BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Hora
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • La palabra griega hṓ·ra se usa en las Escrituras Griegas Cristianas para indicar un período de tiempo corto, un tiempo fijo, definido, o una división del día.

  • Hora
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • Otros usos. En las Escrituras Griegas Cristianas la palabra hṓ·ra se utiliza con frecuencia para dar a entender “inmediatamente” o en un espacio de tiempo muy corto. Por ejemplo: una mujer que tocó el fleco de la prenda exterior de vestir de Jesús sanó “desde aquella hora”. (Mt 9:22.) El término “hora” también podía referirse a un momento especial o trascendental de duración indeterminada, o al comienzo de un período de tiempo. Jesús dijo: “Respecto a aquel día y hora nadie sabe” (Mt 24:36), “viene la hora en que todo el que los mate se imaginará que ha rendido servicio sagrado a Dios” (Jn 16:2) y “viene la hora en que ya no les hablaré en comparaciones”. (Jn 16:25.)

      Por otra parte, la palabra “hora” podía designar cualquier tiempo del día, como cuando los discípulos le dijeron a Jesús en cuanto a la multitud de personas que le habían seguido a un lugar solitario: “El lugar es solitario y la hora es ya muy avanzada; despide a las muchedumbres”. (Mt 14:15; Mr 6:35.)

      Uso figurado o simbólico. Cuando el término “hora” se usa de manera simbólica o figurada, significa un período de tiempo relativamente corto. Jesús dijo a la muchedumbre que fue contra él: “Esta es su hora y la autoridad de la oscuridad”. (Lu 22:53.) Se dice que los diez cuernos de la bestia salvaje de color escarlata representan diez reyes que reciben autoridad como tales con la bestia salvaje durante “una hora”. (Rev 17:12.) Se exclama sobre Babilonia la Grande: “¡[...] En una sola hora ha llegado tu juicio!”. (Rev 18:10.) Además, en armonía con las palabras de Jesús referentes al trigo y la mala hierba (Mt 13:25, 38), las advertencias de Pablo en cuanto a la apostasía venidera (Hch 20:29 y 2Te 2:3, 7) y la declaración de Pedro en 2 Pedro 2:1-3, el apóstol Juan —el que sobrevivió a los demás apóstoles— muy bien pudo decir: “Niñitos, es la última hora, y, así como han oído que el anticristo viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el conocimiento de que es la última hora”. Era un tiempo muy breve, de hecho, la “última hora”, la parte final del período apostólico, después del cual la apostasía brotaría en toda su plenitud. (1Jn 2:18.)

      Según Revelación 8:1-4, el apóstol Juan vio durante un silencio celestial “como por media hora” a un ángel que ofrecía incienso junto con las oraciones de todos los santos. Esta visión recuerda lo que se hacía en el templo de Jerusalén “a la hora en que se ofrecía el incienso”. (Lu 1:10.) Alfred Edersheim, en El Templo: Su ministerio y servicios en tiempo de Cristo (traducción de Santiago Escuain, CLIE, 1990, pág. 184), presenta el relato judío tradicional de esta “hora”: “Lentamente, el sacerdote del incienso y sus ayudantes ascendían los peldaños hasta el lugar santo [...]. A continuación, uno de los asistentes extendía reverentemente los carbones sobre el altar de oro; el otro preparaba el incienso; y entonces el principal sacerdote oficiante se quedaba a solas en el lugar santo, esperando la señal del presidente antes de quemar el incienso [...]. Al dar el presidente la orden, que señalaba que ‘había llegado el momento del incienso’, ‘toda la multitud del pueblo [que estaba] fuera’ se retiraba del atrio interior, y se postraba delante del Señor, extendiendo sus manos en silenciosa oración. [...] [Era] este momento de [...] gran solemnidad, cuando por todos los inmensos edificios del Templo caía un profundo silencio sobre la multitud adorante, mientras que dentro del santuario mismo el sacerdote ponía el incienso sobre el altar de oro, y la nube de ‘perfumes’ se levantaba delante del Señor”.

  • Hora
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • En el siglo I. En el siglo I E.C. los judíos dividían el período diurno en doce horas, empezando al amanecer. Jesús dijo: “Hay doce horas de luz del día, ¿no es verdad?”. (Jn 11:9.) Esto hacía que la duración de las horas variase de un día a otro, según las estaciones. Solo durante el tiempo de los equinoccios duraban lo mismo que hoy día. Esta ligera variación, que no sería tan grande en Palestina, no supondría ninguna inconveniencia importante. El comienzo del día correspondería más o menos con las seis de la mañana de nuestro horario. En la ilustración de los obreros de la viña, Jesús hizo mención de la hora tercera, la sexta, la nona, la undécima y el “anochecer” (que sería la duodécima). Estas horas corresponderían con nuestras ocho a nueve y once a doce de la mañana, y dos a tres, cuatro a cinco y cinco a seis de la tarde, respectivamente. (Mt 20:3, 5, 6, 8, 12; Hch 3:1; 10:9.)

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir