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El fin de una larga labor¡Despertad! 1998 | 22 de noviembre
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El fin de una larga labor
HACE cincuenta años, una mujer alta de edad madura y aspecto maternal habló, y el mundo la escuchó. Sucedió en París, el 10 de diciembre de 1948. La Asamblea General de las Naciones Unidas se hallaba reunida en el recién construido Palacio Chaillot, cuando la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se levantó para pronunciar un discurso. Con voz firme, Eleanor Roosevelt, la viuda del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, dijo a los presentes: “Nos encontramos hoy en el umbral de un magno acontecimiento en la vida de la ONU y de la humanidad, a saber, la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de la Asamblea General”.
Después que ella leyó las categóricas expresiones del preámbulo de la Declaración y sus treinta artículos, la Asamblea General aceptó el documento.a Acto seguido, los miembros de la ONU se pusieron en pie para ovacionar a la señora Roosevelt —“la primera dama del mundo”, como la llamaban cariñosamente— en reconocimiento a su excepcional liderazgo. Al finalizar el día, la señora Roosevelt exclamó: “Ha terminado esta larga labor”.
De muchas opiniones a una sola Declaración
Dos años antes, en enero de 1947, poco después de iniciar su trabajo la Comisión de las Naciones Unidas, se hizo manifiesto que la redacción de un documento sobre derechos humanos que complaciera a todos los miembros de la ONU entrañaría grandes dificultades. Los graves desacuerdos que surgieron desde el comienzo entre los dieciocho miembros de la comisión condujeron a disputas interminables. El representante chino pensaba que el documento debía incorporar la filosofía de Confucio, un miembro católico promovía las enseñanzas de Tomás de Aquino, Estados Unidos abogaba por la Declaración de Derechos estadounidense, los soviéticos querían incluir las ideas de Karl Marx... y estas fueron solo algunas de las opiniones rotundas que se expresaron.
Las discusiones constantes de los miembros de la comisión pusieron a prueba la paciencia de la señora Roosevelt. En una conferencia que pronunció en la universidad parisiense de la Sorbona en 1948, dijo que siempre había pensado que la crianza de su familia numerosa le había agotado la paciencia. Pero “para presidir la Comisión de Derechos Humanos necesité todavía más paciencia”, añadió, provocando las risas del auditorio.
Aun así, su experiencia como madre de familia sin duda le resultó útil. Un periodista de la época escribió que la forma en que trataba a los miembros de la comisión le recordaba a una madre “dirigiendo a una familia con muchos niños a menudo ruidosos, a veces indisciplinados, pero en el fondo buenos, que en alguna que otra ocasión necesitan que se les corrija con firmeza” (Eleanor Roosevelt—A Personal and Public Life [Eleanor Roosevelt. Una vida privada y pública]). La dama adornaba con gracia su firmeza, lo cual le servía para convencer a sus opositores sin ganarse su enemistad.
Después de dos años de reuniones, cientos de enmiendas, miles de ponencias y 1.400 rondas de votación sobre prácticamente toda palabra y cláusula, la comisión formuló un documento que enumeraba los derechos humanos que, en su opinión, debían garantizarse a todo hombre y mujer del planeta. Se le llamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Así se cumplió una misión que en algunos momentos pareció imposible.
Grandes expectativas
Aunque no se esperaba que los muros de la opresión se derrumbaran al toque de este primer cuerno, la adopción de la Declaración Universal creó grandes expectativas. El entonces presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el doctor Herbert V. Evatt, de Australia, predijo que “millones de hombres, mujeres y niños de todo el mundo, a muchas millas de distancia de París y Nueva York, recurrir[ían] a este documento para obtener ayuda, guía e inspiración”.
Han transcurrido cincuenta años desde que el doctor Evatt pronunció dichas palabras. En este lapso de tiempo, muchas personas han acudido, en efecto, a la Declaración en busca de guía y la han utilizado como norma para medir el grado de respeto a los derechos humanos en todo el mundo. ¿Cuáles han sido los resultados? ¿Se encuentran los estados miembros de la ONU a la altura de esta norma? ¿En qué situación se hallan los derechos humanos en el mundo actual?
[Nota]
a Cuarenta y ocho países votaron a favor y ninguno en contra. Hoy, sin embargo, los 185 miembros de la ONU, incluidos los que en 1948 se abstuvieron, suscriben la Declaración.
