-
El cuerpo... ¡maravillosamente hecho para gozar de la vida!¡Despertad! 1988 | 8 de junio
-
-
El cuerpo... ¡maravillosamente hecho para gozar de la vida!
LOS científicos reconocen que el cuerpo humano está maravillosamente hecho, que es un verdadero prodigio de diseño e ingeniería. Cuando todas sus partes funcionan con normalidad, podemos hacer algunas cosas y disfrutar de otras que son absolutamente asombrosas.
Por ejemplo: mire sus manos. Su perfecto diseño las convierte en un “instrumento” muy eficaz para realizar múltiples trabajos y juegos. ¿Está usted sosteniendo esta revista con las manos en este preciso instante? Si así es, tendrá los brazos doblados justo en el ángulo correcto para mantenerla a la distancia apropiada de los ojos, los dedos estarán ejerciendo la presión necesaria a fin de evitar que se le escurra de las manos y, además, el cerebro estará controlando los dedos para que hagan exactamente lo que usted quiere que hagan cuando pase la página. ¡Qué desventaja sería no tener manos!
No obstante, para que usted pueda leer estas páginas, necesita los ojos. A fin de que las imágenes de las palabras y las láminas penetren a través del ojo y lleguen al cerebro, entran en juego una sorprendente red de nervios y otros elementos del cuerpo. Los impulsos eléctricos producidos por el ojo son transmitidos al cerebro, donde se forman las impresiones visuales que corresponden a las imágenes de la página. ¡Cuán importante es el sentido de la vista, y qué trágico es perderlo!
El cerebro humano solo pesa unos mil trescientos gramos, y es lo suficientemente pequeño como para que quepa en la mano. Pero es una maravilla, una de las creaciones más complejas del universo. Nos permite pensar, ver, palpar, hablar y coordinar nuestros movimientos. Gracias a este complejo órgano, podemos gozar de hermosas puestas de sol, deliciosos alimentos, brisas de verano que nos acarician el rostro, el magnífico panorama de sobrecogedoras montañas, la risa de un bebé, la fragancia de una flor, el contacto de alguien a quien amamos... y casi todo esto lo percibimos sin ningún esfuerzo consciente por nuestra parte. Si careciéramos de nuestro impresionante cerebro, no podríamos gozar absolutamente de nada.
¡Cuán apropiadas son las palabras que exclamó el salmista: “De manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho”! (Salmo 139:14.)
Sin embargo, aunque el hombre está tan bien dotado, llega el momento en que el cuerpo finalmente se debilita. Enfermamos y envejecemos, y luego morimos. Hay tantas cosas malas en el mundo que nos rodea, que aun cuando disfrutamos de buena salud, no podemos gozar a plenitud de la vida. ¿Existirán siempre estas condiciones desagradables? ¿O fue el cuerpo humano realmente diseñado para durar por toda la eternidad —libre de los estragos de la enfermedad, la vejez y la muerte— y para gozar indefinidamente de la vida en la Tierra en un sentido mucho más pleno que ahora?
Durante los próximos meses la revista ¡Despertad! analizará estos asuntos en tres diferentes números. En este primer apartado nos limitaremos a considerar tres de los asombrosos órganos de nuestro cuerpo: la mano, el ojo y el cerebro.
-
-
La mano... diseñada para realizar delicadas labores de precisión¡Despertad! 1988 | 8 de junio
-
-
La mano... diseñada para realizar delicadas labores de precisión
SE TRATABA de una emergencia. Una jovencita yacía en la entrada del hospital perdiendo sangre por la arteria principal de su pierna derecha debido a un accidente de motocicleta. No había a mano ningún instrumento quirúrgico para detener la hemorragia. ¿Qué podía hacer el médico?
“Utilicé la mano como grapa —recuerda el profesor Napier en su libro Hands (Manos)—, y pincé la arteria con el pulgar y el índice tan bien como pude. Finalmente até la arteria con un poco de hilo, lo único que había disponible. La hemorragia cesó. [...] Nada hubiera podido tratar aquella emergencia de una manera tan rápida y eficaz como las manos. Pocos pacientes [...] se dan cuenta alguna vez de cómo un dedo colocado en el lugar apropiado les ha salvado la vida durante una operación.”
