizo, y, por supuesto, se deshizo del “negocio” de la familia. Se hizo precursora en 1976 y ahora lleva una vida sencilla lavando ropa.

      Filander empezó a estudiar la verdad cuando era joven, pero a su padre no le gustaba en absoluto. Cuanto más progresaba Filander en la verdad, más se esforzaba su padre por estorbarle. Él deseaba que su hijo fuera a la universidad y destacara de alguna manera en el mundo. Rehusaba permitirle asistir a las reuniones y asambleas o salir al servicio del campo, pero Filander siempre se las arreglaba para asistir. Se bautizó en 1972 y siguió progresando, primero se hizo precursor y después se le nombró anciano. Después de trabajar con un equipo de construcción en el Betel de Honduras, se le asignó a Colombia para efectuar un trabajo similar. En cuanto a su familia, puede decirse que su actitud se ha ablandado con el paso de los años.

      Lo que más se acercaba a una profesión en el caso de Antonio, era la borrachera, pues así había pasado la mayor parte de sus 80 años. Algunos misioneros habían estudiado con él, pero no progresaba. Por lo tanto, cuando el misionero Russell Graham decidió darle otra oportunidad, los hermanos le sugirieron que no perdiera su tiempo. Pero Antonio tenía una buena cualidad... ¡era humilde! Aunque su mente estaba tan dañada por el alcohol que tenía que estudiar la misma información tres veces, por fin se dedicó y se bautizó. Sirvió fielmente a Jehová hasta que falleció.

      José se crió en el seno de la Iglesia católica, pero estudiaba filosofía y ateísmo. Convencido por la instrucción universitaria de que el hombre era producto de la evolución, dejó de creer completamente en Dios. Al reflexionar sobre la trágica muerte de su hijastro ocurrida en 1966, se dio cuenta de lo desesperanzados que se ven los humanos ante la muerte. Un día, un misionero le habló de la esperanza de la resurrección. Se despertó su interés y comenzó a edificar nuevamente su fe en Dios, pero esta vez sobre un fundamento sólido. Aprendió que el Reino de Dios, y no el socialismo, es la única solución, de modo que se hizo publicador del Reino. Con el tiempo llegó a ser anciano y ha servido durante varios años en la obra de circuito.

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