[Recuadro de la página 4]
¿QUÉ SON LOS DERECHOS HUMANOS?
La ONU los define como “los derechos que son inherentes a nuestra naturaleza y sin los cuales no podemos vivir como seres humanos”. También se ha dicho acertadamente que son el “idioma común de la humanidad”. Tal como la capacidad de aprender un idioma es una cualidad innata que nos hace humanos, hay otras necesidades y cualidades innatas que nos diferencian de las demás criaturas terrestres. Algunas de las necesidades que tenemos los seres humanos son el conocimiento, la expresión artística y la espiritualidad. El individuo a quien se priva de la oportunidad de satisfacer estas necesidades básicas se ve obligado a llevar una existencia infrahumana. Cierta abogada especializada en los derechos humanos explica que, con objeto de proteger a toda persona contra tal privación, “se usa la expresión derechos humanos en vez de necesidades humanas, ya que en el campo jurídico la palabra necesidad no tiene tanta fuerza como el término derecho. Al decir derecho, elevamos la satisfacción de las necesidades humanas a algo que toda persona puede exigir tanto moral como legalmente”.
[Ilustración y recuadro de la página 5]
LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
El escritor y premio Nobel Alexander Solzhenitsin llamó a la Declaración Universal el “mejor documento” jamás redactado por la ONU. Un vistazo a su contenido nos muestra por qué muchos le dan la razón.
La filosofía básica de la Declaración se expone en el artículo 1: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
Sobre esta base, los redactores de la Declaración formularon los derechos humanos, dividiéndolos en dos grupos. El primer grupo se resume en el artículo 3: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Este artículo constituye el fundamento de los derechos civiles y políticos que recogen los artículos 4 a 21. El segundo grupo se basa en el artículo 22, que afirma, en parte, que a toda persona se le debe garantizar la satisfacción de los derechos “indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”. De este parten los artículos 23 a 27, que detallan los derechos económicos, sociales y culturales. La Declaración Universal fue el primer documento internacional en reconocer que los derechos humanos básicos incluyen este segundo grupo de derechos. Fue también el primer documento internacional que utilizó la expresión derechos humanos.
La socióloga brasileña Ruth Rocha explica en términos sencillos lo que nos dice la Declaración Universal: “No importa la raza del individuo. No importa si es hombre o mujer. No importa cuál sea su idioma, su religión, su opinión política, su país natal ni su familia. No importa si es rico o pobre. No importa de qué parte del mundo proceda; si en su país rige una monarquía o una república. Toda persona debe disfrutar de estos derechos y libertades”.
Desde su adopción, la Declaración Universal se ha traducido a más de doscientos idiomas y ha llegado a formar parte de la Constitución de muchos países. Sin embargo, algunos líderes actuales creen que debe revisarse. Pero el secretario general de la ONU, Kofi Annan, no está de acuerdo. Según una funcionaria de la organización, este dijo: “Tal como no es necesario revisar la Biblia o el Corán, tampoco lo es modificar la Declaración. Lo que precisa una modificación no es el texto de la Declaración Universal, sino la conducta de sus seguidores”.
[Ilustración]
Kofi Annan, secretario general de la ONU
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Entrevista en el piso 29¡Despertad! 1998 | 22 de noviembre
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Entrevista en el piso 29
CUANDO se sale del ascensor en el piso 29 del edificio de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York, un letrerito azul indica cómo llegar a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACDR). Esta dependencia actúa en representación de la oficina central de la OACDR, con sede en Ginebra (Suiza), que constituye el foco de las actividades de la ONU en materia de derechos humanos. Mary Robinson, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, dirige la oficina central, en Ginebra, mientras que Elsa Stamatopoulou, oriunda de Grecia, está al frente de la oficina de Nueva York. Hace unos meses, la señora Stamatopoulou recibió amablemente a un redactor de ¡Despertad! para hablar sobre lo que se ha hecho en favor de los derechos humanos en los pasados cinco decenios. A continuación reproducimos algunos fragmentos de la entrevista.