Acciones como esta serían imposibles si no fuese por la articulación carpometacarpiana del pulgar. (Véase la ilustración.) Su diseño permite casi tanto movimiento como la articulación escapulohumeral del hombro, pero, a diferencia de esta última, la articulación del pulgar no necesita el apoyo de una masa de músculos alrededor. Por consiguiente, el pulgar puede realizar movimientos delicados cuando se encuentra con las puntas de los otros dedos de la mano.
Trate de recoger un objeto pequeño o hasta de pasar las páginas de esta revista sin utilizar el pulgar. Un doctor sudafricano dijo: “He entablillado muchos pulgares, y cuando los pacientes regresan, normalmente me dicen que no se habían percatado de cuánto necesitaban el pulgar”.
La mano del hombre, con su pulgar que puede oponerse a los otros dedos, es una herramienta de notable versatilidad. Sin ella, ¿cómo podría usted escribir una carta, sacar una fotografía, clavar un clavo, utilizar un teléfono o enhebrar una aguja? Gracias a la mano, los pianistas tocan exquisitas piezas musicales, los artistas pintan hermosos cuadros y los cirujanos llevan a cabo delicadas operaciones. “Al tener el pulgar corto y los demás dedos largos, los simios están en desventaja en lo que respecta a la habilidad manual para realizar tareas delicadas”, afirma The New Encyclopædia Britannica.
Existe otra importante diferencia entre la mano del hombre y la de un simio. Aproximadamente una cuarta parte de la corteza motora del cerebro humano está dedicada a los músculos de nuestras manos. Según la publicación Textbook of Medical Physiology (Libro de texto de fisiología médica), del profesor Guyton, la corteza motora “es bastante diferente de la de los animales inferiores” y hace posible “un uso excepcional de la mano, los dedos y el pulgar para realizar tareas manuales con gran destreza”.
Además, los neurocirujanos han descubierto otra región del cerebro humano, a la que llaman “zona para la destreza de las manos”. Unas manos diestras requieren receptores sensitivos. Estas pequeñas terminaciones nerviosas abundan en la mano del hombre, especialmente en el pulgar. Un médico entrevistado por ¡Despertad! dijo: “Cuando una persona pierde la sensación de la punta de su pulgar, aunque solo sea un poco, le resulta difícil colocar en su lugar objetos pequeños, como pudieran ser los tornillos”. Los brazos tienen otro tipo de receptores sensitivos que permiten mover las manos hacia el lugar correcto hasta cuando se está totalmente a oscuras. Por eso, cuando uno está tumbado en la cama por la noche, puede rascarse la nariz sin darse un puñetazo en la cara.
Incluso una acción tan sencilla como la de alargar el brazo para tomar un vaso de agua es algo de admirar. Si no aprieta lo suficiente, se le puede caer el vaso. Si aprieta demasiado, puede romperlo y cortarse los dedos. ¿Cómo se las arregla para sostenerlo justo con la presión adecuada? Los receptores sensitivos para la presión que se encuentran en la mano envían mensajes al cerebro, el cual, a su vez, manda las instrucciones apropiadas a los músculos del brazo extendido y de la mano.
Pronto, sin necesidad de mirar, el vaso descansa suavemente en sus labios. Mientras tanto, puede que usted tenga la atención fija en un programa de televisión o en una conversación con unos amigos. “El poder levantar el vaso hasta los labios sin estrellarlo contra el rostro —explica el doctor Miller en su libro The Body in Question— es un tributo a la sutil habilidad que tiene el miembro extendido para sopesar. Y el que el vaso siga descansando en los labios a medida que pierde peso al tiempo que se vacía muestra la rapidez con que se actualizan los datos.”
No es de extrañar que la mano del hombre haya hecho que las personas pensadoras se maravillen. El famoso científico Sir Isaac Newton escribió: “Aunque no hubiese ninguna otra prueba, simplemente el pulgar me convencería de la existencia de Dios”. El profesor Napier menciona: “Podemos enviar hombres a la Luna, pero, a pesar de toda nuestra magia en el campo de la mecánica y la electrónica, no podemos hacer un dedo índice artificial que pueda palpar y al mismo tiempo hacer señas”. Es evidente que la mano del hombre está diseñada para realizar delicadas labores de precisión, y como dice The New Encyclopædia Britannica, “distingue al hombre de todos los otros primates vivos”.
