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  • Un siglo y medio de metros
    ¡Despertad! 1997 | 22 de marzo
    • El Ferrocarril Subterráneo del Milenio

      Hace poco más de un siglo reinaba un ambiente de expectativa en Hungría. En 1896 iba a celebrarse el milenario de su fundación. Para cuando terminara el siglo XIX, la capital, Budapest, sería una de las ciudades más grandes de Europa. Sus calles ya estaban atestadas. De ahí que se propusiera, para la celebración del milenario, un ferrocarril eléctrico de superficie que descongestionara el tráfico. Pero como la idea no encajaba con los planes de las autoridades municipales, fue rechazada. Mientras tanto, el metro de Londres había despertado la imaginación de los planificadores del transporte urbano de otros países. En Hungría, uno de tales profesionales, el señor Mór Balázs, propuso la idea de un ferrocarril subterráneo eléctrico. Esta fue aprobada, y las obras empezaron en agosto de 1894.

      Utilizaron el método de construcción a cielo abierto: excavaron una enorme zanja a lo largo de una calzada existente y colocaron los rieles por debajo del nivel de la calle. Cerraron la trinchera con un techo plano y sobre este reconstruyeron la calzada de superficie. El 2 de mayo de 1896 se inauguró aquel tramo de 3,7 kilómetros. Viajar en sus vagones, dotados de tracción eléctrica individual, era un gran adelanto en comparación con la infernal experiencia que tenían que aguantar los pasajeros del primer metro londinense. A los pocos días de su inauguración, el rey Francisco José I visitó el lugar y aprobó que dieran su nombre al ferrocarril. No obstante, durante la subsiguiente época de violencia política, se le cambió el nombre al de Ferrocarril Subterráneo del Milenio. Fue el primer metro del continente europeo. Poco después se construyeron otros: en 1900 se puso en servicio el metro de París, y en 1902, el de Berlín.

      El metro al cabo de cien años

      En 1996, para celebrar el aniversario 1.100 de la fundación de Hungría, se restauró el metro con la belleza y el estilo originales. En las estaciones, las paredes están decoradas con pequeños azulejos blancos y bordes ornamentales de color rojo vino. Los nombres se han enmarcado con azulejos, y resaltan. Las columnas de hierro se han restaurado y pintado de verde para evocar el ambiente del siglo pasado. En la estación central de Budapest hay un museo ferroviario donde se conserva uno de los vagones originales, de más de cien años de antigüedad. También hay expuestos objetos relacionados con la construcción del Ferrocarril Subterráneo del Milenio, así como del metro de Budapest, más moderno.

      Cuando los testigos de Jehová visitan el museo, les viene a la memoria los años, no muy lejanos, en que el metro desempeñaba una función muy distinta para los cristianos del lugar. Durante el tiempo que su obra estuvo proscrita en Hungría, los Testigos acudían discretamente a las estaciones de este famoso ferrocarril subterráneo para hablar del Reino de Dios con la gente. Aunque desde 1989 los Testigos de Hungría tienen libertad para predicar, todavía se les puede ver en el Ferrocarril Subterráneo del Milenio dando a conocer su creencia de que el Milenio descrito en la Biblia —el gobierno de mil años de Cristo— está a las puertas.

  • Un siglo y medio de metros
    ¡Despertad! 1997 | 22 de marzo
    • 1. Estación restaurada (Museo del Ferrocarril Subterráneo del Milenio, de Budapest)

      2-4. Uno de los vagones de metro originales, de tracción eléctrica, del Ferrocarril Subterráneo del Milenio de 1896

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