P. ¿Qué progresos cree que se han hecho en pro de los derechos humanos?
R. Le daré tres ejemplos: En primer lugar, hace cincuenta años, el concepto de derechos humanos no figuraba en la agenda internacional; hoy es omnipresente y se lleva a la práctica. Los gobiernos que no habían oído hablar jamás de los derechos humanos hace unas décadas, ahora hacen referencia a ellos. En segundo lugar, en la actualidad disponemos de un código de leyes compuesto de numerosas convenciones que especifica claramente a los gobiernos cuáles son sus obligaciones para con sus súbditos [véase el recuadro “Carta Internacional de Derechos Humanos”, en la página 7]. Se necesitaron muchos años de arduo trabajo para formular este código, del cual estamos muy orgullosos. El tercer ejemplo es que nunca antes ha habido tantas personas que participen en los movimientos en favor de los derechos humanos y que puedan expresarse enérgicamente sobre estos.
P. ¿Qué obstáculos se han presentado?
R. Después de diecisiete años de trabajo en los programas de derechos humanos de la ONU, soy consciente, claro está, de los problemas frustrantes a los que nos enfrentamos. El principal es que muchas veces los gobiernos ven los derechos humanos como una cuestión política en vez de humanitaria. Si se sienten amenazados políticamente, puede que no cumplan los tratados sobre derechos humanos. Estos se convierten entonces en papel mojado. Otro revés ha sido la incapacidad de la ONU para impedir las violaciones graves de los derechos humanos en lugares tales como la anterior Yugoslavia, Ruanda y, más recientemente, Argelia. Fue un tremendo fracaso que la ONU no pudiera impedir las masacres que hubo en estos países. Existen mecanismos para garantizar los derechos humanos, pero alguien tiene que activarlos. ¿Quién lo hará? Si los intereses de los países que podrían dar protección no están en juego, por lo general falta la voluntad política para detener las violaciones.
P. ¿Qué perspectivas ve?
R. Veo una amenaza y una promesa en el camino que lleva al respeto de los derechos humanos de todo el mundo. Lo que me preocupa es la amenaza que representa la globalización de la economía, que induce a las grandes empresas a establecerse en países donde la mano de obra es más barata. Hoy en día, si es necesario, podemos culpar a los gobiernos de violar los derechos humanos, y presionarlos. Pero ¿a quién vamos a culpar por las violaciones producidas a raíz de los acuerdos económicos multilaterales, que transfieren cada vez más poder de los gobiernos a las fuerzas económicas mundiales? Al no poder controlar tales fuerzas, se debilita la posición de las organizaciones intergubernamentales, como la ONU. En lo que concierne a los derechos humanos, esta tendencia es destructiva. Es de crucial importancia lograr que el sector privado se una al movimiento en favor de los derechos humanos.
P. ¿Y la promesa?
R. El desarrollo de una cultura mundial de derechos humanos. Me refiero a que mediante la educación debemos lograr que la gente sea más consciente de los derechos humanos. Es un objetivo muy difícil, desde luego, porque implica un cambio de mentalidad. Por eso hace diez años la ONU efectuó una campaña pública de información para educar a la gente sobre sus derechos y a los países sobre sus deberes. Además, la ONU ha proclamado el período 1995-2004 como el “Decenio para la educación en la esfera de los derechos humanos”. Se espera que la educación cambie la mente y el corazón de las personas. Pudiera parecer que me estoy refiriendo al Evangelio, pero en lo que respecta a la educación en pro de los derechos humanos, soy una verdadera creyente. Espero que el mundo adopte la cultura de los derechos humanos como su ideología en el siglo próximo.
[Recuadro de la página 7]
CARTA INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS
Además de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, también existe una Carta Internacional de Derechos Humanos. ¿Qué relación hay entre ambas?
Pues bien, si comparamos la Carta Internacional de Derechos Humanos con un libro de cinco capítulos, la Declaración Universal sería el capítulo 1; los capítulos 2 y 3 corresponderían al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, respectivamente, y los capítulos 4 y 5 contendrían, cada uno, un Protocolo Facultativo.
La Declaración Universal tiene valor moral, les dice a las naciones lo que deberían hacer, mientras que los cuatro documentos adicionales son vinculantes, les indican lo que tienen que hacer. Aunque la preparación de estos documentos se inició en 1949, no entraron en vigor sino hasta varios decenios después. Hoy en día, los cuatro documentos, junto con la Declaración Universal, componen la Carta Internacional de Derechos Humanos.