[Fotografías en la página 6]
La mano del hombre, con su pulgar que puede oponerse a los otros dedos, es una herramienta de notable versatilidad
Los receptores sensitivos de la mano y el brazo permiten que el cerebro organice acciones complejas
[Ilustraciones en la página 5]
La articulación carpometacarpiana del pulgar es singular en comparación con las articulaciones correspondientes de los demás dedos
-
-
El ojo... “la envidia de los ingenieros de la informática”¡Despertad! 1988 | 8 de junio
-
-
El ojo... “la envidia de los ingenieros de la informática”
LA RETINA es una pequeña membrana que constituye la capa más interna de la pared ocular. Es tan delgada como el papel de seda, pero contiene más de cien millones de neuronas, organizadas en diferentes capas. “La retina —dice el libro The Living Body— es uno de los tejidos más sobresalientes del cuerpo humano.” Es “la envidia de los ingenieros de la informática, pues efectúa unos diez mil millones de cálculos por segundo”, comenta Sandra Sinclair en su libro How Animals See (Cómo ven los animales).
Así como una cámara enfoca la imagen en una película fotográfica, nuestro ojo enfoca en la retina la imagen de lo que vemos. Sin embargo, como afirma el doctor Miller, la película de una cámara “ni siquiera puede tratar de compararse con la versátil sensibilidad de la retina”. Con la misma “película” podemos ver a la luz de la Luna o a la del Sol, que es 30.000 veces más intensa. Además, la retina puede distinguir leves detalles de un objeto que tiene una parte iluminada y la otra no. “La cámara —explica el profesor Guyton en su Textbook of Medical Physiology— no puede hacer esto debido a la limitada latitud de la intensidad de la luz requerida para la correcta exposición de la película.” Por eso los fotógrafos necesitan utilizar la técnica del flash de relleno.
La “versátil sensibilidad de la retina” se debe, en parte, a 125 millones de bastoncillos. Estos son sensibles a la luz débil, y hacen posible la visión nocturna. También hay 5.500.000 conos, que responden a la luz más brillante, y hacen posible la visión detallada en colores. Algunos conos son más sensibles a la luz roja; otros, a la verde, y otros, a la azul. Su respuesta combinada nos permite ver todos los colores de un paisaje. Cuando los tres tipos de conos reciben un estímulo de igual intensidad, percibimos el color blanco.
La visión en colores de la mayoría de los animales es limitada, y muchos no ven ningún color. El cirujano Rendle Short dice: “La visión en colores añade mucho al disfrute de la vida”. Y agrega: “De todos los órganos del cuerpo que no son absolutamente necesarios para la vida, el ojo puede ser considerado el más maravilloso”.
“Un asombroso trabajo en equipo”
Como ocurre en una película fotográfica, en la retina las imágenes se proyectan invertidas. “¿Por qué no vemos el mundo boca abajo? —pregunta el doctor Short —. Porque —según él mismo responde— el cerebro ha desarrollado el hábito de invertir las impresiones ópticas.”
Se han diseñado gafas especiales para invertir la imagen. En experimentos científicos, las personas que llevaban esas gafas veían todo boca abajo. Pero, después de unos cuantos días, sucedió algo sorprendente: ¡empezaron a verlo todo normal! “El asombroso trabajo en equipo que desempeñan su ojo y su cerebro se manifiesta de varias maneras”, comenta The Body Book (El libro del cuerpo).
A medida que su ojo avanza por esta línea, los conos distinguen la tinta negra del papel blanco. Su retina, sin embargo, no puede interpretar los caracteres de un alfabeto ideado por el hombre. Aprendemos a dar significado a una sucesión de caracteres en otra parte del cerebro. Se necesita trasladar la información.
A través de un millón de fibras nerviosas la retina envía un mensaje codificado a los centros visuales situados en la parte posterior del cerebro. “Las transmisiones de la retina a la corteza cerebral —explica el libro The Brain— están muy organizadas y ordenadas. [...] Si se dirige un haz de luz a diferentes partes de la retina, se provocará la respuesta de las partes correspondientes de la zona visual [del cerebro].”
