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  • Maravillosamente hechos para seguir vivos
    ¡Despertad! 1988 | 8 de agosto
    • Un ejemplo tiene que ver con los pulmones. Como defensa contra cualquier invasión se encuentra, en primera línea, una pequeña válvula llamada epiglotis, la cual impide que los alimentos ingeridos entren en los pulmones. En segunda línea de defensa está la acción refleja de toser. En tercer lugar, en el conducto que va hacia los pulmones se hallan unos minúsculos filamentos que empujan hacia arriba, como si de un ascensor pegajoso se tratase, a los pequeños invasores, que previamente han sido atrapados por un moco viscoso.

      La retaguardia del sistema de defensa de los pulmones la forman los glóbulos blancos de la sangre. Estos protectores de la salud digieren las partículas microscópicas dañinas. Gracias a tales mecanismos, nuestros pulmones siguen trabajando a salvo.

      A medida que usted lee este artículo, su diafragma se contrae y se relaja. Cada contracción hace que los pulmones se llenen de aire, mientras que la relajación de los músculos hace que el aire salga. El diafragma recibe la orden de hacer esto unas quince veces por minuto; estas órdenes son emitidas fielmente por un centro de control ubicado en su cerebro.

      Es de interés notar que el primer libro de la Biblia, escrito hace tres mil quinientos años, utiliza la palabra hebrea né·fesch para describir tanto al hombre como a los animales. Dicho término significa literalmente “un respirador”.a La Biblia indica, en completa armonía con la ciencia médica, que la respiración sirve para sustentar la vida, y que si no tuvieran “activo en sus narices el aliento de la fuerza de vida”, tanto el hombre como los animales morirían en poco tiempo. (Génesis 1:20, 21, 24, 30; 2:7; 7:22.)

      Otros escritos antiguos contienen especulaciones sin fundamento sobre el propósito de la respiración. Por ejemplo: los filósofos griegos y romanos tenían la extraña teoría de que la respiración mantenía ardiendo un fuego dentro del corazón, y que esta llama interna proporcionaba al cuerpo el calor necesario.

      Esta teoría siguió siendo popular hasta el siglo XVI, y solo fue en nuestro siglo XX cuando se entendió con claridad el verdadero propósito de la respiración. La sangre absorbe el oxígeno del aire, que es transportado a los billones de células que componen el cuerpo. Las células vivas, a su vez, utilizan el oxígeno para producir energía. En cualquier parte de la Tierra adonde uno vaya, encontrará el precioso oxígeno que satisface ese propósito vital. Como dijo un maestro de la antigüedad a un grupo de filósofos griegos: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él [...] da a toda persona vida y aliento y todas las cosas”. (Hechos 17:24, 25.)

      La respiración también desempeña un papel vital en mantener el cuerpo limpio. A medida que la sangre pasa por los pulmones, deja el dióxido de carbono antes de absorber más oxígeno. Cuando estamos activos, aumenta el nivel de dióxido de carbono del cuerpo. Pero existe un maravilloso mecanismo que impide que las células se ahoguen debido a ello. Al fluir la sangre por el cerebro, cualquier aumento que se produzca en el nivel de dióxido de carbono es rápidamente detectado. El centro de control correspondiente responde con el aumento del ritmo y la profundidad de la respiración.

  • Maravillosamente hechos para seguir vivos
    ¡Despertad! 1988 | 8 de agosto
    • [Diagrama en la página 16]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      La epiglotis es uno de los muchos mecanismos que protegen sus pulmones

      Epiglotis abierta

      Epiglotis cerrada

      Tráquea (conducto del aire)

      Esófago (conducto del alimento)

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