Además de la Carta Internacional, la ONU ha ratificado más de ochenta tratados adicionales sobre derechos humanos. “Así que es un error pensar que los tratados sobre derechos humanos de la Carta Internacional son los más importantes —señala una especialista en derechos humanos—. Por ejemplo, la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1990, es el documento de la ONU más universal y que más países han ratificado, y, sin embargo, no forma parte de la Carta Internacional. El nombre ‘Carta Internacional de Derechos Humanos’ se acuñó más con propósitos publicitarios que con la intención de que designara un concepto formal. Y estará de acuerdo conmigo en que capta la atención.”a
[Nota]
a En el momento de redactarse este artículo, 191 naciones (183 de ellas miembros de la ONU y 8 que no lo son) han ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño. Solo dos países no la han ratificado: Somalia y Estados Unidos.
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Violaciones de los derechos humanos¡Despertad! 1998 | 22 de noviembre
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Violaciones de los derechos humanos
LOS defensores de los derechos humanos obtuvieron recientemente una victoria. En primer lugar, unieron a más de mil organizaciones de 60 países en un movimiento llamado Campaña Internacional contra las Minas Antipersonas (ICBL, por sus siglas en inglés). Después ejercieron presión para que se adoptara un tratado internacional que prohibiera dichos artefactos. En reconocimiento a su labor, en 1997 se otorgó el Premio Nobel de la Paz a la ICBL y a su infatigable directora, la activista estadounidense Jody Williams.
Pero tales logros siempre van acompañados de comentarios que moderan el entusiasmo. El informe Human Rights Watch World Report 1998 indica que la universalidad de los derechos humanos todavía está “bajo constante ataque”. Y la culpa no es solo de las dictaduras tercermundistas. “Las principales potencias —dice el informe— manifestaron una marcada tendencia a hacer caso omiso de los derechos humanos cuando estos perjudicaban sus intereses económicos o estratégicos, mal del que adolecen tanto Europa como Estados Unidos.”
Para millones de habitantes del planeta, es imposible hacer caso omiso de las violaciones de los derechos humanos. Su existencia diaria aún está plagada de discriminación, pobreza, inanición, persecución, violaciones sexuales, maltrato de menores, esclavitud y muerte violenta. Para estas víctimas, las condiciones prometedoras que se exponen en los innumerables tratados sobre derechos humanos son totalmente ajenas al mundo que conocen. A decir verdad, aun los derechos fundamentales expuestos en los treinta artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos son promesas sin cumplir para la mayoría de la humanidad. A modo de ilustración, examinemos brevemente hasta qué grado se respetan en la vida diaria algunos de los elevados derechos de la Declaración.
¿Igualdad para todos?
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos (artículo 1).
Un borrador del artículo 1 de la Declaración Universal decía: “Todos los hombres nacen [...] iguales”. No obstante, para evitar que se interpretara que las mujeres quedaban excluidas de esta afirmación, el equipo femenino de la comisión encargada de preparar el borrador de la Declaración insistió en que se cambiara la redacción. Su opinión prevaleció, y la oración “todos los hombres nacen [...] iguales” se convirtió en “todos los seres humanos nacen [...] iguales” (cursivas nuestras). Pero ¿cambió la situación de la mujer al modificarse la redacción del artículo?
El 10 de diciembre de 1997 (Día de los Derechos Humanos), la primera dama de Estados Unidos, Hillary Clinton, declaró ante la ONU que el mundo sigue “tratando a las mujeres como a ciudadanos de segunda clase”. A continuación citó algunos ejemplos: el 70% de los pobres del mundo son mujeres; dos tercios de los 130 millones de menores sin escolarizar que hay en el planeta son niñas; dos tercios de los 96 millones de analfabetos del mundo son mujeres. Las mujeres también sufren notablemente debido a la violencia doméstica y sexual, que sigue siendo “una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas y menos denunciadas”, añadió la señora Clinton.
Algunas mujeres son víctimas de la violencia aun antes de nacer. Principalmente en determinados países asiáticos, algunas madres abortan a sus hijas no nacidas porque prefieren a los varones. En ciertos lugares, la preferencia por los varones ha convertido las pruebas genéticas para la selección del sexo en un negocio próspero. La propaganda de una clínica de detección del sexo indicaba que era mejor gastar 38 dólares ahora para acabar con un feto femenino que gastar 3.800 después para pagar su dote. Tales anuncios funcionan. Un estudio realizado en un hospital grande de Asia reveló que se abortaba al 95,5% de los fetos que se descubría que eran femeninos. En otras partes del globo también se prefiere a los varones. A la pregunta de cuántos hijos había tenido, un anterior campeón de boxeo de Estados Unidos respondió: “Un niño y siete equivocaciones”. La publicación Women and Violence (Las mujeres y la violencia), de la ONU, señala que “tomará mucho tiempo cambiar la actitud y la mentalidad de la gente respecto a las mujeres; al menos una generación, en la opinión de muchos, y tal vez más”.