[Fotografía en la página 7]
A diferencia de una cámara, el ojo no depende de un flash, pues la retina tiene una amplia latitud de sensibilidad a la luz
[Ilustración en la página 8]
Su retina posee millones de neuronas llamadas conos, muy sensibles al verde, el rojo y el azul
-
-
El cerebro... “más que un ordenador”¡Despertad! 1988 | 8 de junio
-
-
El cerebro... “más que un ordenador”
JUNTO con el resto del sistema nervioso, al cerebro humano, un órgano extraordinario, se le suele comparar a un ordenador. Por supuesto, los ordenadores son construidos por el hombre y funcionan aplicando secuencias de instrucciones determinadas de antemano por programadores humanos. Sin embargo, muchas personas creen que no hubo ninguna inteligencia responsable de “tender el sistema alámbrico” y “programar” el cerebro humano.
Aunque sean extremadamente rápidos, los ordenadores solo pueden procesar una unidad de información a la vez, mientras que el sistema nervioso humano procesa millones de unidades de información simultáneamente. Por ejemplo: mientras usted da un paseo por el campo en primavera, puede disfrutar del hermoso paisaje, escuchar el canto de los pájaros y oler las flores. Todas estas sensaciones agradables son transmitidas simultáneamente a su cerebro. Al mismo tiempo, de los receptores sensitivos de sus miembros fluyen al cerebro corrientes de información que le comunican en todo momento la posición que ocupan sus piernas y el estado de sus músculos. Sus ojos captan cualquier obstáculo con el que pueda tropezar. Sobre la base de toda esta información, su cerebro procura que cada paso que dé lo haga sobre seguro.
Mientras tanto, las regiones inferiores del cerebro controlan los latidos del corazón, la respiración y otras funciones vitales. Pero su cerebro hace mucho más. A medida que usted camina, puede cantar, hablar, comparar escenas que contempla en ese momento con otras que vio en el pasado y hacer planes para el futuro.
“El cerebro —concluye The Body Book— es mucho más que un ordenador. Ningún ordenador puede decidir que está aburrido o desperdiciando sus talentos y que por lo tanto debería emprender un nuevo estilo de vida. El ordenador no puede alterar drásticamente su propio programa; antes de empezar a realizar nuevas funciones, alguien inteligente debe volver a programarlo. [...] Un ordenador no puede relajarse ni soñar despierto ni reír. No puede inspirarse ni ser creativo. No puede tener conciencia de las cosas ni captar su significado. No puede enamorarse.”
El cerebro más maravilloso de todos
Los animales de gran tamaño, como los elefantes y algunas criaturas marinas, tienen el cerebro más grande que el del hombre, pero en proporción al tamaño del cuerpo, el cerebro humano es el mayor de todos. “Físicamente, —explica Richard Thompson en su libro The Brain— el gorila es mayor que el hombre; sin embargo, tiene un cerebro cuatro veces más pequeño.”
La cantidad de diferentes sendas establecidas entre las neuronas (células nerviosas) del cerebro humano es astronómica. Esto se debe a las muchísimas conexiones que hay entre ellas; una neurona puede establecer conexiones con otras cien mil o más. “La cifra de posibles conexiones dentro del cerebro del hombre moderno es prácticamente infinita”, declara Anthony Smith en su libro The Mind. Es mayor “que la cantidad total de partículas atómicas que componen el universo conocido”, dice el neurocientífico Thompson.
Pero hay algo todavía más extraordinario. Lo que permite que el hombre piense, hable, escuche, lea y escriba es la manera como ha sido conectada esta vasta red de neuronas. Y todo eso puede hacerse en dos o más idiomas. “El idioma es la diferencia crucial entre el hombre y los animales”, dice Karl Sabbagh en su libro The Living Body (El cuerpo vivo). En contraste con la humana, la comunicación animal es rudimentaria. El evolucionista Sabbagh admite que la diferencia “no estriba simplemente en un mejoramiento superficial de la facultad que otros animales tienen de emitir sonidos, sino que es la propiedad fundamental que hace del hombre un ser humano, y se refleja en diferencias muy importantes de la estructura cerebral”.