Niños sin infancia
Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas (artículo 4).
En teoría, la esclavitud está abolida. Los gobiernos han firmado numerosos tratados que la convierten en una práctica ilegal. Sin embargo, según la organización británica Anti-Slavery Society, pionera mundial en la defensa de los derechos humanos, “actualmente hay más esclavos que nunca antes”. La esclavitud moderna viola los derechos humanos de diversas formas. Se considera que una forma de esclavitud contemporánea es someter a los niños a trabajos forzados.
Un niño sudamericano llamado Derivan es un triste ejemplo de ello. ‘Tiene sus pequeñas manos en carne viva a causa de las espinosas pencas de la pita, planta con cuyas fibras se fabrican colchones. Su trabajo consiste en recoger las pencas depositadas en un almacén y acarrearlas hasta una máquina procesadora que se halla a unos 90 metros de distancia. En su jornada laboral de doce horas transporta una tonelada de pencas. Derivan empezó a trabajar cuando tenía cinco años. Ahora tiene once.’ (World Press Review.)
La Oficina Internacional del Trabajo calcula que en la actualidad hay 250 millones de peones entre las edades de 5 y 14 años, un ejército de pequeños trabajadores casi tan numeroso como las poblaciones de Brasil y México juntas. Muchos de estos niños sin infancia laboran sin descanso en minas, arrastrando vagones de carbón; avanzan penosamente entre el barro para recoger cosechas, o pasan el día agachados en telares fabricando alfombras. Hasta niños de tres, cuatro y cinco años agrupados en equipos aran, siembran y espigan de sol a sol. “Los niños —dice un terrateniente asiático— son más económicos que los tractores y más inteligentes que los bueyes.”
Elección y cambio de religión
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión (artículo 18).
El 16 de octubre de 1997, la Asamblea General de la ONU recibió un “informe provisional sobre la eliminación de toda forma de intolerancia religiosa”. El informe, preparado por el Relator Especial de la Comisión de Derechos Humanos, Abdelfattah Amor, incluye una relación de violaciones constantes del artículo 18. Menciona numerosos casos de ‘hostigamiento, amenazas, maltratos, arrestos, detenciones, desapariciones y asesinatos’ que han tenido lugar en una gran cantidad de países.
Así mismo, 1997 Human Rights Reports, una recopilación de datos realizada por la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, de Estados Unidos, señala que aun países con una larga tradición democrática “han tratado de restringir las libertades a un conjunto heterogéneo de confesiones minoritarias, a las que han agrupado bajo el nombre de ‘sectas’”. Tales tendencias son preocupantes. Willy Fautré, presidente de la organización Derechos Humanos sin Fronteras, con sede en Bruselas, apunta: “La libertad religiosa es uno de los mejores indicadores del estado general de la libertad humana en cualquier sociedad”.
Mucho trabajo, pero bolsillos vacíos
Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana (artículo 23).
Los que trabajan cosechando caña de azúcar en el Caribe ganan tres dólares diarios, pero el costo del alquiler y de las herramientas los endeuda de inmediato con los propietarios de las plantaciones. Además, no se les paga con dinero en efectivo, sino con cupones. Como la tienda de la plantación es la única que tienen a su alcance, se ven obligados a comprar en ella el aceite, el arroz y los frijoles. Pero la tienda se cobra sus servicios por aceptarles los cupones deduciendo de un 10 a un 20% de su valor. Bill O’Neill, subdirector del Comité de Abogados en favor de los Derechos Humanos, dijo en un programa de radio de la ONU: “Al acabar la temporada, tras semanas o meses de trabajo agotador, no tienen nada en el bolsillo. No han ahorrado nada, y apenas han sobrevivido a la temporada”.
¿Asistencia médica para todos?
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda [y] la asistencia médica (artículo 25).
‘Ricardo y Justina son una pareja de campesinos latinoamericanos pobres que viven a unos 80 kilómetros de la ciudad más próxima. Cuando Gemma, su bebé, enfermó, la llevaron a una clínica privada cercana, pero allí no la atendieron porque era obvio que Ricardo no podía pagar el servicio. Al día siguiente, Justina pidió prestado dinero a los vecinos para realizar el largo viaje a la ciudad en el transporte público. Cuando llegó finalmente con su bebé al pequeño hospital público de la población, le dijeron que volviera a la mañana siguiente porque no quedaban camas. Como no tenía familiares en la ciudad ni dinero para dormir en una pensión, pasó la noche sobre una mesa del mercado público. Justina mantuvo a su niña abrazada para reconfortarla y protegerla, pero fue en vano. La pequeña Gemma murió aquella noche.’ (Human Rights and Social Work [Derechos humanos y labor social].)
Una de cada cuatro personas del planeta tienen que subsistir con un dólar diario. Se enfrentan a la misma paradoja fatídica que Ricardo y Justina: la asistencia sanitaria privada está disponible, pero no es asequible, mientras que la pública es asequible, pero no está disponible. Aunque los más de mil millones de pobres del mundo tienen ‘derecho a recibir asistencia médica’, lamentablemente esta todavía se halla fuera de su alcance.
La espantosa lista de violaciones de los derechos humanos no tiene fin. Situaciones como las ya mencionadas pueden repetirse cientos de millones de veces. A pesar de los esfuerzos titánicos de las organizaciones de derechos humanos y de la dedicación de miles de activistas que literalmente arriesgan la vida para mejorar la situación de hombres, mujeres y niños de todo el mundo, el respeto a los derechos humanos de todos sigue siendo un sueño. ¿Se hará realidad algún día? Sin lugar a dudas, pero primero tienen que producirse varios cambios. El siguiente artículo tratará dos de ellos.
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El respeto a los derechos humanos se hace realidad¡Despertad! 1998 | 22 de noviembre
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El respeto a los derechos humanos se hace realidad
“¿CUÁL es la causa fundamental de las violaciones de los derechos humanos?”, se preguntó a una abogada especializada en el tema. “La codicia —respondió—. La codicia de poder político y económico.” Y puesto que la codicia se origina en la mente humana, las violaciones de los derechos humanos reflejan, en definitiva, una mentalidad. Otra causa es el nacionalismo. La ideología de que “mi país es primero” promueve la violación de los derechos humanos. Estos, por lo tanto, solo se respetarán ‘si se implanta un gobierno mundial capaz de adoptar medidas que pueda hacer cumplir’, dice el holandés Jan Berkouwer, profesor de Derecho y Economía.
En otras palabras, para que se respeten los derechos humanos en todo el mundo, es necesario que antes sucedan dos cosas: un cambio de mentalidad y un cambio de gobierno. ¿Es realista esperar que ocurran?
Una razón doble para cambiar
Mientras que el “Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los derechos humanos” está a punto de entrar en su quinto año, hay un programa educativo internacional no gubernamental que lleva muchos decenios cambiando la mentalidad de millones de personas, por lo que estas tratan ahora a su semejante con dignidad. Dicho programa, realizado por los testigos de Jehová, se lleva a cabo en más de doscientos treinta países. ¿Cómo funciona?
Para empezar, se trata de un programa mundial de educación bíblica que mejora la comprensión del origen de los derechos humanos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma que el hombre tiene derechos porque es un ser racional y moral.
El hombre debe haber recibido las facultades de la razón y la conciencia de una fuente superior (véase el recuadro “La fuente de los derechos humanos”, en la página 13). El reconocimiento de esta fuente superior divina suministra a la persona una razón de peso para respetar al prójimo. Esta trata a los demás con dignidad no solo porque la conciencia la impulsa a hacerlo, sino, lo que es más importante, porque el respeto y el amor al Creador la mueve a tratar a Su creación con dignidad. Este motivo doble se basa en las siguientes palabras de Jesucristo: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” y “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). La persona que respeta profundamente al Creador jamás viola los derechos de su semejante porque estos son una herencia de Él. Violarlos equivale a usurpar tal herencia.
Educación que marca la diferencia
¿Es eficaz el programa de educación bíblica de los testigos de Jehová para reducir la violación de los derechos humanos? La mejor manera de contestar esta pregunta es fijarse en sus resultados, pues, como dijo Jesús, “la sabiduría queda probada justa por sus obras” (Mateo 11:19).