La maravillosa estructura del cerebro humano ha motivado a muchas personas a utilizar mejor el potencial que este tiene, adquiriendo destreza en algún oficio, aprendiendo a tocar un instrumento musical, dominando otro idioma o desarrollando cualquier talento que añada satisfacción a la vida. “Cuando uno aprende una nueva técnica —escriben los doctores R. y B. Bruun en su libro The Human Body (El cuerpo humano)—, está acostumbrando a las neuronas a que se conecten de una nueva manera. [...] Cuanto más se usa el cerebro, más rinde.”
¿Quién lo ha hecho?
¿Pudiera algo que refleja tanta organización y orden, como la mano, el ojo y el cerebro, haber aparecido por casualidad? Si al hombre se le atribuye el mérito de inventar herramientas, ordenadores y películas fotográficas, sin duda alguien tiene que recibir la honra por haber hecho algo mucho más versátil, como son la mano, el ojo y el cerebro. “Oh Jehová [...] —exclamó el salmista bíblico—. Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma.” (Salmo 139:1, 14.)
Muchas funciones maravillosas del cuerpo humano tienen lugar sin que hagamos un esfuerzo consciente. En números futuros de esta revista se considerarán algunos de estos asombrosos mecanismos, y también se examinará si el envejecimiento, la enfermedad y la muerte podrán ser vencidos para que podamos gozar eternamente de la vida.
[Fotografía en la página 9]
El cerebro humano procesa millones de unidades de información simultáneamente. Cuando usted se mueve, los receptores sensitivos de sus miembros informan al cerebro en todo momento de la posición de sus brazos y del estado de sus músculos
[Fotografía en la página 11]
El cerebro es mucho más complejo y versátil que un ordenador
[Recuadro en la página 10]
Sus maravillosas neuronas
UNA neurona es una célula nerviosa con sus correspondientes prolongaciones. El sistema nervioso del cuerpo humano consta de muchos tipos de neuronas, que en conjunto ascienden a un total de unos 500.000 millones. Algunas actúan como receptores sensitivos que envían al cerebro información procedente de las diferentes partes del cuerpo. Las neuronas situadas en la región más alta del cerebro funcionan como una grabadora de vídeo. Pueden almacenar con carácter permanente la información que reciben de los ojos y los oídos. Años más tarde usted podrá “reproducir” mentalmente esas vistas y sonidos, junto con pensamientos y otras sensaciones que ningún sistema de manufactura humana hubiera podido grabar.
La memoria del hombre todavía es un misterio. Tiene algo que ver con la manera como están conectadas las neuronas. “La neurona de término medio —explica Karl Sabbagh en su libro The Living Body— establece conexiones con aproximadamente otras 60.000 células, y algunas hasta con otras 250.000. [...] En las sendas trazadas por las conexiones entre las células nerviosas, el cerebro humano podría retener por lo menos mil veces la información contenida en alguna de las mayores enciclopedias, de, por ejemplo, 20 ó 30 volúmenes.”
Pero, ¿cómo pasa la información de una neurona a otra? Las criaturas que cuentan con un sistema nervioso sencillo tienen muchas células nerviosas unidas unas a otras. En esos casos, el impulso eléctrico cruza el puente entre una neurona y la siguiente. A este punto de contacto se le llama sinapsis eléctrica. El proceso es rápido y sencillo.
Por extraño que parezca, la mayoría de las neuronas del cuerpo humano transmiten los mensajes por vía de una sinapsis química. Para ilustrar este método, más lento y complejo, se puede pensar en un tren que llega a un río sin puente y tiene que atravesarlo mediante un transbordador. Cuando un impulso eléctrico llega a una sinapsis química, debe detenerse, pues existe una brecha que separa las dos neuronas. La señal ha de ser “transbordada” al otro lado mediante sustancias químicas. ¿Por qué se usa este complejo método electroquímico de transmitir impulsos nerviosos?