Una conocida inscripción grabada en un muro de la plaza de las Naciones Unidas (Nueva York) dice: “Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra”. Con esta cita del libro bíblico de Isaías, capítulo 2, versículo 4, la ONU señala a una de las principales formas de disminuir las violaciones masivas de los derechos humanos: acabar con la guerra. Después de todo, la guerra es ‘la antítesis de los derechos humanos’, según una publicación de la ONU.
El programa educativo de los testigos de Jehová lleva un paso más lejos la idea de grabar las palabras de Isaías en un muro de piedra: las graba, o “escribe”, en los corazones humanos (compárese con Hebreos 8:10). ¿Cómo? Al eliminar las barreras raciales y étnicas y derrumbar los muros del nacionalismo mediante la enseñanza del punto de vista bíblico sobre la raza, a saber, que existe una sola raza: la humana (Hechos 17:26). Los que participan en el programa cultivan el deseo de hacerse “imitadores de Dios”, de quien la Biblia dice que “no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Efesios 5:1; Hechos 10:34, 35).
Como resultado de esta educación bíblica, millones de personas de nuestros días ‘no aprenden más la guerra’. Han cambiado su mente y corazón. Y el cambio es perdurable (véase el recuadro “Educación para la paz”, en la página 14). En el presente, un promedio de más de mil personas finalizan diariamente los cursos básicos que imparten los testigos de Jehová, y se unen a las filas de esta fuerza mundial en pro de la paz.
¿Son firmes este cambio de mentalidad y la subsiguiente decisión de respetar los derechos humanos negándose a participar en la guerra? Totalmente. Veamos un ejemplo: Durante la II Guerra Mundial se sometió a severa prueba el respeto de los Testigos a los derechos humanos, sobre todo en la Alemania nazi. El historiador Brian Dunn afirmó: ‘Los testigos de Jehová eran incompatibles con el nazismo. Lo que más molestaba a los nazis era su neutralidad política. Eso significaba que ningún creyente podía portar armas’ (The Churches’ Response to the Holocaust [Respuesta de las iglesias al Holocausto]). Paul Johnson escribió en el libro Historia del cristianismo: “Muchos fueron sentenciados a muerte por negarse a prestar servicio militar [...]; o terminaron en Dachau o en asilos para locos”. Aun así, se mantuvieron firmes. La socióloga Anna Pawełczyńska dijo que fueron “una pequeña isla de resistencia infatigable en el seno de una nación aterrorizada”.
Imagínese qué reducción tan drástica de las violaciones de los derechos humanos habría mundialmente si todas las personas adoptaran esta postura y ‘no aprendieran más la guerra’.
¿Es un gobierno mundial una utopía?
‘Cambiar las mentalidades es muy difícil, pero instaurar un gobierno mundial es una utopía’, aseguró una trabajadora de la ONU. Y, en efecto, el hecho de que las naciones no hayan querido ceder su soberanía a la ONU ni a ninguna otra organización apoya esta conclusión. Ahora bien, los que descartan la idea de un gobierno mundial, según el profesor Berkouwer, “tienen la obligación moral de proponer otras formas de resolver los problemas mundiales. Sin embargo, no existe ninguna otra solución”. Solución humana, claro está, porque sí existe una solución sobrehumana. ¿Cuál?
La Biblia nos muestra que el Creador, además de ser la fuente de las facultades que subyacen tras los derechos humanos, también lo es del gobierno mundial que garantiza su cumplimiento. Este gobierno celestial es invisible, pero real. De hecho, millones de personas, tal vez sin ser conscientes de ello, piden este gobierno mundial cuando repiten las siguientes palabras de la oración generalmente conocida como el padrenuestro: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:10). La persona designada por Dios para dirigir ese gobierno es el Príncipe de Paz, Jesucristo (Isaías 9:6).
Dicho gobierno mundial creará una cultura de derechos humanos de alcance mundial y duración indefinida mediante, entre otras cosas, la erradicación de las guerras. La Biblia profetiza: “[El Creador] hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego” (Salmo 46:9).
¿Cuándo sucederá esto? El programa de estudio de la Biblia que ofrecen los testigos de Jehová incluye una respuesta satisfactoria a tal pregunta. Lo animamos a obtener información sobre este programa.a Si le interesa el tema de los derechos humanos, no quedará decepcionado.
[Nota]
a Si desea recibir más información sobre este programa de educación bíblica, escriba a los editores de esta revista o póngase en contacto con los testigos de Jehová de su comunidad. Los cursos son gratuitos.
[Recuadro de la página 13]
LA FUENTE DE LOS DERECHOS HUMANOS
El artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Así pues, los derechos humanos son un patrimonio que fluye de padres a hijos, tal como un río lleva agua a los que viven en sus riberas. ¿Dónde se origina esta corriente de derechos humanos?
Según la Declaración Universal, los seres humanos poseen derechos porque ‘están dotados de razón y conciencia’. Una publicación de la ONU explica: “Como el hombre es un ser racional y moral, es distinto de otras criaturas terrestres y, por lo tanto, deben garantizársele ciertos derechos y libertades de los que otras criaturas no disfrutan” (cursivas nuestras). Así que el estar dotado de razón y conciencia sirve de base para poseer derechos humanos. Siendo ese el caso, la fuente de la razón y la conciencia humanas lo es también de los derechos humanos.
Para los activistas de los derechos humanos que creen en la evolución biológica, la afirmación de que estos se relacionan con la razón y la conciencia plantea un problema. El libro evolucionista Life Ascending admite: “Cuando nos preguntamos cómo un proceso [la evolución] [...] pudo haber generado cualidades como el amor a la belleza y a la verdad, la compasión, la libertad y, en especial, la riqueza del espíritu humano, nos quedamos perplejos”. No es de extrañar, pues asegurar que las facultades humanas de la razón y la conciencia proceden de antepasados infrahumanos que carecían de ellas es como decir que un río emana de un pozo sin agua.
Puesto que la fuente de tales facultades no puede ser infrahumana, debe ser sobrehumana. Solo el hombre posee las cualidades relacionadas con los derechos humanos —la razón y la conciencia— porque, a diferencia del animal, fue creado a “la imagen de Dios”, según explica la Biblia (Génesis 1:27). De modo que, como indica el libro Human Rights—Essays on Justification and Applications, una contestación válida a la pregunta de por qué las personas tienen derechos morales es que “poseen valor o dignidad intrínsecos, o son [...] hijos de Dios”.
[Ilustraciones y recuadro de la página 14]
EDUCACIÓN PARA LA PAZ
Hace unos años, mientras los conflictos bélicos desgarraban los Balcanes, Branko servía de guardia armado en una clínica del sector croata de Bosnia.b Una noche, un médico que estudiaba la Biblia con los testigos de Jehová le contó las verdades que había aprendido en su estudio. Lo que Branko escuchó lo incitó a deponer las armas. Algún tiempo después se trasladó a otro país europeo y asistió a una reunión de los testigos de Jehová, en la que conoció a Slobodan.
Slobodan también procedía de Bosnia. Había combatido en la misma guerra que Branko, pero en el bando opuesto, el serbio. Cuando se conocieron, Slobodan ya era testigo de Jehová, y le ofreció un estudio de la Biblia a Branko, su anterior enemigo. A medida que avanzaba el estudio, iba creciendo el amor de Branko por el Creador, Jehová, y en poco tiempo decidió hacerse Testigo.c
El mismo Slobodan también llegó a ser Testigo con la ayuda de un anterior enemigo. ¿Cómo? Pues bien, después de abandonar la zona de guerra, había recibido la visita de Mujo, que provenía asimismo de Bosnia, pero que se había criado en una religión muy diferente de la de Slobodan. Para este tiempo Mujo era testigo de Jehová. Aunque habían sido enemigos, Slobodan aceptó la oferta de Mujo de estudiar la Biblia con él y posteriormente dio el paso de hacerse testigo de Jehová.
¿Qué impulsó a estos hombres a superar un odio étnico muy arraigado y convertirse en amigos? Mediante su estudio de la Biblia, cultivaron amor a Jehová, tras lo cual estuvieron dispuestos a ser “enseñados por Dios a amarse unos a otros” (1 Tesalonicenses 4:9). Como dice el profesor Wojciech Modzelewski sobre los testigos de Jehová en general, “el factor clave de su actitud pacífica es que ya en la actualidad siguen los principios revelados en la Biblia”.
[Notas]
b Se han cambiado todos los nombres de este recuadro.
c Branko supo después, para gran alegría suya, que el médico que le había hablado por primera vez, también se había hecho testigo de Jehová.
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