Los científicos ven muchas ventajas en la sinapsis química. Esta garantiza que los mensajes se transmitan en la dirección deseada. Además, se la llama plástica, porque su función y estructura pueden ser cambiadas con facilidad. En ese tipo de sinapsis se pueden modificar las señales. Con el uso, algunas sinapsis químicas se hacen más fuertes, mientras que otras desaparecen por falta de uso. “Con un sistema nervioso que solo tuviese sinapsis eléctricas, no se podría desarrollar el aprendizaje ni la memoria”, matiza Richard Thompson en su libro The Brain (El cerebro).
Por otra parte, el escritor científico Smith explica lo siguiente en su libro The Mind (La mente): “Las neuronas no solo desempeñan la función de emitir impulsos o no [...], tienen que poder pasar información mucho más sutil que un ‘sí’ o un ‘no’. No son solo martillos que, con mayor o menor frecuencia, golpean el siguiente clavo. Son, siguiendo con esta comparación, como el instrumental de un carpintero: destornilladores, alicates, tenazas, mazos... y martillos. [...] Cada impulso nervioso es transformado a lo largo del camino, y eso no se efectúa en ningún otro lugar más que en las sinapsis”.
Las sinapsis químicas tienen otra ventaja. Ocupan menos espacio que las eléctricas, y eso explica por qué el cerebro humano puede tener tantas sinapsis. La revista Science da una cifra de 100.000.000.000.000, lo que equivaldría a la cantidad total de estrellas de cientos de galaxias del tamaño de la Vía Láctea. “Somos lo que somos —añade el neurocientífico Thompson— porque nuestro cerebro es básicamente una máquina química y no eléctrica.”
[Recuadro en la página 12]
Por qué necesita tanta sangre su cerebro
ANTES de zambullirse en una piscina, quizás usted tenga la costumbre de probar el agua con el pie. Si está fría, unos pequeños receptores sensibles al frío situados en la piel responden en seguida. En menos de un segundo, su cerebro registra la temperatura. Los receptores sensitivos para el dolor pueden transmitir la información aún más deprisa. Algunos impulsos nerviosos alcanzan velocidades de 360 kilómetros por hora... comparables a la que se requeriría para atravesar un campo de fútbol en un segundo.
Pero, ¿cómo puede el cerebro descifrar la intensidad de una sensación? Una manera es mediante la frecuencia con la que las neuronas transmiten los impulsos; algunas transmiten 1.000 impulsos o más por segundo. La intensa actividad que las neuronas desarrollan en el cerebro no podría efectuarse sin lo que se ha dado en llamar “bombas de sodio” y “centrales energéticas”.
Cada vez que una neurona emite un impulso eléctrico, entran en la célula átomos cargados de electricidad, conocidos como iones de sodio. Si estos se acumulan, la neurona perderá gradualmente la fuerza para emitir impulsos. ¿Cómo se soluciona el problema? “Toda neurona —explica el escritor científico Anthony Smith en su libro The Mind (La mente)— contiene aproximadamente un millón de bombas (pequeños abultamientos en la membrana celular), que cada segundo pueden cambiar unos doscientos iones de sodio por aproximadamente ciento treinta iones de potasio.” Este mecanismo de bombeo sigue funcionando incluso cuando las neuronas descansan. ¿Por qué? Porque así se logra mantener constante la composición química de la célula, contrarrestando el efecto de los iones de sodio que penetran en ella y de los iones de potasio que salen.
Para dicho mecanismo de bombeo, se precisa un constante suministro de energía; esta es producida por las mitocondrias, o “centrales energéticas”, que están esparcidas por todas las células. Pero a fin de producir energía, las mitocondrias necesitan que la sangre les aporte oxígeno y glucosa. No es de extrañar que nuestro cerebro necesite tanta sangre. “Aunque [el cerebro] solo constituye un 2% del peso total del cuerpo —explica Richard Thompson en su libro The Brain (El cerebro)—, recibe el 16% del suministro de sangre [...]. El tejido del cerebro recibe diez veces más sangre que el muscular.”
La próxima vez que pruebe la temperatura del agua, agradezca los billones de “bombas” y “centrales energéticas” que hay en su cerebro. Y recuerde también que toda esta actividad es posible debido al oxígeno y la glucosa transportados por su sangre.
-